Rousseau: de la esclavitud a la libertad, pt. 5/5

Vamos a revisar el pensamiento político de Jean-Jacques Rousseau: su análisis de la decadencia del presente, su causa en un proceso de socialización en el pasado, y su planteamiento para corregir el problema en el futuro.

Guión

¡Ya por fin hemos llegado al célebre Contrato Social de Rousseau!  Empezamos esta serie leyendo las primeras líneas de este libro.  Volvamos nuevamente a ellas.  “El hombre ha nacido libre, y sin embargo, vive en todas partes entre cadenas.”  Hemos visto su condición original de libertad y la condición de esclavitud en la que vive actualmente.  Pasado y presente.  La pregunta ahora es por el futuro.  Dice Rousseau, “¿Cómo se ha operado esta transformación?  Lo ignoro.  ¿Qué puede imprimirle el sello de legitimidad?  Creo poder resolver esta cuestión.”

Comenta algo interesante antes de plantear su propuesta.  Dice que la familia es el primer modelo de las sociedades políticas.  El mandatario de una nación es como el padre y el pueblo como los hijos.  La gran diferencia entre los dos es que lo que los padres hacen por los hijos lo hacen por amor.  El amor, se podría decir, es el pegamento que une a la familia.  En el caso del mandatario y el Estado, ese pegamento no existe.  El pueblo, dice Rousseau, es visto como un rebaño para ser devorado.  Para hacer eso el mandatario se apoya en su fuerza, en la vieja idea del derecho del más fuerte.  Rousseau no niega que la fuerza puede obligar a la gente pero lo que sí niega es que sea un derecho, que sea legítimo.  “Ceder a la fuerza,” dice, “es un acto de necesidad, no de voluntad.”  Su razonamiento es sencillo.  Si la fuerza constituye el derecho, entonces, cualquier fuerza superior a la primera modificará al derecho.  Pregunta él, “¿Qué es, pues, un derecho que perece cuando la fuerza cesa?”

El único derecho que no perece de esa forma es uno que tenga el sello de legitimidad, cosa que se constituye no por la fuerza sino por convenciones, por el consenso de los gobernados.  Así llega Rousseau a la célebre noción del contrato social.  La idea es que la gente se encuentra en una situación (sea en el Estado de Naturaleza o en el supuesto Estado Civil de la actualidad) donde conviene unirse y juntar fuerzas para superar problemas para la supervivencia.  El problema reside en los términos del contrato, en el conjunto de derechos y obligaciones que lo definen.  Para Hobbes hay que renunciar todo al soberano para que procure paz y estabilidad.  El problema con eso para Rousseau es que el Estado se convierte en una jaula dorada.  Como dice, “Se vive tranquilo también en los calabozos.”  El problema en el caso de Locke es la cuestión de la propiedad, el sistema económico que enajena al pueblo de aquello que requieren para su subsistencia.

En vez de ver las cosas así, Rousseau plantea el problema del contrato en estos términos: Dice, “Encontrar una forma de asociación que defienda y proteja con la fuerza común la persona y los bienes de cada asociado, y por la cual cada uno, uniéndose a todos, no obedezca sino a sí mismo y permanezca tan libre como antes.”  Fijémonos en esas palabras – obediencia y libertad.  El hombre ha nacido libre y sin embargo vive en todas partes entre cadenas.  La propuesta de Rousseau no va a ser volver a vivir como el buen salvaje.  Eso sería imposible.  Pero sí recuperar esa libertad.  Actualmente no vivimos en libertad porque obedecemos a un sistema arbitrario de fuerzas y leyes que no reflejan nuestra voluntad.

Pero parece haber una contradicción aquí.  Una asociación en la que cada uno no obedeciera más que a sí mismo no se distinguiría al Estado de Naturaleza.  Si cada quien sigue su propia inclinación, ¿cómo es posible evitar conflictos y lograr un consenso armonioso?  Es mucho pedir, ¿no?  Pues veamos su propuesta.

Lo que dice es que cada quien tiene que renunciar todos sus derechos a la comunidad entera.  Esto suena un tanto a lo que dice Hobbes, pero en el caso de Hobbes todos renunciaban al soberano, lo cual conduce a abusos para Rousseau.  En el escenario de Rousseau, todos renuncian a todos los demás y así la condición es igual para todos.  Dice, “dándose cada individuo a todos no se da a nadie, y como no hay un asociado sobre el cual no se adquiera el mismo derecho que se cede, se gana la equivalencia de todo lo que se pierde y mayor fuerza para conservar lo que se tiene.”  Si alguien se quedara con algunos derechos, tendría un privilegio con respecto a los demás y pronto pretendería perjudicarles.  Semejante situación nos devolvería al actual estado decadente en que estamos.  En vez de eso, “Cada uno pone en común su persona y todo su poder bajo la suprema dirección de la voluntad general.”

La voluntad general – ¿qué es eso?  Es una de las ideas más célebres e interesantes de Rousseau.  En resumidas palabras, es el bien común, y se distingue de la voluntad individual.  En el último vídeo hablamos de las elecciones en México y como mucha gente vendió su voto por unos cuantos pesos.  Esa gente estaba ejerciendo su voluntad de forma individual.  Tomaron una decisión pensando en su propio bien en vez del bien de todos.  Todos sentimos este choque entre el bien de uno contra el del colectivo.  Por ejemplo, uno quisiera no pagar impuestos pero que los demás sí los paguen.  Pero si todos pensaran así, los servicios que todos aprovechan serían imposible y la vida social sería un caos.  En buena parte, para Rousseau, la decadencia y caos de nuestro presente se debe a esa forma de pensar.  Hace mucha falta pensar, no de forma individual sino de forma general o colectiva.

Es muy parecido a lo que dice Kant sobre el imperativo categórico.  Dice que uno actúa de forma moral sólo cuando pueda desear que la máxima de su acción se convierta en una ley universal.  Esa ley universal sería la voluntad general en Rousseau, pero es muy difícil actuar así.  Las mas de las veces actuamos según lo que Kant llama el imperativo hipotético, que dice: Si quieres X, deberías hacer Y.  Esto es un cálculo privado en el que el fin egoísta justifica los medios, pase lo que pase con los demás.

Hemos hablado de como el hombre en la sociedad moderna es un esclavo.  Por definición, un esclavo no es libre, no actúa de forma autónoma.  Lo que Rousseau y Kant quieren es ver la manera en que el hombre puede lograr ser libre y autónomo.  El problema en entender su propuesta es que lo que entienden por libertad es bastante distinto al sentido común.  Nosotros pensamos que ser libre significa ausencia de obstáculos y leyes que nos coaccionen, o sea, poder hacer lo que nos da la gana.  El problema es que eso es imposible en una sociedad.  Siempre habrá conflictos entre las voluntades individuales.  Es por eso que hacemos un contrato y renunciamos algunas cosas para disfrutar otras.  Esta idea proviene de Locke y forma la base de las sociedades liberales actuales pero es precisamente en eso que consiste la esclavitud para Rousseau porque siempre habrá un choque entre el individuo y la sociedad.  Es el precio psicológico, por así decirlo, que hay que pagar por el contrato social liberal.  Otra forma de plantear el problema sería que la sociedad liberal lockeana no permite que uno actúe de forma moral y por tanto autónomo y libre.  ¿Por qué?  Porque el cálculo de derechos y obligaciones, el renunciar ciertas cosas en cambio a otras, no es más que un cálculo egoísta que proviene de nuestra naturaleza puramente animal.  En cambio, la experiencia moral para Rousseau y Kant consiste en superar la inclinación personal a favor de una obligación moral, por ejemplo, decir la verdad cuando sería conveniente mentir, o ejercer la voluntad general en vez de la individual.  En eso consiste ser libre para ellos.  Nosotros pensamos en la libertad en términos de estar libre de algo, por ejemplo, estar libre de leyes y reglas.  Para Kant y Rousseau la verdadera libertad consiste en cumplir leyes que uno mismo hace y establece.  Sólo así actúa uno de forma autónoma.

Nos encontramos entonces con el problema de cómo efectuar esta transformación en el hombre.  Empezamos como el buen salvaje con buenos sentimientos naturales, ejemplificado, si se acuerdan, por Juanote.  Luego nos transformamos en el mezquino y esclavizado individuo moderno, calculando todo en términos de costo-beneficio.  Y ahora, ¿el ciudadano moral?  La forma en que describe este nuevo hombre es muy bello.  Dice, “La transición del estado natural al estado civil produce en el hombre un cambio muy notable, sustituyendo en su conducta la justicia al instinto y dando a sus acciones la moralidad de que antes carecían.  Sucediendo la voz del deber a la impulsión física, y el derecho al apetito, el hombre se ve obligado a obrar basado en distintos principios, consultando a la razón antes de prestar oído a sus inclinaciones.”  El hombre pierde el derecho ilimitado a todo cuanto desea pero gana en cambio la libertad civil y moral, la cual le hace verdadero dueño de sí mismo, ya que el impulso del apetito constituye la esclavitud.

En un estado compuesto de hombres de este tipo, el conflicto ya no se da entre el individuo y el colectivo sino entre dos aspectos del mismo hombre: entre su apetito por un lado y su razón, que alcanza entender el bien general, por el otro.  La auto-superación implícita en esta relación es la esencia de la experiencia moral y es a lo que apunta Rousseau.  Esta lucha del buen hombre consigo mismo nunca termina, ya que si se hiciera el hombre se convertiría en un ángel puramente racional.  De todos modos, el ideal sería un estado en el que cada individuo pudiera identificarse con el bien común, muy parecido a como sería un monasterio.  Ahí, los monjes no hacen todo lo que les da la gana según sus apetitos individuales sino que están todos unidos en una cultura común, la de la iglesia y sus doctrinas.  El punto importante es que la obediencia a esas doctrinas no se experimenta como un choque, como algo impuesto, sino como algo que expresa la propia interioridad y valores de cada uno.

El gran problema, nuevamente, es cómo efectuar esta transformación en el hombre, cómo producir un ciudadano moral, libre y autónomo.  La respuesta de Platón para crear una sociedad ideal era expulsar a todos aquellos mayores a diez años de edad y educar bien a los jóvenes que restan.  Eso sin duda es algo drástico.  La respuesta de Rousseau también lo es.  Se trata de una re-educación moral severa, cosa que no puede darse de la noche a la mañana.  Será un proceso de cambio cultural de mucha disciplina.  Es aquí donde el lado oscuro de Rousseau se manifiesta.  En el último párrafo del capítulo siete dice, “ . . . cualquiera que rehúse obedecer a la voluntad general, será obligado a ello por todo su cuerpo; lo cual no significa otra cosa sino que se le obligará a ser libre.”

Esa sola afirmación me resulta la más llamativa y sorprendente de toda la filosofía política de todos los tiempos porque une dos cosas que nos parecen contradictorias: fuerza y libertad.  Nuevamente, para nosotros, ser libre significa ser libre de fuerzas ajenas.  Sin duda, obligamos a nuestros hijos.  Tienen que obedecernos, ir a la escuela, y en general asimilar las reglas de la sociedad.  Eso nos parece natural, pero llega un momento en que el niño llega a ser adulto y tiene que valerse por sí mismo.  ¿Propone Rousseau que proyectemos la dinámica familiar al Estado mismo y que el gobierno se convierta en nuestro padre?  Es difícil evitar esta conclusión.  Toda utopia, sea la de Platón o de Rousseau, empieza con un acto de violencia, de obligación.  Véase nada más el reinado del terror de la revolución francesa de la que, como sabemos, Rousseau era el padre intelectual.  En el Contrato social Rousseau no habla del mecanismo concreto por el que los hombres desobedientes serán obligados, pero un compatriota suyo sí lo hizo.  Me refiero a Michel Foucault.  Con mucho cuidado, detalla los mecanismos sociales y discursivos que moldean los cuerpos y almas dóciles del hombre moderno.  Siempre que leo esta frase de Rousseau pienso en la voluntad general de gente como Mao Tse Tung o Pol Pot.  ¿Quién será el filósofo rey cuya visión del bien común, de la voluntad general, se impone?  Por horroroso que parezca, reconozco que el planteamiento de Rousseau tiene algo de certero en el fondo.  El cambio que tiene que darse en nuestras sociedades no es primordialmente político ni económico sino cultural.  Volviendo a las elecciones en México, aun cuando el candidato de izquierda hubiera ganado, y hubiera empezado a luchar contra la desigualdad, poco habría cambiado, al menos según Rousseau.  Siempre y cuando haya gente dispuesta a vender su dignidad por unas migajas, la esclavitud de nuestro presente continuará.  Un cambio de partido político hará poco para tratar esa enfermedad del alma del hombre.

Descargar guión en PDF

Audio
Descargar audio aquí

10 Comments

  1. Goyo · 10/08/2015 Responder

    Me estoy viendo todos sus videos y están muy bien. ¿Conoce a Antonio Garcia-Trevijano? Si su respuesta es sí ¿Que opinión le merece su obra? Si es no le recomiendo Teoría Pura de la República. Muchas gracias.

    • Darin · 11/08/2015 Responder

      Hola Goyo. Alguien más me había recomendado ese libro. Lo voy a buscar, gracias!

    • Rodrigo · 27/12/2017 Responder

      A ese abogado un cura le hizo pasar el lampazo jaja, igual no lo critico no he leído sus obras.

  2. Marcelo Mariano Re · 27/02/2016 Responder

    Gracias como siempre por tus videos. Aclaran no solo conceptos de autores clásicos sino también de la realidad de todos los días. En Argentina acaba de pasar algo semejante a lo que sucedió en Mexico y tu brillante explicación no ha hecho más que dar en el clavo de cuál fue la causa de ello

  3. amado ortiz · 28/12/2016 Responder

    Profesor gracias por sus videos, son muy provechos, le agradeceré si tiene avien mandarnos videos, clases o documentales del espiritu de las leyes de las leyes de Charles Louis de Secondat; por su atención gracias

  4. Valeria · 20/10/2017 Responder

    Soy estudiante de Comunicación social y esta página es excelente para todos, gracias por tanta dedicación y a difundir conocimiento por medio de las nuevas tecnologías. Saludo desde Colombia, profesor.

  5. Mario · 06/12/2019 Responder

    Menos política y más filosofía, amigo Darin. Mira, el resultado de la Modernidad materialista y atea ha sido que el ARTE fue reemplazado por el entretenimiento, las IDEAS por la ideología y el DIOS vivo por la idolatría del poder y el dinero. Y fue Rousseau quién denunció esta corrupción. Rousseau, además de un gran humanista, fue también un Caballero de la Fe, como lo fue Kierkegaard. Gracias por el intento Darin. Pero -a mi entender y con todo respeto- te politizaste demasiado en esta serie y perdiste el foco de lo que nos une alrededor de la Fonda. Un abrazo

  6. ANONIMO_SPAIN · 07/09/2020 Responder

    A mi me recuerda a un super-organismo, como abejas o hormigas, donde la suma de inteligencia de las abejas (x ejm) que componen una colmena es inferior a la inteligencia de la colmena y sus individuos trabajan y se sacrifican en pos de la supervivencia de la misma (bien común). Sin embargo no creo que los humanos podamos hacerlo, a no ser que la humanidad formase un super-organismo como la colmena, en dichos organismos la libertad (bien común) solo correspondería al del super-organismo aunque todos los miembros se beneficiarían, no creo que de esta manera el hombre pudiera ser feliz o realizarse de algún modo, pero no puedo dejar de pensar que obreras, soldados y reina me recuerdan a la organización de la Republica de Platón.

    Me gusta mucho esta filosofía ( Ilustrados ), por que la organización política de las sociedades, es crucial para su pueblo.

Dejar comentario