El ser y la nada, pt. 6/8

Hoy, con la ayuda de un bonito poema, analizamos la temporalidad del ser-para-sí.

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Guión

Anoche estaba leyendo un libro de uno de mis poetas favoritos, Mark Strand se llama, y me tope con uno de sus poemas más famosas. Se llama “Keeping Things Whole”. Leyéndolo nuevamente, me hizo pensar en Sartre y la extraña naturaleza de la conciencia, el ser-para-sí, y pensaba que sería bonito compartirlo con ustedes, no sólo para ilustrar lo que hemos visto, sino porque es bello y en este mundo falta más declamación de poesía. Es muy breve. Lo voy a leer primero en inglés y luego una traducción que hizo Octavio Paz.

Keeping Things Whole

In a field
I am the absence
of field.
This is
always the case.
Wherever I am
I am what is missing.

When I walk
I part the air
and always
the air moves in
to fill the spaces
where my body’s been.

We all have reasons
for moving.
I move
to keep things whole.

Las Cosas Enteras

En un campo
soy la ausencia
de campo.
Siempre
sucede así.
Dondequiera que esté
soy aquello que falta.

Si camino
parto el aire
mas siempre
vuelve el aire
a llenar los espacios
donde mi cuerpo estuvo.

Todos tenemos razones
para movernos: yo me muevo
por mantener
enteras a las cosas.

Aquí, el poeta expresa con la presencia física del cuerpo lo que en Sartre sucede con la conciencia. Soy la ausencia del campo, dice. No dice que al campo le falta algo, por ejemplo, el pedazo donde está el poeta parado, sino que el poeta mismo es esa ausencia. Lo que el cuerpo del poeta efectúa con su presencia, la conciencia sartreana lo hace con su mirada nihilizadora. Dondequiera que esté, dice el poeta, soy aquello que falta. Lo que tenemos aquí es una afirmación ontológica, como en Sartre. El poeta está hablando de su ser con respecto a los espacios que va ocupando. Su cuerpo es lo que falta en cada caso – su ser es una nada. Es como si hubiera una escisión en el ser, en el ser-en-sí de las cosas (campos, calles, parques), en el que el ser del poeta, el ser-para-sí, estuviera deslizándose. Expresa esto en la última estrofa cuando dice “yo me muevo por mantener enteras a las cosas”.
El poema termina bonito, pero en el caso de Sartre, las cosas no necesitan nuestra ayuda para ser lo que son, ya son enteras y siempre lo serán. Nos movemos, más bien, por mantenernos a nosotros mismos, no mantenernos enteros, pues nuestro ser no es él de las cosas, sino mantenernos en la dinámica propia del ser-para-sí. Es difícil explicar esto en los términos espaciales de cuerpos en movimiento. Mucho mejor sería la dimensión temporal, y esto es justo lo que Sartre hace en la segunda parte del libro. Ya terminamos la primera parte donde vimos los temas de la negación, la libertad y la mala fe. En la segunda, Sartre se centra en el ser-para-sí viendo con mayor detalle los elementos de su forma de ser. El primer capítulo vuelve a la facticidad pero dado que ya lo hemos tratado en vídeos anteriores quiero pasar al segundo capítulo sobre la temporalidad.
A ver, según mi reloj, son las 10:36 de la mañana. Fíjate que dije “son”, una palabra que indica existencia o realidad. Con el reloj medimos el tiempo, cómo medimos con una regla la longitud de un objeto físico. Parece que cuando hablamos del tiempo hacemos referencia a algo real, pero ¿qué tipo de realidad tiene? Podemos plantear dos posibilidades de entrada, correspondiendo a una postura idealista y a una realista. Por el lado realista, tenemos a alguien cómo Newton quien consideraba el tiempo (y el espacio también) como una realidad objetiva, donde estamos en el flujo del tiempo cómo uno puede estar parado en el flujo de agua en un río. El problema con esta forma de ver el tiempo es, cómo dice Sartre, “el pasado no es ya, el futuro no es aún; en cuanto al presente instantáneo, nadie ignora que no es en absoluto: es el límite de una división infinita, como el punto sin dimensión”. El pasado y el futuro no existen, y el ahora presente es un punto que ni siquiera puede experimentarse. A diferencia de la posición realista es la idealista de alguien como Leibniz. Para Leibniz, el tiempo no es absoluto sino relativo. En vez de ser algo en el que cosas se encuentran, es un sistema de relaciones que se da entre las cosas, cuya medición resulta en nuestro cálculo del tiempo. Esta postura idealista hace que el tiempo vaya en función de nuestro conocimiento. Sartre rechaza estas dos posturas. El ser del tiempo no es cómo el ser-en-sí, pero tampoco es una mera idea o representación. El tiempo constituye un aspecto no del conocimiento del ser humano, sino de su ser, formando parte íntegra de la estructura del ser-para-sí. Sartre analiza esta estructura y su dinámica en una reflexión sobre las tres dimensiones del tiempo: el pasado, el presente, y el futuro.
Empieza con el pasado, y la mayor parte de su discusión tiene que ver con el vínculo entre el pasado y el presente. Discutir el pasado como tal no tiene sentido ya que el pasado siempre es el pasado de algún presente. Da el ejemplo de su amigo Pierre que fue alumno de la Politécnica y que ahora tiene 40 años de edad. Dice que no es el adolescente que era alumno, sino el Pierre de ahora de 40 años de edad. El pasado nunca es el presente, sino al revés, el presente es su pasado, Pierre de ahora fue alumno. El verbo ahí es importante. Uno no tiene un pasado, como decimos que uno puede tener un auto. El vínculo o relación que hay entre mi auto y yo es una relación externa, lo cual quiere decir que es contingente. Si lo vendiera, seguiría siendo quien soy. Mi pasado, en cambio, no lo poseo, sino que lo soy. Mi pasado es necesariamente mío y es el contexto en el que yo vivo mi presente. El vínculo con el pasado no puede ser externo, entonces, sino interno.
Cuando usamos el pretérito, por ejemplo, yo fui generoso o yo fui codo, el “fui” constituye una síntesis, es decir, une al pasado con el presente. Esta unión consiste en el hecho de que uno es responsable de haber sido codo, por ejemplo, en el pasado. Responsable en el sentido de que si no hubiera nadie en el presente que sostuviera esa codicia en su ser ahora, ese acto de codicia no estaría simplemente en el pasado, sino que dejaría de existir, estaría perdido, no sería. Otra indicación de esta síntesis o unión de las dos dimensiones temporales es lo que siento cuando alguien comenta sobre mi acto de generosidad o de codicia el día de ayer. Me hace sentir bien o mal, es decir, no soy indiferente. Mi pasado no es algo del que me puedo deshacer, cómo me deshago de mi coche al venderlo. El presente es el pasado, dice Sartre, porque al decir yo fui esto o aquél, lo sostengo en el presente.
Sin embargo, el pasado no domina el presente, no es idéntico con el presente y eso gracias a la naturaleza del futuro que veremos dentro de poco. La única forma en que el pasado puede dominar por completo es cuando el presente y el futuro ya no existen, es decir, en el momento de la muerte. Sartre cita al escritor André Malraux quien dice que “La muerte trueca la vida en destino”. Luego dice Sartre: “Por la muerte, el para-sí se trueca para siempre en en-sí en la medida en que se ha deslizado íntegramente al pasado. Así, el pasado es la totalidad siempre creciente del en-sí que somos”. En tanto ser-en-sí, el pasado es, dice Sartre, nuestra facticidad. Recuerda que la facticidad son todos aquellos datos que definen las condiciones de nuestro nacimiento y que no podemos cambiar: nacer hombre o mujer, en tal o cual país, en esta familia y no en otra, etc. Pero no sólo eso, sino todos los “fue” que resultaron de nuestras elecciones: fue alumno en esa escuela, fue generoso con ese amigo, etc. Al respecto, Sartre cita un decir de Hegel: Wesen ist was gewesen ist – La esencia es lo que fue. El ser-en-sí es lo que puede definirse, es lo que tiene una esencia. Sin embargo, recuerda que para el ser-para-sí, la existencia precede a la esencia. Si no hemos muerto todavía, no somos aún ese en-sí, porque la forma de ser del ser-para-sí es negar o nihilizar. Al negar aquello que sea el objeto de su mirada intencional, sea un objeto físico o el propio pasado de uno, la conciencia crea una distancia, una nada, en la que reside su libertad, su ser libre del determinismo del ser-en-si y su proyección hacia el futuro. Pero antes del futuro, hablemos un poco del presente.
Dice Sartre: “A diferencia del Pasado, que es en-sí, el Presente es para-sí. ¿Cuál es su ser? Hay una antinomia propia del Presente: por una parte, suele definírselo por el ser; es presente lo que es, por oposición al futuro, que no es aún, y al pasado, que no es ya”. Pero si es así, el presente no es más que un instante, y en un instante el tiempo no dura, cómo debe hacer según reclama nuestra experiencia. Sartre evita este dilema de la siguiente manera. Dice: “Mi presente consiste en ser presente. ¿Presente a qué? A esta mesa, a este cuarto, a París, al mundo; en suma, al ser-en-sí”. Nuevamente, tenemos una relación entre el ser-para-sí y el ser-en-sí. Ahora, el ser-en-sí no es su pasado, sino aquello que en este momento aparece a la conciencia, el objeto de la intencionalidad que comentamos hace poco. Si la conciencia se identificara con ese objeto, dejaría de ser conciencia, se inmovilizaría – sería ese objeto, un ser-en-sí. Pero sabemos que no puede hacer eso. Más bien niega el objeto, poniendo esa distancia, esa nada, entre sí y el objeto. Sartre describe este presencia entre el ser-para-sí y el ser-en-sí de la siguiente manera: “El presente es precisamente esta negación del ser, esa evasión del ser en tanto que el ser es ahí como aquello de lo cual se evade. El Para-sí es presente al ser en form de huida; el Presente es una huida perpetua frente al ser. Así, hemos determinado el sentido primero del Presente: el Presente no es”. En otras palabras, el presente es una huida constante de la identidad del ser-en-sí. Fue su pasado, no es su presente, por lo que huye hacia el futuro.
El futuro es la dimensión de las posibilidades, de el “será”. Visualizamos el yo que seremos: un maestro, un padre, el dueño de un nuevo coche. Sea lo que sea, el futuro, entendido como una expresión o síntesis del ser-para-sí (y no como una sucesión de momentos idénticos que llegarán como el agua del río), el futuro es el más-alla-del-ser del para-sí, esa huida que comentamos hace poquito. Sin embargo, dice Sartre, este encuentro que esperamos con nuestro futuro yo no es algo que puede lograrse de forma sencilla y definitiva. Recuerda que sólo la muerte tiene ese tipo de finalidad. Imagínate que llegas a ser maestro. ¿En ese momento habrás llegado al futuro al que corrías? No, debido precisamente a la estructura nihilizadora de la conciencia. Hace que una coincidencia plena sea imposible. Esto no quiere decir que uno pase por la vida sin hacer cosas y tomar decisiones, sino sólo que el futuro permanece como una dimensión en la que algo distinto es posible, y el presente y el pasado como dimensiones en los que el ser-en-sí no logra sujetar o fijar a la conciencia en una identidad definida. El ser-para-sí nunca puede ser plenamente aquello que sus posibilidades plantean que podría llegar a ser. Es justo en la negación de esta posibilidad que el futuro surge cómo elemento del ser de la conciencia. A lo que va Sartre con todo esto es que el futuro nunca es un futuro determinado, fijo, sino el futuro de un futuro más. El futuro está siempre por venir, es lo que Sartre llama una “continua posibilización de posibles”.
Pasado, presente, futuro – estas tres dimensiones del tiempo Sartre las llama “ekstases”. Cómo sabemos, esta palabra viene del griego y significa literalmente estar fuera de lugar, fuera de donde uno está parado y, sin duda, describe muy bien la forma de ser del ser-para-sí. Hemos visto que la conciencia es su pasado en el sentido de ser responsable de lo que ha sido, pero lo es desde el presente. Si la conciencia fuera una cosa estática, coincidiría con ese pasado en una relación de identidad. Pero no, más bien es ekstático. Y en el presente, su presencia ante el mundo del ser-en-sí consiste en poner esa distancia de negación entre sí y aquello que aparezca. Temporalmente, la presencia es ekstasis también, una huida de un yo que pudiera ser una cosa. Y el futuro al que huye, en el que espera encontrar o coincidir con el yo que plantea, que proyecta, es un futuro que siempre tiene su propio futuro, por lo que es un futuro que nunca se alcanza. Sartre describe este vaivén temporal como diaspórico, un proceso en que la conciencia se dispersa entre estas tres dimensiones sin que alguna sea su hogar natural. Desde el punto de vista de cualquiera de las tres, la conciencia siempre está en otra parte.
A estas alturas, debe estar bastante claro que el tiempo no es algo objetivo allá afuera, cómo lo fue para Newton, ni una representación del cambio que se da entre las cosas, para Leibniz, sino que es la estructura del ser de la conciencia. El ser humano es un ser temporalizador, por así decirlo, el tiempo y cada una de sus dimensiones revelándose cómo aspectos esenciales del acto nihilizador del ser-para-sí.
Volviendo a las palabras del poeta – “Todos tenemos razones para movernos: yo me muevo por mantener enteras a las cosas”. En cuanto al movimiento ekstático de la conciencia de Sartre, su razón es por no convertirse en una de esas cosas, y así mantener su propia e ineludible libertad.

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18 Comments

  1. Miguel korenko · 10/08/2020 Responder

    Estimado Profesor
    Como siempre muy pedagógico la exposición. Se nota que Sartre fue un buen discípulo de Heidegger. Gracias a ti también accedí al Ser y Tiempo en una anterior exposición.
    Muchas gracias
    Un gran abrazo.
    Miguel korenko
    Montevideo
    Uruguay

  2. Tomás Martín Ruiz · 10/08/2020 Responder

    Darin se me ocurren algunas consideraciones:

    En primer lugar, que en el pasado, y el futuro, pueden estar en el presente de la conciencia. El pasado puede estar en mi presente como recuerdo. El futuro pueden estar en mi presente como proyecto.

    En segundo lugar, el ser en sí, del pasado influye en el ser para sí del futuro, porque, limita el presente y el futuro. Por ejemplo, si un hombre no tiene una educación básica, le supondrá una dificultad para poder estudiar en el futuro estudios universitarios.

    En tercer lugar, las persona dependemos de la voluntad de otras personas, y de las circunstancias que tienen como una voluntad propia, se la pude llamar destino o providencia, luego la conciencia es menos libre de lo que cree su angustiosa creencia.

    En cuarto lugar, el tiempo del presente en que consiste la vida como decía Heidegger, es un futuro sido, el ser para sí, siempre es futuro, porque lo que nos preocupa es el futuro, nunca el presente en el que estamos ocupados.

    En quinto lugar, nadie puede decirnos donde esta el éxito o el fracaso, una vida lograda o una vida perdida, luego si no hay un criterio, las decisiones que toma el ser para sí, son un poco indiferentes. A no ser que el ser para sí, establezca unas metas que quiere alcanzar, en este caso aparece la palabra frustración o fin logrado

    En sexto lugar, el ser en sí del pasado como ocurre en la historia y en mi biografía personal, enseñan a a mi conciencia, lo que debe o no debe hacer. Luego el pasado, ayuda a la conciencia en su presente y futuro.

    Muchas veces, no se lo que dicen los filósofos, porque cuesta entender lo que dicen, y nunca sabe si has comprendido donde está el problema. Espero no haberme salido del tema.

    Me parece que Sartre también habla del ser para si, en su confrontación con otras persona, con otros ser para sí.

    Muchas gracias Darin. Un fuerte abrazo.

    • Darin · 10/08/2020 Responder

      Hola Tomás. Claro, el ser para el otro es un tema muy importante para Sartre y está vinculado a lo que vimos en este vídeo. Será el tema del próximo. ¡Hasta pronto!

  3. Arq. Jose Agraz · 10/08/2020 Responder

    Hola Darin,

    El -ser para si- como consciencia , siempre de “algo”, es sin duda la única manera para conocer nuestra realidad.
    Sin embargo escuche decir a Tomas Abraham en una de sus conferencias sobre Sarte, que mientras la ocupación nazi estaba siendo en Paris , Sarte pareciera no tomar consciencia de estos sucesos, o al menos no los hace patentes en sus discursos.
    Es asi? existe constancia sobre esto ?
    Muchas gracias y saludos!

    • Darin · 10/08/2020 Responder

      Hola José. En 1941 Sartre fundó una revista, Socialisme et Liberté, en respuesta a la ocupación de Francia. Promovía que se asesinara colaboradores del gobierno Vichy. Y tiene un ensayo que se llama “París bajo la ocupación”. Estaba muy consciente de los sucesos, pero a fin de cuentas dedicaba su tiempo a filosofía y literatura.

  4. Emilio Flores · 10/08/2020 Responder

    Hola Darin, seguimos en este proceso de entender y aprehender de nunca acabar, gracias a Dios. Saludos

  5. Antonio · 11/08/2020 Responder

    Darín.
    Muchas gracias.
    Tengo que empezar por la parte 1.

  6. Margalida Bauza · 12/08/2020 Responder

    Desde niña me enseñaron a cuidar mi presente para tener un buen futuro. Creo que estaban equivocados, hay que cuidar el presente para tener un buen pasado. Al fin y al cabo el presente es inalcanzable o así lo veo yo. Dilemas a parte, gracias profesor por sus enseñanzas

  7. Carlos Garcia · 13/08/2020 Responder

    Pasado, una dimensión que ya no es, que fue, que estuvo, desapareció para siempre. Presente, una dimensión que jamás llega a ser, un instante fugaz, un relampagueante infinito, una estar donde no se puede estar, presencia sin estar presente ahí solamente. El futuro, una dimensión que no es, pero que llegará a ser, si aún estoy presente y que esté formado de pasados. Fuera de mi no hay ni pasado, ni presente ni futuro, yo soy pasado, presente y futuro.

  8. Joan Lluis Rabassó · 14/08/2020 Responder

    Hola Darín,

    Gracias por esta bella e interesante clase. El tiempo es algo que da mucho de sí. Si lo piensas bien hay una gran paradoja entre el presente y el pasado, pues el primero es fruto y consecuencia del primero, pero, a la vez, en función de como vivimos nuestro presente reconocemos y revivimos nuestro pasado. Si para Sartre el tiempo es algo constitutivo del ser humano y éste no es otra que su pasado, creo que entonces cada vez que vivamos nuestro presente nos revelaremos como un ser distinto, ya que nuestra visión del pasado no será la misma. De esta manera se podría entender el futuro como un horizonte de posibilidades en los cuales puedo llegar a tener un presente que provoque y evoque muchas lecturas distinta de mi pasado y, con ello la posibilidad de desplegar potencialmente los infinitos seres que hay en mí. A esa capacidad la llamaría libertad.

    Un saludo,

    Joan

    • Darin · 16/08/2020 Responder

      Muchas gracias por tu reflexión Joan, lo has expresado de forma muy clara y elegante!

  9. Javier Garcia Corona · 16/08/2020 Responder

    Conocí un poco a tu persona en un vídeo en el que te entrevistan en Madrid…no solo eres un gran profesor, además me pareces una buena persona…
    Gracias

    Saludos

    Javier

  10. Manuel · 12/04/2022 Responder

    Me parece excelente tu proyecto de enseñanza de la filosofia.

  11. Manuel · 12/04/2022 Responder

    Me parece excelente tu proyecto

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