Zizek: El sublime objeto de la ideología, pt. 1

Hoy una revisión de las fuentes principales de Zizek – Hegel, Marx, y Lacan – para preparanos para la lectura de su “El sublime objeto de la ideología”.

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Guión

Nuestro análisis de la ideología se inició con Marx y ha pasado por Mannheim, Gramsci, Althusser, y Adorno y Horkheimer. En 1962, Habermas publicó su libro Historia y crítica de la opinión pública donde plantea un argumento muy parecido al de Adorno y Horkheimer. Habla de un espacio público que se creó en los cafés y salones europeos hacia finales del siglo 17 donde la gente podía debatir cuestiones de carácter público, pero que pronto desapareció con el desarrollo de grandes organizaciones comerciales. Lo que antes era un foro para el debate crítico se convirtió en otro modo de consumo cultural regido por las exigencias económicas de la industria de la cultura. Después, en 1970, Althusser publicó el texto que ya analizamos. Desde entonces, nadie ha tocado el tema de la ideología realmente. Pero eso no es de extrañar, por dos razones – una histórica y otra filosófica.
En 1989, el muro de Berlin se vino por abajo y con él la guerra fría entre los EE.UU. y Rusia llegó a su fin. En su lugar, se erigió lo que el primer presidente Bush declaró cómo un Nuevo Orden Mundial. El vencedor no era tanto los EEUU como la democracia liberal y la economía del mercado libre. Con la derrota del socialismo, la era de las ideologías llegó a su fin y entramos supuestamente en un mundo post-ideológico.
Filosóficamente, en los años 70 el pensamiento así llamado postmoderno estaba en ascenso y pronto llegó a influir mucho en las humanidades. Lo que diversos autores han acentuado es la imposibilidad de salir del contexto histórico-social de uno para juzgar las cosas con un juicio absoluto de verdad o falsedad. Criticar a la ideología implicaría semejante posibilidad. Por esta razón y por el dato histórico que mencionamos, no tiene sentido seguir discutiendo la ideología.
Pues, si fuera así, este vídeo terminaría aquí. ¡Pero no! En 1989, mientras caía el muro de Berlin, Slavoj Zizek publicó su primer, y todavía su mejor, libro: El sublime objeto de la ideología. A la fecha, Zizek es autor de 44 libros y co-autor de varios más. Al parecer, escribe tan frenéticamente cómo habla (seguramente has visto vídeos de él en Youtube). Pues por su voluminosa producción la gente piensa que ha de ser muy difícil su pensamiento, pero no es así. Para entender lo que dice sobre la ideología y para leer con provecho la gran mayoría de sus libros, sólo hay que entender sus fuentes, los autores que influyen en su modo de pensar. Los más importantes son tres: Hegel, Marx y Lacan.
Empecemos con Hegel. De él Zizek toma la noción de dialéctica, pero no la noción que todos conocemos en términos de tesis-antitesis-síntesis. En esta interpretación muy común, dos puntos de vista contradictorios entre sí se elevan a una nueva postura en la que son reconciliados, sus diferencias contradictorias borrándose en una perspectiva más amplia en la que los dos tienen razón. Este nuevo punto de vista, tarde o temprano, encuentra otro que lo contradice, y así sigue la dialéctica, impulsada por la contradicción, hasta llegar a una perspectiva de la más amplia posible, lo absoluto, en la que toda contradicción se ha eliminado, y toda perspectiva particular termina cómo un elemento en el sistema de la totalidad.
Zizek no acepta esta interpretación. En el texto que estamos considerando dice que “El ‘conocimiento absoluto’ denota una posición subjetiva que finalmente acepta la ‘contradicción’ como condición interna de toda identidad”. La verdad, no sé cómo deriva esta interpretación de los textos de Hegel, pero la idea es muy interesante, a saber, que la identidad de cualquier cosa encierra necesariamente una contradicción o un antagonismo que no puede eliminarse. Da el ejemplo de la democracia. Dice que “la democracia siempre acarrea la posibilidad de corrupción, del gobierno de la obtusa mediocridad. El único problema es que cada intento de eludir este riesgo inherente y de restaurar la democracia “real” acarrea necesariamente su opuesto, termina en la abolición de la democracia misma”. Tratar de suprimir el antagonismo de la sociedad civil sólo conduce al totalitarismo. Vemos este fenómeno en la revolución cubana. Para evitar la posible corrupción de la revolución y sus ideales, Fidel Castro y su hermano no han soltado el control, conduciendo a un estado no democrático, cómo pretendía Marx, sino totalitario. Si luchamos por la democracia, una democracia radical, Zizek dice que tendríamos que entenderla de un modo algo paradójico. Su carácter radical implicaría no la democracia pura o verdadera, sino, en cambio, “que únicamente podemos salvar la democracia tomando en cuenta su propia imposibilidad radical”. Paradójicamente, la democracia es posible al reconocer su imposibilidad. Veremos este tipo de contradicción o antagonismo que no puede resolverse en el análisis de la ideología en cuanto a creencias que la gente sostiene en contradicción con otros aspectos de su experiencia social.
Pasando a Marx, lo que Zizek le toma es, obviamente, la noción de ideología. Aunque el estudio de la ideología es interesante en sí mismo, le interesa a Zizek por la misma razón por la que le interesaba a Marx, como elemento en el estudio más amplio de la realidad social. Marx analiza esta realidad de forma teórica, sin duda, pero la motivación no es el puro placer de conocer, sino un motivo práctico, el deseo de cambiar el mundo. Zizek está de acuerdo con Marx en este sentido y casi todo lo que escribe está guiado por la motivación básica de mejorar el mundo. Sin embargo, para hacer eso hay que entender cómo el estatus quo se mantiene, a través de qué mecanismo el cambio es frenado u obstaculizado. La respuesta, en buena medida, es la ideología. Pero así como Zizek dio su giro a la dialéctica hegeliana, transforma también la ideología tal y como Marx la entiende. La ideología no es un discurso que oculta la verdad a la gente, creando así una falsa conciencia que puede ser corregida con una descripción veraz de la realidad. Más adelante veremos cómo Zizek entiende este fenómeno, pero para desarrollarla necesita la ayuda de alguien más. El pensamiento de Marx se centra en el nivel macro, en la dinámica social de mucha gente actuando y los fenómenos económicos que surgen como resultado. Explica bien el sistema económico, pero no tan bien el sistema psicológico del individuo. Es en el nivel de los deseos y las creencias de los individuos donde funciona la ideología. Marx no le ayuda mucho en este sentido, pero Jacques Lacan sí.
Lacan es un psicoanalista francés quien con base en las ideas de Freud armó una novedosa e interesante visión de la psique humana. Su teoría consta de muchos conceptos, pero lo que nos interesa aquí son los más básicos, los que conforman el andamio estructural de su propuesta. Se trata de los conceptos de lo Imaginario, lo Simbólico, y lo Real. Lacan los llama órdenes o registros. En filosofía, se llamarían categorías, cómo las que usan Aristóteles y Kant. En todo caso, para Lacan, la realidad psíquica, toda experiencia posible, encierra una combinación de estos tres registros. En otras palabras, son las tres dimensiones fundamentales de la subjetividad psíquica.
Empecemos con lo Imaginario. Éste es el registro que nos resulta más familiar porque tiene que ver con nuestro ego, con nuestra sensación de quienes somos. ¿Alguna vez has escrito un perfil para uno de esos sitios para conocer gente para relación o encuentros más pasajeros? El chiste es describirte, expresar cómo eres. Estrictamente, no estás comunicando cómo eres, sino cómo te imaginas. Para Lacan, el ego se forma de muy joven para dar unidad y estabilidad al desordenado flujo de sensaciones que siente el bebé. Se hace al identificarse con la imagen de uno en el espejo, la cual manifiesta un ser unificado, o con la imagen que miembros de la familia cercana presentan, como la madre. El detalle es que esta identificación no es, ni nunca puede ser, completa. El ego se conforma así por una división entre sí mismo y la imagen de sí mismo proporcionada por el otro. Ese otro toma diferentes formas a lo largo de la vida, pero lo que persiste es el intento del ego de superar la división, de reconciliar el otro consigo mismo. Es muy parecido a lo que dice Sartre sobre la conciencia, la cual por mala fe rechaza su libertad al tratar de identificarse con una cosa en-sí, la cual tiene una esencia y una naturaleza estable. Trata de detener el devenir de su ser-para-sí en la estática calma de un ser-en-sí.
Ahora, en buena medida el orden imaginario hace referencia a la experiencia de uno de vivir encerrado en la privacidad de su cabeza, de estar solo con sus pensamientos. Es la dimensión del ego individual. El orden simbólico, en cambio, es la dimensión de lo social la cual es ocupada no por el ego, sino por el sujeto. Hace referencia a las instituciones, prácticas, costumbres, leyes, reglas y ritos del mundo socio-cultural. El individuo no controla estos fenómenos, sino que está sujeto a ellos, por lo que no se trata de un ego sino precisamente de un sujeto. Desde que nace, el bebé ya está subjetivizado en el sentido de entrar en el mundo con cierto género, cierto color de piel, nace en una familia de cierta clase socioeconómica, etc. Todo esto quiere decir que está individualizado e identificado como una pieza en una tabla de ajedrez. Introduzco esta metáfora del ajedrez porque es la que usa el lingüista suiza Ferdinand de Saussure para ilustrar la naturaleza del lenguaje. Para Lacan, el lenguaje es de suma importancia. Casi siempre, cuando habla de lo simbólico, está hablando del lenguaje, no porque el medio del lenguaje, la palabra, sea más importante que el medio físico de una costumbre o un rito, sino porque la estructura del lenguaje y su funcionamiento ejemplifica el funcionamiento de las instituciones sociales y su manera de subjetivizarnos. El registro de lo simbólico se llama así debido a la naturaleza del símbolo. Para entender la naturaleza de éste, pasemos a Saussure.
Cualquier símbolo, cómo la palabra “gato”, significa lo que significa no por alguna cualidad inherente que tenga, sino por un acuerdo arbitrario, una convención social, cómo las reglas del ajedrez. Pero además, y más importante, el símbolo puede significar, puede funcionar, sólo si se distingue de los demás símbolos en el sistema lingüístico – “gato” se distingue de “pato” y de “gano”. Así, el lenguaje es un sistema de diferencias sin términos positivos que detuvieran el paso de símbolo en símbolo. Vemos lo mismo en el cerebro. Un pensamiento determinado es posibilitado no por una neurona en particular, sino por una relación diferencial entre muchas neuronas. No hay ninguna neurona que rige a las demás. He hablado de todo esto con más detalle en mi vídeo sobre Saussure y en otro sobre Derrida. Pondré las ligas en la descripción aquí abajo.
Lacan, siguiendo a Saussure, llama al símbolo el significante, y el paso de significante en significante lo llama la cadena significante. Para que esté claro, esto significa el hecho de que el lenguaje nunca revela la pura y simple presencia de un significado que no sea susceptible de interpretaciones adicionales por significantes posteriores. Pues, esa cadena y la estructura diferencial del lenguaje es lo que conforma el mundo social, el orden simbólico.
Desde las reflexiones que Heidegger y Gadamer hicieron sobre el lenguaje, se ha vuelto común decir que nosotros no hablamos el lenguaje, sino que el lenguaje habla nosotros. En cierto sentido, sin duda, nosotros hablamos el lenguaje, lo estoy haciendo yo ahora mismo. Desde el punto de vista del ego, yo estoy aquí y tú estás allá y van de por medio los significantes que voy enunciando. Escojo los signos que estimo necesarios para trasmitir la idea que tengo en mi cabeza al tuyo. Sin embargo, esta caracterización de la comunicación ignora la estructura del lenguaje que acabamos de ver. La unidad básica no es de ego a ego mediante el significante, sino de significante a significante mediante el sujeto. El ego piensa que habla el lenguaje al utilizarlo como una herramienta, cuando en realidad, para Lacan, es el lenguaje el que habla, el lenguaje en el sentido amplio del lenguaje institucional, social, cultural que, en tanto un sistema de diferencias, te subjetiviza en una amplia gama de categorías cuyo significado, siendo una función de relaciones diferenciales, es movedizo y a fin de cuentas inestable. La forma en que todo esto está expresado en un individuo particular lo demuestra no el ego, sino el inconsciente. Y así podemos entender la famosa afirmación de Lacan de que el inconsciente es estructurado como un lenguaje.
Curiosamente, la naturaleza de los tres registros de Lacan puede ilustrarse, formalmente, con las tres categorías de Peirce. Si no conoces estas categorías, tengo un vídeo al respecto, ta sabes, la liga aquí abajo. Bueno, sus categorías son la primeridad, la segundidad, y la terceridad. Son categorías de relación, es decir, enumeran las posibilidades de relación entre las cosas. La segundidad tiene que ver con una relación dual, entre dos cosas, como el ego y la imagen. De hecho, Lacan dice: “Toda relación dual conlleva siempre el estilo de lo imaginario”. La terceridad se refiere a las relaciones triádicas donde un símbolo media entre un objeto y un intérprete. Esto obviamente tiene que ver con el registro de lo simbólico.
Ahora podemos pasar al registro de lo Real, que en las categorías de Peirce correspondería a la primeridad. En términos de relaciones, la primeridad trata no de lo triádico ni de lo diádico, sino de lo monádico, de algo en sí mismo sin comparación con otra cosa. Psicológicamente, podemos experimentar algo al representarlo con el pensamiento (la terceridad), o mediante una reacción bruta con su existencia fáctica (la segundidad), o al sentirlo (la primeridad). Disfrutar una pieza musical (sin reflexionar sobre el goce o fijarse en ciertas notas, comparándolas con otras) sería un ejemplo psicólogo de la primeridad. Peirce lo describe muy bien en la siguiente cita: “Precede a toda síntesis y a toda diferenciación: no tiene unidad ni partes. No puede pensarse de manera articulada: afírmenlo, y ya ha perdido su característica inocencia, pues la afirmación siempre implica una negación de alguna otra cosa. ¡Deténganse a pensarlo y se ha ido! Lo que el mundo fue para Adán el día que abrió sus ojos ante él, antes de haber hecho distinción alguna o de haber llegado a ser consciente de su propia existencia, eso es primero . . . Acuérdense sólo de que toda descripción suya debe ser falsa”.
Incluyo esta cita larga porque nos ayuda entender la noción de lo Real en Lacan. Lo Real es aquello que no puede ser simbolizado, que no puede ser conocido. Volvamos al ejemplo de la pieza musical que mencioné antes. Hay un anécdota sobre un compositor famoso, no recuerdo quien, que invitó a varios amigos a su casa a escuchar una nueva composición. La tocó en el piano y hubo aplausos y una amiga dijo “Maestro, fantástico, pero díganos, ¿qué significa?” Sin decir palabra alguna, volvió al piano a tocar toda la pieza nuevamente. El significado de la pieza es su ejecución, es la emoción que crea en el oyente. Si hubiera abierto la boca para decirle con símbolos de qué se trataba, el objeto de sus símbolos no habría sido la pieza musical en sí, ya que, cómo dijo Peirce: “¡Deténganse a pensarlo y se ha ido!”. Conocemos el mundo no directamente, sino sólo por mediación de los símbolos, cómo una representación. Lo Real es el mundo antes de que sea trinchado por el lenguaje.
Entonces, si es imposible conocer lo Real, si estamos atrapados en el orden simbólico ¿por qué le interesa a Lacan? Porque los dos órdenes están íntimamente relacionados. Aun cuando nuestra experiencia del mundo sea simbólica, representativa, no somos simplemente robots siguiendo su programación simbólica. Un robot nunca puede tener una experiencia de lo Real más allá de su esquema representacional, pero nosotros sí. Lo Real irrumpe en nuestra experiencia al trabar el funcionamiento normal de la maquinaria simbólica. Para Lacan, esa experiencia es una trauma. ¿Cuál sería un ejemplo de eso?
Todo el planeta en este momento está viviendo semejante trauma. Me refiero a la pandemia del coronavirus. Por un lado, experimentamos la pandemia de manera simbólica. Algunos la representan como algo ingeniado por la CIA, otros cómo consecuencia de la globalización capitalista que destruye los ecosistemas, otros cómo un complot de la industria farmacológica, y otros como un pretextos por gobiernos para controlar a la población. Al margen de estas representaciones, los efectos de la pandemia siguen dándose. En los noticieros, he visto que comentan que la gente ya tiene fatiga del virus, está cansada, sin embargo, dicen, el virus no. El virus no respeta nuestra simbolización de él. Su bruta perseverancia es una irrupción de lo Real en nuestra experiencia.
El académico lacaniano Tony Myers ha descrito la relación entre lo Real y lo Simbólico de forma muy llamativa. Cómo hemos visto, los símbolos captan sólo fragmentos de lo Real, pero no su totalidad. Pero si lo Simbólico pudiera captar lo Real directamente, entonces nosotros como sujetos desapareceríamos. ¿Por qué? Pues, si captáramos completamente el mundo tal cómo es, si todo significante se emparejara perfectamente con cada significado, entonces no habría una cadena significante. Sólo habría el orden Simbólico en una correspondencia perfecta con lo Real. Lo que nos hace sujetos es la cadena significante y las decisiones e interpretaciones que hacemos al respecto, de modo que si la cadena significante desaparece, si nuestros símbolos enganchan perfectamente con lo Real, entonces ya no seríamos sujetos. Seríamos cómo ese robot que mencioné, siguiendo ciegamente los dictados del orden Simbólico.
El otro día, estaba leyendo Diferencia y repetición de Gilles Deleuze. En el comienzo del quinto capítulo dice algo que refleja muy bien lo que acabamos de comentar. Dice: “Es muy cierto que Dios hace el mundo calculando, pero esos cálculos nunca son exactos, y esa inexactitud en el resultado, esa irreductible desigualdad es la que forma la condición del mundo. El mundo ‘se hace’ mientras Dios calcula, no habría mundo si el cálculo fuera exacto”. Bonito ¿no?
Pues ya hemos hablado mucho de Lacan. Esto, junto con lo que comentamos sobre Hegel y Marx, nos va a ayudar a comprender el interesante libro de Zizek – El sublime objeto de la ideología – tema del proximo vídeo.

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26 Comments

  1. Gaspar · 24/10/2020 Responder

    Muy interesante la triangulación de Pierce y Lacan… gracias por el vídeo 🙂

  2. Ángela · 25/10/2020 Responder

    Coincido con Gaspar, espectacular hacer comprensible a Lacan via Pierce y divulgar a Pierce vía Lacan.
    Genial como siempre.

    • Miguel korenko · 25/10/2020 Responder

      Estimado Profesor
      Cómo siempre muy ameno y además de original fue muy comprensible Lacan comparándolo con Pierce.
      Siempre me ha resultado difícil entender a Lacan.
      Muchas gracias
      Saludos
      Miguel

    • Armando Rodríguez · 25/10/2020 Responder

      Impresionante maestría para seducir rumbo a tu próximo video gracias por la construcción y la diferencia allende lo incalculabe.

  3. Joan Lluis Rabassó · 25/10/2020 Responder

    Apreciado profesor,

    Es un gran placer asistir a los platillos de esta fonda como comensal

    Logra despertarme el apetito con nuevos platos, nutrirme bien y además las digestiones son de lo más deliciosas.

    Espero atento sus próximos vídeos.

    Un abrazo y adelante,

    Saludos,

    Joan

  4. Froylan · 25/10/2020 Responder

    Darin… Te admiro desde las conferencias que dabas en Humanidades.
    Me salía de mis clases de la Fac. Economía para asistir y escucharte.

    Ya compré tu libro y espero que Don Covid se vaya pronto para que me lo puedas autografiar.

    Soy Froylan Malpica para servirte

  5. Eugenio Ugarte Díaz · 25/10/2020 Responder

    Estimado maestro, su interesante presentación, en particular, las relaciones que ud establece entre lo Real y lo Simbólica en Lacan y Pierce. Me despierta la inquietud de revisar la imposibilidad del concepto (razón), para alcanzar la verdad en el texto de Schopenhauer: “El Mundo como voluntad y representación”. Mucho se comenta la influencia de este filósofo en los autores del psicoanálisis y, probablemente, la semiótica. Nuevamente le felicito por su aporte a la reflexión filosófica. Muchas gracias.

    • Darin · 25/10/2020 Responder

      Interesante el tema que comentas. SUerte y un abrazo!

      • Ricardo Matossian · 23/04/2022 Responder

        Muy buenos los videos sobre El sublime objeto de la ideología. Tiene razón el amigo cuando se refiere a Schopenhauer. La razón es un instrumento de las ciencias. Pero no se utiliza para la vida, que se rige más por sentimientos y emociones que por la razón. Schopenhauer, creo, no ha sido bien explicado por el gran maestro Darin Max Nabb, que no parece haber comprendido bien la notable influencia que ha ejercido sobre las artes y la literatura. Hasta hoy (Ver Hollebech o Carrere, entre otros).. sin contar co wue el gran Tolstoy ha dicho que era el hombre más inteligente que había dado la humanidad. Muy buena la Fonda. Buenísima

  6. ANONIMO_SPAIN · 25/10/2020 Responder

    Uff!, muy complicado, no sé si lo he cogido bien.

    No me cansare de agradecerle, profesor

  7. luis oropeza erez · 26/10/2020 Responder

    me quedo sin palabras, simbolos para explicar mi gratitud, por estas brillantes explicaciones de cosas tan complejas…saludos

  8. Roberto Somlo · 03/01/2021 Responder

    Hola Darin te agradezco toda la compania afectuosa y didactica con la que me acompañaste todo el año. Con Zizek encontre la mejor explicacion a la gran pregunta como el ser humano padre madre y abuelos cariñosos pueden convertirse en verdaderos monstruos, en Argentina decimos “el Peronismo es un sentimiento” y con Dewey comprender mejor a la EMOCION ESTETICA, la primeridad de Pierce como experiencia, probablemente una recompensa evolutiva al tener que enfrentarnos a situaciones de ruptura donde esta en juego la supervivencia. Es interesante el goce estetico ampliado a la resolucion de problemas matematicos, entender un libro de filosofia o cualquier reflexion que podamos culminar satisfactoriamente. Es cierto que requiere mas esfuerzo que escuchar musica y eso hace que no tengas los millones de suscriptores que honestamente mereces. Hay algo de los estructuralistas en el goce estetico, es la emocion de lograr que todas las piezas del puzzle encajen armoniosamente. Es cierto que en el museo es muy dificil sentirlo cuando en pocas horas hay que enfrentarse a tantas obras de arte, seria mejor que esten repartidas en el entorno para tener encuentros de ruptura que podamos culminar satisfactoriamente con el tiempo necesario. En fin somos EMOCIONES y eso es lo que me brindaste siempre. Un fuerte abrazo y un feliz año nuevo esperando con ansia tus nuevas experiencias esteticas

    • Darin · 03/01/2021 Responder

      Hola Roberto. Me da mucho gusto saber que te haya acompañado en parte de tu camino este año. Es muy importante y refrescante lo que dice Dewey sobre las emociones. Hoy en día el estudio de la afectividad es todo un campo de estudio. Te deseo un año próspero y tranquilo!

  9. Alberto Martín Cáceres · 28/03/2021 Responder

    He descubierto recientemente esta página dedicada al pensamiento; esa necesidad tan “innecesaria”. Me parece interesantísima por lo didáctico y perturbador que resulta ser siempre el pensamiento crítico y dialéctico, de ahí su frustrante escasez en estos tiempos, y más aún en ciertos ámbitos en los que hay que sobrevivir.
    “Desayunar” todos los días con la filosofía representa una revuelta constante y , como decía, sumergirse en el contrapunto de la dialéctica (tesis, antítesis…y complejidad).
    Con ello recupero una paradoja que viene un poco al caso de esta lección. “Es el propio pensamiento del conocimiento el que desbarata el mundo ideal del conocimiento; a la vez puede ocurrir que el conocimiento trastorne la seguridad del pensamiento”.
    Agradecidísimo por esta oportunidad profesor.

  10. joan · 27/07/2021 Responder

    el lenguaje puede ser primeridad?
    es decir, se puede tener un registro inmediato de una idea expresada en lenguaje, que en cuanto se piensa, desaparece, como en los sueños, pero en un sueño que seria no en sensación, sinó en lenguaje?
    porque si és así, cuando desaparece un lenguaje en el planeta, desaparece un trozo de real

    • Darin · 27/07/2021 Responder

      Hola Joan. Gracias por tu pregunta. Creo que el lenguaje correspondería a la categoría peirceana de la terceridad más bien.

  11. Kaeru · 18/02/2023 Responder

    Yo no veo vídeos de este señor, porque me pone nervioso. Termino contando cuántas veces se toca las narices.

  12. Alminar · 21/02/2023 Responder

    La interpretación anómala de Zizek de la dialéctica hegeliana parece seguir a la “Dialéctica Negativa”. En el segundo párrafo de la introducción Adorno comenta que si bien la dialéctica se aplica a todo, a lo que no se aplica es a sí misma, lo que es imposible siendo la conciencia consecuente de la no-identidad. Es decir, el desarrollo “tesis-antítesis-síntesis” no deja de ser el punto de vista de lo idéntico. De manera que en un esquematismo que aspire a ser verdaderamente dialéctico debe aplicarse a sí mismo su propia melodía y, por lo tanto, la dialéctica no podrá ser una expresión de afirmación de la identidad, sino especialmente de la no-identidad. No es la identidad la que encierra la contradicción realmente, sino la dialéctica, que es no-contradictoria cuando sólo obedece al discurso de lo idéntico.

  13. Alminar · 24/02/2023 Responder

    Gracias por la explicación a propósito de Peirce.
    Es un autor del que sólo conocía la ley del cálculo proposicional que lleva su nombre:
    [(p -> q) -> p] -> p

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