Anotando ando 2

Hoy una nueva edición de citas tomadas de Elias Canetti, Ludwig Wittgenstein y Roland Barthes.

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Guión

1. La primera cita es de Elias Canetti, ganador del premio Nobel en 1981. Es conocido por su libro Masa y poder y por su novela Auto de fe. La cita que les comparto viene de un libro suyo de aforismos que se llama La provincia del hombre. Dice: “Pronto no quedará ningún escrito antiguo sin descifrar, y no aparecerá ningún escrito nuevo para ser descifrado.  Así, la escritura perderá su carácter sagrado”. ¿Qué significa o en qué consiste el carácter sagrado de la escritura? No estoy del todo seguro, pero lo que sí sé es que si la escritura lo perdiera, sólo podría quedarse su carácter profano. Sabemos muy bien en qué consiste este último. Funcionalmente, ¿de qué sirve la escritura? Sirve para la comunicación; más bien para la captación o comprensión de lo que se quiere comunicar. Cuando la escritura, en este sentido, funciona bien, cuando lo que expresa se entiende, la escritura misma desvanece, se vuelve transparente, convirtiéndose en mero vehículo para que en el lugar del significante aparezca el significado. ¿Alguna vez has estado viendo la tele y aparece un perro en el programa y con emoción le dices a tu perro que yace ahí al lado “mira, mira ese perro” y señalas con el dedo el perro en la tele y tu perro queda viendo tu dedo en vez del objeto que indica? Pues según la cita de Canetti, habría algo cuasi-sagrado en lo que hace el perro. En vez de descifrar la escritura, el significante, para pasar al significado, se queda fijado en la opacidad de ese símbolo con esa maravillosa mirada que hacen cuando ladea la cabeza a un lado. Y nosotros humanos corremos tras el brillo de la información. Nuestra sociedad se ha llamado la sociedad de la información, y sus ingenieros y sus mercadólogos se han empeñado en eliminar todo ruido de la señal que nos llega, es decir, se han esforzado en hacer que el consumo de información sea instantáneo y fácil.
En su libro Minima moralia, Teodoro Adorno habla de “la ficción liberal de la comunicabilidad libre y universal de cada pensamiento”. Tiene razón en lo que dice, sin embargo, la gran mayoría de los pensamientos en nuestra sociedad son en efecto fácilmente comunicables debido en buena parte a su calidad. Es que se busca el denominador común más bajo lo cual resulta en ideas inofensivas y banales que no hacen más que reflejar de forma anodina la ideología dominante actual. Esta escritura profana, como lo caracterizamos hace poco, al ser conformista, es opresiva y peligrosa. El efecto que tiene en la sociedad es una especie de censura que bloquea la expresión de pensamientos que no se conformen a lo que todo el mundo piensa, a lo que es “obvio”. Esta censura no es externa sino interna, una auto-censura que impide lo idiosincrásico y lo singular en el pensamiento. Obviamente, la vida social depende de la comunicación y de que nos entendamos, sin embargo la salud social depende de que la uniformidad en el pensamiento no sea completo, que haya un espacio precisamente sagrado en el que los pensamientos no tienen que conformarse. Antiguamente, la universidad se concibió como ese espacio y durante mucho tiempo fungió ese papel, pero en las últimas décadas ha llegado a rendirse ante presiones económicas, tecnológicas y políticas – hay que ser eficiente, productivo y relevante. La universidad está al parecer en un proceso de profanación.
No dudo que hayas pensado que lo que hago en la Fonda es precisamente profano en este sentido, ya que descifro estas grandes obras del pensamiento para su consumo a gran escala. Pues, cuando explico un Hegel o un Spinoza, lo que estoy haciendo no es filosofía, de la misma manera que un divulgador de la ciencia que explica la teoría de la relatividad por ejemplo tampoco con ello está haciendo ciencia. La diferencia entre él y yo es que lo que él comunica es algo medianamente objetivo, al menos hasta ese momento en el avance de la ciencia. Es conocimiento que expresa el resultado de un proceso de investigación. Ese resultado puede desprenderse del proceso y ser asimilado por gente ajena. En la medida en que la gente entiende esa información se puede decir que tiene conocimiento científico. Yo también les presento el resultado de un proceso de pensamiento, sin embargo, si identificáramos la filosofía con este resultado, algún texto publicado como libro, estaríamos engañados. Lo que tendríamos en la mano es un pájaro muerto, un pájaro que no vuela. Como muy bien dice Hegel en el prefacio de la Fenomenología del espíritu, la filosofía no es el resultado final, sino ese resultado junto con el proceso que lo generó. Lo que explico en la Fonda es el resultado final, más no el proceso. Este último no puede presentarse sino sólo suscitarse. Volviendo a nuestra comparación con la ciencia, la ciencia avanza con el tiempo y deja por atrás ciertos planteamientos. Hoy en día ya no se discute si Ptolomeo tenía razón o no. La filosofía no es ciencia. Notoriamente, la filosofía no produce resultados fijos u objetivos. Platón no comparte el mismo destino que Ptolomeo, sino que sus ideas siguen vigentes hoy en día, como puede apreciarse por ejemplo en la ontología que sostienen la mayoría de los matemáticos.
A lo que voy es que la filosofía es una empresa interpretativa. La realidad que la ciencia descifra, ese gran libro de la naturaleza, como decía Galileo, está escrito con matemáticas. Pareciera que la realidad que la filosofía trata de descifrar está escrito con jeroglíficos. Lo que yo hago en la Fonda es, en realidad, algo muy superficial. Simplemente expongo y explico las diferentes claves de interpretación que han propuesto diversos filósofos de la historia. Imagínate que hubiera hecho vídeos sobre todos los filósofos y sus libros en la tradición y que habías tú visto todos ellos o, lo que es mejor, que habías leído todos esos libros y los habías entendido. Luego ¿qué pasaría, qué dirías? ¿Dirías “Uy, qué bien, ya entiendo todo eso, ahora puedo pasar a otra cosa”? ¿Puedes dejar por atrás la filosofía de la misma manera que dejas atrás Química Orgánica I una vez que hayas entendido sus principios y aprobado el curso? No. Si realmente aprendiste bien química orgánica, no van a surgir dudas y preguntas posteriormente. En el caso de la filosofía, por mucho que leas y entiendas, las dudas y preguntas no cesan. Planteado de otra forma, imagínate que todos los filósofos académicos llegaran algún día a un acuerdo o consenso universal sobre todos los temas filosóficos, una uniformidad en la opinión como comentamos antes. ¿Qué dirían entonces? ¿Dirían “Ah, qué bueno, pues todo resuelto así que ya no tenemos que volver a la uni a investigar, ya podemos ir a casa a hacer otra cosa”? No. Se despertarán en la mañana y abrirán los ojos a un mundo tan enigmático y maravilloso como el que Sócrates, Platón y Aristóteles miraban. El mundo académico quiere convertirlos en científicos, quiere profanar su pensamiento, pero el propio mundo, su misteriosa escritura, los mantiene en una condición de principiantes con la misma mirada que ese perro, y en eso hay algo sagrado, me parece.
Un último comentario sobre este tema. Al reflexionar sobre esta interesante idea de Canetti sobre la escritura se me vino a la mente cosas que había leído sobre el problema de cómo crear un lenguaje que personas o seres miles de años en el futuro puedan comprender, aun cuando no hablen ningún idioma que existe en la actualidad. Este problema es especialmente pertinente para los que desarrollan sitios para almacenar residuos radiactivos. Tienen que poner letreros que indican que el sitio es peligroso y que no se acerque. El lenguaje obviamente no puede ser simbólico porque la clave de su interpretación sería una convención social a la que esos humanos en el futuro muy probablemente no serían partícipes. Entonces, tendría que ser icónico. La imagen que significa “ser humano” es una figura con un palito para el tronco, dos para las piernas, dos para los brazos y un círculo para la cabeza. Todos lo hemos visto. Es icónico porque se parece cualitativamente a lo que significa. El problema es cómo representar icónicamente el peligro. Ha habido muchas propuestas pero ninguna convincente. Volviendo a la afirmación de Canetti, el que gente en el futuro encontraría una escritura que no podría descifrar significaría que esa escritura guardara su carácter sagrado. Pero imagínate que esa gente por ello lo tomaran como un sitio sagrado, como nosotros hacemos con Stonehenge, que se reunieran ahí para hacer quien sabe qué. El punto es que, irónicamente, habrían hecho precisamente el contrario de lo que pretendían los creadores de los letreros.
2. La segunda cita viene de Wittgenstein, un aforismo que está en el libro que se editó como “Cultura y valor”. Dice: “A veces uno ve ideas de la misma manera que un astrónomo ve estrellas en la lejana distancia”. Es sugerente lo que dice, sin embargo la comparación no está muy clara. ¿Cómo ve un astrónomo las estrellas? ¿Se refiere al modo de ver del astrónomo (que las ve por la pura vista o por la ayuda del telescopio), o se refiere a cómo aparecen las estrellas que ve? Exploremos las posibilidades. Imagínate que el astrónomo tomara esas luces que ve allá arriba como hoyitos en el cielo, en el domo del cielo, y que fuera la misma luz más allá de ese domo la que brillara por todos los hoyos. Si así viera las ideas, significaría que toda idea trasmite algo de la verdad, quizá que cada idea es una verdad parcial. La primera vez que leí esta cita, pensé en el hecho de que las estrellas desde hace mucho tiempo no se ven de forma aislada sino en grupos, en constelaciones. Las estrellas que en su articulación componen constelaciones no se escogen de forma aleatoria, es decir, no son un mero agregado de estrellas sino un grupo cuyo contorno forma un dibujo reconocible: un oso, un cazador, un cisne. Es interesante, aunque no sorprendente, que diferentes culturas en diferentes tiempos ven distintas figuras, y eso gracias a la variedad de culturas. Sin embargo, la cultura no es el único determinante de lo que uno ve sino la posición que ocupa en el cosmos. Pareciera que las estrellas que conforman el dibujo estuvieran todas en un mismo plano, es decir, que todas estuvieran a la misma distancia de uno. Pero sabemos que no es así. Una puede estar a dos años luz y otra a mil años luz. Si uno pudiera posicionarse en otra parte del cosmos, al otro lado de la galaxia digamos, vería un cielo distinto, y así quizá otros objetos, otros animales saldrían a la vista.
Pasando a las ideas, si uno las ve de la misma manera que el astrónomo ve las estrellas, entonces las vería y las tomaría en grupos, en constelaciones de ideas. La diferencia es que consideramos las relaciones que guardan las ideas entre sí en términos epistémicos. Si un grupo de ideas tiene cierto contorno, lo tiene porque se supone que esa combinación o articulación es lo que produce la verdad, o conduce a ella. Una cosa que me gusta de la lectura de la historia de la filosofía es ver todos esos sistemas filosóficos, esos grupos o constelaciones de ideas, que en su momento parecían obvias, su articulación entre sí como natural, casi como si las ideas se consideraran como ocupando un solo plano, como cuando vemos la constelación del oso. Lo que casi siempre da paso a un nuevo sistema, un nuevo grupo de ideas, es un cambio de perspectiva, como si uno de repente pasara al otro lado de la galaxia de las ideas y viera nuevas posibilidades de conexión.
Pero lo que realmente me interesa en esta reflexión es la cuestión estética, la posibilidad de que, sin abandonar la preocupación por la verdad, se empleara un criterio estético al escoger y articular las ideas en una constelación, de modo que, a través de ellas, se manifestara una especie de dibujo o alguna presentación que podría experimentarse como estética. Imagínate un joven que abriera un libro y que ante su imaginación se le articularan cosmovisiones de forma tan viva como las constelaciones que se dibujan ante la vista cada noche.
3. La última cita es de Roland Barthes, de la conferencia inaugural que dio al ser admitido al College de France en 1977. Viene al final de la conferencia donde habla de la nueva vida que está emprendiendo. Dice: “Intento pues dejarme llevar por la fuerza de toda vida viviente: el olvido. Hay una edad en la que se enseña lo que se sabe; pero inmediatamente viene otra en la que se enseña lo que no se sabe: eso se llama investigar. Quizás ahora arriba la edad de otra experiencia: la de desaprender, de dejar trabajar a la recomposición imprevisible que el olvido impone a la sedimentación de los saberes, de las culturas, de las creencias que uno ha atravesado. Esta experiencia creo que tiene un nombre ilustre y pasado de moda, que osaré tomar aquí sin complejos, en la encrucijada misma de su etimología: Sapientia: ningún poder, un poco de prudente saber y el máximo posible de sabor”.
Barthes no es el primero en dividir la vida en distintas edades. Los biólogos y los psicólogos lo han hecho, y también los filósofos, como Nietzsche (pienso en las tres transformaciones del espíritu que comenta en Así habló Zaratustra). Se me viene a la mente también la división que hace el pensamiento de la India Antigua. Ahí había cuatro edades. La primera (parecida a la transformación nietzscheana del espíritu en camello) era la etapa de la juventud, de someterse a los padres y maestros para convertirse en miembro de la sociedad. La segunda (como la transformación en león) era la etapa de adulto, de hacer familia, criar hijos, y trabajar contribuyendo así a la reproducción de la sociedad. Al empezar los hijos a hacer su propia familia, esa segunda etapa termina y empieza la tercera. En ésta, uno abandona la sociedad y va al bosque a un ashram. En pequeña comunidad uno dirige la vista hacia el interior, hacia el alma o Atman para descifrar allí el principio correspondiente cósmico – el Brahman. En la última etapa uno abandona esta comunidad y va solo a las profundidades del bosque a encontrar su muerte.
Bueno, veo algo de esto en lo que dice Barthes. Dice: “Hay una edad en la que se enseña lo que se sabe”. ¿Qué es lo que sabe? Pues, toda la información que de joven te enseñaron en la escuela y en la universidad. “Pero inmediatamente viene otra en la que se enseña lo que no se sabe: eso se llama investigar”. Ésta es la etapa de adulto, de investigación y creación. Uno ya no asimila sino que aporta, y eso Barthes en su vida hizo muy bien. Y luego dice: “Quizás ahora arriba la edad de otra experiencia: la de desaprender, de dejar trabajar a la recomposición imprevisible que el olvido impone a la sedimentación de los saberes, de las culturas, de las creencias que uno ha atravesado”. Al inicio de la cita habla de la fuerza de toda vida viviente: el olvido. Dice que se deja llevar por esa fuerza. No estoy muy seguro qué quiere decir, pero se me ocurre lo siguiente. Nosotros somos seres físicos, empíricos, y pertenecemos por tanto al mundo natural. La física nos enseña que todo en el mundo natural es susceptible de un proceso de disolución, lo que llaman la entropia. En el mundo físico, el olvido se manifiesta como entropia. Por otro lado, la psicología observa que la vejez es acompañada por un olvido literal; la memoria nos falla, y en ciertos casos el olvido, en la forma de la demencia, traga a uno casi por completo. Seguramente, Barthes no acepta su admisión al College de France como pretexto para volverse demente, al menos no psicológicamente. Pero socialmente, quizá sí. El olvido no como algo que le pasa a uno, algo que sufre, sino como algo que cultiva, una experiencia, dice, de desaprender, de dejar trabajar a la recomposición imprevisible que el olvido impone a la sedimentación de los saberes, de las culturas, de las creencias que uno ha atravesado. Todo este último es lo aprendido y lo trabajado de las primeras dos edades, producto del intelecto o la consciencia. ‘Consciencia’ viene del latín – scientia – es decir, hecho con scientia, o ciencia. Barthes nos dice que ahora va a dejar la ciencia atrás, va a desaprender. Esto no porque lo aprendido y lo trabajado sea falso o incorrecto sino porque son, digamos, irrelevantes para la nueva forma que asume su animo o espíritu. Como las transformaciones del espíritu en Nietzsche, el de Barthes sufre un cambio muy marcado en esta nueva etapa de vida. Ya no es con-sciencia, sino con-sapiencia. Esta experiencia que emprende, dice “tiene un nombre ilustre y pasado de moda, que osaré tomar aquí sin complejos, en la encrucijada misma de su etimología: Sapientia: ningún poder, un poco de prudente saber y el máximo posible de sabor”. En su conferencia habla de la relación entre el discurso y el poder y ahora en esta nueva etapa busca liberarse del poder, no de sufrirlo sino de ejercerlo ya que esclaviza a uno. Por eso dice ‘ningún poder’ seguido por “Y un poco de prudente saber”. La palabra sapientia traduce la palabra griega ’sofia’. La sofia no es un saber teórico, no es scientia, sino un saber práctico, sapientia. Y como final ‘el máximo posible de sabor’. Me encanta que en francés y en español, y supongo que en italiano también, las palabras para conocimiento y sabor tienen la misma raíz latina. Saber algo saboreándolo – ¡una sabiduría basada en el gusto! Dice en otra parte de su conferencia: “En el orden del saber, para que las cosas se conviertan en lo que son, lo que han sido, hace falta este ingrediente: la sal de las palabras. Este gusto de las palabras es lo que torna profundo y fecundo al saber”.
En la cita anterior sobre las estrellas y las ideas, hablamos sobre la posibilidad de que una constelación de ideas manifestara una imagen o un dibujo que podría captarse estéticamente. Y aquí, sin que me diera cuenta, hemos llegado a tocar el mismo tema, la relación entre las palabras que conforman el saber, y otra modalidad estética, a saber, el sabor que encierran, la sal de las palabras. Como puedes imaginar, todo esto es levadura para mi pan de la filosofía artesanal. (Perdón, no pude evitar una metáfora gastronómica).

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Utilizo la versión del Tractatus editada por Gredos.

Música de la intro: La canción se llama “Ambience Musettienne” del album Simply Musette de Alexa Sage.

Música de la outro:  ZAPATEADITO OAXAQUEÑO II . Arodi Martinez S.  https://www.youtube.com/watch?v=qIcnUTBSOfw

23 Comments

  1. Iván Camacho · 11/10/2022 Responder

    Hola Darin, tengo una pregunta para tí: En estos tiempos difíciles, no sería mejor vivir inconscientemente y feliz, ya que al fin y al cabo uno no puede cambiar nada,
    Gracias por tu tiempo y tu sapiencia.
    Un afectuoso saludo.

    • Darin · 11/10/2022 Responder

      Hola Iván. Gracias por tu pregunta. No somos los únicos que viven en tiempos difíciles. Ha habido mucha gente que ha vivido bajo reyes, esclavistas, dictadores y racistas. Si los que se levantaron para resistir su opresión (son muchos y tienen nombres) no lo hubieran hecho, estaríamos en una situación mucho más deplorable hoy en día. La única cosa que puede cambiar el mundo es un individuo alzando la voz. Es difícil, pero sucede.

  2. Mario · 11/10/2022 Responder

    Hola Darin. Estoy noqueado acabo de escucharte y no termino de entender bien lo que me pasó pero fue algo así como una lluvia de ideas-trompazos que me dejaron “en la lona”. Este video es un tesoro de valor incalculable para mí. Te mando un fuerte abrazo y te doy la gracias por todo esto Darin.

    • Darin · 11/10/2022 Responder

      Qué bueno que te gustó Mario. Parece que te gusta mucho esta nueva sección de la Fonda. A mi también me gusta mucho elaborar este tipo de reflexión. Un abrazo!

  3. Maria Elena Mendoza Altamirano · 11/10/2022 Responder

    Gracias Darin.
    Me gusta esa idea que “la única cosa que puede cambia el mundo es un individuo alzando la voz” enseñándonos la otra cara de la moneda. Una voz que se multiplique en todos aquellos que luchan por ejercer su derecho de ser libres cuestionando. Imagino el mundo cada vez descolonizándose de todas esas ideas que lo oprimen, de las instituciones que delimitan sus maneras de actuar, de vivir y de ser feliz.

  4. Patricia · 12/10/2022 Responder

    Maravilloso maestro Darin. No sabes lo que disfruto de esta sección….Simplemente me parece que este formato en plan “degustación de tapas”, de extraer el zumo a dos o tres citas y a partir de ellas reflexionar en voz alta y suscitar reflexiones en nosotros es una forma creativa y novedosa, humilde y “sabrosa” de hacer “filosofía artesanal” Por continuar con la rica metáfora del saber-sabor, después de visualizar este video, aquí me quedo “degustando” los aromas y sensaciones que en mi evocan estas citas que traes hoy y viendo que pensamientos propios se mueven en mi y adonde me llevan….

    • Mario · 12/10/2022 Responder

      ¿Quién era el filósofo que caminaba con los discípulos y los hacía “descubrir” por sí-mismos el conocimiento Patricia? Darin está haciendo algo parecido con nosotros, tapa va y tapa viene jaja! Qué gusto compartir la Fonda con todos ustedes que gusto!

    • Darin · 12/10/2022 Responder

      Gracias Patricia 😊

  5. Miguel korenko · 12/10/2022 Responder

    Estimado Darín
    Muchas gracias por esta nueva presentación de ando anotando…
    Realmente este nuevo espacio nos ayuda a pensar… que es eso que se perdió en la Universidad… creo que la universidad era un lugar,una escuela donde aprendíamos a pensar críticamente….
    También creo que es importante tener presente que cuando pensamos lo hacemos desde cierta perspectiva,desde cierta ideología que nos condiciona el tiempo histórico al que pertenecemos y la cultura que ofrece esa temporalidad….y si podemos intentar ver los hechos,los objetos desde otra perspectiva y evidentemente lo que veríamos sería distinto…
    Me gusta mucho la expresión la sal de las palabras…..
    Todas las palabras tienen sal o se cargan de ella cuando se combinan y expresan una ” idea nueva” , o una mirada diferente…
    Muchas gracias estimado Darín por mantener encendido el espíritu de la filosofía…
    Un gran abrazo
    Miguel

    • Mario · 12/10/2022 Responder

      Hola Miguel. Te cuento que publiqué en linkedin un artículo sobre “la espiritualidad en el mundo de las organizaciones” pero no lo leyó nadie. Como vos decís, mantener encendida la llama de la Filosofía en un mundo tan materialista es un mérito enorme de la Fonda y de Darin. Te mando un abrazo Miguel

    • Darin · 12/10/2022 Responder

      Gracias por tus palabras Miguel, qué bueno que te gustó 😊

  6. Joan · 12/10/2022 Responder

    Hola Darín,

    De nuevo ha sido un verdadero placer saborear este segundo plato de Ando Anotando. Tengo la sensación que esta iniciativa ha venido para quedarse.

    En la primera parte nos hablas de la cita es de Elias Canetti y haces discurrir nuestro pensamiento a través de la poderosa herramienta del lenguaje. En este ámbito, la necesidad de salirnos de la prisión del lenguaje profano me ha hecho pensar la famosa frase de Wittgenstein que dice “Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo”. En este sentido, pienso que es preciso un espacio sagrado del lenguaje que de cabida a las ideas que no sean asimilables y en el que se pueda dar albergar al proceso del pensamiento que las genera. La razón para defender esta cuestión es bien simple. La filosofía consiste más en el arte de preguntar que en el de resolver cuestiones, ámbito que es el propio de la ciencia. Se podría decir que lo importante es crear enigmas, jeroglíficos, preguntas que se conviertan en un dispositivo que active al pensamiento a trabajar en varias direcciones, pero con la particularidad de que no es preciso llegar a ninguna conclusión. Tan solo es necesario centrarse en el modo con el que desarrollamos ese proceso, con el que nos vinculamos con él. Por ello, la filosofía es el arte de desarrollar el vínculo de la amistad con el saber.

    En la segunda parte nos hablas de la visión como herramienta para entender o generar ideas y nos lo ilustras con imágenes metafóricas a través del lenguaje y con elementos visuales a través del video. La imaginación, que es la capacidad de generar imágenes y la visión de la realidad constituyen una herramienta imprescindible para alcanzar el saber. De hecho, en la antigua Grecia se apostó por este medio, la vista, para intentar desentrañar los misterios del cosmos y buscar razones que lo explicaran. De hecho, el criterio de bondad y verdad se defendían desde un punto de vista estético. Todo aquello que es bello es bueno y, por ende, eso lleva a un criterio de verdad. Más tarde, con la tradición judeo cristiana, el oído tomó prevalencia sobre la vista a la hora de alcanzar el saber. La verdad llegaba a los seres humanos al oír el texto sagrado de la palabra de Dios. Es por esta razón, que el saber se adquiere a través de la religión, que no es más que aquello que nos liga, vincula con lo sagrado. Así pues, el vínculo del saber se transforma en la relación de amistad que uno adquiere con la divinidad.

    En la tercera parte nos hablas del olvido y de las distintas etapas del hombre. Parece ser que en la medida que somos capaces de desaprendernos de algo podemos alcanzar la sabiduría. Todo tu razonamiento me ha hecho pensar en un libro de Giorgo Agamben titulado “Gusto” donde reflexiona sobre ese sentido de una manera análoga a la que planteas. En contraste con el estatuto de privilegio otorgado a la vista y el oído, en la tradición de la cultura occidental se clasifica al gusto como un sentido inferior, cuyos placeres el hombre comparte con otros animales y en cuyas impresiones no se mezcla lo moral. En Hegel, el gusto es lo contrario de la visión y la audición, porque, entre otras cosas, «no se puede degustar una obra de arte como tal, dado que el gusto no deja al objeto libre por sí, sino que lo disuelve y lo consume». Sin embargo, en griego y en latín modernos, el gusto se relaciona etimológica y semánticamente con la esfera del saber, como un acto de conocimiento. A lo largo de los siglos XVII y XVIII se comienza a distinguir el gusto como una facultad específica, encargada del juicio y del disfrute de la belleza. Kant identifica el «enigma» del gusto como un cruce entre conocimiento y placer. Bajo este paradigma se puede entender el conocimiento como algo que no puede dar razón de su saber, pero que se disfruta y se caracteriza como ”otro” placer. Entonces, tenemos que nuestra relación con el saber solo se produce con aquello que nos gusta. Y, eso, es lo que llevamos comprobando todos estos años los amigos de la fonda que se vinculan periódicamente para degustar la sabiduría que en ella se encuentra.

    Saludos,
    Joan

  7. Michelle Szell · 13/10/2022 Responder

    Canetti convierte en imagen un dicho chino célebre: “Cuando el sabio apunta a la luna, el necio mira a su dedo”.

    – Cita: “No dudo que hayas pensado que lo que hago en la Fonda es precisamente profano en este sentido, ya que descifro estas grandes obras del pensamiento para su consumo a gran escala. Pues, cuando explico un Hegel o un Spinoza, lo que estoy haciendo no es filosofía, de la misma manera que un divulgador de la ciencia que explica la teoría de la relatividad por ejemplo tampoco con ello está haciendo ciencia”.

    Gadamer decía que el método de la filosofía no es el de las ciencias, ni tiene por qué serlo. Has escrito páginas maravillosas en este blog, pero leyendo a otros te has expresado a ti mismo que queriendo expresarte a ti mismo, pues yo nunca había leído lo que tu has leído.

    Lo que cuentas de Adorno es un plagio de Heidegger. Se pasó toda la vida criticándolo (véase su absurda “Terminología Filosófica” y su aún más absurda “La Jerga de la Autenticidad”), pero no hizo más que “matar al padre” en términos freudianos.

    • Darin · 13/10/2022 Responder

      Hola Michelle. Gracias por tus palabras. Lo del perro viendo el dedo no lo dice Canetti, sino yo (adaptando el dicho chino que mencionas).

    • Mario · 14/10/2022 Responder

      Hola Michelle / Coincido contigo cuando le dices a Darin que “leyendo a otros te has expresado a tí-mismo” / Y en ese sentido, decirte que lo que más admiro de Darin no es su erudicción (¡se ha leído todo!) sino su asombrosa capacidad de relacionar todo lo que ha leído / Leer mucho es una tarea extenuante pero que, finamente, está al alcance de cualquier mortal / Ahora, sinergizar esos conocimientos para crear con ello conocimientos nuevos, es algo extraordinario, algo que no parece tener límites Michelle.

      Te mando un abrazo

  8. Mario · 22/10/2022 Responder

    Hola Darín! Te cuento que (como buen ingeniero) miré las estadísticas y ví esto:

    El primer video de “Ando anotando” (Set 2022) tuvo 20.000 visualizaciones
    El primero de “La ética de Spinoza” (Mar 2021) tuvo 300.000 visualizaciones

    No sé si significa algo pero me llamó la atención / Abrazo!

    • Darin · 23/10/2022 Responder

      Muy llamativo aunque nada sorprendente. Spinoza es mucho más famoso e importante que yo, cosa que esas visualizaciones refleja. Aunque ya veremos si dentro de un año y medio ese primero de Ando anotando llegue a esa cifra. ¡A lo mejor!

  9. Mario · 23/10/2022 Responder

    Es verdad, la gente aprecia mucho que los acerques a los grandes filósofos. Pero yo no tengo dudas de que en un año estás en los 300.000! Con o sin Spinoza jaja! / Abrazo / Sos un genio!

  10. HERNÁN · 01/11/2022 Responder

    Hola! Profesor . No sé cómo pudiese recompensar a UD. por su aporte a la EDUCACIÓN. GRACIAS POR SU GENTILEZA, AMISTAD , APORTE. ATTE: MAURICIO GARCÍA.

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