Hegel y la Fenomenología del espíritu, pt. 16/18

Un recorrido gráfico del camino hasta ahora, y un examen de la última configuración de la razón que dará paso al espíritu.

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Guión

En los personajes de Fausto, el romántico sentimental, y el Caballero de la Virtud, encontramos diferentes estrategias que la conciencia empleaba para “encontrarse en el mundo”. En cada una de estas configuraciones, la conciencia tiene gustos y principios que le rigen la vida, y que si sólo podría lograr que los demás aceptaran su punto de vista, se sentiría en casa, y así comprobaría la consigna idealista de la razón con la que empezó este capítulo, a saber, de ser toda la realidad.
El virtuoso, dispuesto a sacrificar su individualidad para que el principio universal se ejerciera de forma libre y pura y el bien se diera, se fastidiaba al ver los demás individuos ejerciendo sus propios principios en una gran pugna de intereses. Lo que aprendió es que, a pesar de ello o quizá gracias a ello, el bien se dio, que el mundo, esa aglomeración aparentemente caótica, era más sabio que cualquier individuo. Así que, empieza el último tramo del quinto capítulo con una nueva perspectiva o mentalidad. Ya no va a tratar de transformar al otro para ver en ese otro su ley interior, sino que va a actualizar esa ley o universal a través de su propia actividad individual. Y así pasamos a la sección llamada “La individualidad que es para sí real en y para sí misma”.
¿Te acuerdas de nuestra discusión de esos términos del en-sí, el para-sí y el en-y-para-sí? A estas alturas del libro, creo que podemos volver a verlos con más provecho, y con ello ubicarnos en nuestro camino. Hablando de “alturas”, para visualizar el camino trazado hasta ahora sería conveniente verlo como el ascenso de una montaña. La conciencia que estamos siguiendo sólo ve de frente en su ascenso. ¿Qué vería si se voltease a ver lo recorrido hasta ahora?
Lo que vería lo vamos a visualizar en un gráfico que consta de dos variables o factores. Por un lado, las diferentes formas o configuraciones de la conciencia, cada una de las cuales va a indicar una ubicación específica en el ascenso. Y por el otro lado, el vínculo de estas configuraciones con las diferentes fases de la dialéctica. Al comienzo de nuestro análisis, habíamos comentado que estas fases se conocen popularmente como tesis, antítesis y síntesis. Sin embargo, los términos que usa Hegel en la Fenomenología son esas del en-sí, el para-sí y el en-y-para-sí. Si uno asciende una montaña físicamente, sus piernas le llevan y tiene que ingerir energía para que avancen. Si la asciende conceptualmente, su experiencia le lleva, y el motor o la energía que necesita para que avance es la dialéctica. El alpinista está tratando de superar la distancia entre sí mismo y la cima. Lo que nuestro amigo la conciencia está tratando de superar es el sentirse enajenado de la realidad, de sentirla como un algo ajeno a sí misma. Esta distancia entre la conciencia y la realidad la vemos en una serie de dualismos a lo largo del texto: objeto-sujeto, teórico-práctico, universal-individual, entre otros. Cuando la conciencia toma algo en su experiencia como en-sí, lo está tratando como objeto y con una postura teórica. Esta postura es lo que normalmente inicia un nuevo giro de la dialéctica y es lo que popularmente conocemos como “la tesis”. Sin embargo, encuentra que su concepto, su postura conceptual, no concuerda con su experiencia, entonces cambia de perspectiva. Esta nueva perspectiva es el para-sí donde lo real o lo verdadero pasa de ser un objeto que se entiende teóricamente a ser una función de un sujeto que lo constituye prácticamente con su actividad. Esto es lo que conocemos como “la antítesis”. Como final, encontrando nuevamente una discordancia entre su concepto y la experiencia, toma una nueva perspectiva que combina las posturas anteriores tanto del objeto como del sujeto. Esto es el en-y-para-sí, o la síntesis, lo cual, sin embargo, se toma como un algo dado de forma inmediata, o sea, un nuevo en-sí, con lo cual la dialéctica empieza nuevamente.
Habíamos comentado que esta dialéctica tiene lugar en diferentes escalas, desde breves sub-secciones, a las secciones, a los capítulos mismos y hasta las grandes divisiones del libro. En nuestro gráfico, vamos a verla en términos de los grandes contornos del libro y vinculado con la progresión de las diferentes configuraciones de la conciencia
Entonces, volviendo a nuestra metáfora de la montaña, al voltearse, la conciencia vería que inició cómo una simple conciencia que entendía lo real y lo verdadero como un algo allá fuera en el mundo, una cosa o un objeto. Hay tres capítulos que corresponden a esta postura: La certeza sensible, La percepción, y La fuerza y el entendimiento, los cuales en su conjunto conforman la primera gran división de la Fenomenología que Hegel llama “Conciencia”. Dado que se trata de entender lo verdadero como basado en algún objeto externo, toda esta división corresponde al en-sí. Bueno, la conciencia aprende su lección de esta experiencia y asciende a una nueva y distinta perspectiva general que es la de la Autoconciencia. En las tres partes que componen esta división, la conciencia se fija en sí misma como la fuente de lo real y lo verdadero, y por eso se llama la autoconciencia. Esto corresponde al para-sí que, como vimos, pone énfasis en el lado del sujeto y su actividad práctica. Aunque el objeto sea distinto aquí, la dinámica de la dialéctica es la misma, por lo que, como indican los colores de las líneas, la autoconciencia parte, como partía la conciencia al principio, tomando a su objeto (o sea, sí mismo) como algo inmediato y dado y actuaba de acuerdo con esta idea. La práctica de la autoconciencia consistía en negar el mundo externo y llegó a su extremo en lo que vimos del estoicismo, el escepticismo y la conciencia infeliz que se encerraba desesperadamente en sí misma. La postura que hemos venido analizando en los últimos dos vídeos es la de la razón, la cual toma una perspectiva nueva y afirmativa sobre el mundo en la que objeto y sujeto (o el en-sí y el para-sí) están unidos. Recuerda que el concepto de la razón es el del idealismo, es decir, está convencida de ser toda la realidad. Para mostrar eso, tiene que volver a recorrer las dos posturas anteriores de la conciencia y la autoconciencia, del en-sí y el para-sí, para llegar, como puedes imaginar, al en-y-para-sí. Las tres partes de la razón observante corresponden a los tres capítulos de la división sobre la conciencia porque, si te acuerdas, la razón busca a sí misma entre el mundo de los objetos. Y las tres partes de la razón activa que vimos en el último vídeo corresponden a las tres partes de la división sobre la autoconciencia porque la razón activa trata de actualizar el universal en el mundo como producto de su actividad como individuo o sujeto. La combinación de estas dos perspectivas, la unidad de sujeto y objeto en-y-para-si es lo que vamos a ver en el vídeo de hoy.
Bueno, pasando al texto entonces, dijimos que vamos a pasar a la sección llamada “La individualidad que es para sí real en y para sí misma”. Hegel describe esta última configuración de la razón como una “compenetración del ser-en-sí y el ser-para-sí, de la universal y la individualidad” o del objeto que la razón observante trataba y el sujeto que la razón activa quería de transformar. Siendo ahora la fusión de los dos, deja de dirigirse hacia fuera, a las cosas y a los otros, y se centra en sí misma, en su propia actividad. Es decir, para comprobar su creencia de ser toda la realidad, ya no busca la ley o lo universal que caracteriza esa realidad fuera de sí, sino dentro de su propia actividad. Es al expresarse en su actividad que el universal se actualizará.
Seguro tu smartphone o algún dispositivo que tengas tiene un asistente personal, llámase Siri, Alexa o Cortana. Le haces una pregunta y responde. Pues imagínate que el individuo que estamos observando en la Fenomenología fuera un solo iPhone y que su actividad, su forma de actuar, fuera Siri respondiendo tus preguntas. Lo universal que actualiza en su actividad sería simplemente su programación, el código. Esa universalidad que encierra, es decir, la funcionalidad o capacidad de responder preguntas, está latente o implícito. Se hace explícito o se actualiza en la actividad de responder preguntas. Y dado que todo iPhone tiene el mismo código, Siri, si tuviera la creencia de ser toda la realidad y pudiera experimentar el mundo de todos los demás iPhone, se encontraría en todas partes y se sentiría en casa.
Bueno, es algo parecido con el ser humano, sólo que el universal que encierra no es un código informático, sino, como dice Hegel, una “capacidad, talento o carácter particular”. Es un universal porque todo ser humano tiene capacidades y talentos, sólo que se combinan de forma diferente en cada quien. Cuando uno actualiza la potencialidad que tiene, produce un obra, como una pintura, un poema, un artículo académico, o incluso un vídeo para Youtube. Todos hemos tenido esta experiencia de hacer algo bien, de darnos cuenta de un talento de hacer algo que nos distingue del flujo normal de las cosas. En esa actividad, no sólo nos realizamos como individuos, sino que con ello y al mismo tiempo actualizamos ese universal. Mi actividad como individuo se realiza por medio de una capacidad universal.
Sin embargo, en el momento de compartirlo con el mundo, otros me pueden felicitar, pero ellos no tendrán la misma experiencia de unión con la realidad que yo. Dice Hegel que para otros individuos la obra de uno es “una realidad extraña, en lugar de la cual ellos deben poner la suya propia para que pueda darse por medio de su hacer la conciencia de su unidad con la realidad efectiva”. De esta manera, cada quien se da cuenta de la parcialidad de su obra y por tanto del universal que encierra. Sin embargo, considera que a pesar de ello la actividad que la produjo expresa un universal más amplio, lo que Hegel llama en alemán die Sache selbst, o la cosa misma. Lo describe como un género universal del cual la pluralidad de actividades con su obras correspondientes son como especies. En el campo de la filosofía, por ejemplo, hay muchos autores, propuestas y libros, todos esforzándose para expresar esa cosa misma, el alma o espíritu de la filosofía. Si espera que Hegel proceda a describir un ambiente de colaboración y búsqueda desinteresada por esa cosa misma, pues no. Lo que describe, aunque sea con su ya acostumbrada prosa pesada, es bastante chistosa, una sátira del mundo académico.
La sección que estamos considerando se llama “El reino animal espiritual y el engaño, o la cosa misma”. La primera parte del título traduce “Das geistige Tierreich und der Betrug”. Tierreich es, literalmente, reino animal, en el sentido biológico, pero eso no es el sentido que Hegel expresa aquí. La palabra Tiergarten significa zoológico, una ordenada exposición de animales para el público. Sin embargo, más que un zoológico, el escenario que Hegel describe se parece más a un circo, o Tierschau en el alemán, literalmente un show de animales, expuestos no para la serena contemplación ni para el estudio, sino como espectáculo. Pero lo que se expone en esta sección del texto no son animales, sino formas del espíritu (por eso la palabra geistige), formas que se hacen pasar por las formas profundas y serias del espíritu humano pero que no son más que sombras engañosas cuya finalidad es llamar la atención a sí mismas, como la gente que trabaja en un circo o feria de pueblo que gritan algún rollo para que pases a jugar o gastar dinero en su puesto. Charlatanes del intelecto, pues.
Dice Hegel: “Una individualidad se dispone, pues, a llevar a cabo algo”. En nuestro ejemplo del mundo académico de la filosofía podría ser dar una ponencia sobre metafísica, por ejemplo. Ése sería el tema o “la cosa misma”. Hay académicos que acuden a la plática porque ellos también están interesados en “la cosa misma”. En la ronda de preguntas, señala uno de ellos que esta cosa ya ha sido llevada a cabo por él y que con todo gusto brinda y presta su ayuda para que todos estén en la misma página, por así decirlo. Dice Hegel que “su apresurarse para ayudar no era más [que un deseo de] ver y mostrar su hacer, y no la cosa misma”. Éste es el engaño que se menciona en el título. Hegel dice que “acuden volando como las moscas a la leche que se acaba de poner sobre la mesa”, no con el afán de aportar sino de lucirse. Anda cada profe como monarca en su propio reino de ideas, fingiendo interés en los proyectos de otros pero sólo como pretexto para hacer que el otro se interese en su propio proyecto. Así son pues los congresos de filosofía, una sórdida exposición en la que los animales académicos rondan por las salas y los pasillos posando en sus jaulas espirituales para atraer la mirada.
Dejando nuestro ejemplo y volviendo a la conciencia, ve que este egoísmo de la razón sólo lo aparta de lo universal, de la cosa misma, por lo que, para superar esta dificultad, toma su actividad individual y sus proyectos personales como momentos de una empresa más amplia. Pasa de ver su actividad como una expresión de su individualidad a verla en términos morales, es decir, que la cosa misma no es asunto de un solo individuo sino de la actividad “de todos y de cada uno”. En la siguiente sección “La razón legisladora”, la conciencia reconoce esto de forma explícita.
Aquí, el universal, o la cosa misma de la sección anterior, se entiende en términos de ley, una ley que rige no objetos físicos, sino, dado que estamos hablando de la actividad de individuos, la conducta humana. ¿Cómo llega un individuo a conocer estas leyes universales? Hegel dice que “la razón sana sabe de un modo inmediato lo que es justo y bueno”, por ejemplo, “Cada cual debe decir la verdad” y “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Todos intuyen estas leyes y al simplemente enunciarlas la razón es legisladora. Sin embargo, las leyes son formales y los individuos y los contextos a que se aplican son muy variados. Por ejemplo, ¿amo a mi prójimo si me pide dinero para drogas y se lo doy? No. Saber cómo actuar bien no puede reducirse al manejo de unas cuantas reglas generales.
Creo que en el último vídeo hablamos de la eticidad, esa sustancia ética en la que vivían y actuaban los antiguos griegos. En la dimensión del espíritu, a la que estamos por pasar, Hegel volverá a ella pero con un planteamiento enriquecido por las lecciones de la conciencia en su travesía por el actuar individualista. Pero hay una última sección antes de llegar a ello – “La razón que examina leyes”. Lo que se discute aquí es una respuesta al problema de la razón legisladora que acabamos de ver. En vez de depender de una ley formal, viendo si permite la acción de uno, un individuo puede aplicar a su acción un examen o prueba para ver si se justifica éticamente. A lo mejor suena familiar esto. No es otro que el imperativo categórico de Kant, lo cual reza: “Obra como si la máxima de tu acción pudiera convertirse por tu voluntad en una ley universal”. Para Hegel la moral kantiana es un formalismo vacío que fracasa en su intento de determinar el contenido concreto de la moral. Hegel usa el ejemplo de la propiedad. Dice: “¿Debe ser una ley absoluta que exista propiedad?” Si esto fuera tu máxima, Kant diría que no hay problema porque al universalizarse no se contradice, es decir, su universalización no impide el tener propiedad. Hegel responde que hay otras máximas al respecto que tampoco se contradicen pero que sin embargo llegan a una conclusión diferente. Por ejemplo, la no-propiedad, la ausencia de propietario de las cosas o la comunidad de bienes. Por cierto, no dudo que Marx haya leído este ejemplo de la propiedad con mucha atención. El punto es que los principios de que “todos deberían tener propiedad” y que “nadie debería tener propiedad” (la idea del comunismo) superan la prueba kantiana de la razón, sin embargo, dicen dos cosas distintas. ¿Cuál hay que escoger? Resulta que la razón pura no nos puede decir.
A lo largo de la Fenomenología, hemos visto la dialéctica entre el individuo y el universal. En este largo capítulo quinto, la conciencia, convencida de su unidad con lo real y por tanto con lo universal, buscaba evidencia del mismo a través de varias actividades – primero una actividad teórica, la observación, y luego una actividad práctica, la de realizar lo universal en el corazón de otros, y como final, realizando lo universal en su propia actividad al desarrollar sus talentos. Tras el fracaso de todos estos intentos, ha llegado a la conclusión de que un universal de verdad que valiera para todos tendría que ser uno no que el individuo actualice, sino que actualice a sí mismo. El universal que hasta ahora la razón ha tenido como objeto se transforma, y con ello la propia conciencia – deja de ser la razón y pasa a ser Geist, el espíritu, con el cual, en el próximo vídeo, empezamos el último tramo de la Fenomenología.

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21 Comments

  1. Jose Pablo · 18/04/2019 Responder

    Gracias a tus videos estoy comprendiendo y amando mas la filosofía. En realidad es excelente tu labor divulgativa, con ella puedo decir que tengo un profesor de filosofía en casa. Gracias Darín.

  2. Mateo Durán · 18/04/2019 Responder

    Darin, son excelentes las analogías que haces, facilitan mucho el entendimiento pero sin reducir su contenido fundamental. ¡Gracias!

  3. Enrique Reina · 18/04/2019 Responder

    Gracia Darin. Estoy repasando de nuevo tus lecciones y estoy muy satisfecho de mis progresos. Ahora estoy de vacaciones de Semana Santa. En cuanto vuelva a Madrid me imprimo el capítulo 16.

    • Darin · 18/04/2019 Responder

      Muy bien, me da gusto!

      • Fernando · 14/08/2020 Responder

        Estimado Darin, podrías analizar a dos pensadores: Jiddu Krishnamurti y E.M. Cioran?
        Un fuerte abrazo, desde Lima – Perú

        • Darin · 16/08/2020 Responder

          Hola Fernando. He leído últimamente al físico David Bohm quien sostuvo muchas pláticas con Krishnamurti. No conozco a fondo éste pero voy a empezar a leerlo.

  4. Carlos · 18/04/2019 Responder

    En algunas partes parece que Hegel se hubiera anticipado a describir el estado de bienestar, o aquellas otras formas del socialismo, como también de capitalismo, que han fracasado. En todos los casos, parece que lo que falla es cierto afán de complacencia con, supuestamente, haber arribado a algún final absoluto, que luego se torna irreal. Desde este punto de vista el mismo Hegel se equivocaría si supusiera que algún final imperecedero subsista alguna vez. ¡Y todos pasamos por allí!
    A este imposible ético, L. Wittgenstein llegaría también pero por otras rutas.
    Parecería que siempre habrá una realidad que escapa a la conciencia, tanto que es capaz de suplantar lo que antes se daba por absolutamente sentado. A algo así alude D. Bohm y otros, en estadios avanzados del conocimiento.

  5. Cecilia · 18/04/2019 Responder

    Inmejorable ponencia. Como siempre, un gracias enoooorme!

  6. Carlos · 18/04/2019 Responder

    “Lo que aprendió es que, a pesar de ello o quizá gracias a ello, el bien se dio, que el mundo, esa aglomeración aparentemente caótica, era más sabio que cualquier individuo”.
    Si se leyera entre líneas esta pasaje podría significar el llamado conocimiento en la nube. Hoy la nube puede ser esgrimido como proximidad a alguna verdad e incluso propiciar, sea del caso, inversiones multimillonarias que, aveces, serían suficientes para producir crisis.
    Hegel tiene la virtud de insinuar posiciones que se convierten en realidades provisionales.

    • Darin · 20/04/2019 Responder

      Buen ojo Carlos. Otros han leído en esa parte una descripción de la mano invisible de Adam Smith. Vaya Hegel!

  7. Tony johnson · 25/04/2019 Responder

    Siempre me ha apasionado la filosofía
    Me gustaría que me sugieras unas lecturas para tener una buena base y seguir de forma ordenada desarrollándome.Es fascinante poder contar con alguien como tú para entender los fundamentos de la filosofía y aplicarlos a la vida. Total de eso se trata de usar la filosofía para mejorar nuestras vidas mejorando nuestra formas de pensar.Estoy leyendo Filosofía de la Praxis y me gustaría saber tu opinión sobre el tema y recomendaciones y comentarios

    • Darin · 27/04/2019 Responder

      Hola Tony. Tengo un vídeo que puede orientarte en tus lecturas: https://www.lafondafilosofica.com/1299-2/ En cuanto a ese libro, no lo conozco, pero es un tema muy interesante e importante, trabajo muy bien por la escuela de Frankfurt.

      • Mario · 17/11/2019 Responder

        Hola Darin. Hace un tiempo me desayuné la “Dialéctica de la Ilustración” y me gustaría mucho almorzarmela en la Fonda ja! ¿Cuándo le vas a entrar a la Escuela de Frankfurt?

        • Darin · 19/11/2019 Responder

          Muy pronto, o bien sobre ese libro o bien sobre el concepto de ideología.

          • Mario · 23/11/2019

            Yo creo que la promesa de la Ilustración de “dominar la Naturaleza a través de la Razón” finalmente ha conducido esto : el ARTE ha sido reemplazado por el entretenimiento, las IDEAS por la ideología y el DIOS vivo por la idolatría del poder y el dinero. Qué banquete! Cuántas ideas! Cuánta vida hay en la Fonda!

  8. Arturo · 25/05/2019 Responder

    Buen día. Me pregunto cuál sería la mejor traducción de “La Fenomenología del Espíritu”. Me parece que existe una en el Fondo de Cultura Económica, una en Abada Editores y también en Pre-Textos. ¿Podría decirme cuál comprar? gracias

  9. Mario · 18/11/2019 Responder

    Llegamos a la cúspide de todo el edificio hegeliano. La Razón deja de ser el objeto de la Conciencia y el Espíritu ocupa su lugar. Me preparo para lo que he buscado desde un principio en La Fonda : mi encuentro con el Absoluto. Gracias Darin

  10. Luis G Alfaro Fattel · 06/05/2020 Responder

    Hola Dr. Como siempre gracias, su capacidad de síntesis no tiene igual

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