La filosofía helenística – los Epicúreos, pt. 1/2

La filosofía epicúrea no es sinónimo de hedonismo total. El tipo de placer que aconseja que se busque es una función de la interesante cosmovisión que plantea. Veremos lo que dice sobre los átomos y el vacío y la muy improbable llegada de sus ideas, a través de 2.300 años, a nuestras manos.

Guión

Es muy difícil imaginar que alguien hoy en día viviera como el cínico Diógenes o que no tuviera creencias como el escéptico Pirrón. Pero el filósofo helénico que vamos a considerar hoy, Epicuro, es otro caso por completo, pues su escuela brilla con ideas muy contemporáneas. Sé que estás pensando: “¿Quién no quisiera vivir como epicúreo, pues se trata de comer rico y gozar de todo tipo de placer sensual, no?” No. Veremos que ese estereotipo es falso. Lo que realmente llama la atención es su cosmovisión, su forma de entender la naturaleza del mundo. Siguiendo a Demócrito, dice que lo único que realmente existe son átomos volando en un inmenso espacio vacío y que todo lo que percibimos, amamos, y tememos en esta vida no son más que combinaciones perecederas de los mismos. Concedía que los dioses existen pero que no tienen el más remoto interés en nosotros, entonces no hace falta hacerles sacrificios ni temerlos. Lo único que tiene sentido en este escenario es buscar placer y no temer la muerte.
Sus ideas fueron escandalosas para su época, tanto para los paganos greco-romanos como para los judíos y cristianos. De hecho, en el Mishná, una antigua compilación de las leyes de los judíos, los herejes, los no creyentes, se llaman Epikoros, que se deriva del nombre de nuestro filósofo. Eso de átomos y el vacío suena medio escalofriante y pues es fácil ver cómo eso cae mal a una sensibilidad religiosa, pero el genio de Epicuro estriba en cómo deriva de ese desolado escenario principios para una vida plena y significativa. Hablaremos con mucho detalle de la teoría epicúrea y sus consecuencias prácticas, pero, antes de empezar con ello, quisiera hablar un poco de cómo sus ideas han llegado a nuestras manos. Puedes ir a una biblioteca y encontrar libros sobre el epicureísmo sin problema, pero seguramente no tienes ideas de la minúscula probabilidad de que sus ideas sobrevivieran el tránsito del tiempo. Para apreciar eso, quiero reflexionar un momento sobre el Internet.
Hay dos cosas que sabemos del Internet. Primero, que la gran mayor parte de lo que se encuentra ahí es basura. Y dos, que una vez subido algo, es casi imposible eliminarlo del ciberespacio. Lo contrario fue el caso en el mundo antiguo. No existían blogs o cuentas de Twitter en los que cualquiera, sin costo alguno, podría contar el aspecto más trivial de su existencia. Si uno quería plasmar algo en un medio físico, había más o menos tres opciones: tablillas de barro, piedra, o papiro. Como puedes imaginar, era un proceso tardado y costoso, así que sólo datos o ideas importantes se plasmaban. Siendo la piedra muy duradera, han sobrevivido muchos de los textos que los egipcios y mesoamericanos escribieron. Pero los textos que nos interesan en este vídeo, los del mundo helénico, se escribieron en papiro, sustancia que se deshace fácilmente con el paso del tiempo. De hecho, los únicos manuscritos originales que tenemos del mundo propiamente greco-romano los debemos a la famosa erupción del Monte Vesubio en el año 79 a.C. que sepultó las ciudades de Pompeya y Herculano. En Herculano, una de las villas que excavaron contenía una biblioteca de rollos de papiro. Aquí vemos uno de ellos. Por cierto, nuestra palabra “volumen” (refiriéndose a libros) viene de una palabra griega que significa “cualquier cosa enrollada”. Aquí vemos el mismo rollo desenrollado, y luego limpiado y restaurado. Entre los rollos recuperados en Herculano son varios fragmentos de una obra que se llama Sobre la naturaleza del propio Epicuro. Por un catálogo antiguo, sabemos que esa obra constaba de 37 volúmenes o rollos, de los que sólo tenemos unos fragmentos. Es impresionante y muy triste la cantidad de obras del mundo antiguo que se han perdido. Por ejemplo, de los 200 obras de teatro que escribieron Sófocles y Esquilo, sólo tenemos 14. Piensa en eso la próxima vez que twiteas algo.
Afortunadamente, no hace falta tener los originales ya que muchas obras fueron copiadas una y otra vez a lo largo de los siglos. Además de los fragmentos originales, hay copias de tres cartas de Epicuro que Diógenes Laercio reprodujo en el siglo 3 d.C. en su célebre libro sobre la vida de los filósofos ilustres, y también copias de un par de colecciones de citas de Epicuro. Pero la mejor fuente de sus ideas no es el propio Epicuro sino uno de lo más célebres textos del mundo antiguo, De rerum natura (Sobre la naturaleza de las cosas) escrito por Lucrecio, un romano que vivía entre 99 y 55 a. C. El texto es un poema dividido en seis libros que expone el pensamiento de Epicuro para un público romano. Cicerón lo llamaba brillante y sumamente artístico. Ovidio dijo que los versos del sublime Lucrecio permanecerán hasta el fin del mundo. Obviamente, el libro fue discutido con interés en el mundo romano pero conforme se desarrollaba el cristianismo, se trataba menos y menos. El último comentario que se encuentra en el registro histórico de la antigüedad es a finales del siglo 3 d.C. de la mano de San Jerónimo. Hablaba de cómo Lucrecio se había suicidado por un hechizo amatorio, tachando por implicación la filosofía expuesta en el libro de Lucrecio. Y luego un silencio que duró más de mil años.
La caída del Imperio Romano fue un largo proceso, pero a finales del siglo 5 ya se había desaparecido en occidente, aunque continuaba durante mil años más en el oriente próximo con su centro en Bizancio, luego llamado Constantinopla, y luego, con la conquista de los turcos otomanos, llamado Istanbul. Pero en occidente, las luces del mundo antiguo se apagaron en mayor parte, aunque no desapareció todo rastro de su pensamiento ya que los monasterios guardaban en sus bibliotecas copias de muchos de los tomos de la antigüedad.
En 1417, en los albores del Renacimiento, un tal Poggio Bracciolini, funcionario y escriba de la curia romana y fanático de los libros antiguos y del naciente humanismo, andaba en Alemania visitando remotos monasterios, pidiendo acceso a sus bibliotecas. En uno, no se sabe cual, le permitieron revisar su acervo. Si has leído El nombre de la rosa de Umberto Eco, podrás imaginar la escena. En las oscuras estanterías, rodeado de tomos de dudosa índole, sacó un viejo códice cuyo título, gracias a su lectura de Cicerón y Ovidio, reconoció en un instante: De rerum natura. Una de las perlas del mundo antiguo había renacido justo a tiempo, en el propio Renacimiento europeo.
Pidió a un escriba del monasterio que le hiciera una copia. De esa copia se hicieron más y así, poco a poco, el sistema entero de Epicuro se dio a conocer a un mundo listo para su enseñanza. En el materialismo de Maquiavelo y Hobbes, en la mentalidad de Galileo que se atrevió a cuestionar el dogma de la iglesia, en el empirismo de Locke con sus implicaciones políticas, y en los pensadores de las revoluciones francesas y americanas, encontramos el aliento filosófico de Epicuro. No quiero decir que el descubrimiento de este libro de Lucrecio cambió todo. Hubo muchos factores en la conformación de nuestro mundo moderno, pero su influencia es innegable. Lo que las ideas de Epicuro propician, muy a la mano con el mismo espíritu del Renacimiento, es la posibilidad de centrarse en las cosas de este mundo, en vez de ángeles y demonios y causas inmateriales; de cuestionar la autoridad y el dogma; de ver el ser humano como parte integral del orden natural y continuo con él; de ver nuestro mundo y su sol como pequeños elementos en un universo infinito; de vivir de forma ética sin hablar de recompensas o castigos en una vida posterior; y de contemplar sin miedo la muerte del alma. Suena muy bien todo eso ¿no? Pues pasemos a ver cómo Epicuro plantea su cosmovisión. Por cierto, todo eso del descubrimiento del libro de Lucrecio lo tomé de este libro, The Swerve de Stephen Greenblatt – lo recomiendo muchísimo!
Primero, unos datos biográficos. Epicuro nació en la Isla de Samos en el Ageo en el año 341 a.C., siete años después de la muerte de Platón. Estudió las ideas de Demócrito y de Platón y tras unos intentos de formar escuelas, llegó a Atenas en 306 y poco tiempo después formó una comunidad filosófica que se llamaba el Jardín.
Como hemos visto hasta ahora con la filosofía helenística, la preocupación básica es práctica – cómo vivir bien. Cualquier reflexión teórica se hace en aras de algún beneficio para la vida práctica. En el caso de Epicuro, la cuestión de la buena vida es muy fácil; consiste, a grosso modo, en cultivar placer y evitar dolor. ¿Hacía falta que un filósofo nos dijera eso? ¿No vemos esa conducta en todo ser humano, incluso en los animales? Pues sí. El problema es que hay diversas maneras de buscar placer y evitar dolor, la mayoría de las cuales conducen a resultados no del todo óptimos. ¿Sería buena una vida que se pasara en borracheras y evitando siempre ir al dentista? Pues no. Veremos más adelante qué dice Epicuro sobre la naturaleza del placer, pero más interesante de momento es el dolor. Muchas veces, aunque estemos rodeado de cosas placenteras, el dolor impide que las disfrutemos. ¿A qué tipo de dolor me refiero? No tanto el dolor físico como el mental, específicamente el miedo. Para Epicuro, lo que más impide que uno tenga una vida placentera es el miedo a los dioses y a la muerte. ¿Te acuerdas en El mago de Oz el terror que el gran mago le causaba a Dorotea y su banda, pero que luego no era más que un viejito tras una cortina jalando palancas? Epicuro hace algo parecido con nuestros miedos, pero, para poner a los dioses y la muerte en su lugar, tiene que explicar la naturaleza del cosmos. Eso lo hace acudiendo al atomismo de Demócrito.
En el fondo, la realidad consiste en átomos moviéndose en un espacio vacío. Ahora, no fue hasta el siglo XIX que la ciencia probó la existencia del átomo, entonces ¿cómo llegaron Demócrito y Epicuro a esta conclusión? Pues, cualquiera por su alrededor ve cuerpos en movimiento: pájaros volando, coches pasando, gente caminando. Dado que están en movimiento, tiene que haber un espacio en que se mueven. Eso Epicuro lo llama el vacío. Ahora, sabemos por experiencia que los cuerpos que vemos son compuestos. Un edificio es un compuesto de ladrillos, un cuerpo humano de células, etc. Pero podemos tomar los ladrillos y las células y reducirlos a constituyentes más básicos, y eso a su vez reducirlo a algo más básico. Dice Epicuro que ese proceso tiene que terminar en algún punto, en algo que no puede reducirse más, ya que si no, los cuerpos simplemente desaparecerían. Este constituyente básico se llamaba átomo. En griego, temnein significa cortar y la “a” al principio es una negación, así que, átomo es aquello que no puede cortarse o reducirse más. Entonces, todo cuerpo no es más que una combinación de átomos moviéndose en el vacío.
¿Conoces la frase latina ex nihilo nihil fit? Significa “de la nada, nada sale.” Parmenides fue el primero de formularla y Epicuro la usa para sostener que los átomos y el vacío en que se mueven siempre han existido y siempre existirán. Además, razona que el universo, el vacío, es infinitamente grande. Si tuviera un límite, podrías llegar ahí, dar un paso más allá del límite, y así habrás agrandado el cosmos, como vemos en esta pintura medieval. Esto podría repetirse infinitamente, por lo que el cosmos tiene que ser infinito. Dado su tamaño ilimitado, tiene que haber una cantidad ilimitada de átomos también. Si la cantidad fuera finita, se extenderían en el infinito vacío y la densidad de los átomos en cualquier parte sería nula y así sería imposible que cuerpos compuestos se formaran.
Éste es el escenario entonces, un vacío infinito que siempre ha existido en el que una cantidad infinita de átomos se mueven. La posición de Epicuro se distingue de la de Demócrito en dos puntos. Primero, Epicuro atribuía peso a los átomos mientras que Demócrito no. Pero más interesante es el segundo punto. Demócrito decía que los átomos caen hacia abajo con velocidad uniforme en trayectos lineales de los que no salen. Si así fuera, las combinaciones de átomos que se dieran serían determinadas por las condiciones previas y las actuales velocidades y posiciones de los átomos. Contra este estricto determinismo, Epicuro postulaba que de vez en cuando los átomos daban un giro inesperado hacia un lado. En inglés, “giro” es “swerve” y por eso se llama ese libro que les comenté. Es una idea muy importante. En el próximo vídeo, veremos cómo, de su metafísica atomista y el giro que hacen los átomos, deriva Epicuro una filosofía práctica bastante interesante y acorde con nuestra actualidad.

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32 Comments

  1. Sergio Romero Bonilla · 29/03/2014 Responder

    Primero que nada saludos, seguidos de una genuina admiracion y agradecimiento por la forma tan sencilla y a la vez tan certera de poner al alcance de muchos la filosofía y a los filósofos, es un gusto enorme leer tus artículos, los cuales me son de gran ayuda en mis estudios.
    Gracias.

    • Darin · 30/03/2014 Responder

      Gracias Sergio, saludos también para ti. Me alegro saber que mis esfuerzos sean de ayuda. Un abrazo!

  2. Miguel · 29/03/2014 Responder

    Buen video! Tengo una pregunta; ¿el atomismo en oriente, por ejemplo en el kalâm islámico, está más relacionado a Demócrito o también a Epicuro? tengo idea de que sí llegaron a haber tradiciones atomistas en oriente, pero ¿ninguna incluía a Epicuro? y si sí, ¿no era más fácil traducir las obras de allá que buscarlas en monasterios?

    • Darin · 30/03/2014 Responder

      Hola Miguel. Obviamente, el pensamiento de Aristóteles nos llegó de los musulmanes medievales. La verdad no sé si tenían ellos textos sobre el atomismo, y tampoco conozco la tradición del kalam en el mundo islámico. Tantas cosas me faltan por conocer y leer! Lo que sí sé es que no tenían una copia de Rerum Natura, en ese caso sí hacía falta ir husmeando en un monasterio alemán. Gracias por tu comentario!

  3. María Teresa Fernande · 30/03/2014 Responder

    Gracias por explicarnos la filosofía de manera tan agradable y fácil de asimilar. Espero continúes así. Felicidades!

  4. josé · 31/03/2014 Responder

    Siempre agradecido por sus interesantes trabajos.
    Comento y pregunto.
    Si bien la filosofía helenista se inicia desmarcándose de la postura religiosa, es realmente con Demócrito, Leucipo y Epicuro cuando la reubicación de la religión se da de manera más inteligente al poner ellos el materialismo atomista como condición ontológica y epistemológica, colocando de esta manera la primera piedra del discurso científico y filosófico.
    Es decir, y pregunto. ¿Se puede decir que es con estos pensadores cuando surge la forma de hacer filosofía no metafísica, sino una filosofía que apoya y se apoya en la misma “materialidad” de que habla la ciencia? ¿Son ellos los iniciadores de una filosofía que va triunfar en el siglo XVIII y aún hoy, y que permite a los filósofos reconocerse más socráticos que nunca, pues si por un lado afirman la infinitud del universo (no de Dios, como lo harán otros), reconocen la finitud, o mejor, la fragilidad histórica de nuestro saber? ¿Es pues con Epicuro que se crea la oportunidad para hacer un discurso filosófico que se diferencie de la religión, de la metafísica y de la ciencia?. Además, ¿es lícito afirmar que el concepto de placer en Epicuro, el placer como realidad primaria humana es el antecedente en Nietzsche y Freud?

    • Darin · 31/03/2014 Responder

      Hola José. Gracias por tu interesante pregunta. Falta el segundo vídeo para ver lo que dice sobre los dioses y el placer. En cuanto a lo que dije sobre el atomismo, aun cuando parezca una tesis científica, no deja por eso de ser metafísica. Demócrito es determinsita y Epicuro no. Ningún análisis científico de los hechos puede decir cuál de los dos tiene razón. El problema que tiene Epicuro con la religión o los dioses es que es una metafísica que no conduce a la ataraxia y tampoco encaja bien con una gama más apmlia de observaciones de la naturaleza. Eso lo veremos en el próximo vídeo. Gracias nuevamente!

  5. Leti Vizuet · 11/04/2014 Responder

    Gracias por tus aportes culturales, nos hacen mucha falta!!! <3

  6. Calixto Kopp Sanabria · 26/07/2014 Responder

    Darin, mil gracias por su honesto y valioso aporte a la mejora de la cultura personal de cualquier ciudadano hispano parlante. Su labor de difusión es tan valiosa como la información misma, nuevamente gracias y felicitaciones por su bella labor.

  7. José · 26/11/2014 Responder

    Muchas gracias Darin, tus vidios nos han sido de gran ayuda, que sepas que gracias a ti vamos a aprobar la asignatura, saludos.

  8. Gustavo · 24/06/2015 Responder

    Saludos Darin. Como siempre tus videos son muy ilustrativos, te agradecería si me haces llegar algunos títulos de libros que traten sobre la filosofía de Epicuro. Muchas gracias.

    • Darin · 24/06/2015 Responder

      Hola Gustavo. Al final de los vídeos debería dejar una bibliografía. El problema es que leo casi todo en inglés (es mi gran defecto como maestro en México no poder recomendar muchas veces libros en español). Lo siento!

  9. Jorge Isaac · 16/08/2015 Responder

    ¡Que tal Darin! una pregunta ¿Qué diccionario de mitología griega y romana me recomiendas para reforzar mis lecturas ?

    • Darin · 17/08/2015 Responder

      Hola Jorge. No conozco una en español (leo casi todo en inglés). Voy a checar en casa esta noche a ver la que tengo que sí me ha servido mucho.

  10. Jose castro · 05/10/2015 Responder

    Hola darin ,ante todo muchas gracias por ayudarnos a comprender de una manera tan didactica y facil la filosofia, y mas por que se que con tus videos y esa forma tan sencilla de como la explicas, son muchas las personas aficcionadas como yo, que cada dia apredenderemos mas y como muy seguro lo he ido comprobando, la filosofia cada dia me hace la vida mas sencilla y mas crecimiento me brinda, en lo q al final resulta en una mayor tranquilidad y bienestar de vida…que la luz te siga iluminando para que asi nos irradies a muchos que siempre sabran agradecertelo..un fuerte abrazo y mil gracias…

  11. Rosa · 14/10/2016 Responder

    Hola, muy buen panorama de Epicuro, y sobre todo la malinformacion que nos llega acerca de este filosofo,
    gracias, y seguire tu pag.
    Un abrazo
    Rosa

  12. Enrique EFFIO MARTINEZ · 29/01/2017 Responder

    Gracias y felicitaciones por la didáctica empleada para enseñar a comprender temas de Filosofía

  13. Karen · 20/05/2018 Responder

    Hola muchas gracias entendí muy bien está parte del Epicuro, para cuando la 2 parte porfa ?

  14. Silvia · 30/06/2018 Responder

    Excelente, desde ya en los contenidos enseñados, pero no dejo de resaltar la excepcional capacidad didáctica de enseñar el tema. He sido docente de ciencias y amante de la filosofía e historia de las ciencias y me parece clarísimo. Gracias desde Bs As Argentina

  15. Fco. Manuel Espinosa · 12/09/2018 Responder

    .
    Hola, Darin.

    Mi interés por la filosofía en general y por Epicuro y los epicúreos en particular, comenzó hace un par de años. Desde entonces este interés ha ido en aumento, siendo así, que he dejado en gran medida de leer narrativa de ficción para adentrarme en la Historia de la Filosofía y los ensayos filosóficos.

    A través de You Tube, conocí ayer mismo esta Fonda Filosófica. Hoy me he suscrito. Creo que he abierto una puerta importante. Muchas gracias por tu divulgación, alejada de toda pedantería y exhibicionismo, algo tan usual en este campo.

    Un saludo desde Sevilla, España.

    (Leo estos días “De rerum natura” de Lucrecio).

    • Darin · 13/09/2018 Responder

      Hola Francisco. Me da mucho gusto que hayas encontrado mis vídeos de la Fonda. Hay un libro muy interesante sobre el descubrimiento de ese libro de Lucrecio, te lo recomiendo mucho. Está traducido al español. Aquí hay información sobre él en Wikipedia: https://es.wikipedia.org/wiki/El_giro

  16. Elisa Robles · 07/10/2020 Responder

    Mi profesor nos mandó a ver este video, incluso nuestro equipo se llama ”Epicúreos”, me fascinó como explicas el tema!!! Gracias

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