Nietzsche y la muerte de Dios, pt. 2/2

La célebre afirmación de Nietzsche, “Dios ha muerto”, es una de las pocas frases de la filosofía que ha penetrado la cultura popular. Aquí exploramos sus sentidos e implicaciones.

Guión

Superar este nihilismo requiere de una transvaloración de todos los valores, ya que son esos valores los que nos han debilitado.  Pero esto no implica que echemos a la basura los valores que tenemos sino que los reapropiemos.  Al transvalorar o reapropiar los valores Dios muere, el centro o la medida transcendental se pierde y lo que se tiene en su lugar es la perspectiva particular de uno.  El perspectivismo de Nietzsche es la idea de que ninguna interpretación, ningún punto de vista, agota la totalidad de algo.

Este llamado al perspectivismo que Nietzsche hace al proclamar la muerte de Dios ha sido comparado con el acto de Prometeos de robar de Dios el fuego, o sea, la luz, la visión, la verdad.  Es importante saber que este debate o batalla de Nietzsche con Platón y otros protagonistas no es epistemológico.  No plantea el perspectivismo como la postura verdadera a diferencia de la equivocada de Platón.  Más bien lo plantea como menos represiva que la perspectiva absoluta del centro, de Dios.

Represiva?  Eso suena como un término de la psicología o la ética.  ¿Qué quiere decir? Hablar de represión implica aquello que es reprimido, en este caso el sujeto humano. Para entender mejor su noción de perspectivismo reflexionemos sobre la naturaleza de la subjetividad humana.  En vez de verla como algo estático y unificado Nietzsche la ve en términos del movimiento de deseo.

Como deseo el sujeto es una falta, una carencia, o sea, si deseo X cosa, significa que carezco de él.  Las carencias son muchas, desde un chocolate hasta más dinero, respeto, amor, felicidad.  Siempre hay algún X que hace falta y lo que el sujeto hace es constantemente tratar de superar esta condición de carencia. Tratamos de pasar de la finitud a la inmortalidad, de lo limitado de nuestro ser a lo ilimitado, de la singularidad a lo absoluto.  El deseo y su transcendencia son profundamente características de la condición humana.

Es bastante difícil pensar la subjetividad en términos de plenitud y de lo estático.  Dante intentó hacerlo en El paraíso de la Divina comedia pero no fue en absoluto un bestseller. Lo que todos leen es El infierno porque ahí nos vemos reflejado, ahí vemos la naturaleza humana.  En pocas palabras, el cielo sería muy aburrido porque todos es perfecto.

Sino embargo, nuestra cultura occidental apunta hacia él.  Para nosotros, Dios expresa nuestro deseo por el absoluto.  Dios es el máximo X.  En Dios intentamos cumplir nuestro ser como deseo precisamente al reprimir el reconocimiento de nuestro ser como deseo.  O sea, para que el deseo se satisfaga, reprimimos nuestra conciencia de nuestro ser como deseo.  Esto es muy parecido a la noción de mala conciencia en Sartre donde uno niega o oculta la realidad de su libertad y la responsabilidad que eso implica al convertirse en un ser fijo y determinado.

En esta dialéctica del deseo, ¿cómo llegó Dios a ocupar esta perspectiva absoluta?  Durante varios siglos en Europa la visión de la iglesia era hegemónica, Dios penetraba todo y no había, en efecto, ni individuos ni historia.  Con el Renacimiento, como sabemos, eso empezó a cambiar.  Empezaron a estudiar y resaltar el hombre y el mundo natural como tales, al margen de su ubicación en la doctrina católica.  Aun así, el deseo por Dios y lo infinito continuaba.  En vez de sentir una tensión entre el interés por lo finito y el deseo por el infinito, de sentir su deseo limitado, simplemente alineaban la particularidad con lo absoluto.

Un buen ejemplo de esto en filosofía es el cogito cartesiano.  Bueno, lo que ven aquí es un cerebro porque es difícil visualizar el cogito.  El punto es que antes de Descartes, la mentalidad, lo psíquico, ocupaba un lugar epistemológicamente neutro con respecto a las demás cosas en el mundo.  Su gran innovación fue distinguir entre cosas pensantes y cosas materiales y hacer que estos últimos dependieran epistemológicamente del primero.  El cogito alcanza el infinito al convertirse, o sea al convertir la subjetividad, en el punto absoluto de referencia.  Con Descartes, la razón se convierte en el vínculo entre la finitud humana y lo absoluto, el conocimiento absoluto o certero.

En el arte esta estrategia se ve claramente ya que la técnica de la perspectiva centra todo en el ojo del espectador.  En la época medieval representaban las cosas en lo que podría llamarse “el tamaño teológico” como en esta obra que se llama “La donación de Constantino”.  El castillo está totalmente fuera de proporción con respecto a los individuos, y el tamaño de los individuos varía dependiendo de su importancia.  En el Renacimiento este estilo cambia gracias a la perspectiva geométrica, como en esta obra de Massaccio, “La trinidad”.  Vemos que las líneas de la pintura se centran en lo que se llama un punto de fuga, que está más o menos al nivel de la cabeza del espectador.  Esto da la sensación que estás al pie de la cruz, mirando en un hueco en la pared.  En esta obra de Masolino vemos el mismo efecto.  Todo está alineado con respecto a un centro, lo cual está medido por el ojo del espectador y tiene el efecto de anclar o ordenarlo.  Hay una preocupación terrenal en esta obra pero se salva de la particularidad al alinearse con la perspectiva absoluta de la geometría.  El ojo es el centro del mundo visible al igual que el ojo de Dios lo es para el universo.

Al decir entonces que Dios ha muerto no se trata del fin de lo absoluto como transcendente, o sea, un ser omnipotente literalmente dejando de existir, sino del fin de la presunción humana a la centralidad absoluta.  Antecedentes de la idea tras la afirmación de Nietzsche se encuentran, por ejemplo, en Copérnico y Darwin.  Copernico quitó la Tierra de su lugar central en el universo y Darwin quitó la especie humana de su lugar central en la creación.  Tiempo después Freud desplazaría la razón humana de su lugar central en la vida psíquica.

En el arte y la ciencia más contemporáneas esta noción de un centro absoluto para la representación y la interpretación empezó a cambiar con gente como Cezanne y Einstein.  La obra de Cezanne dio paso al cubismo en el que encontramos múltiples perspectivas sin que ninguna sea absoluta.  Y el trabajo de Einstein en ciencia relativizó de forma permanente nuestras nociones de un espacio y tiempo absolutos.

Pero la filosofía permanece fijada en la verdad, en sus binomios jerárquicos en los que  lo contingente y lo particular tiene que conformarse a lo eterno, a lo general.  Quizá el binomio más amplio y general es aquél del ser/devenir.  La muerte de Dios, el llamado de Nietzsche al perspectivismo, constituye un intento de disolver este binomio.  Como consecuencia, dice, todos nosotros tendremos que convertirnos en dioses.

Todo esto suena radical y extremo y muchos lo rechazan porque parece dar paso a un relativismo salvaje, a un profundo nihilismo.  Si uno se aferra a Dios y sus connotaciones filosóficas, entonces este nihilismo puede sin duda experimentarse de forma negativa.  Pero para Nietzsche, tiene un valor positivo ya que afirma lo humano en la medida en que considera la particularidad y multiplicidad de la condición humana como la fuente del sentido y el valor.

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18 Comments

  1. fernanda · 20/08/2013 Responder

    Vivir con esa concepción de la muerte de Dios, o deshacerte de la idea de la transcendencia, te coloca ante un horizonte de absurdo, te enfrenta a tu finitud, a tu mortalidad y al repensar que lo más valioso es vivir en esta vida, en el aquí en el ahora, con valentía y arrojo, esto supone un actitud radical de ser, en donde la transcendencia se volca en la creatividad para realizar la mejor obra de la existencia, tu mismo, sin miedos, sin evadir la responsabilidad enorme de tu existir, recuerdo un pasaje de la Divina Comedia en donde se ubican los pusilánimes los que vivieron en la indiferencia, en la cobardía, como simples observadores no se rebelaron a Dios pero tampoco fueron aliados de Satanás.

    • Darin · 20/08/2013 Responder

      Así es Fernanda! Eso que dices al final Nietzsche lo llama el “último hombre”. De hecho, Francis Fukuyama tiene un libro que se llama “El fin de la historia y el último hombre”. Muy interesante su análisis. Gracias por comentar!

    • Ricardo Quevedo Palacios · 15/12/2015 Responder

      Fernanda :De acuerdo en todo contigo, únicamente quisiera corregirte en el uso del verbo Volcar, pues el término correcto es : vuelca,y no “volca” como tu lo usate.

  2. fernanda · 20/08/2013 Responder

    Gracias Darin encontré este espacio por una equivocación, y estoy fascinada, me recordaste un profesor de filosofía en las que las palabras cobraban vida y sentido, su forma de explicarnos autores antiguos y modernos, con tal profundidad y pasión, hacía que nuestras mentes se asombraran y nos llevaban a reunirnos después de su clase a seguir en el coloquio, Gracias por este Blog y por tu capacidad excelsa de comunicar lo que a muchos nos es imposible entender.

  3. ruben dario saquetti · 14/01/2014 Responder

    Realmente son muy objetivos tus comentarios y muy claros, para ser entendidos sin ser especialistas. Gracias Darin

  4. Roberto Echeverri · 18/11/2015 Responder

    Excelentes tus vídeos Darín; Excelente manera de gastarse la vida de manera provechosa y didáctica. Felicitaciones y quedamos a la espera de una serie sobre Heidegger

    • Darin · 19/11/2015 Responder

      Muchas gracias Roberto. No domino tanto a Heidegger como a otros autores. He vuelto a leer El ser y el tiempo. En algún momento lidiaré con él en una serie. Un abrazo!

  5. Jose Ramon · 10/10/2016 Responder

    Magnífico profesor !!!

    Quiero decir que el guión colgado aquí en pt. 2/2 en “descargar guión” es el mismo que el pt. 1/1

    Un abrazo

    • Darin · 12/10/2016 Responder

      Que bueno que te haya gustado José! Sí, es que el guión trae las dos partes en un solo documento. No sé por qué lo hice así, pero bueno.

  6. jose ramon · 13/10/2016 Responder

    es verdad, me acabo de dar cuenta. Disculpas.
    Gracias

  7. emilio · 15/10/2016 Responder

    Voy de las presentaciones sobre Nietzsche (la muerte de dios) a las de Heidegger (El ser y el tiempo) y me parece encontrar cercanías bien interesantes. Por ejemplo: Para Nietzsche, la particularidad y multiplicidad de la condición humana es la fuente de sentido y de valor. Para Heidegger la fuente de sentido y de valor está en las posibilidades del Dasein.

    Me gustaría mucho una presentación sobre las cercanías y distancias entre estos dos filósofos .

    Gracias.

  8. Hermes Mora · 05/12/2016 Responder

    Cordial Saludo Dr. Darin. La propuesta de Nietzsche es grandiosa, no obstante, al leer un poco de su biografía surge en mi un cierto sinsabor. ¿Qué es el misterio de la vida?. Gracias.

  9. ricardo · 29/06/2017 Responder

    Dr Darin es usted un ejemplo. Magníficas sus explicaciones, inspiradoras, claras y profundas.

    Un Saludo.

  10. René · 11/11/2019 Responder

    Hola. Mi nombre es René Emmanuel Nájera Zamora. No sé si pudiera ayudarme con una duda que tengo. La duda es ¿qué es el nihilismo? Estoy leyendo a Nietzsche y en el texto de la voluntad de poder menciona que él supero al nihilismo y de hecho en ese texto menciona el nihilismo. Después he estado investigando acerca de ¿qué es el nihilismo? unos mencionan que el creer en Dios es nihilista otros dicen que es una actitud de que nada tiene sentido. En unos textos pareciera que Nietzsche relaciona nihilismo con la creencia en Dios. No se si pudiera de favor aclararme esa duda que tengo que es ¿qué es el nihilismo? o ¿qué es el nihilismo en Nietzsche? No sé si pudiera ayudarme de favor. Gracias . Saludos

    • Darin · 13/11/2019 Responder

      Hola Rene. Este tema puede ser un poco confuso dependiendo del autor, pero en general significa que no hay nada (por eso nihil) que fundamente el conocimiento ni la moral. Para Nietzsche, darse cuenta de eso puede tener al menos dos efectos. 1) Suplir esa nada con algo, como Dios, lo cual es para él nihilista porque aplaza la necesidad de lidiar con el nihilismo de una forma positiva y constructiva. Para Nietzsche, la creencia en Dios como respuesta al nihilismo no es más que un velo muy delgado que no nos separa de forma efectiva de los efectos negativos del nihilismo. El otro efecto sería lo que describe en sus textos, la superación del nihilismo mediante la creación artística. Bueno, esto es una forma básica para abordar el tema. Espero te ayude con tus lecturas de Nietzsche.

      • René · 21/11/2019 Responder

        Hola. Gracias por la respuesta. No me había percatado de la respuesta por lo que en el otro video dejé un comentario. Una disculpa. No sé si pudiera ayudarme con otra duda. En el texto la voluntad de poder menciona Nietzsche un nihilismo pasivo y uno activo,en qué consiste cada uno. También, ser nihilista ¿es creer en Dios o que nada tiene sentido?. Porque en un libro de introduccion a Nietzsche dicen, a grandes rasgos ,que creer en Dios es ser nihilista como creer en la ciencia bueno segun la lectura que hice de ese texto. Gracias. Saludos

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