La ética de Aristóteles, pt. 3/4

Las virtudes intelectuales son el tema de este vídeo, especialmente la sabiduría práctica. Junto con la virtud moral, es lo que posibilita el vivir bien.

Guión

Cuando tomas un examen en matemáticas, lo que importa es que tus respuestas sean correctas. Cómo hayas llegado a las respuestas o cómo hayas sentido en el proceso de hacer el cálculo – esas consideraciones no se figuran en la calificación. El maestro sólo se fija en la respuesta. Felicidades, ¡sacaste un 10! ¿Y tu calificación en la vida misma? Sacar un 10 en la vida equivaldría a ese estado de bienestar, lo que Aristóteles llama ‘eudaimonia’, o generalmente ‘felicidad’. A diferencia del examen de matemáticas, la vida bien vivida no consiste simplemente en una lista de resultados: terminé la carrera, nunca mentí, compré una casa, me casé y tuve hijos, nunca faltaba a misa los domingos, logré ser gerente en la empresa, etc. ¿Qué tal si el hacer esas cosas era tedioso para ti, nada placentero? No habrás vivido bien entonces. Lo que importa en el caso de vivir es el estado sentimental, y de eso se trata la educación moral, habituarte a sentir placer al hacer cosas buenas, y displacer al hacer cosas malas. Forjar el carácter de uno implica habituarlo a desear ciertos fines y a sentir placer al hacerlos. Esta combinación de sentimiento y fines es básico, pero a la vez insuficiente. Además de un carácter forjado de ciertas disposiciones, hace falta cierto conocimiento o habilidad acerca de cómo actuar en una situación dada. Supongamos que tu carácter te dispone a ser generoso. No expresas la generosidad siempre de la misma forma. La expresarías con tu abuela dedicándole tiempo de charla, y con tu jefe quizá comprándole un regalo, y esos casos pueden variar dependiendo del tiempo y dinero que tengas en un momento dado. El punto es que siempre nos encontramos con muchas opciones, y si te acuerdas del último vídeo, Aristóteles dice que la opción casi siempre indicada es un punto medio entre dos extremos. Entonces tenemos la pregunta de cómo determinar ese punto medio en una situación dada. No es producto de un simple cálculo aritmético. Recuerda que la ética no es una ciencia, no proporciona reglas fijas que simple aplicamos. Si no es ciencia, tampoco es pura adivinación. Hay una especie de regla o conocimiento que se emplea, una regla no teórica sino practica. Es lo que Aristóteles llama sabiduría práctica, siendo la virtud intelectual que concierne a la acción humana. ¿Cómo funciona?
Sea el conocimiento teórico o práctico, siempre es producto de un razonamiento o deliberación y esto para Aristóteles se lleva a cabo en la forma de un silogismo. Veamos un ejemplo de razonamiento teórico para luego pasar al práctico. Todos conocemos el silogismo sobre Sócrates y la mortalidad. La premisa mayor, “Todos los hombres son mortales”, plantea una afirmación universal. La palabra ‘todos’ nos indica eso. La premisa menor, “Sócrates es un hombre”, introduce una afirmación no universal sino particular. El particular que señala, Sócrates, no es cualquier cosa sino un caso particular del universal señalado arriba. Lo que podemos concluir a partir de estas dos premisas es que este humano particular también es mortal.
Ahora, todo razonamiento razona sobre algo. Para Aristóteles hay sólo dos clases de fenómenos sobre los que se puede razonar: lo necesario y lo contingente. El primero tiene que ver con lo que se da siempre de la misma manera, como las leyes de la naturaleza. Una manzana, por ejemplo, siempre cae del árbol, no sube. Por el otro lado está lo contingente. Tiene que ver con la acción humana, con aquello que puede darse o no. Un manzana, por ejemplo, puede comerse o no; ninguna de las dos opciones es necesaria.
El razonamiento que concierne a lo necesario Aristóteles lo llama teórico. El silogismo sobre Sócrates es un ejemplo de ello. Pero como cualquier cosa humana, para que el razonamiento se haga bien, para que llegue a conclusiones verdaderas, hacen falta unas virtudes. En el caso de lo teórico, hay tres virtudes o formas en que el razonamiento puede alcanzar la verdad: razón intuitiva, ciencia, y sabiduría teórica.
La razón intuitiva es aquella virtud a través del cual captamos las premisas mayores y consiste básicamente en la inducción. Al experimentar muchos casos de algo, como hombres muriendo, la mente capta el universal – ‘todos los hombres son mortales’. Esta verdad que se capta es el punto de partida de la siguiente virtud, la ciencia. La ciencia para Aristóteles no se trata de laboratorios y experimentos sino de la capacidad intelectual de demostración. En el silogismo sobre Sócrates, la premisa mayor la capta la razón intuitiva pero la conclusión, de que es mortal, la capta la demostración científica. Como final, la sabiduría teórica consiste en la unión de intuición y ciencia dirigida a los objetos más excelsos: los cuerpos celestes y los principios básicos que los rigen.
Ok, pasemos de lo necesario a lo contingente. Aquí, el razonamiento no es teórico sino práctico, por lo cual la conclusión a que llega no será una proposición sino una acción. En lo teórico queremos saber pero en lo práctico de lo que se trata es actuar. Para Aristóteles, la acción puede entenderse de dos formas. Por un lado, hay acciones que producen algo distinto a la acción misma, por ejemplo, construir una cama o pintar un cuadro. Para nosotros, lo que hace un Picasso y lo que hace un carpintero son muy distintos, pero para Aristóteles no; la actividad de los dos es comprendido por el término griego “techné”, que nosotros traducimos como “arte”. Define el arte como “la disposición por la que hacemos cosas con el apoyo de una regla verdadera.” El punto es que la finalidad de la actividad de hacer la cama no es la actividad misma sino el producto, la cama. La actividad no es más que un medio para la producción de algo. Como en todo lo humano, esta actividad puede llevarse a cabo bien o mal, de forma virtuosa o viciosa. Si el carpintero razona bien acerca del diseño y los materiales, saldrá una cama bien hecha. La virtud intelectual que lo posibilita se llama “arte”.
Ahora, por fin llegamos al tema que nos interesa. Hasta ahora hemos visto las distintas maneras en que el razonamiento puede llegar a la verdad: ciencia, razón intuitiva, sabiduría teórica, y arte. Pero hay una más, la sabiduría práctica, o lo que también llama “frónesis”. Esta virtud intelectual tiene que ver con las acciones cuya finalidad es la acción misma. Actuar de forma generosa, por ejemplo, se hace no como medio sino porque es placentero en sí mismo, es parte de lo que constituye el vivir bien. Pero no nacimos siendo generosos. Como hemos visto, la disposición de serlo tiene que ser forjado en nuestro carácter. Pero no basta la sola disposición. Es que, en cada situación se presentan múltiples opciones para actuar, diversas maneras en que podemos ser generosos. Volviendo al examen de matemáticas, vemos también que se presentan diferentes opciones de respuesta para un problema dado, pero sólo una es la indicada. Para determinar cuál, tienes que razonar. Igual en el caso práctico. Veamos cómo se da este proceso.
Empezamos con la conclusión. En nuestro silogismo sobre Sócrates, si te acuerdas, la conclusión era una proposición. En el silogismo práctico es un acto. Lo que inicia el proceso es un deseo. Esto lo proporciona la virtud moral, las disposiciones habituales de nuestro carácter, y corresponde a la premisa mayor del silogismo teórico. En los dos casos lo que se plantea es algo de carácter general o universal: la mortalidad de los hombres o que es bueno ser generoso por ejemplo. Pero ahora viene lo particular. En el silogismo teórico eso es la premisa menor. En el práctico habla Aristóteles de un proceso de deliberación en el que se trata de ver cómo realizar el deseo en el acto. Para desear buenos fines necesitamos virtud moral. Para deliberar bien acerca de cómo realizarlos necesitamos virtud intelectual, que como vimos se llama sabiduría práctica o frónesis. La deliberación, dice, trata de medios. Digamos que el deseo sea tener una maestría en filosofía. No lo puedes realizar en este momento. El paso anterior a tenerla sería defender una tesis. Tampoco puedes realizar esto ahora, primero hay que escribir una, pero antes que eso hay que cursar y aprobar materias y para eso, a su vez, hay que inscribirse en un programa de maestría. En ese momento te das cuenta que eso lo puedes hacer aquí y ahora, entonces lo eliges y lo haces.
Ahora, eso es un ejemplo un tanto burdo. No hace falta tanto razonamiento para ver que la ruta al grado de maestro empieza al inscribirse en un programa de maestría. La frónesis aristotélica puede comprarse mejor quizá con lo que hace un experto en ajedrez que juega contra una computadora. La computadora no tiene frónesis. En vez de deliberar, lo que hace es computar pues y lo hace masivamente, calculando las consecuencias de todas las posibilidades. Esto también es lo que trata de hacer un principiante en ajedrez, sólo que le queda muy corto en el cálculo. El experto, en cambio, revisa el tablero y por la posición de las piezas como que percibe el movimiento indicado, es casi algo que intuye o siente. Lo mismo pasa cuando uno sabe conjugar correctamente un verbo en su lengua materna sin saber la regla gramatical. Esto, obviamente, es algo que se da con mucha práctica. Con toda la experiencia que tiene uno, el acto de deliberación llega a ser como una especie de percepción. Esto es la frónesis, y uno que lo tiene se llama en griego fronimos. Como dice Sir David Ross, el bien es para el fronimos “como una especie de sensible común, de la misma manera que las formas son para todos los hombres.” Cualquiera puede reconocer los triángulos, círculos, y cuadrados en esta escena. De la misma manera, el hombre de sabiduría práctica percibe, por así decirlo, lo que hay que hacer en el flujo de la vida.
Ahora, la virtud moral e intelectual no están separadas en el espacio y el tiempo. No es que se le vaya forjando el carácter de un niño y que luego se ponga a estudiar para que tenga esa habilidad de deliberación. Más bien, van a la mano. Al principio sí, está bajo la tutela de un padre, maestro, o alguna autoridad. Pero con el paso del tiempo depende menos y menos de esos consejos, su habilidad deliberativa se mejora con la experiencia y se van afinando las reacciones emocionales a los acontecimientos que vive. Es como alguien que aprende a tocar el piano. Al principio hace falta mucha instrucción y consejo, pero con la experiencia llega al punto (quién sabe en que momento) a dominar el instrumento, a poder deliberar en el momento sobre tonalidades, ritmos y cosas así para lograr el efecto deseado.
Pues hasta ahora hemos hablado de puras virtudes, pero sabemos que la mayoría no son tan perfectos como lo que describe Aristóteles aquí. Comparemos entonces el ideal que plantea con diferentes combinaciones de virtud y vicio. Los referentes básicos son lo moral y lo intelectual, y para cada uno la posibilidad de virtud o vicio. Si uno cuenta con las dos virtudes, vive bien según el planteamiento de Aristóteles. Si tiene un carácter vicioso pero es muy listo, pues tenemos un malvado capaz de arreglarse las suyas. Luego, alguien de buen carácter pero carente de sabiduría práctica tendría las mejores intenciones pero no sería capaz de realizarlas en la práctica. Como final, alguien de carácter vicio y carente también de sabiduría práctica sería como un ladrón que la policía atrapa.
Aun considerando estas combinaciones de virtud y vicio, nuestra caracterización de la conducta humana queda todavía corta. Aristóteles está consciente de ello, por lo cual matiza esta oposición de virtud y vicio con un análisis del interesante fenómeno de la incontinencia. Eso, junto con un análisis de la amistad y la vida contemplativa, lo veremos en el próximo y último vídeo sobre la ética de Aristóteles.

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10 Comments

  1. miguel · 27/11/2013 Responder

    Estimado Maestro
    cuando marco prev que crei era previo(anterior) me manda al siguente capitulo y locontrario con next
    creo que estan mal los letreros las flechas si dan ladireccion
    saludos

  2. Ricardo Quevedo Palacios · 11/11/2015 Responder

    De acuerdo yo también me confindi con el “Prev” y el “Next”

  3. fernando bozo · 11/01/2018 Responder

    pareciera que el termino FRONESIS se asimila con el de INTELIGENCIA EMOCIONAL que ha estado en circulacion en años recientes Que opina usted

    • Darin · 13/01/2018 Responder

      Hola Fernando. Algún vínculo puede haber, aunque para Aristóteles la frónesis es una virtud intelectual, y además consiste en la capacidad de discernir la acción correcta que hay que seguir en una situación dada para conseguir cierto fin. La inteligencia emocional, según la entiendo yo, le hace a uno más susceptible de discernir diferentes tono emotivos. Lo que no sé es si guía a uno en la acción. Lo tendría que investigar más la verdad. Gracias por tu pregunta.

      • Mario · 27/06/2020 Responder

        Hola Darin / Daniel Goleman publicó su libro “La inteligencia emocional” en 1995 y allí describió los tres procesos principales que abarca esta disciplina clave: (1) Reconocer, (2) Entender y (3) Regular las emociones / RECONOCER es ser capaz de distinguir en mí y en los demás las distintas emociones / ENTENDER es ser capaz de establecer la relación que hay entre las emociones y el pensamiento / REGULAR es la habilidad de moderar nuestras emociones negativas o de potenciar nuestras emociones positivas de manera de manera consciente

        Hoy en todo el mundo se maneja la disciplina de la inteligencia emocional. Ya no se puede hablar de educación, de filosofía, de psicología, de liderazgo o de management sin hablar de la inteligencia emocional. Yo diría, para enfatizar de algún modo su tremenda importancia, que un 50% del hecho de ser persona está en la Razón y un 50% en las Emociones. Y ver que en pleno siglo XXI el mundo académico todavía le rinda culto a “la diosa Razón” como en pleno siglo XVIII, me parece preocupante.

        Te seguimos en tus videos, admiramos tu claridad y tu humildad, reconocemos tu excepcional capacidad de generar en nosotros inquietudes profundas por el pensamiento y la Filosofía, pero a mí me alarma que todavía muestres en este comentario de 2018 restos del “racionalismo” propio de lo más atrasado del mundo académico

        Acabo de ver una conferencia TED del académico inglés Ken Robinson, titulada “Las escuelas ¿matan la creatividad?” que con 20 millones de entradas es la conferencia más vista de la historia de TED / Dueño de un humor ácido y muy “british”, este hombre dice, en un momento de su charla, que los académicos tienen en general una mala relación con sus cuerpos, y que no los aprecian (a sus cuerpos) más que como un medio para transportar sus cabezas, “de un meeting a otro”, agrega. Se burla, en última instancia de los que todavía creen que todo el conocimiento proviene de la razón y de los pensamientos

        Blaise Pascal (1623-1662) -a quién seguramente conocés mucho más que yo- dijo esto: “El corazón tiene razones que la razón desconoce”. Ojalá puedas enriquecer tu tremendo capital intelectual con un conocimiento más profundo de las emociones. Te lo digo desde el afecto, of course. Te mando un gran abrazo

  4. fernando bozo · 19/01/2018 Responder

    Darin gracias por tu respuesta Yo creo que la intencion del autor era hacer ver que para disfrutar de la vida no solo hay que ser inteligente sino tambien ser capaz de interpretar y actuar en provecho del bienestar de la persona

  5. fernando bozo · 19/01/2018 Responder

    Darin gracias por tu respuesta Yo creo que la intencion del autor era hacer ver que para disfrutar de la vida no solo hay que ser inteligente sino tambien ser capaz de interpretar y actuar en provecho del bienestar de la persona

    correcto repeti el mensaje

  6. gloria caballero lopez · 19/09/2018 Responder

    hola profesor bonita noche.disculpe que lo moleste solo para ver si usted podria suguerirme como empesar mi exposicion mi tema es : la teoria del conocimiento filosofica de aristoteles.no termino de entender mi tema.no se como exponerla para que sea entendible y no aburra mi grupo.de antemano muchas gracias.

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