Anotando Ando 5

Hoy un poco sobre trabajos “bullshit”, la filosofía como un truco mágico invertido, y cómo hacer cosas grandes en la vida.

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Guión

Hace unos días en un cruce vi una mujer indígena acercarse a un coche. Al lado de la puerta del chofer procedió a tirar en el aire un limón que tenía en la mano. Subía unos 50cm y caía y lo tiraba otra vez. Lo había tirado así unas tres o cuatro veces cuando el chofer, un señor de unos 30 años de edad, subió sin más la ventana de la puerta, llevando a la indígena a pasar con su limón al siguiente coche.
¿Qué es lo que me llamó la atención de lo que vi? Superficialmente, no hay nada misterioso aquí. Esa mujer estaba haciendo lo que todos hacemos, tratando de hacer que alguien le diera dinero. En general, hay dos formas de hacerlo. Por un lado, ofrecer algún bien o servicio. Si nos delimitamos a los cruces, vemos a gente vendiendo cosas, desde fruta picada hasta bolsas de plástico; gente ofreciendo algún servicio, como limpiar el parabrisas; y gente entreteniendo a los que están esperando a que cambie la luz del semáforo, haciendo malabares por ejemplo. La otra forma de conseguir dinero es simplemente pedirlo directamente, no a cambio de algo sino regalado. En nuestra sociedad, si quieres pan, tienes que ganarlo, y a lo mejor eso es lo que esa señora pensaba cuando salía al cruce con su limón. Eligió ganar el dinero con el entretenimiento, haciendo malabares. Supongo que no sabía hacerlo con tres o más objetos, quizá ni siquiera con dos, no sé. Pero tenía que hacer algo, el gesto básico o mínimo, y por eso tiraba un solo limón. Creo que estarás de acuerdo en que eso no es hacer malabares. El chiste es que sean mínimo dos cosas, de preferencia tres o más, entre más mejor, ya que el exitoso manejo de todas esas cosas a la vez muestra destreza y habilidad, algo que no cualquiera puede hacer. Eso es lo que lo hace entretenido. Yo no fui entretenido por su performance, pero sí intrigado. Me di cuenta que si lo hubiera hecho con tres limones, casi no lo habría notado, habría sido normal, común. Pero ese limón solitario subiéndose y bajándose me cautivó, casi como si fuera una obra de teatro y la señora un personaje en algún drama de Beckett en el que todo está reducido a un mínimo, todo austero, donde los personajes hablan un lenguaje fragmentado que ilumina lo absurdo del mundo.
No pensé todo esto en ese momento, sino hasta después en casa tratando de entender lo que había visto. Cuando la señora decidió hacer malabares, a lo mejor no veía en el lo que los choferes de los coches ven, una actividad social cuya sentido es entretener. Ella percibía quizá una actividad social despojada de su sentido, reducida a un simple mecanismo de causa y efecto (tirar limón-recibir dinero). Como si fuera un fetiche. Un fetiche es algo al que atribuimos poderes aparentemente mágicos para producir efectos de forma no natural. ¿No habrá visto eso de tirar el limón en esos términos? Hace poco dije que si hubiera tirado tres limones, no le habría prestado atención, me habría parecido normal, común. ¿Pero no es eso también una manera fetichista de ver esa actividad social, que es natural dar dinero a los que más entretienen? Lo que la extraña actividad de la señora me reveló fue el perverso trasfondo del tejido social que nos vincula uno con otro. A lo mejor en este momento estás pensando “¡Ah ese Mtro. Darin se pasa con su marxismo trasnochado! ¿Qué espera, que le gente tenga todo gratis sin trabajar?” No, no espero eso, pero sí espero que cuestionemos, que seamos críticos. Es muy fácil tachar de perverso a los que no hacen las cosas como tú, pero mucho más difícil poner tu propio mundo en tela de juicio.
A lo mejor ese señor que subió la ventana de su coche iba en camino a su trabajo, a sentarse frente a una computadora en uno de múltiples cubículos en una oficina grande y ahí a mover los dedos sobre las teclas subiendo a la pantalla letras y cifras, una por una, de forma tan metódica y esperanzadora como el limón que la señora subía en el aire. Como la señora, lo hace para recibir un dinero, un sueldo en la quincena. No es un trabajo de entretenimiento, sino que está ofreciendo un servicio. ¿Pero qué servicio? Vemos lo que hace la señora con su limón y decimos que no tiene ningún valor real o intrínseco esa actividad. ¿Lo tiene lo que hace el señor en su cubículo? Hay un antropólogo que se llama David Graeber que tiene un libro que se llama Bullshit Jobs. Lo han traducido como Trabajos de mierda, pero el fenómeno que señala no es exactamente eso. Hay muchos trabajos desagradables que uno podría calificar de mierda, por ejemplo, ser basurero, o cortar caña. Sin embargo, son trabajos importantes con un valor real. Si nadie recogiera la basura, la sociedad pronto dejaría de funcionar. Graeber no se refiere a esos trabajos sino a trabajos que aparentan ser valiosos pero que en realidad no lo son. Trabajos como telemarketing, servicios financieros, el derecho corporativo, recursos humanos, relaciones públicas, la administración en los sectores de salud y de la academia, etc. Si esos trabajos desaparecieran, ¿habría gente que los echara de menos? No creo, al menos, no muchos.
Graeber menciona una predicción del famoso economista John Maynard Keynes. En 1930 predijo que al cabo del siglo XX la tecnología habría avanzado lo suficiente para que en países como Inglaterra y Estado Unidos la gente tendría que trabajar sólo 15 horas a la semana. Obviamente, esto no ha pasado. Muchos trabajos industriales y agrícolas, trabajos productivos, han sido automatizados, o sea, como predijo Keynes, la tecnología ha avanzado lo suficiente como para liberar mucho tiempo libre para la gente, pero no. Nuevos trabajos se han creado, trabajos no productivos sino bullshit. Y ahora con el impresionante desarrollo de la inteligencia artificial más gente va a perder su trabajo e incluso más trabajos bullshit tendrán que inventarse. Una situación bastante extraña, ¿no? Si vuelvo a ver a la señora esa le voy a $100. Pero la persona que realmente quisiera volver a ver es el joven que subió su ventana ya que creo que le hace falta un fuerte abrazo.
La siguiente anotación tiene que ver con una entrevista que vi en la tele. El invitado era un mago quien hizo un truco de magia para el público. Luego el entrevistador, impresionado, le pidió que le enseñara cómo lo hizo. El mago dijo: “Si te lo enseñara, dejaría de ser magia, ¿no?” Por alguna razón, eso me hizo pensar en lo que hacen los filósofos. En el caso de la magia, si aprendes cómo un truco se hace, desvanece la magia y se convierte en un simple mecanismo. Y pensé que a lo mejor la filosofía era como un truco mágico, pero al revés. Me explico.
Tenemos una percepción ordinaria de la realidad en la que sabemos que cuerpos sólidos no pueden interpenetrarse y donde cosas soltadas caen al suelo, cosas de ese tipo. El mago nos hace percibir algo por encima de esa realidad – algo precisamente surreal – o algo que contradice lo que suponemos sobre la naturaleza de la realidad. En el contexto de un show de magia, sabemos que lo que percibimos no es real, pero no podemos dar cuenta de ello. Si descartamos que el mago tiene algún poder fuera de lo común, entonces nosotros hemos de ser la fuente de la ilusión. Parafraseando un famoso decir: “Si un mago hace un truco y no hay nadie para verlo, ¿sucede algo mágico? No. Por otro lado, si hubiera un público sin mago, pues tampoco habría magia. Es una colaboración entre los dos. En todo caso, nos gusta la ilusión, nos entretiene.
Ahora bien, imagínate un público ahí sentado y que en vez de que salga al escenario un mago sale un filósofo. A diferencia del mago, el filósofo no hace ningún truco, dado el truco ya está hecho de antemano. Consiste en la realidad tal y como uno la entiende de cierta forma. En el caso del mago, vimos que nuestra ordinaria percepción del mundo sirve de trasfondo para que lo que hace el mago se resalte, para que su ilusión nos impacte. En el caso del filósofo, la ilusión es la realidad misma, al menos nuestra concepción de ella. Ésta es una diferencia importante entre los dos – la ilusión no es óptica, como con el mago, sino conceptual. Y a diferencia del mago, el filósofo sí nos explica el truco – explica, o hace explícitos más bien, los conceptos sobre los que nuestro entendimiento del mundo está basado, y muestra cómo la sustitución de algunos conceptos por otros, o quizá una nueva articulación de los mismos, resulta en un mundo distinto. Sócrates hace eso con uno de los esclavos que ve las sombras en el fondo de la caverna. Al cabo de la enseñanza percibe un mundo ya bastante distinto. Y es esa explicación, la colocación de un mundo nuevo al lado del primero lo que crea ese choque o disonancia inesperada que en los dos casos nos maravilla.
Es en este sentido que dije que la filosofía es como un truco mágico, pero al revés. Al revés porque parte de la ilusión, en vez de crearla, y además la explica. Sin embargo, ¿no tendrá razón el mago; no será que explicando cómo el truco se hace, la magia desvanece? Pues sí, la magia, la ilusión, desvanece y en su lugar uno no ve más que un simple mecanismo mundano. Pero la ilusión que el filósofo hace desvanecer es el mundo entero. Quizá lo que sea mágico, o más bien maravilloso, es que tengamos el poder de crear mundos.
Como último, un comensal de la Fonda me preguntó: “Si el sistema solar se va a consumir cuando el sol se convierte en un supernova – ¿sirve de algo que me angustie por hacer algo grande, ser alguien, o pasar a la historia?”
Primero, un detalle técnico. Resulta que el sol no va a convertirse en un supernova, pues según dicen los científicos no tiene una masa suficiente. Más bien, dentro de unos 5 mil millones de años su combustible se va a acabar y va a convertirse en lo que llaman una enana blanca.
En todo caso, ¡deja el penoso destino del sol, ya que hay peligros globales actuales que dentro de un siglo o incluso dentro de un año pueden acabar con la civilización humana y quizá con la especie! Visto así, creo que tu inquietud se vuelve más interesante y urgente.
Lo que dices sobre hacer algo grande me recuerda de lo que los franceses llaman “chanson de geste”, los relatos épicos escritos en la Edad Media que narran las hazañas de un héroe. El Cantar de Roldán y El Cantar de mio Cid son ejemplos. A lo mejor estos relatos y canciones servían para la gente del medievo y también de otras épocas como una especie de máxima – Vivir de tal forma que lo que haces en esta vida sea cantada y celebrada por generaciones posteriores.
Se me hace que algo de eso está implícito en tu inquietud. Bueno, no es una simple inquietud sino como dices algo que te angustia. Si te angustia, esto implica que una vida en la que no trascendieras quedaría corta, te dejaría insatisfecho. Si uno con sus hazañas pasa a la historia, ¿qué es lo que trasciende? En alguno de sus escritos, Jean Jacques Rousseau dice que un perro, a unos meses de nacer, ya es lo que será el resto de su vida. Luego pregunta ¿por qué el animal humano es el único capaz de convertirse en imbécil? Nunca vas a encontrar en el mundo ningún perro imbécil, pero muchos humanos sí. Lo que uno trasciende es su mera condición animal, pero lo que Rousseau está señalando, o enfatizando, es el lado negativo de esta trascendencia. Algunos lo hacen mal, y se convierten en imbéciles, y otros bien, convirtiéndose quizá en héroes. Entonces, creo que lo que te angustia es la posibilidad de que tu vida salga mal o que la vivas en el plan básico animal – comer, dormir, reproducirte, disfrutar pequeños placeres como cuando mis perros yacen bajo el sol. Eso no está mal, pero el ser humano, además de convertirse en imbécil, es capaz de grandeza, de belleza, de trascendencia.
El problema con el imbécil lo vemos en la etimología de la palabra. “Bécil” viene del latín, “baculum”, que significa “palo o bastón”. El imbécil es quien no tiene un bastón en el que apoyarse y que por tanto cae. Entonces, hace falta un bastón para no caerte y vivir bien. En nuestro contexto el bastón son otras personas, gente que admiras, tus héroes pues. El bastón te apoya físicamente y tus héroes espiritualmente. Ahí están parados al otro lado del río de la vida, animándote, diciendo: “Si nosotros pudimos, tú también puedes”. Bueno, eso es una simplificación cursi, pero el punto es que necesitamos guías. El problema es que si tu héroe es Kant o Simón Bolívar, puedes verte muy fácilmente frustrado en tu intento de trascender, pues son muy pocos los que pueden liberar a un continente entero o ilustrar a un continente entero. Yo creo que la angustia de los que quieren hacer algo grande o importante en la vida proviene de esto, de que no ven cómo pueden posiblemente alcanzar esos niveles? Y un problema más – ¿qué pasa si tu modelo no es Kant o Borges, por ejemplo, sino alguien como Kim Kardashian? ¿Deberíamos distinguir entre una buena trascendencia y una mala? Ella ha hecho algo grande y sin duda pasará a la historia, pero podemos decir que hizo algo importante, algo bueno que merece ser recordado?
Mi respuesta sería lo siguiente: Si eres capaz en la vida de hacer algo importante, algo que trasciende, será porque eres capaz de atender. Ortega y Gasset dijo: “Dime a qué le prestas atención y te diré quién eres”. Muy profundas estas palabras, especialmente en esta así llamada economía de la atención en que vivimos. Cuando la atención se convierte en una mercancía con valor monetario habrá muchos compitiendo por tu atención, fenómeno que vemos precisamente en las redes sociales. Para que dirijas la vista a lo que compañía X tiene a la venta o a algún meme de partido político Y, tu atención tiene que ser distraída. Cuando prestas atención estás atendiendo. A-tender significa literalmente estirarse hacia algo, estar orientado hacia algo. En el contexto de la fenomenología, Edmund Husserl habló de básicamente la misma idea cuando caracterizó la conciencia fundamentalmente en términos de la intencionalidad. Es como si la intención o el estiramiento de la conciencia se hiciera en un carril que se dirige hacia el objeto. En este sentido podemos decir que la distracción descarrila la atención. La jala o arrastra para que vaya en otra dirección. Compañías e ideologías rivales te jalan por aquí y por allá, con la consecuencia de que seas menos atento e intencional y más distraído y reaccionario. Irónicamente destruye la atención que buscan, creando más bien una conciencia esquizofrénica. Distraer es descarrilar la conciencia; atender es encarrilarla, es tender o extenderse hacia algún objeto.
¿Qué es ese algo? ¿Cuál es tu carril en la vida? En la Vedanta, los antiguos hindúes hablaban del “sat-cit-ananda”. Sat es el verdadero ser, cit es la verdadera conciencia, y ananda es la dicha. Puede que no sepas que son el verdadero ser y la verdadera conciencia, pero conoces tu dicha. Es ese estado de ser que Peirce describía con su categoría de la primeridad – la experiencia directa, inmediata, sin divisiones. Es estar en aquel estado de flujo donde no estás observándote ni haciendo preguntas sino sintiendo directamente. Lo que uno siente aquí no es simplemente el placer, una sensación placentera, sino algo mucho más profundo, lo que Aristóteles llamaba la eudaimonia, lo cual traducimos no del todo bien con los términos felicidad o bienestar. Eudaimonia significa literalmente buen espíritu, pero no el espíritu que es tu conciencia a diferencia de la tu amigo, sino un daimon o deidad que abarca y rebasa todo individuo, el daimon del mundo, sea como quieras entender eso. Cuando atendemos, estamos encarrilados por ese daimon, lo cual percibimos muchas veces simplemente como la belleza de la vida. No es sentir ningún placer en particular ni ningún conjunto de placeres sino la fundamental orientación de la vida. La dicha de cada quien en ese estado es un reflejo parcial de esa belleza.
Ayer estaba pensando en estas cosas y en la noche acostado en la cama leyendo El libro del desasosiego de Fernando Pessoa, me topé con una oración que captó perfectamente bien lo que estoy tratando de decir. Dice Pessoa: “Todo depende de lo que somos, y cómo perciben el mundo los que vienen después de nosotros dependerá de que tan intensamente lo hayamos imaginado, es decir, lo hayamos verdaderamente sido”. Lo que dice Pessoa toca nuestra preocupación por hacer algo grande o importante que influirá en otros. Todo depende, dice, de lo que somos, no lo que hacemos. Lo que hacemos es posibilitado por lo que somos, por lo intenso que hayamos verdaderamente sido el mundo que imaginamos o sentimos.
Creo que hoy en día, lo más importante que uno puede hacer, es ser, es recuperar la capacidad de atender. Esta capacidad o disposición de uno no es la del ego individual que trata el mundo como un escenario de objetos que puede adquirir y controlar sino de la conciencia vista como uno entre infinitos puntos de expresión de una inmensa realidad bella y misteriosa, una realidad que es menester sentir. Yo sé que suena muy metafísico y cursi eso, pero si queremos dejar de ser títeres de algoritmos, dejar de reproducir con nuestras reacciones un sistema económico y tecnológico que nos vuelve cada vez más narcisista y que produce división y destrucción más que cualquier otra cosa, si queremos un mundo mejor, pues esa metafísica ya no parece tan cursi. Más bien es imprescindible.
Yo diría que dejaras de preocuparte por hacer cosas grandes, deja a Kant y Borges y sin duda a Kim Kardashian, y con ello dejar de preocuparte por supernovas y guerras nucleares. Si vivimos atemorizados por esas posibilidades, nunca haremos nada y la vida será más pobre. Que tu modelo sea más bien el árbol que crece en el jardín, el atardecer con todos sus efímeros colores, el sonido que hace el latido de tu corazón, el susurro de un río. Esa es la realidad, la existencia, y te tocó ser parte de esa existencia, de experimentarlo – ¡qué milagro, qué suerte! Si eres capaz de esa cursilería, serás capaz entonces de instruir o de liberar, quizá no a continentes pero a tu hijo sí, y a los de tu comunidad, y para cualquiera eso es más que suficiente.
Krishnamurti dijo: “No es saludable estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma”. El deseo de hacer algo grande puede ser un deseo egoísta cuya pregunta es ¿Qué me toca a mí? Esto en pocas palabras, llevado a un extremo, lo considero una enfermedad mental. Así uno no es más que un reflejo de la sociedad enferma en que vive. Pero uno también puede desear hacer algo grande para mejorar la sociedad, sanarla. Para ello hay que desadaptarse, descarrilarse precisamente, de los enfermos mecanismos del sistema actual. Un buen primer paso sería apagar este vídeo, salir a buscar el árbol más cercano y, sí, abrazarlo.

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Música de la intro: La canción se llama “Ambience Musettienne” del album Simply Musette de Alexa Sage.

Música de la outro:  ZAPATEADITO OAXAQUEÑO II . Arodi Martinez S.  https://www.youtube.com/watch?v=qIcnUTBSOfw

14 Comments

  1. Sergio Santiago Rivera · 05/11/2023 Responder

    Hola Darin, te comparto una experiencia parecida: en un crucero de las calles de Tampico (Tamps. Mex.), habitualmente veía a un señor de gran pobreza haciendo juegos malabares, para ello usaba tres pelotas de tenis, pero carecía de habilidad, porque las tres pelotas no se separaban de las palmas de sus manos. Asi, pasaron las semanas sin progreso… un día el señor agrego dos señales que me hicieron comprender su falta de habilidad en el juego de malabares: antes de iniciar, se llevó un dedo por encima de los labios, despues, lo llevó a uno de sus oidos.
    En México hay un expresidente (Vicente Fox), que arremete en contra de los programas sociales, que otorga el actual gobierno a los adultos mayores y personas discapacitadas; diciendo: “¡ponganse a trabajar huevones¡”.
    Darin, en el caso del joven, no sabemos por qué subio el cristal, quizá, desprecia a los pobres o, quiere que se pongan a trabajar, como lo expresó mi expresidente (en mala hora).
    Sergio Santiago Rivera, lector frecuente de La Fonda Filosófica, mi agradecimiento infinito por tu trabajo.

    • Miguel Korenko · 05/11/2023 Responder

      Buen día Darín
      Cómo siempre tus reflexiones son profundas y originales.
      Creo que el rol del filósofo es ayudar a despertar al hombre, en tus expresiones a descarrilarnos, a desaptarnos de esta sociedad para poder crear un mundo un poco mejor, por ejemplo un poco más justo….
      Y creo también que ese despertar que puede crear el filósofo es enseñarnos a descubrir lo extraordinario en lo ordinario….es decir despertar al milagro de estar vivo, de que cada instante es diferente al siguiente….
      Al fin y al cabo el misterio de la Existencia nunca tendrá una respuesta definitiva…
      Gracias Darín por ayudarnos a despertar…
      Un gran abrazo
      Saludos

    • Darin · 05/11/2023 Responder

      Hola Sergio, gracias por tu comentario 🙂

  2. Mario Balzarini · 05/11/2023 Responder

    Hola Darin! / Es muy importante lo que dice Pierce cuando pone “la experiencia directa” como algo mucho más profundo que una simple sensación placentera / muchas personas asociaron esa experiencia directa con la “experiencia de Dios” / y para esas personas, Dios es una experiencia que se vive, no un concepto que se razona / excelente video Darin / Te mando un abrazo

  3. Joan · 05/11/2023 Responder

    Hola Darín,

    Muchas gracias por estas experiencias vitales y de filosofía de vida.

    Tu analogía con la magia y el ilusionismo cuando hablamos de la filosofía me ha hecho volver a pensar en qué es un filósofo. Para mí, el filósofo es aquel que utiliza la razón para entender el mundo, pero también usa la acción para transformarlo. Pero no sólo eso. También es aquella persona serena, sin la mente nublada, sin turbaciones, que se dedica a cuidar de los otros en este mundo. Es decir, un filósofo debe entender, actuar y tener cuidado de uno mismo y de los demás y, para ello, la serenidad en él es algo primordial. Es por esta razón que ser filósofo nunca será una profesión y menos del tipo basura.

    Tu reflexión sobre la transcendencia me ha parecido muy pertinente. Coincido contigo en que la clave está en ser, pero también en las relaciones que establecemos con nuestra realidad, pues haremos en función de lo que somos, pero también según con que nos vinculemos. Es más, creo que la clave está, como bien dices, en la atención, el estar dirigido, pero no a las cosas grandes, sino a las pequeñas, a las que nos son accesibles, a las que se encuentran a nuestro alcance.

    Me parce correcto la idea de desvincularse un poco de aquello que en nuestra sociedad nos perjudica, pero también considero imprescindible atender aquello próximo y cercano que puede ser mejorado. Al final todo se trata de un problema de escala. Si a nivel individual incidimos en nuestra familia, vecinos, comunidad, etc. y nos vinculamos correctamente con el resto es posible alcanzar grandes cosas a partir de pocas cosas tal como hace la Naturaleza. No seremos Kant ni Bolívar, pero podemos aspirar a ser una comunidad correctamente relacionada capaz de iluminar y liberar una colectividad mayor que la que logaron ellos.

    Para finalizar una última reflexión. Parece mentira, pero tu calidad de vida mejora drásticamente cuando te rodeas de persones inteligentes, buenas, positivas y amables. Pero aún mejora más si eres capaz de transformar a los que no tienen estos atributos en alguien que sí los posea. De esta forma, en vez de alejarte de lo negativo consigues incrementar lo positivo. Y, si esto perdura en todos, quizás, cada vez más no hará falta alejarse de tanta gente y, al fin, todos podamos tener la calidad de vida que nos merecemos, que no es otra que vivir en paz.

    Saludos,
    Joan

    • Darin · 06/11/2023 Responder

      Gracias por tus palabras Joan 🙂

    • Alminar · 07/11/2023 Responder

      Según te estaba leyendo me iba subiendo la glucemia. No sé los años que tendrás, pero la peligrosidad de la sobredosis del Club Disney está infravalorada. Cuando llegué al párrafo en que afirmas que la calidad de vida mejora drásticamente cuando te rodeas de personas inteligentes, buenas, positivas y amables, se me vino a la mente lo que dijo un gigantesco Sartre antes de volverse un enano stalinista: “El infierno son los otros”.
      Yo no he encontrado en mi vida a ninguna persona inteligente, buena y bella. Esa conjunción es para mí como el lugar donde se tocan las paralelas, aunque Platón habló a menudo de ella y de cómo sacarle brillo. En realidad no he conocido a ninguna persona completamente inteligente, máximamente buena o plenamente bella. Los muy inteligentes en algo resultaba que en otros aspectos de la vida eran bastante mostrencos. En cuanto a la belleza, ¿qué niño no es bello? Sin embargo, tienden a complementar su dieta hurgando en sus fosas nasales. Tuve una cuñada bellísima (fue modelo), pero tardó un tiempo en darse cuenta que las compresas no eran reversibles. Era hermosísima, el tipo de mujer a la que se dirigen las miradas sí o sí. Sin embargo, yo siempre evité que me diera un beso, porque no me parecía de las que se lavan después de haber estado chupando por ahí cualquier cosa. Y acerca de las personas buenas… Ned Flanders, el vecino perfecto. Cierto que la eternidad debe ser un tanto aburrida, sobre todo hacia el final, pero aún más si te toca estar cantando salmos a Dios sobre una nube rodeado de una tribu de Flanders. Para nosotros, los reumáticos siempre será más aconsejable ir a donde haya más calorcillo. Junto a la caldera presumo que la compañía será también más variada.
      Un cordial sali… er digo, saludo.

  4. Patricia · 05/11/2023 Responder

    Querido Darin. Justo ayer recordaba la frase de Krisnamurti y pensaba si quizá estaremos dirigiéndonos a la extinción.. No ya cuando el sol se convierta en enana blanca que para entonces llevaremos tiempo extintos sino de forma más inminente…A veces me da “dolor de mundo” cuando veo una sociedad que a mi me parece profundamente enferma y que yo no puedo hacer “algo grande” en plan hacer la revolución que está vez funcione y salvar al mundo ja ja…No. Obviamente no puedo.
    Pero luego me doy cuenta de que tampoco hay que “hacer algo grande”. Me basta con mantener firme mi asombro por el mero hecho de ser, de que el mundo sea.
    Para que cualquiera de nosotros estemos vivos han tenido que estallar supernovas precisamente hace millones de años y desperdigar por el espacio los átomos de los que estamos compuestos, junto con un millón de otros hechos azarosos: desde que se conocieran nuestros bisabuelos hasta que un espermatozoide concreto fecundado un óvulo concreto
    Como dice la canción de la llorona si ya te he dado la vida …que más quieres, quieres más?
    A mi no me parece que la reverencia ante el misterio y belleza de la vida sea cursi.
    Es más. Si es que vamos a sobrevivir como especie necesitamos reconectar con esa belleza y ese misterio

    Muchas gracias por todo 💜

    • Alminar · 06/11/2023 Responder

      No es marxismo trasnochado, sino más bien frodo-marxismo. En cualquier caso, muy lejos de entrar en el club jacobino.

    • Darin · 06/11/2023 Responder

      Detrás de la metafísica de abrazar árboles hay un análisis empírico bastante escalofriante de riesgos globales catastróficos que trataré dentro de dos vídeos (espero).

  5. josé · 06/11/2023 Responder

    Gracias, Darín. muy interesantes tus reflexiones. Cuidado con lo de recomendar abrazar los árboles. Depende de cómo y cuántos abrazan los mismos árboles. Speiens sapiens, se está transformado en Sapiens estultus A veces, los abrazos pueden ser mortales para los bellos árboles. Por brevedad, os pongo el enlace a la noticia en un periódico de Cataluña sobre lo que está ocurriendo con el bosque de Secuoyas de Cabezón de la Sal (Cantabria)
    https://www.lavanguardia.com/local/cantabria/20231022/9319728/practica-antiestres-abrazar-arboles-pone-jaque-monumental-bosque-
    secuoyas.html

  6. jose · 06/11/2023 Responder

    REsumen del artículo, ya veo qeu no funciona el enlace
    La práctica antiestrés de abrazar árboles pone en jaque un monumental bosque de secuoyas
    En Cantabria
    El Ayuntamiento de Cabezón de la Sal pondrá medidas para controlar los 200.000 visitantes que el paraje recibe al año
    Ningún exceso es bueno, ni siquiera los abrazos, por muy amorosos que sean. Y recibir 200.000 al año deja sus secuelas, por muy árbol que seas. Es lo que está sucediendo en el Monumento Natural de las Secuoyas del Monte Cabezón, en Cantabria, donde miles de visitantes acuden cada semana a abrazarse a un árbol, un gesto queda bien en redes sociales y que se ha popularizado en extremo como medida antiestrés desde que se dejó atrás la pandemia. Tanto es así que el el Ayuntamiento de Cabezón de la Sal ha puesto encima de la mesa varias medidas para “salvar” de los abrazos las preciadas secuoyas, entre ellas organizar las visitas de manera controlada o poner un ticket de entrada, además de acotar los accesos.
    “Se están debilitando los árboles porque la gente que viene se abraza a los árboles, se degrada la corteza, incluso alguno se lleva trozos de corteza de recuerdo”, se lamenta el alcalde de Cabezón de la Sal, Óscar López.
    “La gente se abraza a los árboles, se degrada la corteza, incluso alguno se lleva un trozo de recuerdo”, dice el alcalde
    Además de quedarse “pelados”, muchas de las raíces de las 840 secuoyas de este bosque también se están quedando a la vista por “la erosión de pisar por ellos”.
    Por ello, el Ayuntamiento de Cabezón de la Sal, junto a la Consejería de Turismo y la de Desarrollo Rural, se han emplazado a “dar una vuelta de tuerca” para evitar la masificación de personas.
    En la actualidad, no existe la prohibición expresa de tocar los árboles, tan solo se recomienda no hacerlo, aunque, según advierte el regidor cabezonense, “al no haber vigilancia, una prohibición no evitaría que en algún caso se abracen a los árboles”.
    https://www.lavanguardia.com/local/cantabria/20231022/9319728/practica-antiestres-abrazar-arboles-pone-jaque-monumental-bosque-secuoyas.html

    • Alminar · 08/11/2023 Responder

      Que abracen farolas. Si abrazáis árboles, porque os dan sombra, ¿por qué no abrazáis farolas que os dan luz? ¡Basta ya de discriminar a las farolas! También tendrán ellas su corazoncito.

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