La filosofía budista, pt. 2/6

Empezamos un análisis de la primera de las cuatro nobles verdades y las diferentes acepciones del “dukkha” que se traduce como sufrimiento.

Guión

 Imagínate una persona 2,000 años en el futuro tomando un curso sobre la historia de la filosofía y que aprendiera que en el segundo milenio después de Cristo hubo algo que se llamaba la filosofía europea que comprendía desde Sto. Tomás de Aquino hasta Edmund Husserl y que luego hubo un tal Heidegger que echó todo eso por abajo. Ésa sería la caracterización más ligera y pobre posible del último milenio de filosofía. Sin embargo, eso es básicamente cómo un alumno de filosofía hoy en día ve la filosofía en la India Antigua, a saber, que está el hinduismo que habla del atman, el alma individual que refleja el principio cósmico del brahman, y luego el Budismo que dice que esas cosas son ilusiones. Y eso si sabe algo del tema. La mayoría ven esa época en el pensamiento de la India como pura religión y mitología y no le prestan mucha atención, al menos filosóficamente. Pues ésa es una idea muy equivocada. El contexto cultural y filosófico en el que el Buda nació fue bastante complejo y heterogéneo. Hablar del hinduismo como tal es como hablar de la filosofía europea como tal. En lugar de una sola posición monolítica, hubo literalmente docenas de escuelas y posturas filosóficas que, aun cuando respondían a las antiguas escrituras védicas, planteaban diferentes formas de entender la naturaleza de la realidad y el lugar del hombre dentro de ella. Los estudiosos del tema han catalogado estas escuelas en nueve básicas, entre las cuales está la respuesta del budismo. Aun cuando las enseñanzas del Buda tengan un fin sumamente práctico, se basan sobre reflexiones teóricas bastante sofisticadas que, como veremos, reflejan y en algunos sentidos superan las ideas de filósofos como David Hume y el mismo Nietzsche.
Bueno, pues retomemos la historia del Buda y su iluminación que vimos en el primer vídeo. Tras alcanzar el nirvana, el Buda viajó a un pueblo que se llama Sarnath donde encontró a cinco compañeros suyos con los que anteriormente había practicado el ascetismo tradicional. Fue a ellos que dirigió su primera enseñanza o discurso. Por cierto, nadie sabe con seguridad en qué idioma hablaba el Buda pero lo que sí sabemos es que el idioma en que sus enseñanzas fueron asentadas por escrito siglos después de su muerte fue el Pali. Este idioma toma su nombre de la palabra “pali” que significa la línea sobre la que se escribía el texto. En aquel entonces se escribía sobre largas hojas de palmera. En mi viaje a Asia vi que todavía usan esta forma de escribir y leer las escrituras del Buda. Aquí puedes apreciar uno que compré en Nepal donde se ven las líneas o pali sobre los que se escribe. Sin embargo, este que tengo está escrito en el Sánscrito, uno de los principales lenguajes de la India todavía. Menciono todo esto porque todos los términos que voy a mencionar serán en sánscrito. Por ejemplo, el concepto de “nirvana”, escrito así, es el sánscrito. En Pali es “nibbana”.
Volviendo al tema, el primer discurso que dio se llama el Dharmacakrapravartana Sūtra. Uyy, si no lees el sánscrito, eso significa el “Discurso de la puesta en movimiento de la rueda del dharma”. Más adelante hablaremos de ese término “dharma”. De momento es importante tener en cuenta el contexto. Su público son cinco compañeros suyos que siguen en el camino ascético. Lo que les quiere enseñar es un camino distinto, un camino medio. Les dice que la vía de un hedonismo total trae muchos problemas, y con eso sus amigos están de acuerdo. Pero también les cuenta que la vía del ascetismo tampoco llega a la liberación. El camino medio entre estos dos extremos es lo que les va a enseñar y comienza con una reflexión sobre la realidad de la experiencia humana, una realidad que explica en las Cuatro Nobles Verdades. Pasemos a ello.
1. La vida es sufrimiento.
2. La causa de ese sufrimiento es el aferramiento o apego.
3. Al extinguir el apego se puede extinguir el sufrimiento.
4. El camino para lograr esto es el camino óctuple.
Leyendo estas cuatro verdades, no puedo evitar pensar en los 10 mandamientos de la Biblia. El cristianismo también dice que la vida es sufrimiento, pero identifica su causa en el pecado original. Su cura consiste en creer en Dios y en su hijo Jesús y las penas de esta vida serán recompensadas en una vida posterior. Aun cuando el profeta dijo que Sidarta sería un salvador del mundo, lo que se ve en estas cuatro verdades no es el lenguaje religioso de creencia y fe, sino el lenguaje de un médico. El Buda diagnostica un problema, identifica su causa, da un pronóstico, y luego una receta. No pide que tengamos ciertas creencias, sino que hagamos ciertas cosas: que entendamos la naturaleza del sufrimiento, que soltemos el apego, que llevemos a cabo la cesación del apego, y que lo hagamos cultivando cierto tipo de camino en la vida. Y es más – la cura se da en esta vida, no en una por venir.
Bueno, veamos de cerca la primera verdad. La palabra que se traduce como sufrimiento es “dukkha”. Dukkha tiene muchas acepciones y connotaciones, las cuales el Buda agrupa en tres principales. La primera y más obvia quizá sea el dolor físico. En su discurso el Buda dice que el nacimiento es dukkha, y también la enfermedad, la vejez y la muerte. Estos ejemplos reflejan lo que Sidarta vio en sus primeros viajes con su chofer: un enfermo, un viejo y un cadáver. Y como dijo su chofer, ni siquiera un príncipe los puede evitar, ni tampoco, deberíamos agregar, un Buda. El Buda es un médico espiritual, no físico, entonces no pretende quitar dolores de ese tipo.
Además de la enfermedad y la vejez que menciona el Buda, a lo mejor pienses también en cosas como el hambre, la violencia, la guerra y la opresión política y social. Es verdad que el dolor tiene como fuente no sólo procesos naturales, sino también humanas. Pero aun cuando viviéramos en un mundo sin hambre y violencia, no se puede evitar el dolor que producen los procesos naturales. Como último, además del dolor corporal que la enfermedad o la violencia puede producir, hay dolores mentales también: por su condición, un viejo puede sentir soledad, o un niño atrapado en una guerra puede sentir miedo y ansiedad.
Pero el dukkha es mucho más que este tipo de dolor. ¿Has oído la frase “El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional”? La mayor parte de lo que sufrimos tiene que ver no tanto con lo que nos pasa, sino con cómo reaccionamos a lo que nos pasa. En lo que sigue en su discurso, habla de un segundo sentido de dukkha. Dice que “la asociación con lo que no se ama es duḥkha; la separación de lo que se ama es duḥkha”, y no conseguir lo que se quiere es dukkha”. A veces nos toca lo que no nos gusta: un trabajo aburrido, una pareja que ronca, no ser del todo atractivo. A veces perdemos lo que queremos: tu novio rompe contigo, te despiden de un buen trabajo, o el banco embarga tu coche por falta de pago. El dukkha, dice el Buda en resumen, es no conseguir algo que queremos, idea que vemos reflejada en estos ejemplos.
El sufrimiento que vemos aquí puede caracterizarse como frustración, decepción, o la insatisfacción en general. Como el miedo que siente el niño en la guerra, este segundo sentido de dukkha se trata de un sufrimiento mental. Pero hay una diferencia sutil. Las condiciones que provocan el miedo del niño se le imponen desde fuera sin que las provoque o las busque, mientras que la frustración e insatisfacción que estamos tratando ahora surgen como consecuencia de las decisiones que tomamos en la vida, decisiones que se toman en aras de hacernos felices.
Ok, concedo que el dolor físico no es placentero y no lo puedo evitar. También concedo que no siempre consigo lo que quiero, pero eso no quiere decir que esté yo sufriendo y que la vida sea miserable. Me gusta mi trabajo, me gusta hacer estos vídeos de la Fonda, tengo amigos que me hacen reír, y hoy en la mañana desayuné unos ricos hotcakes. En pocas palabras, no vivo en un estado constante de éxtasis pero tampoco me lo paso sufriendo. Entonces, ¿tiene razón el Buda al decir que todo es dukkha o sufrimiento? Bueno, el Buda no niega que haya felicidad en la vida, sólo que es transitoria e impermanente. El pay de chocolate que estás comiendo va a terminar, el fin de semana termina y llega el lunes, las mariposas que sientes en el estómago al enamorarte vuelan con el tiempo, las arrugas reemplazan la flor de la juventud, las amistades cambian, y nuestros queridos mueren. Y aún cuando el pay de chocolate de hace sentir bien, estás consciente al mismo tiempo de que va a terminar, de modo que los momentos de felicidad no son puros sino mezclados con dukkha.
Si las cosas no fueran así, toda la industria de la mercadotecnia no tendría nada que hacer. Cuentan con el dukkha como condición básica de la vida y la transitoriedad de la felicidad para vender sus productos. E incluso Sigmund Freud expresa esta idea del Buda al decir que la felicidad no es algo positivo en sí mismo, sino sólo la ausencia momentánea del sufrimiento. Lo que dice Freud y el Buda al respecto podría entenderse mejor con una metáfora. Imagínate el dukkha como el agua y la felicidad como la tierra. En vez de ver la vida humana como una gran extensión de tierra con unos lagos por aquí y allá, ellos dicen que es más bien como un vasto mar de agua con unas islas esparcidas por aquí y allá.
Esta metáfora me hace pensar en los reportes que hemos escuchado en los últimos años sobre osos polares que nadan horas o días para encontrar un pedazo de hielo firme, pero que luego tienen que seguirle a buscar el siguiente. Esos pedazos de hielo son como las metas que planteamos, como la pareja, el grado académico, el trabajo, el coche, cosas que una vez que las tengamos tienden a perder su atractivo o simplemente cambian o se transforman, al igual que el hielo se derrite, y seguimos en la búsqueda por el siguiente objeto que esperamos poseer. Con cada experiencia de perder algo, vivimos más intensamente en la anticipación de lo que vendrá, pensando “ahora sí, esta vez me va a llenar la vida, y estaré completamente satisfecho”. Y nunca las cosas se dan así.
Y si la impermanencia y carácter cambiante de los objetos de nuestro deseo fuera poco, el Buda dice que el sujeto que trata de agarrar esas cosas también es impermanente y cambiante. Termina su discusión de la primera noble verdad diciendo: “En breve, los cinco agregados del aferramiento son duḥkha”. Eso de los cinco agregados se refiere a los constituyentes de los seres sentientes, especialmente los seres humanos. Vamos a analizarlos con más detalle en el siguiente vídeo, pero de momento basta saber que el Buda no comparte para nada toda la tradición aristotélica, medieval y racionalista que habla de los sujetos o los objetos en términos de sustancia, como aquello que no depende de otra cosa. Si te acuerdas de mis vídeos sobre el hinduismo, el atman o el alma eterno de cada individuo, sería muy parecido a esa noción de sustancia. Sin embargo, para el Buda, todo fenómeno de la existencia es contingente y condicionado, y por lo tanto impermanente. En vez del atman, entonces, el Buda habla del anatman, el no-yo. El anatman, junto con el dukkha y la impermanencia, son las tres marcas o características básicas de la existencia. La impermanencia del ser humano, lo que el Buda llama anatman, no quiere decir simplemente que todos vamos a morir algún día. Todos sabemos eso. Significa algo más radical aún, que el ser humano, al igual que el mundo que le rodea, no es más que un complejo de acontecimientos transitorios en el que, como decía David Hume, ningún yo o esencia permanente reside.
Esta idea está la base del tercer y último sentido de dukkha, que consiste en una sensación muy general del carácter insatisfactorio de toda existencia fenoménica.
La palabra alemana angst la capta muy bien y también un comentario de Henry David Thoreau cuando dice que “La mayoría de los hombres viven en una desesperación silenciosa”. Es la profunda inquietud que sentimos cuando pensamos en el futuro o en el sentido de nuestra propia vida, como si la vida fuera un sueño y nosotros meros somnámbulos simplemente pasándola sin realmente vivirla.
Al principio, comenté que dukkha se traduce generalmente como “sufrimiento”, y eso sin duda es parte de su acepción, pero “insatisfacción” también me parece muy importante, especialmente si nos fijamos en su etimología. “Satisfacer” viene del latín: satis (suficiente) y facere (hacer), o sea, hacer suficiente. Decir entonces que la vida sea insatisfactoria quiere decir que nunca encontramos en ella la condiciones para que alguna experiencia sea suficiente. Siempre hace falta algo, y eso en general es lo que hemos visto en estas tres acepciones de la palabra dukkha.
Bueno, pues no hay nada como la primera noble verdad para alegrarte el día ¿verdad? Sin duda, uno podría ver todo esto como muy pesimista, y de hecho así lo interpretó Schopenhauer quien introdujo el hinduismo y el budismo a la filosofía occidental. Schopenhauer es conocido como el gran pesimista de la tradición y me pregunto si todo lo que dice sobre la Voluntad tuvo su inspiración en una mala interpretación del budismo. No lo sé, pero lo que sí sé es que la enseñanza del Buda no es ni pesimista ni optimista, sino realista. Ésta es la situación en que nos encontramos. Cualquier diagnosis espanta al principio, pero la buena noticia es que tiene solución, una cura. Obviamente, antes de ver la cura hay que saber su causa, la cual, según nos dice la segunda noble verdad, es el aferramiento o el apego. Para entender cómo esto conduce al sufrimiento, tendremos que tratar más a fondo las ideas del Buda sobre el carácter condicionado de la existencia, los cinco agregados que comentamos anteriormente y su célebre noción de anatman, el no-yo.

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40 Comments

  1. Ana · 04/04/2016 Responder

    ¡Hola! Gracias por los videos. Espero que disfrute haciendolos como yo viendolos.

  2. Maria · 04/04/2016 Responder

    Gracias por tanta claridad para transmitir temas tan complejos

  3. antonio llanos · 04/04/2016 Responder

    Hola Darin Gracias cuidese y chao

  4. Daniel Florez · 04/04/2016 Responder

    Hola darin. Gracias por darnos estas joyas tan valiosas, llevo casi dos años mirando tus vídeos y este es el tema que más suscita mi atención. El budismo es lo más espiritual que he escuchado con los pies muy puestos en la tierra, un gran análisis del sentir y pensar del hombre con soluciones prácticas y eficaces. Como la vida no es un carnaval es bueno analizar esta filosofía para no vernos atropellados por nuestra propia insensatez. Un saludo desde Colombia, muchos éxitos

    • Darin · 05/04/2016 Responder

      Gracias Daniel. Así es, el budismo no es sólo una práctica sabia para la vida sino filosóficamente interesante. Hasta pronto!

  5. Paulo Gualotuña · 04/04/2016 Responder

    Una frase que recuerdo mucho de Nietze es que en un diálogo entre un pobre y un rico, el pobre le dice tú no mereces lo que tienes y el rico le dice que él no merece ser pobre, los dos se miran y se retiran tranquilamente. Esto me causaba un alivio cuando mi suerte era muy mala. Ahora con esta lectura segunda del Buda me parece abrirse un camino directo de enseñanzas para enfrentar “la mala suerte”. Estoy expectante de las reseñas del “no yo” Como el medio día que escribía Nietze donde las sombras se pierden….

  6. Isaac · 04/04/2016 Responder

    Darían gracias por tus video producciones, espero más sobre el budismo y Nietze. Están más buenos que las series del netflix 🙂

    • Darin · 05/04/2016 Responder

      Jajajaja, qué bárbaro. A ver si Netflix quiera agregar la Fonda a su programación! Gracias Isaac.

  7. Marcelo · 05/04/2016 Responder

    Excelente, como siempre, Muchas gracias!!

  8. David · 05/04/2016 Responder

    Si adoptara la filosofía del budismo, ¡Sin duda aceptaría también que tus videos son algunos de aquellos icebergs de felicidad momentánea en este ilimitado mar de dukkha que me rodea! Excelente explicación, como siempre

    Saludos desde Chile

  9. Paulo Gualotuña · 05/04/2016 Responder

    Qué lástima no lo recuerdo… los dos libros que leí fue Humano demasiado humano y así habló Zaratustra, pero alrededor de 15 años atrás…
    Darin recuerdo en uno de sus vídeos hablaba de cómo Platón no se conformaba con quedarse en su castillo de marfil de sus pensamientos. Veo que usted tampoco con su proyecto de la fonda. Una vez más gracias por los vídeos!

  10. Zheng Xian Shakya · 05/04/2016 Responder

    Muchas gracias por sus aportes Maestro.
    Que este bien. feliz, en paz y libre de sufrimiento.
    Namo Amituofo. _()_ _()_ _()_

  11. SIMON ANDRES IDROBO · 11/04/2016 Responder

    “El hombre sufre tan terriblemente en el mundo que se ha visto obligado a inventar la risa.” Nieztzsche.

    Al respecto quiero compartir con usted el ensayo filosofico del filosofo Colombiano Estanislao Zuleta: Elogio de la dificultad”.
    * Conferencia que el Doctor Estanislao Zuleta presentó en el acto
    mediante el cual la Universidad del valle le otorgó el titulo Honoris Causa
    en Psicología..
    La pobreza de la imaginación nunca se manifiestan de una manera tan clara como cuando se trata de maginar la felicidad. Entonces comenzamos a inventar paraísos, islas afortunadas, piases de Cucaña. Una vida sin riesgos, sin lucha, sin búsqueda de superación y sin muerte. Y por lo tanto también sin carencias y sin deseo; un océano de mermelada sagrada, una eternidad de aburrición. Metas afortunadamente
    inalcanzables, paraísos afortunadamente inexistentes.
    Todas estas fantasías serían inocentes e inocuas, sino fuera porque constituyen el modelo de nuestros propósitos y nuestros anhelos en la vida practica. Aquí mismo en los proyectos de la existencia cotidiana, más
    acá del reino de las mentiras eternas, introducimos también el ideal tonto de la seguridad garantizada, de las reconciliaciones totales, de las soluciones definitivas. Puede decirse que nuestro problema no consiste solamente ni principalmente en que no seamos capaces de conquistar lo que nos proponemos, sino en aquello que nos proponemos; que nuestra desgracia no está tanto en las frustraciones de nuestros deseos, como en la forma misma de desear. Deseamos mal. En lugar de desear una relación humana inquietante, compleja y perdible, que estimule nuestra capacidad de luchar y nos obligue a cambiar, deseamos un idilio sin sombras y sin peligros, un nido de amor y por lo tanto, en última
    instancia un retorno al huevo. En lugar de desear una sociedad en la que sea realizable y necesario trabajar arduamente para hacer efectivas nuestras posibilidades , deseamos un mundo de la satisfacción, una monstruosa sala- cuna de abundancia pasivamente recibida. En lugar de desear una filosofía llena de incógnitas y preguntas abierta, queremos
    poseer una doctrina global, capaz de dar cuenta de todo, revelada por espíritus que nunca han existido o por caudillos que desgraciadamente si han existido.
    Adán y sobre todo Eva, tienen el mérito original de habernos liberado del paraíso, nuestro pecado es que queremos regresar a él. Desconfiemos de las mañanas radiantes en las que se inicia el reino milenario. Son muy conocidos en la historia, desde la antigüedad hasta hoy, los horrores a los que pueden y suelen entregarse los partidos provistos de una verdad y de una meta absolutas, las iglesias cuyos miembros han sido alcanzados por la gracia – por la desgracia- de una
    revelación. El estudio de la vida social y de la vida personal nos enseña cuan próximos se encuentran una de otro la idealización y el terror. LA idealización del fin, de la meta y el terror de los medios que procurarán su conquista. Quienes de esta manera tratan de someter la realidad al ideal, entran inevitablemente en una concepción paranoide de la verdad: en un sistema de pensamiento, que los que se atrevieran a objetar algo quedan inmediatamente sometidos a la interpretación totalitaria: sus argumentos, no son argumentos, sino solamente síntomas de unanaturaleza dañada o bien máscaras de propósitos malignos. En lugar de discutir un razonamiento se lo reduce a un juicio de pertenencia al otro –y el otro es, en este sistema, sinónimo de enemigo- , o sea procede a un
    juicio de intenciones. Y en este sistema se desarrolla peligrosamente
    hasta el punto en que ya no solo rechaza toda oposición, sino también
    toda diferencia: el que no está conmigo está contra mi, y el que no está
    completamente conmigo, no está conmigo. Así como hay, según Kant, un
    verdadero abismo de la Razón que consiste en la petición de un
    fundamento último e incondicionado de todas las cosas, así también hay
    un verdadero abismo de la acción, que consiste en la exigencia de una
    entrega total a la “causa” absoluta y concibe toda duda y toda crítica
    como traición o como agresión.
    Ahora sabemos que por una amarga experiencia que este abismo de la
    acción, con sus guerras santas y orgías de fraternidad no es una
    característica exclusiva de ciertas épocas del pasado o de civilizaciones
    atrasadas en el desarrollo científico y técnico; que puede funcionar muy
    bien y desplegar todos sus efectos sin abolir una gran capacidad de
    inventiva y una eficiencia macabra. Sabemos que ningún origen
    filosóficamente elevado o supuestamente divino, inmuniza a una doctrina
    contra el riesgo de caer en la interpretación propia de la lógica paranoide
    que afirma un discurso particular –todos lo son- como la designación
    misma de la realidad y los otros como ceguera o mentira.
    El atractivo terrible que poseen las formaciones colectivas que se
    embriagan con la promesa de una comunidad humana no problemática,
    basada en una palabra infalible, consiste en que suprimen la indecisión y
    la duda, la necesidad de pensar por sí mismo, otorgan a sus miembros
    una identidad exaltada por participación, separan un interior bueno –el
    grupo- y un exterior amenazador. Así como se ahorra sin duda de la
    angustia, , se distribuye mágicamente la ambivalencia de un amor por lo
    propio y y un odio por lo extraño y se produce la más grande
    simplificación de la vida, la más espantosa facilidad. Y cuando digo aquí
    facilidad, no ignoro ni olvido que precisamente este tipo de formaciones
    colectivas, se caracterizan por una inaudita capacidad de entrega y
    sacrificios; que sus miembros aceptan y desean el heroísmo, cuando no
    aspiran a la palma del martirio. Facilidad, sin embargo, por que lo que el
    hombre teme por encima de todo no es la muerte y el sufrimiento, en los
    que tantas veces se refugia, sino la angustia que genera la necesidad de
    ponerse en cuestión, de combinar el entusiasmo y la crítica, el amor y el
    respeto.
    Un síntoma inequívoco de la dominación de las ideologías proféticos y de
    los grupos que las generan o que someten a su lógica doctrinas que le
    fueron extrañas en su origen, es el descrédito en el que cae el concepto
    de respeto, ni de reciprocidad, ni de vigilancia de normas universales.
    Estos valores aparecen más bien como males menores propios de un
    resignado escepticismo, como signos de que se ha abdicado las más
    caras esperanzas. Porque el respeto y las normas sólo adquieren vigencia
    allí donde el amor, el entusiasmo, la entrega total a la gran misión, ya no
    pueden aspirar a determinar las relaciones humanas como el respeto es
    siempre el respeto a la diferencia, sólo puede afirmarse allí donde ya no
    se cree que la diferencia puede disolverse en una comunidad exaltada,
    transparente y espontánea, o en una fusión amorosa. No se puede
    respetar el pensamiento del otro, tomarlo seriamente en consideración,
    someterlo a sus consecuencias, ejercer sobre él una crítica, válida
    también en principio para el pensamiento propio, cuando se habla desde
    la verdad misma, cuando creemos que la verdad habla por nuestra boca;
    porque entonces el pensamiento del otro sólo puede ser error o mala fe; y
    el hecho mismo de su diferencia con nuestra verdad es prueba
    contundente de su falsedad, sin que se requiera de ninguna otra. Nuestro
    saber es el mapa de la realidad y toda línea que se separe de él sólo
    puede ser imaginaria o algo peor: voluntariamente torcida por
    inconfesables intereses. Desde la concepción apocalíptica de la historia
    de las normas y las leyes de cualquier tipo, son vistas como algo
    demasiado abstracto y mezquino frente a la gran tarea de realizar el ideal
    y de encarnar la Promesa; por lo tanto sólo se reclaman y se valoran
    cuanto ya no creen en la misión incondicionada.
    Pero lo que ocurre cuando sobreviene la gran desidealización no es
    generalmente que se aprenda a valorar positivamente lo que tan
    alegremente se han desechado o estimado sólo negativamente; lo que se
    produce entonces, casi siempre, es una verdadera ola de pesimismo,
    escepticismo y realismo cínico. Se olvida entonces que una crítica a una
    sociedad injusta, basada en la explotación y la dominación de clase, era
    fundamentalmente correcta y que el combate por una organización social
    racional e igualitaria sigue siendo necesario y urgente. A la
    desidealización sucede el arribismo individualista que además piensa que
    ha superado toda moral por el solo hecho de que ha abandonado toda
    esperanza de una vida cualitativamente superior.
    Lo más difícil, lo más importante, lo más necesario, lo que de todos
    modos hay que intentar, es conservar la voluntad de luchar por una
    sociedad diferente sin caer en la interpretación paranoide de la lucha. Lo
    difícil, pero también lo esencial es valorar positivamente el respeto y la
    diferencia, no como un mal menor y un hecho inevitable, sino como lo
    que enriquece la vida e impulsa la creación y el pensamiento, como
    aquella sin lo cual una imaginaria comunidad de los justos contraria al
    eterno hosanna del aburrimiento satisfecho. Hay que poner un gran signo
    de interrogación sobre el valor de lo fácil; no solamente sobre sus
    consecuencias, sino sobre las cosas mismas, sobre la predilección por
    todo aquello que no exige de nosotros ninguna superación, ni nos pone
    en cuestión, ni nos obliga a desplegar nuestras posibilidades.
    Hay que observar con cuanta desgraciada frecuencia nos otorgamos a
    nosotros mismos, en la vida social y colectiva, la triste facilidad de ejercer
    lo que llamaré una no reciprocidad lógica; es decir el empleo de un
    método explicativo completamente diferente cuando se trata de dar
    cuenta de los problemas, los fracasos y los errores propios y los del otro
    cuando es adversario o cuando disputamos con él. En el caso del otro
    aplicamos el esencialismo: lo que ha hecho, lo que le ha pasado, es una
    manifestación de su ser más profundo; en nuestro caso aplicamos el
    circunstancialismo, de manera que aún los mismos fenómenos se
    explican por las circunstancias adversas, por alguna desgraciada
    coyuntura. El es así, yo me vi obligado. El cosechó lo que había sembrado;
    yo no pude evitar el resultado. El discurso del otro no es más que un
    síntoma de sus particularidades, de su raza, de su sexo, de su neurosis,
    de sus intereses egoístas; el mío es una simple constatación de los
    hechos y una deducción lógica de sus consecuencias. Preferíamos que
    nuestra causa se juzgue por los propósitos y la adversaria por los
    resultados.
    Y cuando de este modo nos empeñamos en ejercer esa no reciprocidad
    lógica que es siempre una doble falsificación, no sólo irrespetamos al
    otro, sino también a nosotros mismos, puesto que nos negamos a pensar
    efectivamente el proceso que estamos viviendo.
    La difícil tarea de aplicar un mismo método explicativo y crítico a nuestra
    posición y a la opuesta no significa desde luego que consideremos
    equivalentes las doctrinas, las metas y los intereses de las personas, los
    partidos, las clases y las naciones en conflicto. Significa por el contrario
    que tenemos suficiente confianza en la superioridad de la causa que
    defendemos, como para estar seguros de que no necesita, ni le conviene
    esa doble falsificación con la cual, en verdad, podría defenderse cualquier
    cosa.
    En el carnaval de miseria y de derroche propio del capitalismo tardío se
    oye a la vez lejana y urgente la voz de Gothe y Marx que nos convocan a
    un trabajo creador, difícil, capaz de situar al individuo concreto a la altura
    de la conquista de la humanidad.
    Dostoyevski nos enseñó a mirar hasta donde van las tentaciones de tener
    una fácil relación interhumana: van no sólo en el sentido de buscar el
    poder, ya que sino se puede lograr una amistad respetuosa en una
    empresa común se produce lo que Bahro llama intereses compensatorios:
    la búsqueda de amos, el deseo de ser vasallos, el anhelo de encontrar a
    alguien que nos libere de una vez por todas del cuidado de que nuestra
    vida tenga sentido. Dostoyevski entendió, hace más de un siglo, que la
    dificultad de nuestra liberación procede de nuestro amor a las cadenas.
    Amamos las cadena, los amos, las seguridades porque nos evitan las
    angustia de la razón.
    Pero en medio del pesimismo de nuestra época se sigue desarrollando el
    pensamiento histórico, el psicoanálisis, la antropología, el marxismo, el
    arte y la literatura. En medio del pesimismo de nuestra época surge la
    lucha de los proletarios que ya saben que un trabajo insensato no se paga
    con nada, ni con automoviles ni con televisores,; surge la rebelión
    magnifica de las mujeres que no aceptan una situación de inferioridad a
    cambio de halagos y protecciones; surge la insurrección desesperada de
    los jóvenes que no pueden aceptar el destino que se les ha fabricado.
    Este enfoque nuevo nos permite decir como Fausto:
    “También esta noche, Tierra, permaneciste firme.
    Y ahora renaces de nuevo a mi alrededor.
    Y alientas otra vez en mí
    La inspiración de luchar sin descanso
    Por una altísima existencia”

    • Darin · 11/04/2016 Responder

      Hola Simon. Gracias por el discurso. Ojalá pudieras poner una liga al discurso en vez de pegarlo todo aquí porque ocupa mucho espacio.

    • Zheng Xian Shakya · 11/04/2016 Responder

      Estimado Sr: SIMON ANDRES IDROBO. El tema realmente es muy simple. O nuestro sistema nervioso esta evaluando el entorno, que dicho sea de paso es para lo que evolutivamente esta diseñado, o esta enganchado con el entorno, en cuyo caso el agente es un yoyo emocional dependiendo del impacto sensorial de turno.

      Si usted desea conocer la parte teórica en referencia a este tema le recomiendo el libro.”Compendio del Abhidhama El Abhidhammattha Sangaha de Anuruddha”. Otra cosa es que usted logre pasar este conocimiento de la parte táctica a la parte practica… Si al momento del impacto sensorial usted reacciona como siempre lo ha hecho, sea lo que sea que este haciendo. No sirve.

      Por otro lado si usted desea saber cual es una enseñanza del Dharma del Buda y cual no. Es fácil ; 1-) Si la enseñanza es verificable por su experiencia real directa y 2-) Si conduce al fin del sufrimiento… entonces la enseñanza pertenece en este caso al Dharma del Buda.

      Que este bien. Feliz y en paz
      Namo Amituofo. _()_ _()_ _()_
      Att. Rev Zheng Xian Shakya

  12. angel · 11/04/2016 Responder

    Muy didactico!, gracias!

  13. SIMON ANDRES IDROBO · 12/04/2016 Responder

    Con el respeto que tienen para mi todo tipo de creencias religiosas (entre ellas el Budismo) o la filosofia (budista), las cuales buscan reflexionar y darle “sentido” a los conceptos de “existencia” y al de “vida”. quiero compartir con usted la conferencia “¿Tiene sentido propender por el sentido de la vida?”. a cargo del profesor Carlos Mario González de la Universidad nacional de Colombia. en la cual hoy por hoy, por la LA COYUNTURA SOCIAL Y POLITICA que viven nuestros pueblos Mexico y Colombia como casos particulares la pregunta por “el sentido de la vida” humana esta en crisis.

    https://youtu.be/4KyZBzWbovk

    • Darin · 12/04/2016 Responder

      Gracias Simon.

    • Zheng Xian Shakya · 12/04/2016 Responder

      EL OBJETO DE LA PRACTICA

      El objeto de la práctica. No!!! es estar sentado con cara de puño. La meditación unifocal (de introspección) es una herramienta, no un fin.

      El objeto de la práctica. No!!! es dedicarse a la costura. Aunque sirve como ejercicio de atención intencionada en el presente. Igual que lavar los trastos, al perro, cocinar, gestionar bien el trabajo por el que sea que le pagan. Etc, etc.

      El objeto de la práctica no es asumir posturas postizas. Aparentar ser asiático y darse tono hablando torcido y sin sentido.

      ENTONCES:

      EL OBJETO DE LA PRÁCTICA, ES QUE USTED ESTÉ LIBRE DE LA OPINIÓN DE LOS DEMÁS E INCLUSO DE LA SUYA PROPIA.

      EL OBJETO DE LA PRÁCTICA ES QUE SU SISTEMA NERVIOSO TRABAJE EVALUANDO EL ENTORNO, Y NO “ENGANCHÁNDOSE” CON EL ENTORNO.

      EL OBJETO DE LA PRÁCTICA ES QUE USTED DESARROLLE LA HABILIDAD DE PONER SU MUNDO EXTERIOR EN CONTEXTO SEGUNDO A SEGUNDO, Y RESPONDA SEGÚN CORRESPONDA.

      Con mucho respeto y afecto.
      Que sea para una práctica fructífera.
      Namo Amituofo. _/\_ _/\_ _/\_
      Rev. Zheng Xian Shakya.

  14. Ruben · 19/04/2016 Responder

    Maestro gracias por su aporte,me acordé de“yo era un desdichado, como es desdichado todo ser humano prisionero del amor a las cosas temporales.
    “Pretendeis hallar felicidad en la región de la muerte,no está allí,como hallar vida bienaventurada,cuando no hay vida siquiera”.Agustin de Hipona

  15. Mayte · 27/09/2016 Responder

    Tampoco vería a Schopenhauer como pesimista, sino, también realista. Me preguntos si quien le dice pesimista estará haciendo una mala intrepretación de Schopenhauer… tampoco lo sé
    Saludos

  16. Ana · 18/10/2016 Responder

    ¡Hola de nuevo, Darin! Ahora espero con emoción llegar a casa después del trabajo y ver uno o dos de tus videos. Explicas todo con tanta claridad, que he comprendido muchas cosas que antes no entendía bien ¡Gracias por esta labor! Sé que hubieras sido un muy buen médico, pero estoy feliz porque seguiste el llamado de la filosofía.

  17. Sebastián · 05/12/2016 Responder

    Hola, muchas gracias por todo el trabajo y el materia que has realizado.
    No soy formado en humanidades, sino, en el campo de las ingenierías, pero soy un filósofo frutrado por asi decirlo.
    Sigo tus tus podcast en itunes, seguiré siguiéndote y armando mi colección de apuntes.
    Un abrazo desde Chile

  18. Juan Esteban · 02/06/2019 Responder

    Muy bueno sus vídeos sobre el buda.
    Felicitaciones Darin, saludos desde la Universidad Nacional de Córdoba – Argentina . Facultad de Derecho.

  19. Esteban Gallay · 02/06/2019 Responder

    Muy bueno sus vídeos del Buda.

    Lo felicito Darin, saludos desde La Universidad Nacional de Córdoba- Argentina. Facultad de derecho

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