La ética de Aristóteles, pt. 2/4

En este segmento revisamos la virtud moral: cómo se desarrollo, la naturaleza de punto medio, y el carácter de los actos involuntarios.

Guión

En uno de mis vídeos sobre Rousseau, dije que una de las cosas que nos distingue de los animales es la capacidad del hombre de perfeccionarse. A unos meses de nacer, un perro es lo que será el resto de su vida. Nace con cierta naturaleza, con un conjunto de instintos que le permite enfrentar el mundo y conseguir lo que necesita para sobrevivir. Nosotros también somos animales. Nacemos con instintos y apetitos que hay que satisfacer. Pero si no hiciéramos más que eso, no seríamos humanos. Curiosamente, entonces, parte de la naturaleza humana consiste en transcender la naturaleza con la que nacimos. Es a eso que se refiere Rousseau con la idea de perfeccionarse. Dice que somos los únicos animales capaces de convertirse en imbécil. ¡Y es verdad! Jamás vas a ver un perro imbécil, ¿pero un ser humano? sí, hay bastantes. Pero también, obviamente, hay humanos que viven bien. Los instintos del perro rigen su vida, pero ¿qué es lo que rige la nuestra? Qué es lo que posibilita que transformemos la naturaleza con la que nacimos? El deseo o apetito con el que cuenta nuestra naturaleza animal no está fijo como el de los perros sino que puede moldearse, organizarse. Lo que permite esta organización es, como vimos en el último vídeo, la virtud.
La virtud es un poder que tienen las cosas para funcionar bien, como la dureza del martillo. En este sentido, las cosas físicas tienen propiedades que las disponen a actuar de ciertas maneras para cumplir ciertas funciones. Podríamos llamar esas propiedades “disposiciones”. Éstas consisten no sólo en propiedades físicas sino biológicas también, por ejemplo, en el caso de nosotros, se desarrolla naturalmente una disposición a crecer, percibir, digerir comida, desear, etc. Al igual que los instintos del perro, llegamos de fábrica, por así decirlo, con estas disposiciones automáticamente instaladas. Pero además de éstas, hay otras disposiciones que, aunque no surgen en nosotros por naturaleza, pueden desarrollarse por un esfuerzo por nuestra parte. El esfuerzo consiste en un entrenamiento que forma hábitos. Estos hábitos o disposiciones habituales forman en su conjunto lo que llamamos el carácter de uno, su forma de ser. Si los hábitos se forman bien, son virtudes; si mal, son vicios. Veamos la propia definición de Aristóteles: “la virtud es un hábito, una cualidad que depende de nuestra voluntad, consistiendo en un medio relativo a nosotros, y que está regulado por la razón en la forma que lo regularía el hombre verdaderamente sabio.”
Hay que esclarecer que lo que define aquí es la virtud moral. También hay virtudes intelectuales, pero esas las veremos más adelante. De momento, las podemos distinguir de la siguiente manera. La virtud moral tiene que ver con fines; la intelectual con medios. La educación moral fija hábitos que nos disponen a ciertos fines, y la virtud intelectual delibera acerca de cómo realizar esos fines. Pero lo que tenemos que ver ahora es cómo opera ese entrenamiento. Concretamente, ¿cómo se forja el carácter de uno?
Pues, con la práctica. Como saben, mi lengua materna es el inglés. El español lo que tuve que aprender, pero no de un libro, no teóricamente, sino en la calle, prácticamente. Al principio traducía en mi cabeza del inglés al español y luego hablaba. Pero ahora, tras 17 años de práctica, pienso directamente en español. Comunicarme en él se ha vuelto habitual. Pero la formación del carácter de uno empieza en la niñez, por lo que uno tiene que contar con la suerte de tener buenos padres. Si el padre quiere que su hijo sea valiente o justo, le obliga a hacer actos justos o valientes. Recuerdo que en la primaria un chico grande se metía conmigo en el receso. Le dije a mi papá y él me dijo que no me escondiera tras la falda de mi maestra, que hiciera frente a ese muchacho para que supiera que no podía conmigo. Pues funcionó – dejó de molestarme. Y recuerdo que una vez encontré una cartera con casi $100. Estaba muy feliz, pero mi madre me dijo que buscara la persona en el directorio y que se la regresara. En muchísimas situaciones de este tipo mis papás fueron forjando mi carácter, habituándome a actuar de cierta forma en ciertas situaciones.
Ahora que lo pienso, ese ejemplo de aprender el español no es del todo bueno. Es que lo que se desarrolla ahí es simplemente una habilidad, más no una virtud. ¿Cuál es la diferencia? Pues para juzgar mi habilidad de hablar el español uno sólo tiene que fijarse en el producto, en lo que digo. Si me entiende, hablo bien; si no, no. Pero para juzgar el carácter de uno, el simple acto es insuficiente. Además de que el acto sea lo indicado en la situación, hay que fijarse en el estado interior de la persona, en cómo se siente al hacer el acto. Imagínate un hombre que da unas monedas a una persona en la calle. ¿Por qué lo hace? Si es por generosidad, lo alabaríamos; pero imagínate que anda paseando con una chica con quien pretende y lo hace porque quiere que le vea como buena persona, cuando en realidad quisiera quedarse con su dinero. Pues nada loable, ¿verdad? El punto es que el acto mismo no es suficiente para determinar si actúa con virtud o no.
Todo lo que hacemos en la vida va acompañado de placer o dolor. Para Aristóteles, el tema de la virtud moral es esto, cómo uno siente placer o dolor al hacer lo que hace. El acto de dar dinero a esa persona en la calle no era placentero para el hombre en nuestro ejemplo. Lo hizo no por su propio bien sino como un medio para lograr otro fin. Esa, de hecho, es la idea o experiencia que la mayoría tiene de la ética: ser ético es hacer cosas desagradables porque tienes que hacerlos. Obviamente, esa no es la idea de Aristóteles para nada. Sentimos que la ética es así porque nuestro instinto como niños es seguir el placer y evitar el dolor. Para Aristóteles, esa es la fuente principal de la acción viciosa. Piénsalo un momento. Si los niños nunca recibieran ninguna orientación por sus padres, si hicieran todo de acuerdo con esa dinámica de buscar placer y evitar dolor, acabarían gordos, ignorantes y enfermos. Esto no quiere decir que la vida buena tenga que ser desagradable o incluso ser libre del placer y el dolor, al estilo de la nirvana budista. Sentir dolor y placer es natural para nosotros; no es cuestión de suprimirlo sino más bien de moldearlo, moldearlo para que uno sienta placer de la forma indicada y en el momento indicado. Una educación moral no consiste en obligar a uno a hacer cosas buenas o nobles aun cuando sus deseo le jalan hacia cosas malas, sino reorganizar los deseos de modo que sentimos placer al hacer cosas buenas y dolor al hacer cosas malas. Al principio de este entrenamiento, los actos que uno hace son buenos sólo en su aspecto exterior. Pero con el tiempo y la habituación, llegan a forjar una disposición interna de la que brotan naturalmente esos actos. Ya no hace falta el padre como guía.
Ahora, hemos visto que esa cuestión interior, la proporción de placer y dolor que uno siente, es lo que hace falta para poder juzgar cómo uno actúa. Pero no es suficiente para distinguir lo virtuoso de lo vicioso. Es decir, uno igual puede ser moldeado para sentir placer haciendo cosas viles. ¿Cómo se distinguen los actos virtuosos entonces? Seguro has visto comerciales para cerveza que al final muy rápidamente o en letra chica dice “Todo con medida”. Pues eso lo debemos a Aristóteles. Si observas la conducta de un hombre sabio verás que lo que hace se ubica, en general, en un punto medio entre dos extremos. No se trata de un punto aritmético. Por ejemplo, un kilo de comida puede ser muy poco y 5 kilos demasiado, pero eso no significa que todos deben de comer 3 kilos. El punto medio, dice, es un punto relativo a cada quien. Para una persona pobre, regalar algo con valor de $100 puede ser generoso, pero para Carlos Slim no sería nada generoso. Un ejemplo que da Aristóteles es la valentía. Lo que se quiere es tener valor, pero el acto que se considera valiente varía de contexto y de persona. Yo tengo cierto miedo a las alturas, así que saltarme de un puente como en el bungee sería valiente. Pero no sería valiente para este señor. ¡Lo que hizo él, saltándose desde el espacio, sería para mi no valiente sino temerario!
Lo que se nota en estos ejemplos donde hay que tomar una decisión es que hay un menos, un más, y un punto medio. Cobarde; valiente; temerario. Codo; generoso; pródigo o extravagante. Cuando actuamos en el mundo estamos respondiendo a una situación. La pregunta es, ¿cuál es la respuesta correcta? Cuando reprobamos a otro por lo que hizo, lo reprobamos casi siempre porque su reacción fue insuficiente o excesiva. El hombre sabio, para Aristóteles, siempre responde de forma apropiada, virtuosa, entre los extremos de poco y mucho, insuficiencia y exceso. Ojo, ¡esto no implica que hay una forma virtuosa de robar o asesinar! Algunas acciones no admiten un punto medio.
Quiero volver a la definición de virtud que vimos al principio. “La virtud es un hábito, una cualidad que depende de nuestra voluntad, consistiendo en un medio relativo a nosotros, y que está regulado por la razón en la forma que lo regularía el hombre verdaderamente sabio.” Hasta ahora hemos hablado de la virtud moral como un hábito que consiste en un punto medio y cómo ese hábito se desarrolla. El papel de la razón en esto, la virtud intelectual, lo vamos a ver más adelante. Pero para finalizar esta parte quiero reflexionar sobre el carácter voluntario de la acción.
Aristóteles lo trata porque es sólo por acciones voluntarias que los hombres son aprobados o reprobados. Te pueden juzgar todo menos lo que haces por compulsión o por ignorancia. Si alguien te agarra y te avienta por el techo de un edificio y caes y rompes la banqueta ahí abajo, el municipio no puede culparte porque fue involuntario, la causa fue externa a tu control. (Ouch). Si eres cajero en un banco y un hombre saca una pistola y pide dinero y se lo das, pues técnicamente el acto fue bajo tu control, pero es perdonable porque actuabas por temor a un mal mayor. ¿Y ese pastel que comiste que había hecho tu madre para el cumpleaños de tu hermano? “Pero mamá, no lo pude resistir, estaba fuera de mi control.” No, ahí tu mamá tiene razón, eres culpable, pues de otra forma nada de lo que hiciéramos por placer podría censurarse o aprobarse.
El otro tipo de acto involuntario es aquél que se hace por ignorancia. Imagínate una obra de teatro donde un actor dispara una pistola y mata a otro actor, pero de verdad. Pensaba que era un juguete pero resultaba ser real. Claramente actuó en ignorancia. Una señal de que actuó así es si después se arrepienta de lo sucedido. Pero imagínate un borracho que sube a su coche y luego atropella a una niña que estaba cruzando la calle. En este caso, ignoraba lo que hacía, es decir, no eligió matarla, no fue una decisión basada en un deseo, y después lo arrepienta. Este caso, sin embargo, no es cómo el del actor. Dice Aristóteles que el borracho actúa en ignorancia, es decir, no sabe lo que hace, pero no actúa debido a la ignorancia. La ignorancia puede ser una excusa únicamente cuando se trata de desconocer las circunstancias particulares. Pero la ignorancia del borracho es más profunda – además del particular, ignora el universal, es decir lo que es bueno para él, los fines generales que constituyen el vivir bien. Entre ellos no se cuenta emborracharse. Al desarrollar ese hábito, sabía que podía llegar a afectar su juicio y a tener malas consecuencias. De eso sí es culpable.
Algo parecido me pasó hace años. Había llegado a Boston a estudiar la maestría y compré un coche de segunda mano y andaba en ella cuando me detuvo una policía. Me dio una infracción por no llevar una calcomanía que comprobaba que el coche había sido inspeccionado. Yo no sabía que hacía falta tal inspección entonces fui al tribunal para decírselo al juez. ¿Qué me dijo? “¡Ignorancia de la ley no es excusa!” y duplicó la multa por haber perdido su tiempo. Aquí vemos la misma situación. Parte de vivir bien en una sociedad es conocer las leyes y obedecerlas. Ignorancia de lo particular puede perdonarse, pero no del universal.
Para resumir todo esto entonces, los actos moralmente relevantes son los voluntarios. Al originar uno el acto, y al conocer las circunstancias en las que el acto se lleva a cabo, uno es moralmente responsable de ello. Pero para actuar hace falta no sólo la disposición habitual de actuar de cierta forma sino la habilidad de llevarlo a cabo. Para eso requiere uno de virtudes intelectuales, tema que trataremos en el siguiente vídeo.

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28 Comments

  1. Terezinha · 26/10/2013 Responder

    ¡Hola, Darin!

    Su video sobre “La ética de Aristóteles” vino como un regalo para este día.
    Lo veo muy útil para mis reflexiones.
    ¡Muchas gracias!

    Un abrazo, desde Brasil.

  2. Ernesto Orellana · 27/10/2013 Responder

    Muchas gracias por tus vídeos. Me resultan de gran ayuda en mis clases con alumnos de bachillerato. Un saludo desde España
    Ernesto

    • Darin · 27/10/2013 Responder

      Hola Ernesto. Que gusto me da que sean de ayuda para tus alumnos! Sólo espero que mi mezcolanza de acentos sea entendible, jaja! Un abrazo desde México.

  3. Leonardo · 27/10/2013 Responder

    Muchas Gracias Darin:

    Si las coincidencias existen o no ..no lo se, solo se que hoy tu vídeo me vino como anillo al dedo

    Un Abrazo

    Leonardo

    • Darin · 27/10/2013 Responder

      Feliz coincidencia, que bueno! Eso tmb me ha pasado a mi. Me alegro Leonardo, nos vemos pronto por aquí!

  4. Cristian · 01/12/2013 Responder

    Gracias por hacer lo que haces …

    Soy estudiante de Derecho en Argentina – Tierra del Fuego, pero mi hobby es la filosofía y cada vez que tengo un tiempo me pongo a ver tus vídeos y reflexiono acerca de ellos.

    Mis filósofos preferidos son Nietzsche y Socrates !

    GRACIAS !!!!

    • Darin · 01/12/2013 Responder

      Gracias Cristian! También a mi me gustan mucho Nietzsche y Sócrates. Me alegro poder ayudarte un poco en tu interés por la filosofía, seguro influirá para bien en tu formación en derecho. Un fuerte abrazo desde México!

  5. abraham · 16/07/2014 Responder

    muy lindo me gusta

  6. mary · 12/08/2014 Responder

    Si usted tuviera que proponer una nueva filosofía económica, como se imaginaria la transformación de la sociedad una vez implementada?

    • Darin · 12/08/2014 Responder

      Para mi, una de las cosas más importantes sería cambiar el sistema monetario para que los bancos no sean los que suministran con interés el dinero que necesita la sociedad para funcionar. Esa función debería tenerla el gobierno. Tengo que hacer una serie de vídeos sobre este tema!

  7. Leiban Zapata · 19/02/2016 Responder

    En nuestra sociedad, la ética y la moral están en decadencia. ¡ Lamentablemente. !

  8. luis · 10/03/2016 Responder

    hola Gracias por tus vídeos desde hace un par de años he visto que esto me gusta, nunca estudie filosofía pero realmente lo tuve que haber hecho ,jajaj pero no es tarde y ahora estoy tratando de aprender.
    Nota existe alguna razón por la cual no usan las “i” en sus comentarios.
    saludos desde Costa Rica.

    • Darin · 10/03/2016 Responder

      Hola Luis. Es verdad, nunca es demasiado tarde leer filosofía! No entiendo eso de por qué no uso las “i”. ¿A qué te refieres?

  9. amado ortiz · 21/11/2016 Responder

    profesor gracias por sus videos, pero yo tengo un conflicto entre la ética y la moral. Por favor si pudiera madar una conferencia de la ética y la moral aplicado a la ley o a la dirigida con fundamento las leyes del derech mexicanas

  10. Alfredo · 29/01/2018 Responder

    Acabo de empezar a escuchar sus audios, que bien, muchísimas gracias, desde Aruba.

  11. Luis Gabriel · 09/02/2018 Responder

    excelente

  12. Paris A. Román Gutiérrez · 08/05/2018 Responder

    Estimado Darin,
    gracias otra vez pues mi atrofiado cerebro se iluminó con nuevas ideas después de ver tu video. Reconozco que he vivido para el placer evitando el dolor. Ya con Kant me habia reecontrado con el deber, su imperativo categórico y la antinomia de la razón practica: a saber, que ser virtuoso y cumplir con el deber no necesariamente lleva al lo placentero o a la felicidad. Creo que habré que tender un puente entre estas dos posiciones.

    Me sorprende que estas cosas las haya pensado hace tanto tiempo Aristóteles.

    Saludos desde Tijuana, BC y recibe un fraternal abrazo de mi parte,

    Paris

  13. Vicentina Merlo · 11/12/2018 Responder

    Hace 2 días descubrí por un podcast de Spotify esta maravilla de capsula de conocimiento, siempre me ha gustado todo el tema filosófico, pero estudié Sistemas. He encantan todos los audios y videos que he visto. Actualmente me dedico a la panadería y me gusta hacer panes escuchando de Aristóteles,Nietzsche o cualquier otro teoría como el contrato social, existencialismo, etc, etc.

    • Darin · 11/12/2018 Responder

      Hola Vicentina. Me da gusto saber que en los panes que vas haciendo van inmiscuyéndose estas grandes ideas que voy tratando! jaja. Un abrazo!

  14. PILAR PAYO CABAS · 25/01/2021 Responder

    Bunas tardes Darin desde Cádiz, España.
    No imaginas lo bien que me hacen tus videos, no sólo los veo, también oigo los videos que recomiendas y leo los libros y me está ayudando muchísimo a resolver mi ignorancia sobre los temas filosóficos que creo que nos ayudan a saber dirigir nuestra vida mejor y entenderla, a pesar de mis 63 años, he descubierto está vía de conocimiento tan viva e interesante.
    Millones de gracias

    • Darin · 25/01/2021 Responder

      Hola Pilar. Me da mucho gusto lo que me dices, te mando un fuerte abrazo desde México!

  15. Reinaldo · 24/07/2021 Responder

    Acabo de encontrar oro puro! Desde hace un tiempo me he dedicado a algo totalmente distinto a mi profesión, soy ingeniero industrial, pero de alma humanista, en este momento me encuentro realizando un curso de filosofía complementándolo con lectura de los autores, pero tu página me va a servir muchísimo. Gracias por el conocimiento que entregas, de verdad es muy valioso.

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