Heidegger: El ser y el tiempo, pt. 12/15

Hoy, cómo la llamada de la consciencia pone en relieve la culpa del Dasein y posibilita su autenticidad.

Guión

 Ya estamos en la segunda división del Ser y el tiempo. El primer capítulo, que vimos en el último vídeo, trata de la angustia ante la posibilidad de la muerte. Es importante esta experiencia de la angustia porque le ayuda al Dasein a encontrarse, por así decirlo. Encontrarse porque, de alguna manera, el Dasein está perdido. Las posibilidades que proyecta, es decir, la forma de existir que elige, no lo hace de forma propia, sino que se deja caer en las actividades e interpretaciones del das Man, es decir, las preferencias y gustos que el mundo público y compartido en que vive ha articulado como válidos y normales. Sus posibilidades de existencia han sido escogidas por el das Man, lo cual le quita al Dasein la carga y responsabilidad de escogerlas. La experiencia de la angustia es precisamente lo que nos restaura esta responsabilidad, o al menos muestra que fue ilusoria la libertad de no escoger. Lo que la angustia ante la muerte revela es la posibilidad de vivir de forma propia. Pero una cosa es la posibilidad de vivir así, cosa que Heidegger ha descrito muy bien hasta ahora, y otra es realizarlo concretamente en la vida de uno. Si el Dasein está perdido en el das Man, ¿cómo podría salir de esa condición y elegir su vida de forma auténtica? En el segundo capítulo, Heidegger nos da una respuesta.
En la sección 54 Heidegger dice: “como está perdido en el uno, primero debe encontrarse. Y para poder de algún modo encontrarse, debe ser “mostrado” a sí mismo en su posible propiedad”. Lo que muestra esta propiedad al Dasein es lo que Heidegger llama la voz (o la llamada) de la conciencia. Dice que “El llamar es un modo del discurso” en el que se apela al Dasein a “hacerse cargo de su más propio poder‐ser‐ sí‐mismo”. Bueno, eso suena bonito, pero ¿cómo oye el Dasein esa llamada? El Dasein está inmerso en el das Man; lo que oye no es la llamada de la consciencia, sino la llamada telefónica, los sonidos de las notificaciones de Whatsapp y Facebook y toda la habladuría que eso implica. En la sección 55, Heidegger dice que la llamada de la consciencia “quebrantará la escucha del uno en la que el Dasein se desoye a sí mismo si logra despertar, en virtud de su propio llamar, una escucha de características enteramente contrarias a las del escuchar perdido en el uno”. A diferencia del zumbido de la habladuría cotidiana “la llamada ha de llamar silenciosa e inequívocamente, sin dar lugar a la curiosidad”. El modo de discurso de esta llamada no es vocal o empírico, es decir, no se dice nada, sino más bien se revela algo. Lo que se revela es la posibilidad de que el Dasein sea sí mismo. En el entorno del das Man, el discurso es en mayor parte la transmisión de información. Otros le dicen al Dasein lo que opinan, lo que quieren, etc. Esta llamada, en cambio, no dice nada, no imparte ninguna información, sino que es una especie de convocatoria; pone en claro todo aspecto de la existencia del Dasein, las posibilidades que conforman su vida y que han sido articuladas por el das Man, y le convoca a escuchar la posibilidad de ser sí mismo, de ser un agente propio. De lo que se trata es despertar al Dasein del trance o hechizo que el mundo ejerce sobre él para que experimente el desazón de la existencia, lo que Heidegger llama Unheimlichkeit. El Dasein es unheimlich porque sea cómo se encuentre en su existencia en cualquier momento dado, ese estado no es todo lo que el Dasein es o podría ser. No puede identificarse con ni reducirse a la forma de vida que lleva o el mundo que habita. Por consiguiente, nunca se siente totalmente en casa – eso es lo que literalmente significa unheimlich. En su cotidianidad, el Dasein huye de este unheimlichkeit a los brazos del das Man. Pero la llamada de consciencia pone en relieve su unheimlichkeit, su responsabilidad existencial, provocando así una confrontación con su propia potencialidad para la individualidad genuina.
Ahora, esta llamada de la consciencia suena hasta ahora medio misteriosa, como algo que sólo santos o grandes filósofos experimentan. Pero la verdad, no es tan complicado. Todos hemos experimentado una llamada de la consciencia. Dices una mentira, robas algo de una tienda, o no ayudas a alguien que necesita tu apoyo, y te llega una sensación incómoda, te sientes mal. El nombre que damos a esa sensación es “culpa”. Es incómoda la llamada porque va contra nuestra voluntad; no queremos hacer caso de la exigencia de esta voz de volver lo robado o pedir disculpas al amigo. Heidegger dice algo muy parecido en la sección 58, que “la llamada acusa al Dasein de ser ‘culpable’”. Sin embargo, lo que entiende por culpa es algo distinto porque lo entiende ontológicamente. En la vida óntica o cotidiana, es posible imaginar cumplir con todas las reglas morales y nunca sentir la culpa. Sin embargo, visto ontológicamente, Heidegger dice que en el meollo de nuestro ser somos en todo momento culpables. En la sección 58 dice que ser culpable significa: “Ser‐el-fundamento de un ser que está determinado por un no —es decir, ser fundamento de una nulidad”. ¿Vaya, qué quiere decir eso?
Bueno, al decir que el Dasein es el fundamento de una nulidad, está diciendo básicamente que es la razón por la que algo no es. Fíjate que la palabra que se traduce como “culpa” es “Schuld”, la cual significa también “deuda”. De hecho, Nietzsche saca mucho provecho de este dato lingüístico en el segundo ensayo de la Genealogía de la moral. Cuando tienes una deuda, esto quiere decir que algo que hiciste creó una falta o un hueco. Por ejemplo, pediste prestado dinero, lo cual significa que al amigo que te lo prestó le falta esa cantidad, es decir, has creado una nulidad en su vida, o si lastimaste a alguien, el daño causado es una negatividad o nulidad que has creado, tienes la culpa de ello o digamos tienes una deuda con esa persona para reparar el daño.
Estos ejemplos de la relación entre culpa, deuda y nulidad se toman del nivel óntico de la vida cotidiana, pero nos ayudan a entender el sentido de culpa al nivel ontológico que le interesa a Heidegger. En el texto, relaciona la culpa con dos aspectos de la existencia del Dasein: su carácter de arrojado, y el hecho de que proyecta posibilidades. Por un lado, quien soy es una función de aspectos de mi existencia que no escogí. Estoy arrojado a mi ser y me falta un suelo a partir del cual podría justificar las razones de por qué soy como soy. Ésta es otra forma de decir que hay una nulidad a la base de mi ser. Y por el otro lado de la proyección de posibilidades, al proyectar una posibilidad en particular, el Dasein niega otras posibilidades. Al optar por una posibilidad el Dasein necesariamente nulifica todas las demás. Entonces, la culpa, en el sentido heideggeriano, penetra la existencia del Dasein de forma medular.
La culpa óntica, como los ejemplos que vimos de la vida cotidiana, puede remediarse. Uno puede pedir perdón o vivir de forma ejemplar al cumplir los ideales morales. Pero la culpa ontológica o existencial no puede eliminarse. Esta culpa, caracterizada por la nulidad a la base de nuestro ser, es lo que posibilita que seamos seres responsables. Esa nulidad hace que yo sea la razón o fundamento de todo lo que hago. Pues de otra forma, alguna condición extrínseca determinaría lo que hago (como el instinto en el caso de los animales) y me eximiría de toda responsabilidad.
Volviendo a la llamada de la consciencia, esta llamada es lo que pone en relieve la culpa del Dasein; pone en claro la nulidad en el meollo de su ser. Al hacerlo, llama a un ser, el Dasein, perdido en el mundo del das Man, hechizado por las posibilidades que ese mundo ha articulado de antemano, precisamente como esa condición o fuerza extrínseca. Le llama o convoca “para el más propio‐poder‐ser‐sí‐mismo, llama al Dasein hacia “adelante”, hacia sus posibilidades más propias”.
Imagínate que el Dasein en cuestión sea la típica persona moderna en la sociedad del consumo, trabajando como loco para ganar dinero para comprar cosas de lujo que los demás van a envidiar, posteando cosas en Facebook para que la gente le dé muchos “like”, etc. etc. Seguro no te cuesta formar una imagen de tal persona. Ahora, la llamada que le llega a esta persona en un momento de crisis existencial en medio del estrés y confusión de su vida, ¿qué le dice? ¿Qué deje de ser consumista y que sea un filósofo como Heidegger o un santo como Francisco de Asís? No. El yo más propio de cada Dasein no consta de ninguna característica sustantiva, fija o necesaria. Lo que la llamada le muestra es que ninguna posibilidad de vida, ni la del santo ni la del consumista, es definitiva de quien es. El hecho de que el Dasein haya sido arrojado aleatoriamente en un mundo que moldea sus posibilidades, lo Heidegger llama su facticidad, no es algo negativo; no es un error. El error consiste en confundir la contingencia de su situación por algo esencial. Esto es el hechizo del das Man del que la llamada trata de despertar. Si el Dasein escucha la llamada, lo que percibe es precisamente su unheimlichkeit, ese desazón que consiste en ser determinado por nuestra facticidad pero a la vez en ser irreducible a ella. Es el Dasein en tanto unheimlich el que llama al mismo Dasein en tanto caído.
Si el Dasein comprende la llamada y responde a ella, significa que “quiere-tener-consciencia”, es decir, quiere ser responsable de sí mismo frente a la nulidad que informa su ser y que hace imposible cualquier justificación de quien es. Este deseo por una consciencia y la responsabilidad que implica es otra forma de decir que el Dasein acepta su capacidad de ser un individuo, de elegir el camino de su vida. La llamada le ofrece al Dasein la oportunidad de decidir quien será, de asumir su papel como el agente de sus actos. Actuar con una consciencia en este sentido significa actuar de forma propia o auténtica, sin acudir a reglas o normas extrínsecas para justificarse. Al actuar así, el Dasein se porta con lo que Heidegger llama en la sección 60 “resolución”. El modo de ser de los animales es natural; la naturaleza determina cómo son. El modo de ser del Dasein, en cambio, no es natural, sino unheimlich. Su existencia se le da como una tarea, pero una tarea especial distinta de las cotidianas como la de ir de compras al super, escribir un email, o estudiar. En estos casos, el Dasein utiliza el discurso para articular pasos a seguir. Sin embargo, el modo de discurso propio de la postura de la resolución es el callar. Este silencio ontológico priva al lenguaje cotidiano de su capacidad de entender y articular una situación dada. O sea, el silencio de la resolución calla los significados convencionales del das Man para que la aperturidad del Dasein revele los contornos relevantes y particulares de la situación en que se encuentra, lo cual pone en relieve su carácter contingente y la responsabilidad del Dasein de tomar decisiones que, aun cuando no sean fundamentadas, son propias.
Buenos, en los primeros dos capítulos de la segunda división hemos visto la angustia del Dasein ante la constante posibilidad de su muerte y su resuelta determinación de actuar de forma consciente y propia ante la nulidad de su existencia. Para Heidegger, esto ofrece una base fenomenológica suficiente para tratar la cuestión del sentido del ser del Dasein, que fue el cometido que vimos al principio en las primeras páginas del Ser y el tiempo. En el próximo capítulo veremos que precisamente la temporalidad es lo que constituye este sentido.

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7 Comments

  1. Paulo Gualotuña · 06/05/2017 Responder

    Estimado Darin,
    La abundancia de guías para acercar a la obra de Heidegger y Delouze a un aficionado como yo a la filosofía me ha dejado perplejo y maravillado…
    Para juzgar de algo hay que ver bien por lo que es y no por lo que aparenta. Quiero comentar que con sus clases de Delouze han causado que vea el mundo muy cambiado. Por ejemplo cuando veo comer a mis hijos, veo a las máquinas deseantes haciendo las conecciones con los alimentos y lo que conlleva así crecimiento para convertirse en un “perno o tornillo de un gran sistema”
    Estoy ancioso de saber del esquizo (no se sí está bien escrito) análisis como respuesta a superar el capitalismo y llegar a esa sociedad revolucionaria…
    Los flujos, flujos de personas, los flujos de filas de coches en el tráfico para formar y alimentar el sistema… Impresionante maestro, aún con mi muy corto entendimiento sobre estos grandes pensadores, mi esperanza es que mis pequeños hijos puedan tener una visión amplia de un sistema oculto que no se deja ver y nos ahoga….
    Gracias por su inmenso trabajo y espero se recupere pronto de su resfriado… Que me hizo pensar en un comentario de Ortega y Gasset que decía que parece que cuando los grandes pensadores maduran sus ideas parece como si existiera un modo de la naturaleza que hace que su voz o ideas de extingan sea con la vejez o la enfermedad. Bueno usted está aún muy joven pero oír debilitado su voz en la entrega 14 de Delouze me ha conmovido… Recuperese pronto, salud y vida larga maestro.

  2. Javier Franco Altamar · 09/05/2017 Responder

    Hasta ahora, no había encontrado tanta claridad para explicar a Heiddeger en ningún conferencista. Debo confesar que los demás (tres o cuatro) solo se me revelaron claros luego de ver los doce videos que hasta ahora he podido ver. Ahora, mi desafío particular en tener acceso a los que siguen. Mil gracias

    • Darin · 11/05/2017 Responder

      Hola Javier. Me alegro que haya podido ayudarte con Heidegger. Ya estoy trabajando en el siguiente vídeo. Un abrazo!

  3. Carlos · 17/05/2017 Responder

    Estimado Darin
    Espero que estés muy bien.
    Y luego, permíteme, por favor, una breve consulta:
    tienes una opinión sobre el libro ” Textos sobre Heidegger” de Gianni Vattimo
    Desde ya gracias por tu amable respuesta.
    Un gran saludo desde Chile
    Carlos

  4. Carlos · 17/05/2017 Responder

    Hola, Estimado Darin
    Espero que estés muy bien.
    Y luego, permíteme, por favor, una breve consulta:
    tienes una opinión sobre el libro ” Textos sobre Heidegger” de Gianni Vattimo
    Desde ya gracias por tu amable respuesta.
    Un gran saludo desde Chile
    Carlos

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