Kant, lo bello y lo sublime, pt. 6/6

En este último vídeo en la serie consideramos el juicio sobre lo sublime. Revisaremos lo sublime matemático y lo sublime dinámico y la manera en que la experiencia revela la superioridad moral del ser humano ante los fenómenos de la naturaleza.

Guión

Ya hemos hablado mucho sobre la belleza, el juicio de gusto, y diversos ejemplos de obras de arte como estatuas, pinturas, sinfonías, etc.  Hoy vamos a considerar otro tipo de experiencia estética, la de lo sublime.  En el libro Kant dice que hay que distinguir entre dos clases de lo sublime: lo sublime matemático y lo sublime dinámico.  Empecemos con la primera.

La imagen del cielo estrellado que acabamos de ver es un ejemplo de lo sublime matemático.  ¿Por qué es sublime?  ¿Qué entiende Kant por este término?  En la sección 25 de La crítica del juicio Kant lo explica.  Dice, “Sublime llamamos lo que es absolutamente grande.”  Ok, pues ¿qué significa ser absolutamente grande?  Para contestar esa pregunta hay que entender el concepto de “grande”.  Cuando digo que algo es grande, eso no me dice mucho.  ¿Grande con respecto a qué?  Hace falta una comparación con otra cosa.  Este rascacielos es grande comparado con una casa pero no es nada grande comparado con la Tierra.  Ahora bien, estas cosas (la casa, un rascacielos, la Tierra) son lo que Kant llama magnitudes.  Que algo sea una magnitud puede saberse a partir de la cosa misma sin compararla con otras cosas.  Una magnitud, dice Kant, es una multiplicidad de elementos homogéneos que, en su conjunto, constituyen una totalidad.  Entonces, las cosas en sí mismas son magnitudes, pero cuando queremos decir qué tan grande sea una de ellas la tenemos que comparar con otra, con otra magnitud, como su medida.  Por ejemplo, podemos usar la magnitud de una casa para determinar lo grande que es un rascacielos.  Pero cuando usamos esa segunda cosa para medir la primera, queda indeterminada la unidad de medición de ella.  Por ejemplo, podríamos decir que el rascacielos mide 400 casas de altura.  ¿Pero qué significa eso?  La casa misma tendría que ser comparada con aun otra magnitud para tener una idea de la medición, y así ad infinitum.  Como dice Kant, “Está claro que ninguna determinación de magnitud de los fenómenos nos puede dar concepto alguno absoluto de una magnitud, sino solamente un concepto comparativo.”  Esto es muy parecido a lo que dice Einstein en su teoría de la relatividad.  El espacio y el tiempo no son absolutos sino relativos.

Entonces, dice Kant, si llamamos algo no solamente grande sino absolutamente grande, sobre toda comparación, ahí tenemos lo sublime.  Sublime es aquello en comparación con lo cual toda otra cosa es pequeña.  Y de aquí se sigue que lo sublime no puede hallarse en cosas de la naturaleza.  ¿Por qué?  Piensa en el objeto más grande de tu experiencia.  Por grande que sea, sería fácil reducirlo a algo infinitamente pequeño si lo consideramos en otra relación.  E igual con algo muy pequeño.  Si lo juzgamos con estándares más pequeños, ese objeto pequeño podría ampliarse al tamaño de un mundo.  Dice Kant que los telescopios nos han proporcionado experiencias del primero y los microscopios experiencias del segundo.  Considerado así, nada que puede ser objeto de los sentidos podría llamarse sublime.  Más bien, lo que señala la experiencia sublime es algo sobre nuestra propia naturaleza, pero de eso hablaremos más adelante.

En la sección 26 Kant sigue con la cuestión de la medición de magnitudes.  Dice que hay dos formas de estimar una magnitud: la matemática y la estética.  Cuando estimamos la magnitud de algo usando conceptos numéricos, lo hacemos de forma matemática.  Cuando se hace por mera intuición (con el ojo), es estética.  Por ejemplo, vamos a medir la estatura de la Torre Eifel.  Tiene una altura de 3.24 −14 años luz.  ¿Qué?  ¿Años luz?  Tenemos una vaga idea de la longitud de un año luz pero aquí no nos ayuda.  Kant dice que la magnitud de la medida hay que suponerla como conocida.  Si no, pues hay que estimar su magnitud, y si lo hacemos de forma matemática, es decir, usando números cuya unidad sería una medida distinta, nos encontramos con un problema.  Vamos a ver.  Si medimos nuestra primera medida de forma matemática, usando otros números, podríamos decir que esta cantidad de años luz es igual a 324,000,000 micras.  ¿Ves que esta nueva medida tiene el mismo problema?  Vamos a medir ella con otra medida, digamos pulgadas – 12.756 pulgadas.  Dice Kant que si seguimos midiendo de forma matemática, nunca vamos a llegar a una medida primera o básica.  ¿Qué tal si lo medimos así?  324 metros.  Ah, eso es mejor.  Ahora tenemos una idea real de su altura.  Pero esa medición en metros es simplemente otra medida.  ¿Entonces, cuál es la diferencia?  Kant dice que nuestra estimación de la magnitud de la medida básica tiene que consistir solamente en que se la pueda aprehender inmediatamente en una intuición.  Eso lo hemos hecho precisamente con el metro.  Sabemos que es la longitud de un brazo, de un mesa, de un arbusto, cosas que todos hemos intuido con el ojo.

Todo esto es muy parecido a la paradoja del diccionario.  Leemos una palabra que no entendemos, así que sacamos el diccionario.  Encontrando su definición, lo que encontramos son más palabras.  Para entenderlas las buscamos en sus respectivas entradas y encontramos aun más palabras.  Esta definición de palabras por palabras es como la medición matemática de las magnitudes.  Si seguimos así, nunca vamos a llegar a ningún lado.  Lo que hace falta es una intuición o alguna experiencia del objeto significado por la palabra.  Una definición ostensiva o estética en vez de lógico-simbólica.

Kant concluye de todo esto que para la estimación matemática de las magnitudes no hay ningún máximo.  La notación matemática es capaz de expresar cualquier cantidad.  Pero la estimación estética de magnitudes sí tiene un límite.  La calculadora nos puede decir cuántas estrellas hay en nuestra galaxia, pero el ojo no.  Llega a un límite.  Cuando llegamos a ese límite el objeto nos abruma y da paso a aquella emoción, lo sublime, que ninguna estimación de magnitudes por medio de números puede producir.

Vimos en el caso de lo bello que el placer que sentimos es producido por el juego libre entre la imaginación y el entendimiento.  En el caso de lo sublime, ¿cómo se produce el placer que sentimos?  Pues aquí, los elementos que se relacionan son la imaginación y la razón.  En este momento, no voy a hablar sobre la diferencia entre la razón y el entendimiento.  El punto es que la razón, con su idea de totalidad, exige que la imaginación entregue una intuición con forma definida, o sea, un objeto total.  El problema es que, en el caso de lo sublime, el objeto es indefinido porque es absolutamente grande, rebasa nuestra capacidad.  La imaginación progresa hacia el infinito (como en el caso de ver las estrellas en el cielo nocturno) sin poder abarcar una totalidad.  Si lograra captar un objeto en su totalidad, sería meramente grande y no habría sensación de lo sublime.  La sensación de este último se da cuando la imaginación falla precisamente en cumplir con la exigencia de la razón.

Pasemos ahora a la segunda clase de sublimidad, lo sublime dinámico.  Donde lo sublime matemático trata de la magnitud de la naturaleza, lo sublime dinámico trata de su fuerza.  Ejemplos son un huracán, un tornado, un tsunami.  Ahora bien, semejantes fenómenos son objetos de miedo; son fuerzas que nos pueden aplastar como un bicho.  Si alguna vez has estado expuesto a semejante fenómeno, sabrás de lo que hablo.  El problema es que si te acerca un tornado no vas a estar ahí gozando tranquilamente de un placer sublime sino que vas a estar huyendo a toda velocidad.  Por tanto Kant dice que el que teme no puede en absoluto juzgar sobre lo sublime de la naturaleza, al igual que el que es presa de la inclinación y del apetito no puede juzgar sobre lo bello.  La experiencia de lo sublime dinámico se da únicamente cuando nos hallamos en un lugar seguro, por ejemplo, viendo un huracán pero protegido por una estructura muy sólida.

En el pasaje quizá más famosa del libro Kant dice, “Rocas audazmente colgadas y, por así decirlo, amenazadoras, nubes de tormenta que se amontonan en el cielo y se adelantan con rayos y con truenos, volcanes en todo su poder devastador, huracanes que van dejando tras sí la desolación, el Océano sin límites rugiendo de ira, una cascada profunda en un río poderoso, etc., reducen nuestra facultad de resistir a una insignificante pequeñez, comparada con su fuerza.  Pero su aspecto es tanto más atractivo cuanto más temible, con tal de que nos hallamos en un lugar seguro.  Llamamos esos objetos sublimes porque elevan las facultades del alma por encima de su término medio ordinario y nos hacen descubrir en nosotros una facultad de resistencia de una especie totalmente distinta . . . y superior a la naturaleza.”  Éstos son ejemplos maravillosos pero uno que no da aquí, por razones obvias, es el de hang gliding, que en español se llama ala delta creo.

Caer del cielo sin duda provoca miedo, pero por estar en un lugar seguro, al menos relativamente seguro, provoca más bien la sensación de lo sublime.  En experiencias de este tipo, ¿qué es lo que sucede para que este placer se produzca?  En el caso de lo sublime matemático vimos que hay un intento de calcular una magnitud y que, debido a que la razón exige una totalidad, la imaginación es incapaz de hacerlo.  Fracasa.  En lo sublime dinámico, en cambio, el intento no tiene que ver con las capacidades calculadoras de nuestras facultades de conocer sino con la capacidad de resistencia de la voluntad.  Lo que se exige aquí es no es una totalidad sino la libertad, que el humano actúe de forma autónoma sin ser determinado por la naturaleza.

Hablemos un poco de la voluntad y los actos morales.  Hay que distinguir entre nuestra voluntad sensible, ordinaria, y nuestra libertad moral.  La libertad moral para Kant no significa simplemente “hacer lo que yo quiera” – eso es la voluntad sensible, el imperativo hipotético determinado de forma patológica.  Es decir, “lo que yo quiera” es causado por mi psicología o fisiología, todo lo cual está al nivel del yo empírico/sensible.  Esta acción aparentemente “libre” se encuentra aun en la esfera de la naturaleza.  Es para Kant una libertad ilusoria.

La libertad verdadera consiste en nuestra autonomía de leyes naturales (sean psicológicas o fisiológicas) de modo que pueda haber una conformidad racional a las leyes morales.  Fíjense que estas dos exigencias son formuladas de manera negativa: totalidad = totalidad sin límites naturales; y libertad = acciones sin determinación natural.  La palabra clave aquí es “natural” o “naturaleza”.  Las cosas del mundo cuya magnitud tratamos de calcular o cuya fuerza intentamos resistir son del mundo fenoménico/sensible.  Cuando fracasamos en estos intentos uno podría preguntar, “¿Por qué entonces es placentero?”  Pues precisamente porque la experiencia apunta a nuestro lado supersensible o nouménico.  Ahí, la idea de totalidad y la libertad moral de la voluntad son superiores a toda magnitud o fuerza que la naturaleza puede producir.  Nuevamente, Kant dice que estas experiencias “elevan las facultades del alma por encima de su término medio ordinario y nos hacen descubrir en nosotros una facultad de resistencia de una especie totalmente distinta que nos da valor para poder medirnos con el todo poder aparente de la naturaleza.”

¡Eso es lo que es sublime!  Precisamente porque no puede ser afectado o determinado por las fuerzas de la naturaleza.  La naturaleza no puede dominar lo que nos hace humano.  La moralidad es posible sólo cuando ejercemos nuestra libertad y dejamos de ser determinados por fuerzas patológicas de la naturaleza.  La experiencia de lo sublime exhibe esta cualidad transcendente de nosotros.  Es la revelación de nuestra naturaleza moral a diferencia de nuestro yo sensible.

Entonces, en los dos tipos de sublimidad, el displacer inicial es redimido ya que somos llevados a ver el aspecto transcendental de nuestra humanidad.  Esto consiste en la capacidad de pensar y exigir una totalidad más allá de cualquier objeto meramente sensible de la naturaleza y en la capacidad de pensar una libertad que transcienda cualquier ley meramente natural.

Vimos en el caso de la belleza que el juicio de gusto encierra una finalidad.  La finalidad en el caso de lo sublime reside en el hecho de que el choque inicial es aprovechado para exhibir nuestra naturaleza supersensible e indomable por las fuerzas de la naturaleza.  Esto es placentero y por eso nos gusta la experiencia de lo sublime.

Bueno, por fin terminamos esta revisión de Kant y el juicio de gusto.  Como en todos mis vídeos, lo que digo toca sólo por encima el tema en cuestión.  La idea es que den una orientación para una lectura más profunda y provechosa de las propias palabras de estos autores.  En este sentido, espero que esta serie les haya servido.  Como siempre, gracias por acompañarme, hasta la próxima y buen provecho.

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46 Comments

  1. Mario · 18/04/2013 Responder

    Muy buen video, quisiera profundizar un poco más acerca de las verdades sintéticas a priori que postula Kant. ¿Podría tocar después el tema acerca del imperativo categórico del libro de La Crítica de la Razón Práctica? Lo estoy leyendo últimamente pero su lectura es algo dificil, aunque lo comprendo en su mayoría todavía tengo algunas ideas que quiero aclarar como la cuestión de lo empirico. Bueno eso era todo, grandes sus explicaciones señor, le agradesco de todo corazón que se tome la molestia de transmitir y compartir sus conocimientos con nosotros. ¡saludos!

    • Darin · 18/04/2013 Responder

      Hola Mario. Me alegro que te hayan gustado los vídeos. La mansión filosófica de Kant tiene muchos cuartos. Tengo pensado hacer una serie sobre la Crítica de la razón pura para dejar bien explicadas las bases. Pero no sé para cuando. Ojalá tuviera un equipo de gente para apoyarme! Hasta pronto y un abrazo

  2. juan · 22/07/2013 Responder

    cordial saludo-. yfelicitaciones por su aporte sensible, para que la juventud se atreva a ver el pensamiento como de la filosofia.. como y algo y posible,

  3. David · 29/07/2013 Responder

    Estimado y admirado Darin, ha sido un maravilloso golpe de suerte encontrar tu página. Me considero un aficionado a la filosofía desde hace varios años, y las explicaciones que das de los filósofos y sus propuestas me parecen clarísimas y muy amenas. Sólos he visto algunos de tus videos, pero tengo tus pláticas en audio para escucharlas todos. Ojalá nos sigas sorprendiendo con tus fabulososas explicaciones.

    Te mando un abrazo afectuoso desde la tierra del tequila (Guadalajara).

    • Darin · 30/07/2013 Responder

      Muchas gracias David, me alegro que el azar nos haya hecho topar en el camino. Un abrazo desde bella Xalapa!

  4. Karu · 03/11/2013 Responder

    Hola Darin,

    ¿Puede entenderse también que lo sublime nos resulta placentero porque la parte nouménica del hombre entra en contacto con lo nouménico de lo sublime y aquella entonces se siente superior a la parte fenoménica de por ejemplo un tornado o un tsunami? Siguiendo con esto, ¿el hecho de que sintamos placer ante lo sublime es comparable a la admiración zen por cada una de las cosas del mundo fenoménico? Intento relacionar la filosofía moderna con el zen, pero aunque intuyo a veces bastantes similitudes (en unos autores más que otros), a veces me pierdo porque no soy un experto en la materia… Hegel lo veo también muy próximo a todo esto, aunque a veces me pierdo bastante.

    Muchas gracias.

    • Darin · 04/11/2013 Responder

      A mi me interesan mucho esas filosofía de oriente. Hace un año di un curso sobre las mismas (hinduismo, budismo, taoismo y zen). Freud decía que la felicidad es un fenómeno negativo, en el sentido de que se define positivamente en sí sino como una ausencia de dolor. El budismo es un tanto así. EL chiste de las enseñanzas del Buda es eliminar el sufrimiento. El estado de nirvana es así, ya no sufrir. Que yo sepa, no dice nada sobre el placer estético, el arte y cosas así. Próximamente haré una serie de vídeos sobre estas filosofías, ya tengo todo el material listo, nada más cuestión de tener tiempo suficiente! Gracias por tus preguntas e interés Karu.

      • Karu · 04/11/2013 Responder

        En la estética zen todo es wabi-sabi, es decir imperdurabilidad e impermanencia. Esta corriente estética (y también estilo de vida) se basa en el dinamismo constante del mundo y por eso se valora la imperfección. Mi suegro, que es japonés y arquitecto, siempre me dice que prefiere ver una casa a punto de derruirse que una recién hecha. Esto, que puede parecer muy propio del romanticismo en realidad esconde una valoración profunda hacia la constante mutación de las cosas (la vida y la muerte) y el fluir dinámico de todas las cosas. Para el artista zen, todo es wabi-sabi y por lo tanto un reflejo del dinamismo del universo, que también le llaman Buda. Cuando un monje zen, practicando shodou (caligrafía) dibuja con trazos rápidos y espontáneos la figura de una caña de bambú, lo que intenta plasmar es la esencia de dicho objeto visto por el mismo objeto, es decir el sujeto (el monje zen) se convierte en objeto (la caña de bambú) después de observarla detenidamente y sentirla como parte suya y entonces, dentro de ese estado de meditación, traza los rasgos casi abstractos de la esencia del bambú. El dibujo final será un reflejo no sólo del bambú en su totalidad, sino también una metáfora del Absoluto. No sé si se habla del placer estético pero, ¿no crees que es posible que esté implícito en esa captación del Absoluto? Alcanzar el satori o el nirvana creo que es algo que por fuerza es placentero ya que el hecho de sentirse parte de la totalidad sólo puede causarte bienestar. En este sentido intentaba relacionarlo con el sublime kantiano y el placer que provoca su contemplación. Cuando alguien participa en una ceremonia de té japonesa, el maestro zen actúa como un maestro de orquesta intentando crear una armonía que alcance lo sublime entre los invitados. Esta sensación es provocada por el silencio, los pequeños sonidos generados por el agua al caer sobre la taza, las chispas del fuego calentando la tetera, el olor, la decoración austera, la sensación de pobreza (en sentido espiritual), la simplicidad de todas y cada una de las cosas, la buena conversación, etc. En la ceremonia de té nadie tiene un rango social superior al de los demás, todos son seres humanos que logran expandirse por todo el espacio y fundirse con los sonidos y el ambiente. Aunque no se diga con estos términos, para mí esto es lo sublime zen y evoca la belleza universal, la cual sólo puede causar placer/bienestar.

        Respecto a lo de la eliminación del sufrimiento, no conozco todas las ramas del budismo, pero en el zen, más que matar el sufrimiento se intenta aceptarlo como algo natural. El sufrimiento duele cuando lo rechazamos, pero cuando lo aceptamos podemos estar por encima. Esto está muy unido con el pensamiento taoísta y su desinterés por las circunstancias.

        ¿Crees que es un poco rebuscado mezclar todo esto con Kant, Schelling o Hegel? Me interesa bastante la estética oriental pero el maestro eres tú y quizás malinterpreto a estos filósofos.

        Sería genial si hicieras algunos vídeos sobre filosofías orientales. Tus vídeos son geniales y los recomiendo a todo el mundo.

        • Darin · 07/11/2013 Responder

          Hola Karu. Perdona la tardanza en responderte. Me gustó mucho tu descripción de la estética oriental, el wabi-sabi, la ceremonia del té. Esos fenómenos me llaman mucho la atención. Relacionar todo esto con Kant es un tanto difícil. Es que nuestras experiencias de la belleza y lo sublime hacen referencias a un estado subjetivo, no señalan la belleza del todo, de lo Absoluto. En Kant, conocimiento o experiencia de lo absoluto no puede darse, por la estructura de su sistema, por la división entre fenómeno y noumeno. Sin embargo hay una parte de su estética donde la experiencia de la belleza puede servir como símbolo de la moralidad (que pertenece al mundo nouménico). Un objeto bello no da algún tipo de esquema para la acción moral, para determinar qué debe hacerse, sino sólo que la manera de proceder al juzgar algo como bello es análogo al juicio moral. Pero esto no es lo que pretendes con tu comentario, quieres algo más transcendente y universal. En Hegel es más factible.

          • Karu · 23/12/2013

            Hola Darin. Te escribo ahora porque no me llegó la notificación de la respuesta por correo (me olvidé de activar la pestaña), pero te agradezco de veras tus explicaciones, ya que me son muy útiles. No querría hacerme pesado con esta relación entre la mística zen y la filosofía de Kant, pero hay un aspecto de las fórmulas de los imperativos categóricos que me gustaría saber tu opinión. Según Kant el ser humano no puede conocer teóricamente lo noúmeno, pero sí a través de la práctica, a través de dichos imperativos categóricos. Por otro lado, siempre se habla de que Kant no es panteísta, sin embargo, analizando su máxima de “actúa de modo que la voluntad con su máxima pueda considerarse como legisladora universal respecto a sí misma”, creo que se halla implícito algo de panteísmo. Para el zen, lo nouménico es lo que no se percibe, es decir el vacío, la parte que no se pinta en una caligrafía (shodou), lo absoluto, pero éste no existe separado de lo fenoménico, por lo que se establece un juego de contrarios que nos remite claramente al símbolo taoísta del ying y el yang. Para esta mística/filosofía, lo absoluto-nouménico se halla en todas las cosas. En ningún momento se habla de Dios e incluso el concepto Buda se utiliza sólo como alegoría de algo que no puede tener nombre, algo así como el Tao de los taoístas. Volviendo a Kant, para él su ley moral es universalizable y refleja lo nouménico de manera práctica, con lo que me da a entender que a través de su máxima podemos dislumbrar la moral de lo absoluto, la cual se encuentra en todo el mundo. Esto lo veo bastante panteísta, ya que me hace pensar que según él todo el mundo puede encontrar dentro suyo el noúmeno del absoluto a través de dichos imperativos categóricos. Naturalmente estoy refiriéndome a un panteísmo no cristiano, sin hacer alusión a Dios, sino al absoluto como fuerza creadora del mundo como unidad. Es complicada la comparación entre Kant y la filosofía oriental como bien me dices, pero este aspecto me gustaría que me lo aclararas, ya que aunque Kant no tuviera en mente todo esto, quizás existe de todos modos algún tipo de relación. De hecho leí que Kant influyó en el desarrollo del panteísmo de algunos idealistas alemanes… Igualmente seguiré mi comparación por otros lares. Tu consejo de fijarme también en Hegel creo que es muy acertado, ya que también estoy encontrando comparaciones bastante interesantes. Cuando hagas un vídeo sobre él, me gustará comentarlas también para saber tu opinión.

            Bueno, espero no haber sido muy rebuscado.
            Como siempre, gracias por todo lo que haces. Un saludo!

  5. DIANA · 24/02/2014 Responder

    Darin
    Tienes en tus planes Bordieu o solo planeas filósofos. Muchas gracias, tu claridad me permite el entendimiento.

    • Darin · 25/02/2014 Responder

      Hola Diana. Conozco a Bordieu sólo de la forma más somera, ni remotamente suficiente como para hacer un vídeo. ¡Oigan especialistas en Bordieu, qué hagan unos vídeos al respecto!

  6. Rocío · 18/05/2014 Responder

    Muchísimas gracias por sus vídeos, profesor. Me ayudan mucho.

  7. Hugo Lollini · 14/04/2015 Responder

    Hola Darín, Los seis videos de Lo Bello Y lo Sublime, poseen la excelencia pedagógica que es tu estilo permanente, es tu constante didáctica. Dan ganas de leer los libros originales…
    Permitime recordar algo de Borges. En uno de sus cuentos, en este momento no recuerdo cuál, comenta que cuando admiramos algo sublime, como por ejemplo un bello atardecer, con el cielo encendido en varios colores (Borges era adicto a los bellos crepúsculos, por lo menos hasta 1955, año en que se quedó ciego) Bueno, resulta que escribe que al mirar el bello ocaso da la sensación de que la Naturaleza nos va revelar algo, y que dicha revelación será inminente, pero tal revelación no se produce, la naturaleza no tiene nada que decirnos, pero entonces seguimos mirando con la esperanza de que esa inminencia de revelación se produzca, y así hasta el infinito, y ese es el goce estético. Bueno por supuesto Borges lo dice más sintético y perfecto, pero no recuerdo la cita literalmente…
    Abrazo

    • Darin · 15/04/2015 Responder

      Qué lindo cuento Hugo! Si te acuerdas en donde lo leíste me dices por favor. Un abrazo!

  8. Hugo Lollini · 15/04/2015 Responder

    Hola Darin, En esta página está el texto de Borges: “La muralla y los libros” , en su último párrafo la cita que te mencioné, por otra parte todo el artículo es muy interesante:
    http://www.lanacion.com.ar/814407-la-muralla-y-los-libros

  9. Jorge · 31/08/2015 Responder

    Hola Darin!
    Quisiera que me saber tu opinión sobre qué para percibir lo sublime se a de tener cierta cultura e ilustración. Pues en mi modesta opinión cuando Kant formuló esta maxima, que solo desde la cultura y la seguridad se puede apreciar lo sublime, rompe com el principio de universalidad, y más en la época de Kant que la mayoría de población era analfabeta y muy supersticiosa.
    Gracias,
    Jorge

    • Darin · 31/08/2015 Responder

      Hola Jorge. Eso de la seguridad es necesario para experimentar lo sublime dinámico más no el matemático. La cuestión cultural puede imperar más en la apreciación de la belleza pero en lo sublime no veo cómo. El anafalbetismo de la gente no impediría la experiencia, al menos así interpreto yo a Kant.

      • W · 16/03/2017 Responder

        Estimado Darin,

        Sin embargo, en la tercera crítica, Kant señala que la cultura es condición de posibilidad para apreciar lo Sublime (haciendo la comparación con “el salvaje” y el civilizado). No obstante, el rol de la cultura parece quedar indeterminado (es decir, qué características debería tener como factor facilitante del sentimiento sublime). Sospecho que tiene relación con una idea de ‘cultura moral’ o como preparación de una disposición moral. ¿Cuál es tu opinión? ¿Recomiendas algún texto?

        • Darin · 17/03/2017 Responder

          Hola W. Tienes razón. No ahondé mucho en este aspecto, pero la verdad es que lo que es sublime propiamente hablando son las ideas de la razón, especialmente la de la libertad, y para ello, para que tenga su efecto, hace falta haber sido enseñado a formado moralmente para que reconozca la importancia de su propia facultad de la razón.

  10. María C. Álvarez · 04/11/2015 Responder

    Excelentes todos los vídeos dedicados a la Crítica del Juicio y encantada de conocer tu blog.

    Recibe un cordial saludo desde España.

    María

  11. jaime · 11/11/2015 Responder

    Felicitaciones por la página, se la voy a recomendar a mis estudiantes
    saludos desde Perú

  12. angel · 01/12/2015 Responder

    genial, gracias mil!

  13. Maria · 02/01/2016 Responder

    Hola!!! Tus vídeos son geniales. Me preguntaba que característica deberia cumplir una obra de arte para dar la sensación de sublime.

    • Darin · 02/01/2016 Responder

      Hola María. Que bien! Eso lo expliqué en el vídeo, ¿no lo viste? ¿O no me expliqué bien?

  14. Monica · 10/06/2018 Responder

    Buenas tardes Darin! muchas gracias por tu transmisión. Estoy armando un Proyecto de Tesis sobre estetica y psicoanalisis. Como no soy filosofa, me has enseñado mucho sobre Kant y su Critica del Juicio. Ahora, quiero suscribirme y no se como hacerlo. Disculpas no soy muy buena con internet. Gracias.

    • Darin · 11/06/2018 Responder

      Hola Monica. Te deseo suerte con tu tesis. Para suscribirte ve hasta abajo en la página principal y ahí encontrarás un botón para suscribirte. Nada más das tu email y listo. Saludos!

  15. Regina Alonso · 07/11/2018 Responder

    Buen día, maestro Darin. Le cuento que como parte de una asignatura de mi lic. En Filosofía, debo explicar un concepto filosófico, pero relacionarlo con un producto cultural (película, canción, pintura, videojuego, etc). Yo escogí como concepto lo sublime en Kant, pero he tenido problemas para encontrar el producto cultural adecuado para ejemplificar la experiencia de lo sublime específicamente. ¿Tiene alguna recomendación para mí? Espero su respuesta, y muchas gracias por sus vídeos.

    • Darin · 10/11/2018 Responder

      Hola Regina. La verdad no se me ocurre ninguna película relacionada con lo sublime en sentido kantiano. A lo mejor podrías cambiar de concepto.

    • W · 12/11/2018 Responder

      Estimada Regina

      Si bien la pregunta no iba dirigida a mi, me animo a responderte pues cuando realicé mi tesis de Magíster quería hacer algo similar, aunque terminé por desarrollar lo sublime kantiano desde otro punto de vista. Lo que sigue a continuación es mi interpretación y una reducción burda de ella, por lo cual es completamente discutible.

      El problema principal para recomendar lo que pides es que el sentimiento de lo sublime tiene un alcance cultural mínimo, pues su ‘despertar’ propiamente tal está ligado ya sea a ideas de la razón teórica, o bien de la razón práctica. Es decir, a ideas que no tienen alcance empírico y que están solamente en el sujeto. Cualquier intento de representar lo sublime kantiano (intentando ser fiel a este) en algún producto humano, se cae por su propia definición. Pues como lo sublime dice relación con ideas indeterminadas que no tienen aplicación empírica (no hay esquema sensible que se ajuste) nunca será representable en su totalidad. Es decir, intentar representar lo sublime no es posible pues es irrepresentable e impresentable. O bien no se puede representar lo sublime, o bien lo que se pretende representar no es sublime porque al ser representación y producto cultural, ya está definido, determinado… y las ideas de lo sublime son indeterminadas.

      Ahora bien, uno podría hacer la salvedad e intentar relacionarlo con ‘parte’ de lo sublime y ciertas características de, por ejemplo, lo sublime matemático cuya condición de posibilidad es una doble incapacidad del sujeto para representar tanto el fenómeno externo en cuestión, como la idea de la razón que se sugiere a partir de esta incapacidad ¿Qué quiero decir con esto? Sencillamente que, a pesar de que lo sublime propiamente tal reside en el sujeto, solo es posible con la ocasión de la presencia de un objeto y quizás (enfatizo este quizás) dicho objeto puede ser encontrado en algún producto cultural (o al menos un intento).

      Siguiendo con el ejemplo de lo sublime matemático y tratando de hacer su alcance a algún producto humano (y siempre haciendo hincapié en que es solo ‘parte’ de lo sublime, algo así como la primera mitad), se podría pensar en objetos que cumplan con cierta irrepresentabilidad (como hace Kant al mencionar las pirámides de Egipto, aunque hay que tener cuidado con pensar que son las pirámides las que hacen posible que se desencadene el sentimiento, pues es importante cierta distancia/cercanía estética que en este caso, las haga parecer como informes, siendo una falla cognitiva del sujeto). Lovecraft juega un poco con esta idea de la irrepresentabilidad, de que hay algo que transgrede nuestras capacidades cognitivas, intentando describir ciudades que no tienen geometría euclideana, ‘dioses’ que no presentan forma alguna, etcétera. Sin embargo (y obviando los detalles sobre lo indeterminado del sentimiento), los personajes de este autor no alcanzan a sentir lo sublime, pues se quedan en su primera etapa que es esta incomensurabilidad e informidad a la que se enfrentan y que tiene como resultado la locura. Digamoslo así, se quedan en el mero displacer que es parte de lo sublime.

      Eso es lo que pienso de momento y lamentablemente se me ocurren más ejemplos de por qué no es posible buscar lo sublime en un producto humano intencionado, que de cómo justificar lo sublime en alguno de estos productos. Aunque si uno hiciera la salvedad de esta primera parte a la que me intenté referir, quizás sea posible con Lovecraft. En todo caso, quizás en el texto The Sublime in Kant and Beckett de Bjorn Myskja puedas encontrar algo que te sirva. Recuerdo que en algún capítulo hablaba de eso (aunque no recuerdo con seguridad… mis disculpas si yerro. De cualquier forma es una interpretación de lo sublime bastante interesante y amigable si es que te interesa el tema).

      O bueno, de repente sería más fácil encontrar una aplicación como la que buscas en lo sublime en Burke, donde, volviendo a Lovecraft, sí hay cierta coincidencia sin contradicción.

      En fin, suerte con eso y si encuentras algo cuéntanos, pues es un hermoso tema.

  16. Regina Alonso · 13/11/2018 Responder

    Muchísimas gracias, W. Ya decía yo que no era la única que pensaba que era muy pero muy difícil encontrar algo que lograra representar de manera concreta lo que quiero explicar. Revisaré el material que me recomendaste, veré qué puedo hacer, pues ya no puedo cambiar de concepto lamentable. De nuevo gracias, también a Darin. Saludos 🙂

  17. Jackeline Vela · 19/06/2019 Responder

    Muy buen video! Quisiera saber acerca de la diferencia de la estética antigua y la estética moderna segun el pensamiento kantiano.

    • Darin · 20/06/2019 Responder

      Hola Jackeline. No estoy seguro si entiendo el sentido de tu pregunta. ¿Quieres saber qué piensa Kant con respecto al arte antiguo y moderno, o con respecto a las teorías estéticas antiguas y modernas? Es que la estética moderna empieza con Kant básicamente. Entonces ¿quieres saber cómo distingue la estética antigua de su propio pensamiento?

  18. Mario · 14/07/2020 Responder

    Hola Darin / Está bueno ver cómo Kant se emociona al ver cómo la Libertad y la Razón humana atraviesan (o trascienden) las leyes de la Naturaleza. “Esto es lo sublime”, dice. Este momento de Kant es realmente magnífico / Pero no hay que olvidar, sin embargo, que (como analizan Horkheimer y Adorno en su libro “La Dialéctica de la Ilustración”) esa “sensación de lo sublime” se va a transformar en manos del pragmatismo economicista en el tenebroso plan del iluminismo triunfante: “Dominar la Naturaleza a través de la Razón” / La Ilustración nació bajo el signo del dominio / y las consecuencias de ese afán de dominio y explotación de la Naturaleza nos ha conducido, finalmente, a la peor crisis ambiental del planeta / a pesar de Kant

    Hasta el próximo video!

    • Darin · 15/07/2020 Responder

      Hola Mario. Kant sí figura en la Dialéctica de la ilustración pero no por su concepto de lo sublime, sino por su formalización de la razón. En todo caso, Adorno se inspira mucho en el concepto kantiano del noumeno.

  19. agustina · 14/06/2021 Responder

    Hola darin, me podrias dar algun ejemplo de sublime matematico. Muy intersente y explictivo el video!

    • Darin · 14/06/2021 Responder

      Hola Agustina. Un ejemplo sería la “infinidad” de estrellas que vemos en el manto celestial de noche. No lo podemos intuir en una totalidad.

  20. Nidya Caro · 14/09/2022 Responder

    Hola darin, estudio arte y al investigar sobre un trabajo me topé con tus vídeos, me sirvieron muchísimo, Te hago una pregunta que no me quedó muy claro, ¿puede un mismo objeto ser considerado tanto sublime como bello?
    Saludos!

    • Darin · 14/09/2022 Responder

      Hola Nidya. Qué bueno que te ayudaron los vídeos. Respondiendo tu pregunta – no. Un objeto bello es susceptible de ser intuido en una sola intuición. Un objeto, o fenómeno sublime, no puede intuirse. En el caso de lo sublime matemático, eso es precisamente lo que produce la sensación de sublimidad.

  21. Flaminio Fierro · 10/03/2023 Responder

    Apreciado Maestro McNabb.

    La única filosofía que conozco en esta vida es la de tratar de no dejar de respirar. Y, ya ve Usted, el trabajo que Usted se ha tomado para regalarnos con sus síntesis de amantes de la sabiduría tan notorios, como es el caso de Kant, en este caso, me han dado un poco más de aire justo cundo ya pensaba que la desidia por abrir los ojos me estaba ahogando.

    Me interesaría poder profundizar un poco más, hasta donde mis limitaciones lo permitan, en la aplicación de las conclusiones que Usted nos obsequia con tanta generosidad. He leído con atención sus guiones sobre Platón, Kant, Hegel, Heidegger y Foucault y me gustaría ponerlos en un crisol de ideas sobre lo que, tal vez, podría ser trascendental hoy día. Abajo mi correo electrónico.

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