Maquiavelo y el príncipe, pt. 2/2

En este vídeo analizamos el contexto socio-político en el que Maquiavelo escribió su célebre libro para desmentir interpretaciones que lo asemejan con dictadores que buscan el poder al costo del pueblo.

Guión

En el primer vídeo analizamos el célebre libro de Maquiavelo, El príncipe.  En esta segunda parte consideraremos Los discursos sobre Livio.  Es un libro bastante más extenso que escribió en exilio y se basa sobre los primeros diez libros de la historia de Roma antigua escrita por Livio.  Aquí plantea que la forma ideal de un estado es una república, a diferencia de la monarquía planteada en El príncipe.  Pero no se trata de una contradicción o un cambio en su pensamiento.  Un príncipe, a veces cruel y despiadado, es mejor para proteger y estabilizar un estado en momentos de crisis.  Pero una república compuesta de muchos líderes es mejor para conservarlo y mantenerlo a largo tiempo.  Una monarquía donde el poder se concentra en un príncipe puede ser necesario durante un tiempo, pero, si al pasar la crisis, la monarquía no da paso a una república, se convertirá en una tiranía y empezará a decaerse el estado.

Para ilustrar esto, imagínate un experimento en el que se pone un cuerpo humano en un entorno helado.  De repente se encuentra en una situación que amenaza su supervivencia. ¿Cómo responde el cuerpo fisiológicamente?  La sangre abandona las extremidades y se concentra en los órganos vitales del cuerpo, principalmente en el pecho.  Dada la circunstancia en que se encuentra, esta reacción es la indicada, ya que si no, el cuerpo correría el riesgo de sucumbirse ante el frío.  Este escenario se compara muy bien con lo que Maquiavelo describe en El príncipe.  Los puntos de comparación son los siguientes:  El cuerpo es el estado de Florencia.  El frío corresponde a las estado-naciones de España y Francia que amenazan a Florencia.  Y la instauración de un príncipe que detente el poder corresponde a la concentración de sangre en el cuerpo.  Continuando, si este señor encuentra un sauna, pues ya no tiene que preocuparse, la crisis pasó.  En la ausencia de la amenaza el cuerpo responde fisiológicamente al devolver la sangre a las extremidades.  Si no lo hiciera, pronto los brazos y las piernas se echarían a perder.  De esta manera el cuerpo mantiene su integridad.  De igual modo, dice Maquiavelo, el estado monárquico, al encontrarse liberado de la amenaza, tiene que devolver el poder a la ciudadanía, a transformarse en república.  Si no, se convierte en tiranía y el cuerpo político se vuelve debilitado y disfuncional.

El buen funcionamiento del cuerpo político tiene como condición la libertad, la existencia de libertad en el estado.  Al hablar de libertad Maquiavelo no está hablando en el léxico contemporáneo de derechos individuales.  Hablamos nosotros de libertad de elección, de que cada quien tiene la libertad de determinar sus propios gustos y el camino de su vida.  Todo eso está bien, pero para Maquiavelo semejante libertad depende fundamentalmente de que la sociedad como tal sea libre.  El individuo es libre sólo cuando la sociedad lo es.

En El príncipe vemos lo necesario para un estado seguro.  En Los discursos sobre Livio vemos lo necesario para un estado libre.  Es por eso que Maquiavelo se fija en Roma antigua, no la Roma del imperio, sino la de la república.  La República Romana con su senado y la división de poderes es su inspiración y es por eso que nunca pierde una oportunidad de criticar a Julio Cesar y a perdonar sus asesinos Brutus y Cassius.  ¿Por qué?  Porque Julio Cesar fue quien sustituyó la república con el imperio.  Y el resto, como quien dice, es historia.  El asesinato puede considerarse moralmente malo pero para Maquiavelo el fin de restaurar la república justifica el medio de asesinar a Julio Cesar.  Como vimos en el primer vídeo, el único fin que justifica los medios es el bien del estado, en este caso la libertad de la república.

Vemos la moraleja de este asesinato repetida una y otra vez a lo largo de los Discursos.  La mayor amenaza que enfrenta la libertad republicana proviene de individuos poderosos que tratan de poner sus intereses encima de los del pueblo.  No tenemos que ir tan lejos como Julio Cesar para ver eso.  La crisis económica de los últimos tres años que ha afectado a todos en el planeta es obra de una clase muy reducida de personas en el sector financiero estadounidense que se creían “Amos del Universo”.  Pensando en el corto plazo y en su propio beneficio, tomaron riesgos enormes con el dinero de millones y provocaron una de las crisis económicas más importantes del último siglo.  Las noticias están llenas últimamente de ejemplos de corporaciones o de funcionarios públicos corruptos que por su propia avaricia juegan con el bienestar de todos.  La responsabilidad cívica es lo que pasa a un segundo plano en todos estos ejemplos.

Entre lo privado y lo público, los intereses de uno y los de la colectividad, Maquiavelo cae definitivamente por el lado del público y aconseja la implementación de leyes que compensen el servicio público en vez del privado.  En nuestra sociedad está al revés, pero Maquiavelo creía que si la reputación de uno se lograba por el trabajo privado en vez del público, que eso era peligroso y hasta nocivo para la sociedad en su totalidad.  Creo que los ejemplos que he citado serían para Maquiavelo prueba suficiente de eso.  Uno de los problemas más grandes de la actualidad es la corrupción de los funcionarios públicos.  Al igual que un médico cuida el cuerpo de su paciente, el político cuida el estado y todos los ciudadanos que lo componen.  Pero que tal si uno se le ofrece al doctor mucho dinero para matar a su paciente.  ¿Qué hace?  Puede ejercerse como médico y velar por el bien del objeto de su trabajo, el paciente, o puede ejercerse como individuo que busca enriquecerse y aceptar el pago para matar a su paciente.  Este mismo dilema lo confronta el político a diario.

Para evitar este escenario Maquiavelo dice que hay que mantener al público rico y al individuo pobre.  Es por eso que era muy cauteloso de los nobles con sus propias tierras y súbditos.  La ley no les afectaba y podían con su dinero comprar influencia.  El efecto era convertir ciudadanos en partidarios.  Hoy en día los nobles son los presidentes de grandes corporaciones.  Con su dinero corrompen a políticos y mediante los medios logran convertir los ciudadanos en consumidores que pasivamente refuerzan un sistema que beneficia cada vez más a una pequeña elite.

En nuestra época de la globalización esta elite vive en un mundo lejos de preocupaciones cívicas o nacionales.  Su fortuna y por tanto su poder está ligado a empresas transnacionales.  Carlos Slim, un mexicano y el hombre actualmente más rico del mundo, tiene más en común con un Ruso millonario que con un hombre común y corriente de su propio país.  ¿Por qué debería preocuparle el bienestar del pueblo cuando con su dinero puede contratar de manera privada servicios como escuelas privadas para sus hijos, seguro de salud, seguridad, hasta la recolección de basura?  El capital que mueve Carlos Slim, y muchos más, es global, por lo que se trata de una elite cosmopolita que cada vez más comparten ni historia, ni cultura, ni destino en común con la mayoría.

Este escenario sería desastroso para Maquiavelo.  Para evitar lo que hoy en día podría llamarse una tiranía de los financieros propone Maquiavelo algo que tenía la república romana, un sistema de contrapesos en el que ni la aristocracia ni las masas podrían dominar completamente.  Cada lado vigilaría al otro para que ninguno de los dos excediera los límites de su influencia.  Pues eso lo tenemos actualmente en la forma de la separación de los poderes: las ramas de lo ejecutivo, lo legislativo, y lo judicial.  Pero no está funcionando ya que la avaricia y el poder de unos cuantos está afectando el bienestar de todos.

Cuando Maquiavelo escribió los Discursos los fenómenos del capital y su flujo en un mundo globalizado no existían.  El sistema de contrapesos que menciona Maquiavelo es necesario pero claramente insuficiente para salvaguardar los ideales republicanos que admiraba en los Romanos.  La verdad, no me atrevo a decir cuáles serían sus consejos si estuviera ahora con nosotros, pero está claro que su verdadero genio y legado reside en las líneas de este discurso que a 500 años de nosotros logra predecir los peligros que ahora estamos viviendo.

Descargar guión en PDF

Audio
Descargar audio aquí

1 Comment

  1. jose luis luna · 03/05/2020 Responder

    felicitaciones

Dejar comentario