Dewey, el arte, y la experiencia, pt. 2/2

Hoy veremos con más detalle la dinámica de la experiencia, el papel de las emociones, la experiencia anestética, y su aplicación a la educación.

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¿Conoces a alguien que no le gusta la música? No, ¿verdad? Parece ser un gusto casi universal. ¿Conoces a alguien que no le gusta la filosofía? ¡Por supuesto! El canal de Shakira en YouTube tiene más de 31 millones de suscritores y la Fonda Filosófica sólo 182,000 (que, por cierto, no está nada mal, estoy muy contento con esta banda reducida pero muy apasionada de suscritores). Bueno, ¿qué explica esta gran diferencia entre la popularidad de la música y de la filosofía? A ver qué nos dice John Dewey.
En el último vídeo, vimos que la experiencia es un proceso en el que un organismo pierde equilibrio con el entorno y vuelve a establecerlo. Imagínate un robot que tropezara en su camino, que cayera, y que hiciera los ajustes necesarios para levantarse y establecer nuevamente el equilibrio con su entorno. Ese robot no habría tenido una experiencia, ya que no es un organismo. Lo que el organismo puede hacer que el robot no es sentir. El organismo lleva a cabo sus interacciones con el entorno no de forma robótica o mecánica, sino guiado por una cualidad que siente. Esa cualidad se desarrolla en el ritmo de sus interacciones y su culminación resulta satisfactoria. Ahora, la tesis de Dewey es que toda experiencia humana, sea aprendiendo a andar en bicicleta, preparando algo en la cocina, escuchando una sinfonía e incluso leyendo un libro de Hegel, se caracteriza por tener una cualidad estética. Dice que la experiencia de pensar “difiere de aquellas experiencias que son reconocidas como estéticas, pero solamente en su materia. La materia de las bellas artes consiste en cualidades; la de la experiencia que lleva a conclusión intelectual son signos o símbolos que no poseen una intrínseca cualidad propia, pero que sustituyen a cosas que pueden, en otra experiencia, ser experimentadas cualitativamente”. Continua diciendo “Esta diferencia es enorme. Es una razón por la cual el arte estrictamente intelectual nunca será popular como lo es la música”. La música es más popular porque su material es directamente cualitativo, su sonoridad; uno no tiene que hacer un esfuerzo para disfrutar una cadencia musical.
El material del pensamiento, en cambio, es simbólico, es decir, conceptos, los cuales intrínsecamente no tienen una cualidad propia. Bueno, miento un poco. Es que los conceptos en tanto signos forzosamente tienen que tener una cualidad. Por ejemplo, si escribes a mano el concepto o palabra “alegría” las letras tienen cierta forma y cierto color de tinta, es sólo que esas cualidades no son intrínsecas al concepto. En vez de tinta blanca puede escribirse con tinta roja, e incluso puede escribirse con otra forma, es decir, las letras de otro idioma. En alemán, “alegría” se escribe “Freude”. Aquí vemos un texto en el que aparece esa palabra – Freude. ¿Reconoces qué es? Si sabes leer el alemán, quizá sí, pero de ahí en fuera necesitarías algo más que el color y la forma, una cualidad adicional. A ver si ahora lo reconoces . Ésa es la famosa “Oda a la alegría” cantada en el cuarto movimiento de la novena sinfonía de Beethoven. La verdad, no importa tanto que no entiendas el significado de las palabras porque el carácter cualitativo en que se expresan, o sea, la sonoridad del canto, lo dice todo. En términos de la semiótica de Peirce, la música no es simbólica, sino icónica. Es decir, a través de su movimiento y ritmo, la cadencia de anticipación y cumplimiento, ejemplifica el mismo estado emocional que significa, en este caso, superación y unificación. Es por eso que la música ocupaba un lugar especial en la estética de Hegel, por su forma de ejemplificar la dinámica de la razón en la historía.
Volvamos un momento al texto de la “Oda a la alegría” y comparémoslo con este texto de la Fenomenología de Hegel donde encontramos también esa palabra – Freude. Si cantáramos el texto de Hegel, obviamente no tendría el mismo resultado que la pieza musical de Beethoven, y lo que es peor, no lograría expresar lo que Hegel quiere decir. Entonces, ¿de qué manera puede la experiencia intelectual ser estética como dice Dewey? Para responder, acudamos a una expresión artística no-musical que utiliza símbolos – la literatura. Al igual que los conceptos del intelectual, los que usa el novelista tampoco tienen cualidades intrínsecas. Sin embargo, el novelista emplea su arte al hacer que las palabras sustituyan a cosas en la vida común y corriente, (personas, objetos, metas), las cuales el novelista organiza en relaciones antagónicas que van resolviéndose de forma satisfactoria a lo largo de la trama. La experiencia que tenemos con esas cosas y sus asociaciones afectivas permite que el literato reproduzca en nosotros la dinámica estética que produce en su imaginación.
En el caso de los conceptos de Hegel, no sustituyen esencialmente a cosas de la experiencia común sino que hacen referencia a entes abstractos. Sin embargo, dice Dewey, la experiencia misma, digamos, la de ir leyendo lo que Hegel dice sobre la dialéctica, captándolo parcialmente, frustrándonos, leyendo otros autores, y luego avanzando hasta por fin lograr entenderla], esa experiencia dice, “tiene una cualidad emocional satisfactoria, porque posee una integración interna y un cumplimiento, alcanzado por un movimiento ordenado y organizado”. Así que, la experiencia intelectual tiene una cualidad estética debido a la estructura y la dinámica en la que se lleva a cabo.
Más adelantito dice que esa cualidad es un motivo para emprender una investigación intelectual y para hacerla honestamente. ¡Muy importante ese comentario! Es que mucho de lo que pasa por trabajo académico hoy en día carece de esa cualidad. Carece de ella porque lo que motiva la “investigación” no es una ruptura con el entorno intelectual, sino el imperativo de publicar para avanzar la carrera de uno. De esta manera, muchos trabajos son cliché, refritos que se realizan de forma mecánica. Y el chiste es que si uno es honesto consigo mismo, se da cuenta de eso, se siente. ¿Qué es lo que se siente? Precisamente la falta de esa cualidad, una miscelánea sin ritmo y dirección que no culmina redondeada por una cualidad estética, sino que simplemente cesa de forma apática. Leer trabajos de este tipo no provoca en uno una experiencia estética, sino muchas veces su contrario, una experiencia anestética, experiencia que se da no sólo en el mundo académico sino en el mundo humano en general.
Hablaremos más de eso más adelante, pero primero quiero hablar de la emoción. En la cita anterior Dewey dijo que la experiencia intelectual tiene “una cualidad emocional satisfactoria”. En el último vídeo, dijimos que la diferencia entre la experiencia humana y la de un perro es que el humano proyecta emociones en los objetos. Vamos a ver con más detalle lo que dice Dewey sobre este tema. Tendemos a ver emociones como el miedo, la alegría, la tristeza, y el enojo como estados simples y bien marcados, pero Dewey las ve como olas cuya definición es una manifestación temporal de dinámicas más profundas debajo de la superficie, por así decirlo. Dice: “Las emociones son cualidades cuando son significativas de una experiencia compleja que se mueve y cambia. Digo cuando son significativas, porque de otra manera no son sino estallidos y erupciones de un bebé perturbado”. Si algo de repente te asusta, digamos un ruido, te brincas, y si alguien revela información vergonzosa sobre ti delante de otras personas, te ruborizas. Estas reacciones son fisiológicas, más no emocionales. Dewey dice: “Para hacerse emocionales deben convertirse en partes incluidas en una situación duradera que implica ocuparse en objetos y sus resultados”. Es decir, tu susto pasa a ser la emoción de miedo cuando existe un objeto amenazante al cual debes enfrentar o del que debes escapar. Y el rubor provocado por la información revelada por esa persona se convierte en la emoción de vergüenza cuando relacionas algo que hiciste con una reacción desfavorable de otra persona.
La emoción es una fuerza sumamente poderosa, tan poderosa, de hecho, como el petróleo en nuestro mundo globalizado. Estás viendo este vídeo en un dispositivo, lo cual no apareció de forma natural, cómo una manzana creciendo en un árbol, sino por medio de una larga cadena logística que transportó materia prima de diferentes partes del planeta a procesarse y ensamblarse y luego transportarse a la tienda donde la compraste. ¡Un esfuerzo enorme! Lo que el petróleo realiza en el mundo físico, la emoción lo hace aquí en la mente, pero sin el traslado y el montaje. Dice Dewey: “La emoción es la fuerza móvil y cimentadora; selecciona lo congruente y tiñe con su color lo seleccionado, dando unidad cualitativa a materiales exteriormente dispares y desemejantes. Proporciona, por lo tanto, unidad a las partes variadas de una experiencia”. De esta manera, aun cuando no se trate de una experiencia que tiene que ver directamente con el arte, la experiencia tiene un carácter estético.
Ya debe estar bastante claro que la experiencia para Dewey no es un mero suceso, no es algo que sufrimos pasivamente. El robot en nuestro ejemplo al principio sí pasa por el mundo de esta manera. Los momentos que va ocupando son formalmente idénticos, estados que se distinguen sólo por variaciones en los parámetros: parado, acostado, dirigido hacia el norte, etc. Es muy parecido a la vieja noción de tiempo como un bloque homogéneo de instantes que fluye sobre nosotros como el agua de un río. Fue esta noción la que Heidegger echó por abajo en su famoso libro sobre el tiempo. No es algo objetivo a través del cual pasamos, sino que es moldeado y formado por las formas de existir de Dasein. Lo que hace Heidegger con el tiempo es muy parecido a lo que hace Dewey con la experiencia. Ésta no es un medio uniforme, sino un proceso rítmico de interacción entre organismo y mundo guiada por las emociones y puntuada por las crestas y valles de cumplimiento y ruptura. El carácter emocional de esta dinámica es lo que hace que la experiencia sea estética, sea la experiencia la de jugar un partido de futbol, de hacer un descubrimiento en el laboratorio, de preparar un vídeo sobre Dewey, o de apreciar una obra de arte. La experiencia para Dewey no es más que el proceso de la vida, y la razón por la que el arte parece algo tan etéreo y lejano es porque lo hemos separado precisamente de estos procesos vitales y con ello hemos pasado por alto las posibilidades estéticas de la experiencia humana en sus versiones más cotidianas.
En El ser y el tiempo, Heidegger analiza las fuerzas sociales que hacen que Dasein no viva de forma propia o auténtica, sino inauténtica. En Dewey, la distinción principal es entre la experiencia estética y la experiencia anestética. En inglés, “anesthetic”, la palabra que Dewey utiliza aquí, es la negación de “esthetic” y también hace referencia a esa cosa que te da el dentista para que no sientas el procedimiento que te hace, o sea, la anestesia. Es un juego de palabras que no es nada casual. Aunque, en la experiencia anestética, no es que haya ausencia de sentimiento o percepción, sino un sentimiento dispar y desordenado.
Para explicar lo que entiende por la experiencia anestética, hace un experimento de pensamiento. Pide que imaginemos a una piedra que, al rodar por una colina, tuviera una experiencia estética. Dice que parte de algún punto y se mueve hacia un punto final donde estará en descanso. Luego dice: “Agreguemos, con la imaginación, a estos hechos externos que la piedra mira hacia adelante con el deseo de un resultado final; que se interesa por las cosas que encuentra en su camino, las cuales son condiciones que aceleran o retardan su movimiento en relación a su término; que actúa y siente respecto a ellas según les atribuye la propiedad de impulsarla o detenerla y que, al llegar al final, relaciona éste con todo lo que sucedió antes, como la culminación de un movimiento continuo”. Si todo esto pasara, entonces la piedra tendría una experiencia dotada de cualidad estética.
Dewey plantea esta historia fantasiosa porque al leerla sabemos muy bien que eso no pasa a una piedra. Su tránsito por la colina es mecánica y aleatoria. Por eso es chocante y sorprendente cuando Dewey pasa a comparar la mayor parte de la experiencia humana con el viaje de la piedra real, un viaje de golpes y brincos mecánicos y aleatorios hasta llegar a su posición final. Por ejemplo, la primera cosa que hago al despertarme en la mañana es darle de comer a mi gato. Al abrir la bolsa de su alimento, suena el teléfono. Es una persona del banco que me ofrece un crédito. Dado que no me gusta ser grosero, platico con él pero sólo a medias porque el gato está maullando por su comida. Pero cuelgo el teléfono de repente porque oigo el camión de basura pasar y no he sacado la basura. Corriendo a la calle con las bolsas, suena una notificación en mi celular. Ese sonido en particular me recuerda que tengo una reunión en el trabajo a las 9. Así se inicia el día de mucha gente. En un momento dado, lo que está sucediendo no tiene conexión con lo que acaba de pasar y lo que vendrá después. En vez de atender los elementos en nuestro alrededor, seleccionando algunos para relacionarlos en el desarrollo de la experiencia, tendemos a simplemente reaccionar a los estímulos que nos llegan. Como dice Dewey: “Las cosas suceden, pero ni las incluimos definitivamente ni las excluimos con decisión; y así nos encontramos a la deriva. Cedemos de acuerdo con la presión externa o nos evadimos y nos resignamos. Hay comienzos y paradas, pero no hay inicios ni conclusiones genuinas. Una cosa reemplaza a otra, pero no la absorbe ni la lleva consigo. Hay experiencia, pero tan laxa e inconstante que no es una experiencia. Claramente, tales experiencias son anestéticas”.
En el campo de la educación, Dewey es muy famoso porque aplicó su marco pragmatista y sus ideas sobre la experiencia al fenómeno del aprendizaje. El problema que vio en la educación de su época es el mismo que tú seguramente has experimentado. Estás cursando digamos una carrera en filosofía, la cual tiene su programa de estudios que dice que tienes que saber una larga lista de temas. Tomas cinco asignaturas al semestre, tienes mucha lectura, te cuesta entender lo que lees y no ves su relación con otras lecturas, y los trabajos finales se hacen a las carreras. Y a la postre, como digo a menudo a mis alumnos, a los seis meses de haber terminado el curso habrás olvidado 90% de lo que “aprendiste”. ¿Cuál es el problema? Pues te falta un timón afectivo. Es que tu estudio no surge a partir de una experiencia de ruptura. La ruptura o la duda es acompañada de una cualidad de sentimiento que tiñe los elementos del entorno intelectual, las ideas o conceptos, que requieren ser manipulados o ajustados. En el proceso rítmico de hacer eso, el material de la experiencia sigue su curso hasta llegar a su cumplimiento, lo cual, dado que ha sido teñido emocionalmente, resulta ser una consumación satisfactoria en vez de un mero cese apático. Como vimos antes, el sentir que debe ser el motivo para emprender una investigación y hacerla de forma honesta, es el mismo que debe formar la base de un proceso de aprendizaje.
“El enemigo de lo estético” – dice Dewey – “no son ni lo práctico ni lo intelectual. Es lo mediocre; el relajamiento de los fines; la sumisión a la convención en los procedimientos prácticos e intelectuales. Abstinencia rígida, sumisión obligada, tirantez de un lado y disipación, incoherencia e insistencia sin objeto del otro, son, en direcciones opuestas, desviaciones de la unidad de la experiencia”. Aquí, Dewey nos pinta un continuo con dos extremos en los que encontramos variantes de la experiencia anestética. Por un extremo está la laxitud y la pasividad, una homogeneidad de acontecimientos que fluyen uno tras otro sin propósito en su relación. Por el otro extremo es la rigidez mecánica donde la experiencia es producto de seguir reglas. Artísticamente, es la dimensión del cliché. El cliché no deja margen para la interpretación, sino que oprime tus botones emocionales, diciéndote qué sentir como si fueras un robot. Entre estos dos extremos está la experiencia estética, un proceso no homogéneo y laxo, sino estructurado, pero tampoco mecánico y rígido, sino uno que se desarrolla de forma orgánica hacia un fin satisfactorio.
Podemos, entonces, caracterizar la experiencia estética de la siguiente forma: 1. sus fases se articulan para producir una unidad. 2. Exhibe un carácter determinado, es decir, consta de una cualidad que recorre toda la experiencia. 3. la experiencia termina con cierto drama, esa experiencia de decir “ah, ha”, siendo una consumación en vez de un mero cese.
La experiencia estética es algo que tiene que lograrse a través de un esfuerzo y su estructura no es duradera sino frágil. Son muchas las cosas que pueden disiparla. Por ejemplo, la distracción y la interrupción (llamadas telefónicas, la mercadotecnia, alarmas, y notificaciones de Facebook y Whatsapp). Todo esto fragmenta el flujo orgánico de una experiencia. También la hiperactividad, haciendo tres o cuatro cosas a la vez, la amenaza de fechas límites, y por el otro extremo la pasividad, la flojera, el deseo de ser entretenido, y cosas por el estilo. El carácter de nuestro mundo moderno hace más fácil que la experimentemos de manera anestética.
Y con ello podemos agregar un componente más a nuestra comprensión del carácter etéreo y elevado del arte. Si la mayor parte de nuestra experiencia es anestética, entonces cuando aparece lo estético, contrasta de forma tan marcada con nuestra experiencia común que casi no lo reconocemos y lo ponemos en un mundo aparte.
Pues, lo que hemos visto en estos dos vídeos son sólo el primer y el tercer capítulos del libro de Dewey. Son 14 en total. De aquí en adelante habla del concepto de expresión, sustancia y forma, la crítica estética y también el arte y la civilización. Es todo muy interesante, pero vamos a dejar nuestro análisis en este punto ya que al entender el vínculo entre el arte y la experiencia, podrás leer con mucho provecho lo demás.
Termino con la siguiente observación. La próxima vez que veas la frase “obra de arte”, deberías tomar la palabra “obra” no como sustantivo, es decir, el arte como una cosa ahí, sino como verbo. Tú como espectador tienes que obrar, ya que la experiencia estética, como hemos aprendido, no es otro que una interacción con tu entorno.

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23 Comments

  1. Miguel korenko · 21/12/2020 Responder

    Estimado Darín
    Muy instructivo la reflexión de Dewey sobre el arte.
    También soy ateo en relación a las religiones reveladas pero respeto las tradiciones por lo tanto te deseo felices fiestas y mejor nuevo año 2021.
    Muchas gracias por todos los conocimientos que nos brindaste.
    Un gran abrazo
    Miguel

  2. Mario · 21/12/2020 Responder

    Excelente video Darin! Veo que Dewey le daba mucha importancia a las emociones. Fantástico! Justo estoy leyendo en un artículo de Tristán Harris (colega de Jaron Lanier) enThe New York Times del 15 dic 2019, donde reproduce lo que dijo hace 10 años el profesor de Harvard Edward Wilson, reconocido como padre de la sociobiología. Dijo así: “El verdadero problema de la humanidad es que tenemos emociones paleolíticas, instituciones medievales y tecnologías divinas”

    Me quedé paralizado cuando leí lo que dijo este hombre. Esto significa que, si nosotros mismos somos poco menos que analfabetos emocionales, no le echemos la culpa de la manipulación en las redes a la “inteligencia artificial” sino a las emociones “paleolíticas” que todavía seguimos teniendo. Es notable, Darin, la brecha o gap que hay entre nuestra capacidad de pensar racionalmente, de hacer ciencia y filosofía, y el desarrollo de nuestras emociones. Somos más o menos primates que filosofan..ja!

    ¿Cómo lo ves vos Darin? Te mando un fuerte abrazo

    • Darin · 21/12/2020 Responder

      Hola Mario. Muchas gracias por esa cita de Wilson, es verdaderamente impactante y cetera! Primates que filosofan, Dios mío!

  3. gastón · 21/12/2020 Responder

    Gracias Darin, excelente como siempre!
    Mis estudios en Psicología Social y, actualmente, en Gestión Educativa, me entusiasmaron a investigar sobre el aprendizaje. Desde las ideas de Jean Piaget, en Seis Estudios de Psicología, hasta las de Pichon Riviere, en su Teoría de Grupos, las “necesidades” son esenciales para poder conseguir que esa “experiencia” de la que muy bien describe Dewey, sea “significativa”. El “interés” es central para el aprendizaje, según los pedagogos, sin embargo, no hay interés sin necesidad. “… el objeto se hace interesante en la medida en que responde a una necesidad…” (Piaget). Esa “consumación” a la que se refiere Dewey, podría podría definirse como “insight”? Qué opinas?. Nosotros, en Psicología Social, decimos que nos “atraviesa” un conocimiento cuando genera en nosotros ese cambio tan especial. Estoy preparando mi Tesis y creo que va a ser muy importante que le preste atención a Dewey. Gracias Maestro! Saludos desde Argentina. Gastón

    • Darin · 21/12/2020 Responder

      Hola Gastón. Qué bueno que te haya gustado este vídeo. Con respecto a “insight” está la obra de Bernard Lonergan que se llama así – Insight, muy importante pero poco conocido.

  4. Ernesto · 21/12/2020 Responder

    Apreciado Darin. Gracias por tu dedicación a difundir el amor por el estudio de la Filosofía. Como regalo de navidad compré tu libro ‘Hombre, signo y cosmos. La Filosofía de Charles S. Pierce’. Lo estoy leyendo y disfruto cada página. Saludos desde Quetzaltenango, Guatemala!

  5. Joan · 21/12/2020 Responder

    Hola Darín,

    Muchas gracias por tus clases.

    Esta en concreto me ha llegado en un momento en que estaba abordando el tema estético por otro lado y me han resonado muchas ideas. En concreto, el filósofo alemán Markus Gabriel en su obra El poder del arte defiende la tesis, un poco sorprendente, de que el arte controla al poder.

    En este sentido afirma que si en su forma clásica ha contribuido a la manifestación del poder y a la estructuración del orden simbólico de la esfera pública, hoy es el arte el que controla al poder. El arte está vivo y es incontrolable: vivimos en una época estética. Está presente en todas partes. O bien como herramienta de persuasión o disfraz; fusionado con el diseño, en la publicidad y en las gráficas de las páginas web, en las películas y en la ropa; hasta en objetos y herramientas que antes solo se caracterizaban por ser útiles. No podemos escapar de él. Su manifestación es total.

    ¿Cómo es que el arte se ha vuelto tan poderoso que ni siquiera podamos imaginar una realidad que no esté gobernada por sus parámetros? Según Gabriel nadie, ni el observador ni el artista, están en posición de dirigir y dominar su destino, pues ambos acaban convirtiéndose en parte de la obra. Defiende que los espectadores son o acaban siendo parte de la obra de arte, pues tal es el poder del mismo, ya que una obra no se completa en si misma sino acaba siendo mirada o actuada en una persona y es en el desarrollo de ese proceso que uno deviene parte constitutiva de la misma.

    Realmente este tema es apasionante.

    ¿Puedes recomendar algún libro?

    Felices Fiestas y Próspero Año Nuevo

    Joan

    • Darin · 21/12/2020 Responder

      Hola Joan. Tiene mucha razón Gabriel. El modelo de publicidad del internet es realmente un modelo de modificación de conducta y se hace a través de emociones!

  6. RUBEN MELCOÑIAN · 23/12/2020 Responder

    Hola Darin, soy un asiduo seguidor de tus pod cast, te pido disculpas por utilizar este medio para consultarte , pero resido en Santiago de Chile y quiero hacer la Licenciatura en Filosofía online de la UPAEP (Mexico-Puebla). Si tienes algún comentario sobre la misma estaría muy agradecido. Saludos cordiales

    • Darin · 25/12/2020 Responder

      Hola Ruben. Conozco el equipo de la UPAEP, algunos fueron alumnos míos. No tiene el mismo nivel que la UNAM por ejemplo, pero muy bueno, lo puedo recomendar.

  7. Emilio Flores · 26/12/2020 Responder

    Estimado Profesor Darin, quiero agradecer su esfuerzo y dedicación al estudio y difusión de estos temas. Le sigo en ellos. Quiero desearle junto a todos una Feliz navidad y un mejor año 2021. Gracias y saludos cordiales.

  8. José Alfredo Guerrero Sosa · 26/12/2020 Responder

    Hola Prof. Darin agradecido por todo sus conocimientos que me ha dejado este año. Admiro el tremendo trabajo que usted y su equipo que hacen posible ofrecer estos videos, 20 minutos del video, seguramente meses de trabajo, grabación, edición, una maravilla de esfuerzo y dedicación.
    Le deseo desde Santiago en Panamá, un Venturoso y Prospero Año 2021, esperando contar con sus enseñanzas y experiencias.
    Un gran abrazo y mis mejores deseos para todos los compañeros seguidores suyos también.
    Prof. Guerrero Sosa

    • Darin · 27/12/2020 Responder

      Hola José Alfredo. Muchas gracias por su saludo y felicitación. Le deseo lo mismo. Le corrijo en un solo detalle. No tengo equipo, hago todo lo de la Fonda solito!

  9. ANONIMO_SPAIN · 27/12/2020 Responder

    Feliz, Navidad Maestro espero un feliz año 2021 para todos, gracias por su trabajo.

  10. Paulo Gualotuña · 31/12/2020 Responder

    Se perdiero el video de como hace la fonda filosofica, Darin solititito hace los videos de la fonda y en mi caso en muchos videos, casi todos han causado en mi una experiencia estetica… los videos de Scopenhawer, Nietze, Platon, Hegel, Heidegger, Gilles Delouze todos buenisimos…. gracias Darin por la fonda!

    • Darin · 01/01/2021 Responder

      Qué bien Paulo, me alegra mucho que te hayan gustado. Te mando un fuerte abrazo 🙂

  11. ignacio c. · 06/01/2021 Responder

    Hola Darin Excelente exposición como siempre.
    Sin duda muestra la estructura del ser humano, donde la naturaleza de las acciones constantes y consecuentes como ser biológico, combina los conceptos físicos con la inteligencia artificial de esta época.

    Saludos

  12. Laura Elena · 03/02/2022 Responder

    Darin,
    Te agradezco infinitamente todo el conocimiento brindado.

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