La ideología en Mannheim, Gramsci y Althusser

Hoy, el pensamiento de Karl Mannheim, Antonio Gramsci y Louis Althusser en torno a la ideología.

Donativos con tarjeta de crédito: https://ko-fi.com/lafondafilosofica
Donativos depósito bancario: Banorte; CLABE 072840008940049751; Darin Michael McNabb

Guión

Fue Karl Marx quien fue primero en plantear bases teóricas para el concepto de ideología. Cómo vimos en el último vídeo, la ideología expresa los intereses de la clase dominante, por lo que resulta ser una comprensión sesgada y distorsionada de la realidad, engañando así a los que vean el mundo a través de su lente. De la misma manera que una ilusión óptica puede ser explicada y corregida, la ideología también puede ser explicada y desenmascarada.
La entrada para “ideología” en el diccionario de la Real Academia Española y también en mi diccionario en inglés no incluyen esta acepción que Marx plantea. Más bien dice: “Conjunto de ideas fundamentales que caracteriza el pensamiento de una persona, colectividad o época, de un movimiento cultural, religioso o político”. Para Marx, la ideología burguesa era la única ideología porque la burguesía era la clase dominante. Sin embargo, en los análisis políticos que posteriormente hacía gente como Lenin y el filósofo marxista Georg Luckács, la noción de ideología se amplió para incluir otros grupos involucrados en la lucha socio-política. Así que, al hablar de la ideología del proletariado o la ideología comunista, estaban haciendo referencia a ideas que expresan y promueven los intereses respectivos de las clases principales en conflicto. Hoy en día hablamos de la ideología conservadora, la ideología neo-liberal o la ideología feminista.
Este sentido de ideología constituye una neutralización del concepto más negativo y polémico de Marx. Su planteamiento teórico viene en 1929, con la publicación del libro Ideología y utopia del sociólogo aleman Karl Mannheim. Mannheim no rechaza el sentido marxista, pero sí lo amplía. Distingue entre una concepción particular de ideología y una total. La primera refleja la que ya hemos visto en Marx; tiene que ver con ideas y posturas que son una representación engañosa de una situación, una distorsión de cómo realmente están las cosas. El concepto total de ideología, el que aporta Mannheim, hace referencia a lo que los alemanes llaman un Weltanschauung, una cosmosvisión, que consiste en los conceptos y las formas de pensar y experimentar la realidad que, con base en circunstancias sociales, caracterizan a un amplio grupo o hasta una época entera. Esto es muy parecido a la noción de episteme en Foucault que comentamos en el vídeo sobre la fijación de la creencia, y también del método a priori que trata Peirce donde una creencia se adopta porque es “agradable a la razón”, tiene sentido dentro de la experiencia vital de un colectivo.
Ahora bien, esta concepción total de ideología problematiza el abordaje de Marx en la medida en que la crítica y desenmascaramiento de la ideología burguesa no tomaba en cuenta la propia situación social en la que la crítica se llevaba a cabo. Es decir, Marx criticaba la ideología burguesa pero sin cuestionar su propio punto de vista cómo ideológicamente conformado. A lo mejor, Marx hubiera respondido que la ideología del proletariado, al extenderse universalmente a lo largo del espacio social tras la revolución, ya no sería parcial o sesgada, sino total. En todo caso, para Mannheim, el concepto de ideología deja de usarse polémicamente como un arma, y pasa a ser un método de investigación en las ciencia sociales y en la historia intelectual en general. Este método Mannheim lo llamaba “la sociología del conocimiento”.
Por un lado, pareciera que lo que propone Mannheim vuelva a la idea original de Destutt de Tracy, el francés quien acuñó el concepto, en la medida en que pretende ser un estudio intelectual de ideas en vez de un arma político. Lo que Destutt de Tracy imaginaba era una ciencia objetiva al estilo de la Ilustración. Sin embargo, si las ideas no se encuentran en su propio medio, como las ideas platónicas, sino siempre situadas y condicionadas por un medio social y histórico, entonces la propia sociología del conocimiento que propone Mannheim también es condicionada en este sentido. En vez de una ciencia objetiva, lo que se tiene es un estudio cuyos criterios de evaluación no son absolutos sino relativos, relativos al historicismo en su base.
Entonces, en Mannheim vemos un distanciamiento de la ideología en Marx y una neutralización de su filo crítico y polémico, pero casi cómo si el concepto de ideología obedeciera una dinámica dialéctica en su desarrollo, vuelve al vocabulario marxista en el pensamiento de Antonio Gramsci, aunque, desde luego, con cierto giro.
Gramsci era un intelectual italiano activo en varios movimientos sociales de la clase obrera y uno de los miembros fundadores del partido comunista de Italia. En 1926, fue encarcelado por el gobierno fascista de Mussolini y fue liberado 11 años después sólo para morir a una semana de su salida de la cárcel. En esos 11 años escribió lo que hoy se conoce cómo su Cuaderno de cárcel en el cual hizo frente con el marxismo científico. Este último tiene que ver con lo que vimos en el último vídeo sobre el determinismo económico, la idea de que los modos y relaciones de producción económica en la infraestructura determinan el carácter socio-cultural en la superestructura. Para cambiar este último, para que haya revolución social, la clase obrera tiene que levantarse de forma unida y arrebatar el control de los medios de producción de la clase capitalista. Hasta el momento, tanto en la época de Gramsci cómo en la nuestra, esto no ha sucedido. ¿Por qué? La respuesta de Gramsci es que el capital controla los medios de producción no sólo por fuerza y por la amenaza de violencia, sino principalmente por el consenso del pueblo, un consenso que caracteriza cómo ideológicamente forjado. Su gran innovación consiste en plantear que la superestructura, la esfera de representaciones culturales, no es un mero reflejo de la infraestructura, sino que incide directamente en mantener el control de la esfera económica. Los medios de producción incluyen no sólo el trabajo sino también la información, no sólo fábricas y tierras sino los modos de producir y difundir el conocimiento, los sistemas de educación, propaganda, arte, los medios de comunicación, etc.
El concepto más importante en el pensamiento de Gramsci es el de la “hegemonía ideológica”. Hegemonía significa supremacía o dominio de un grupo sobre otro, o de un Estado sobre otro. Las colectividades humanas no son cómo las colectividades de insectos, cómo hormigas o abejas, donde todos los miembros trabajan de forma armoniosa por el bien de la colectividad. La totalidad política en el mundo humano se da cómo resultado de un grupo ejerciendo poder sobre otro grupo, los dirigentes sobre los dirigidos, un ejercicio que tiene que ser hegemónico para que no se trate de un mero conjunto de facciones. Ahora, cuando pensamos en este poder, pensamos en una fuerza coercitiva, como la policía o soldados en tanques, el sistema judicial y la burocracia en general. Estos elementos constituyen lo que Gramsci llama la “sociedad política” y sin duda forman parte de la hegemonía del Estado. Sin embargo, el Estado no ejerce su poder principalmente de esta manera, sino por otro fuerza – la del consenso. Esta fuerza emana no de soldados y jueces, sino de instituciones sociales cómo la iglesia, sindicatos, escuelas, es decir, todas aquellas organizaciones que forman la sociedad civil. La hegemonía del Estado proviene de un equilibrio entre la sociedad política y la sociedad civil, entre coerción y consenso, pero fundamentalmente de este último.
Ahora bien, dos preguntas. 1. ¿Consenso sobre qué, o sea, cuál es el objeto del consenso? y 2. ¿Cómo se logra el consenso? El objeto del consenso es la estructura básica de la sociedad. Si tomamos cómo ejemplo el capitalismo, tiene que haber un acuerdo general de qué ese sistema económico, con su característica forma de repartir obligaciones y privilegios, sea bueno. La clase dominante podría con fuerza obligar a la gente a participar en el sistema, pero sería muy costoso y la totalidad social sería muy tensa y frágil. Mucho más fácil y efectivo si la gente no resiste, si están de acuerdo con el sistema y participa de forma voluntaria. ¿Cómo se logra eso? Pues, cuando vas de compras, digamos por ropa, no escoges cualquier camisa o pantalón, sino aquél que va con tu imagen o al menos la imagen que quieres proyectar. Una imagen seria, relajada, deportiva, juvenil, de negocios, o quizá eres de la onda hippie. Si alguien te pidiera que andaras en la calle con esto puesto, seguramente tendría que obligarte con una fuerza coercitiva o de alguna manera convencerte de que esto va con tu imagen para que estuvieras de acuerdo y te lo pusieras con gusto. Esto es lo que está en juego en el análisis de Gramsci. El sistema económico es la prenda y los miembros de la sociedad el comprador. Este último tiene cierta imagen de sí misma, cierta forma de representarse a sí misma. La sociedad tiene un sistema de valores morales, mitos e imágenes que forjan su carácter o ethos general, un ethos que se percibe de la misma forma que un individuo, viéndose en el espejo, ve cierto tipo de persona.
Entonces, respondiendo directamente a la segunda pregunta – ¿Cómo se logra el consenso? – la clase dominante toma ciertos aspectos de esa imagen y los manipulan, resaltando ciertas cosas y reinterpretando otras de modo que los dos queden tan bien el uno al otro como el anillo al dedo. En esto consiste la ideología para Gramsci, el proceso en que los intereses de cierto clase se visten de valores culturales, estos últimos convirtiéndose a su vez en instintos o disposiciones naturales.
Uno de los valores o fenómenos culturales más potentes en la manipulación ideológica es la religión. Gramsci da dos ejemplos de esto. En Italia, dice, la hegemonía ideológica de la clase burguesa se ha mantenido principalmente a través de la Iglesia Católica, una institución de mando centralizado y jerárquico cuyo poder proviene de un jefe máximo de otro mundo. Sus mandamientos, a los que hay que atenerse, son esencialmente conservadores por lo que la iglesia y su cultura resiste el cambio social. En los países anglosajones, caracterizados por la cultura del Protestantismo, es un poco diferente. Ahí vemos el acento puesto en el individuo, en llevar una vida de abnegación y auto-control, lo cual implica una represión de energías psíquicas y corporales a favor del trabajo, cuyos frutos constituye una señal de que uno está en el favor de Dios. Esto, básicamente, es el argumento de Weber en su clásico La ética protestante y el espíritu del capitalismo. La privatización de la espiritualidad, por así decirlo, o sea, retirarlo del espacio público a que sea un asunto privado, tiene el efecto de segregar a los ciudadanos los unos de los otros, despolitizándolos y creando así un sujeto relativamente dócil muy adaptado a las necesidades de producción del capitalismo.
Entonces, la ideología para Gramsci no es un concepto neutral, cómo en Mannheim, sino que juega un papel importante en la dominación política. Pero a diferencia de Marx, la ideología no es una simple distorsión de la que hay que deshacerse. La ideología constituye un elemento integral en el funcionamiento del Estado y la sociedad.
Cómo último, vamos a considerar el pensamiento del filósofo francés Louis Althusser. Althusser fue bastante influido por Gramsci, cómo pronto veremos. Sin embargo, Althusser analiza con mayor profundidad los mecanismos ideológicos, lo cual es muy iluminador, y dado su postura estructuralista, minimiza los aspectos históricos y humanistas, problematizando la agencia humana al ver nuestra propia subjetividad como determinada ideológicamente.
Bueno, el escrito en que nos basamos se llama “Ideología y los aparatos ideológicos de estado” lo cual se encuentra en un libro suyo que se llama Sobre la reproducción. Su punto de partida es una cuestión técnica, pero muy importante. Empezando con un ejemplo, para que una planta florezca, para que haga fotosíntesis y produzca frutos, tiene que reponer constantemente las condiciones que posibilitan esa actividad, a saber, agua, luz y varios nutrientes. Si no reproduce las condiciones de su producción, muere. Lo mismo con una sociedad, específicamente con su sistema económico. Lo que tiene que reproducir son los modos de producción y las relaciones de producción que Marx comenta en Capital. Los modos o fuerzas de producción son, por un lado, el trabajo humano, y por el otro las fábricas, las herramientas y la materia prima. Al terminar la jornada, el trabajador está cansado y tiene hambre. Con el sueldo que recibe de su patrón, compra comida y paga la renta de un lugar donde puede descansar. De esta manera, reproduce la energía necesaria para volver el día siguiente a trabajar. Y parte de las ganancias del patrón van a la compra de más materia prima para el día siguiente. De esta manera, los modos de producción se reproducen.
Además, están las relaciones de producción, con lo cual se refiere a cómo los trabajadores se relacionan entre sí y con los patrones. Dependiendo de cómo estas relaciones se dan, se puede tener un sistema capitalista, socialista, comunista, fascista, etc. Ahora, todo eso constituye la base económica en Marx, eso de la infraestructura. La reproducción de los modos de producción ya lo explicamos, pero la de las relaciones de producción, no. De momento, los trabajadores y los patrones se relacionan de forma capitalista, pero ¿cómo puede asegurarse mañana y a futuro sigan relacionándose de la misma forma?
Para explicar esto, Althusser acude a lo que llama aparatos de estado, los cuales se encuentran en la esfera cultural de la superestructura. Hay dos aparatos: el aparato represivo de estado y el aparato ideológico de estado, los cuales corresponden a la sociedad política con su fuerza coercitiva y la sociedad civil con su fuerza de consenso que vimos en Gramsci. El aparato represivo incluye la policía, las fuerzas armadas, el sistema judicial, prisiones y el sistema burocrático-administrativo, todos los cuales están centralizados y bajo el control del gobierno. El poder que ejerce este aparato es coercitivo y violento, y se emplea cuando el orden social establecido se ve amenazado por los actos de individuos o grupos.
El aparato ideológico de estado es distinto. Se refiere a una multiplicidad de instituciones sociales como: el sistema educativo, la familia, partidos políticos, sindicatos, los medios masivos (cómo la prensa, la radio, la televisión, y hoy en día el internet), e instituciones culturales cómo el arte, la literatura, los deportes, etc. Con la excepción de las escuela públicas, estas instituciones no están bajo el control directo del gobierno, y además el poder que ejercen no es violento y coercitivo. Su función no es la represión sino la ideología. ¿Cómo entiende Althusser la ideología? Pues comparte con Mannheim y Gramsci la noción de ideología como una cosmovisión tejida por un conjunto de creencias, valores y posturas generales sobre el mundo. Comenta que en la Edad Media esta función unificadora la llevaba a cabo principalmente la Iglesia y la familia, pero que hoy en día los medios de comunicación y el sistema educativo son mucho más importantes. Recordemos que la función de la ideología es reproducir las relaciones de producción. Con su modelo de la propaganda, Chomsky ha mostrado cómo la incorporación de publicidad en los medios de comunicación, cómo la prensa y la televisión, ha bajado el costo para el consumidor pero con la consecuencia de que unas cuantas corporaciones sean dueños de la gran mayoría de los órganos de comunicación. Esto a su vez tiene la consecuencia de que lo que se comunica en esos medios no contradiga los intereses de sus dueños, que son grandes líderes del sistema capitalista. De manera sutil e ideológica entonces, el consumidor internaliza cómo natural las relaciones de producción del sistema en que se encuentra.
Además, está el sistema educativo, lo cual para Althusser es el principal motor del aparato ideológico del estado. Es que, por mucho que los medios de comunicación difundan la ideología burguesa, no dota a los obreros de los conocimientos y aptitudes que el trabajo de producción requiere de ellos. Las escuelas sí. Hace tiempo leí que las calificaciones que se dan a los alumnos proviene de las fábricas, de cómo calificaban los productos al salir de la línea de montaje. Productos perfectamente hechos recibían la calificación más alta, y otros productos recibían menor calificación según los defectos que tenía en la fabricación. No sé si sea cierto eso, pero algo parecido comenta Althusser al hablar de cómo el sistema educativo prepara a los jóvenes con conocimiento básico, tanto matemático como social, y los va expulsando del sistema en diferentes momentos. Muchos terminando la preparatoria, los cuales serán en mayor parte obreros, inyectados en el sistema de producción. Una cantidad menor siguen más tiempo hasta que tengan el conocimiento necesario para el trabajo burocrático de funcionario. “Un último sector”, dice Althusser, “llega a la cima, sea para caer en la semicesantía intelectual, sea para convertirse, aparte de los “intelectuales del trabajador colectivo”, en agentes de la explotación (capitalistas, empresarios), en agentes de la represión (militares, policías, políticos, administradores, etc.), o en profesionales de la ideología (sacerdotes de toda especie, que son, en su mayoría, “laicos” convencidos)”.
A mí me suena un tanto hiperbólico eso, pero es verdad que el sistema educativo es muy instrumentalizado hoy en día. El estudio de las humanidades tiene cada vez menos presencia y relevancia en la oferta educativa, sustituido por estudios más rentables. Eso, junto con la jerarquía de calificaciones, los exámenes estandarizados y el entorno competitivo que crea, replica el propio entorno económico de producción al que los estudios están dirigidos, logrando así, en la estimación de Althusser, la reproducción de las relaciones de producción que caracteriza nuestra sociedad.
Entendemos la escuela cómo un entorno para la transmisión de ideas y conocimiento, pero para Althusser, es mucho más que eso. El término ideología a fin de cuentas no tiene que ver tanto con ideas, en tanto que éstas sean fenómenos inmateriales en la cabeza, como con prácticas y ritos en un entorno material. En otras palabras, si queremos saber la ideología de alguien, no tenemos que hacerle preguntas a las que respondería con palabras que externaran sus ideas. Sólo tenemos que fijarnos en el entorno de sus prácticas. Nos saludamos en la calle de cierta manera, nos formamos en colas para ser atendidos y no nos ponemos delante de otro en la cola, tocamos la puerta de uno antes de entrar, etc. Hay mil ejemplos de cómo nuestra conducta está regida por estas prácticas y ritos.
Con esta discusión de la “existencia material del aparato ideológico”, Althusser pasa a una discusión de la subjetividad. Donde el concepto principal de Gramsci es “la hegemonía ideológica”, la de Althusser es “la interpelación ideológica”. En filosofía, interpelación significa “dar existencia a algo o darle una identidad”. Althusser afirma que nuestra subjetividad es interpelada o creada de esta forma, es decir, que es una construcción ideológica. En su nivel más básico, esto se refiere a lo que sucede cuando alguien nos saluda o se dirige a nosotros. Tan pronto que reconocemos el saludo del otro, estamos siendo constituidos cómo sujetos por su acto. Althusser habla de una persona que va caminando en la calle y un policía le grita “¡Oiga!”. La persona se detiene y se voltea para responder el llamado, y así, dice Althusser, “Mediante esa inversión física de 180 grados, se convierte en sujeto”. De esta sencilla manera, respondiendo la llamada del otro, nos alistamos nosotros mismos cómo sujetos en la ideología, lo cual tiene el efecto de procurar la reproducción de las relaciones de producción. La ideología, en este sentido, asegura que cada quien sabe dónde debería estar en la estructura social, específicamente, su lugar en el sistema de producción. Tu alarma sonando a las 6AM es un llamado al lugar de trabajo, a la cual respondes de la forma indicada, la que el sistema espera.
Al preparar el material para este vídeo, me quedé pensando en la diversidad de subjetividades. En la Edad Media, el sujeto humano se definía en términos de la fe religiosa. Era un feligrés. Luego pasó a ser un súbdito. Luego, con las revoluciones democráticas a ser un ciudadano. En los últimos 50 años, ha renunciado su subjetividad de ciudadano por la de un consumidor. Y en los últimos 10 años está convirtiéndose en usuario. Sigue siendo consumidor y, nominalmente, ciudadano, pero el llamado que nos llega hoy en día no es el saludo de otro ser humano, sino de las opciones que nos da un algoritmo en las redes sociales. A estas alturas, la ideología que nos conforma cómo sujetos no trata de ideas y representaciones sino de una práctica netamente afectiva que, de una forma cada vez más nociva, moldea nuestra interacción con los demás y delimita severamente lo que se presenta cómo posibilidades de una vida humana. En fin, apenas estoy pensando esta relación entre la interpelación ideológica y la subjetividad cómo usuario. En un vídeo posterior, espero volver a este tema con mayor conocimiento de su dinámica y sus consecuencias.
Quiero terminar resumiendo un poco nuestro análisis. Para los autores que vimos aquí, la ideología no es una mera distorsión o ilusión de la que hay que simplemente deshacernos, sino una de la fuerzas o aparatos constitutivos de la integridad y hegemonía de cualquier estado. Cuando la ideología reinante empieza a fragmentarse, el Estado tiene recurso muchas veces al aparato represivo, a mandar la policía o hasta la fuerza armada a las calles cómo vimos en los años 60 con la lucha por los derechos civiles de los negros en los EEUU y en las amplias protestas estudiantiles y sociales en general en ´68. Estos momentos son acompañados inevitablemente de enfrentamientos a nivel cultural, es decir, ideológico, una lucha por la definición de una sociedad, su cosmovisión y valores. Es a estos enfrentamientos culturales que hice referencia en mi vídeo sobre el dogmatismo. Dije ahí que en esta lucha política y cultural escucho discursos locos, afirmaciones que me parecen dogmáticas y patentemente ideológicas . Pues creo que a estas alturas de nuestra investigación, semejante afirmación es problemática. Siendo la ideología constitutiva y sistémica, ¿qué criterio se puede utilizar para criticar un discurso desde otro? Seguimos en el próximo vídeo con propuestas más recientes. A ver si encontramos una respuesta.

Descargar guión en PDF

Audio
Descargar audio aquí

28 Comments

  1. Miguel korenko · 29/08/2020 Responder

    Estimado Profesor
    Excelente análisis como nos tienes acostumbrado. Además es muy ameno y pedagógico.
    Una vez más tu exposición nos muestra la vigencia de la filosofía.
    Un gran abrazo.
    Saludos
    Hasta la próxima.
    Muchas gracias.
    Miguel korenko
    Uruguay

  2. Javier Garcia Corona · 29/08/2020 Responder

    Aún no lo he visto/leído tu análisis, pero siempre agradezco recibir en mi correo un nuevo estudio preparado por ti…simplemente gracias y un abrazo Darin

  3. Paulo Cesar Gualotuña · 29/08/2020 Responder

    Fantástico Darin! Agradecido de sus publicaciones refresca la mente y es un potente lente para ver el mundo.

  4. Eduardo Coli · 29/08/2020 Responder

    Estimado Darin; a mí se me ocurre una desviación de la visión, que no repara en la forma, ni en las cosas, si no en los procesos dialecticos que lleva a las cosas y a las formas, que subyace sin ser percibido, como la acción creadora subyacente, por detrás y por debajo de las formas y las cosas.

    Partiendo de la acción de la mente y el espíritu, escindido de las limitaciones físicas de la materia bruta, como de la viviente, condiciones superadas constantemente por la propia acción manifestación creadora de la mente y el espíritu, libertado. En su camino de superación contante, mediante la dominación y creación constante de cosas y realidades de todo tipo y tenor, creadas y constantemente superadas, suplantadas en si, por la propia acción de liberadora de la mente y el espíritu, en su afán expansivo progresivo y continuo “dialéctica” de la mente y el espíritu.

    El espíritu liberado de su materialidad, como acción, se vuelve recurrentemente sobre el dominio y la transformación, como la explotación y el manejo continuo de sus propias condiciones materiales.
    No solo habría que tomar y ver a las ideas y a las ideologías como procesos y estepas, momentos dinámicamente productivos, a crea y superar, por la propia acción.
    O sucesivamente superadas y remplazadas en sí, por la propia acción constante creadora y dialéctica de la acción de la mente y le espíritu, sino que también habría que ver y tomar, a la propia creación constitución de las formación de las clase sociales.
    Como meras etapas momentos, como formas necesarias de un proceso universal de expansión constante, creador trasformador, que se establece por sus formas, dominado por la acción de la mente y el espíritu, como formas necesarias, a un momento histórico de la evolución y superación de la mente y el espíritu, producto de la propia acción y superación creadora de la mente y el espíritu, escindido o liberado de toda restricción y limitación física como orgánica.
    La producción y transformación como creación constante de mundo y realidad social y económica, deriva de esta acción creadora, dialéctica, superadora, de la mente y el espíritu, de sus limitaciones y restricción físicas y orgánicas.
    Ninguna clase dirige los procesos de cambio y superación constante de los procesos productivos económicos sociales de la realidad, estos se deben y obedecen a la evolución constante, como superación dialéctica continua de la acción creadora de la mente y el espíritu.
    La continuidad contante de la superación continua de la acción de la mente y el espíritu, se da a través de las discontinuidad, la caducidad constantes, pasajera de las formas, las ideas, las ideologías, las clases sociales, los modos productivos, como meros momentos, empelados por el proceso expansivo de desarrollo constante de la acción y libertad de la mente y el espíritu, en contante progreso contra la materialidad del universo, o en contraste a la materialidad creadora expresiva dialéctica y evolutiva del propio desarrollo y manifestación del universo.
    Gracias por seguir abogando y profundizando en la reflexión y difusión de la filosofía. Un abrazo

  5. Laura · 29/08/2020 Responder

    Excelente conferencia. Como siempre, disfruto escucharlas. Gracias por todo. Saludos

  6. diana cevallos · 29/08/2020 Responder

    agradezco las notificaciones de los videos que montas. Gracias. cambie de correo

  7. Carlos Wolpo · 29/08/2020 Responder

    Desde hace tres años utilizo tus audios y vídeos para preparar mis clases de historia, introduciendo la filosofía e ideas económicas e su desarrollo.En lo personal Kant y Hegel a sido lo mas denso.Me gustaria me recomiendes algunos textos que me faciliten la comprension de Hegel. El escucharte hace tantos años me da una corriente de confianza que se expilca por la curiosidad y la claridad que generar nuestros encuentros a distancia .Muchas gracias.Carlos Wolpo desde Bs As

  8. Daniel García · 30/08/2020 Responder

    excelente conferencia deja en claro que el pensamiento filosófico tiene plena actualidad y vigencia.- Espero la siguiente charla sobre El ser y la nada gracias

  9. Emilio Flores · 30/08/2020 Responder

    Hola Darin, gracias por la exposición, siempre buscando el crecimiento e intento seguir en esa línea, saludos

  10. Marcelo Cagnolatti · 31/08/2020 Responder

    Hola Darin, execelente resumen. Creo que el camino de tu charla nos va llevando al presente y la discusion filosófica de como interpretarlo filosoficamente. Te queria consultar si has leido a Alan Badieu y su libro “El Ser y el Acontecimiento”. Y en caso positivo, que te parece y si piensas contarnos algo al respecto.

    Muchas gracias por tus aportes. Te vengo siguiende desde Ser y Tiempo de M. Heidegger!

    Abrazo desde Buenos Aires,

    Marcelo

    • Darin · 01/09/2020 Responder

      Hola Marcelo. Confieso que no he leído ese libro de Badiou. Es bastante difícil. Conozco más o menos su argumento pero no me siento capaz todavía de tratarlo en la Fonda. Manos a la obra!

  11. Rolando · 31/08/2020 Responder

    Gracias Dr. Darin:
    Importante rol de la filosofía en el esclarecimiento de la función de la ideología y las relaciones dentro del Estado.
    Saludos

  12. Martha · 25/10/2020 Responder

    Hacía tiempo no visitaba su espacio profesor. Mis felicitaciones, como siempre excelente material, muy claro en sus exposiciones y haciendo un aporte imprescindible. Muchas gracias, desde Uruguay.

  13. Eduardo Martínez Gutiérrez · 30/12/2020 Responder

    Excelente labor de síntesis del pensamiento de cada uno de ellos, muy bien el trabajo de comparación y extraordinaria la exposición. Gracias y enhorabuena

  14. Rafael Gerardo · 19/10/2021 Responder

    Si hay cosas que le tengo que agredecer a Internet, una de esas es haber encontrado al profesor Darín! Muchas Gracias!

  15. Alminar · 19/02/2023 Responder

    “Siendo la ideología constitutiva y sistémica, ¿qué criterio se puede utilizar para criticar un discurso desde otro?”
    Si afirmas que no lo hay, estarás realizando esa afirmación desde tu condición interpelada.
    Si afirmas que la hay, serás un agente de la ideología dominante.
    Falsedad inherente a ambas respuestas.
    La lógica inherente a esa pregunta es necesariamente monovalente.

Dejar comentario