La fuerza

Hoy una reflexión sobre los sucesos en el Medio Oriente desde la noción de fuerza que plantea Simone Weil en su escrito “La Ilíada o el poema de la fuerza”.

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Guión

Hace una semana, la organización palestina Hamás lanzó una fuerte ofensiva hacia Israel resultando hasta la fecha en cerca de 1,300 muertos israelíes. Israel ha respondido declarando guerra contra Gaza. Las noticias están llenas de imágenes de explosiones, muertos, y destrucción generalizada, y las redes sociales llenas de los simpatizantes de los dos lados gritando y criticando los unos a los otros.
Todo este escenario bélico, tanto físico como verbal, me ha llenado de tristeza. Algunos de ustedes han preguntado Maestro, que piensa usted de lo que está sucediendo, cuál es su opinión? Normalmente no me gusta opinar aquí en la Fonda sobre los temas geopolíticos que en un momento dado corren en las bocas de todos porque en la mayoría de los casos la opinión que podría dar sería la de un ciudadano y no la de un filósofo. En el caso de esta guerra que ha estallido, tengo una opinión muy clara sobre el conflicto, su historia, estructuras de dominación, culposos, etc. De eso no me interesa hablar, no porque no tenga valor mi opinión sino porque supone o implica que una respuesta al conflicto estriba en un minucioso análisis histórico del asunto, un rastreo de cada golpe que los dos lados han dado y la justificación ética de cada uno, haciendo en una especie de documento de Excel una hoja de cálculo moral para llegar a una conclusión. No digo que esto no podría hacerse o que no tendría su importancia, sin embargo, la tristeza, la amargura, que me genera esta más reciente iteración de la conducta humana pide algo más profundo. Creo que lo que hace falta, al menos filosóficamente (y no digo que esto sea la única respuesta filosófica) es alejarnos de los sucesos de los últimos días, y de hecho de los de todo el conflicto, y también de los actores involucrados. Reflexionando sobre los ataques, por alguna razón me vino a la mente un escrito de Simone Weil que se llama “La Ilíada o el poema de la fuerza”. Volví a leerlo y la verdad me hizo mucho sentido.
El escrito de Weil versa sobre la Ilíada, un poema épico griego escrito por Homero hace unos 2,800 años. Eso sí es alejarnos bastante de los sucesos actuales. Su tema general es la Guerra de Troya cuyos actores principales son los troyanos y los griegos, como en nuestra actualidad la guerra que nos concierne es entre los israelíes y los palestinos. Sin embargo, la primera línea del escrito de Weil dice: “El héroe verdadero, el tema verdadero, el centro de La Ilíada es la fuerza”. Muchos han analizado la fuerza o el poder que en las relaciones humanas diferentes actores ejercen. En su escrito, la fuerza no es simplemente el fenómeno que analiza, sino que es el héroe, es el actor principal. Sigue diciendo: “La fuerza empleada por el hombre, la fuerza que esclaviza al hombre, la fuerza ante la cual la carne humana se retrae. En esta obra se exhibe en todo momento al espíritu humano, en tanto que modificado por sus relaciones con la fuerza, en tanto que arrebatado, enceguecido por la misma fuerza que imaginó podía manejar, en tanto que deformado por el peso de la fuerza ante la que se somete”. Para Weil, el héroe verdadero de la obra no es Aquiles ni Héctor sino la fuerza, un actor no con nombre y apellido, de carne y hueso, sino con una constitución casi metafísica. Me hace pensar de hecho en la Voluntad de Schopenhauer, el noúmeno que recorre y anima todo fenómeno concreto en el mundo. Una buena parte de la finalidad de este escrito es enseñarnos que entendemos la naturaleza de la fuerza de forma muy parcial y gracias a ello sufrimos consecuencias innecesarias.
En el segundo párrafo del texto Weil define la fuerza. Dice: “Para definir la fuerza —es esa x que transforma a todo el que se ve sujeto a ella en una cosa. Ejercida hasta el límite, convierte al ser humano en una cosa en el sentido más literal de la palabra: hace de él un cadáver”. Da varios ejemplos del texto de hombres tirados en el suelo, muertos, comida para los buitres. Cita una parte donde la esposa de Héctor prepara un baño caliente para su esposo, de regreso de la batalla. “¡Tonta mujer!”, dice el texto, “Lejos ya de los baños calientes yacía asesinado”. Y agrega Weil: “Y no sólo él; casi toda La Ilíada tiene lugar lejos de los baños calientes; casi toda la vida humana, entonces como ahora, tiene lugar lejos de los baños calientes”.
Éste es el sentido más básico de la fuerza, la fuerza que mata. Pero hay otro sentido, una fuerza que no mata, o que todavía no mata. Dice: “De su primera propiedad (su capacidad de transformar a un ser humano en una cosa por el simple expediente de matarlo) fluye otra, bastante prodigiosa a su manera también, la capacidad de transformar a un ser humano en una cosa mientras está vivo todavía. Está vivo; tiene un alma; y, sin embargo, es una cosa. Extraordinaria entidad ésta —una cosa que tiene un alma”. El primer sentido de fuerza es lo que nos deslumbra en las noticias sobre el conflicto en el medio oriente, la violencia que convierte a uno en cadáver, en una cosa inerte. Pero no toda fuerza es violenta en este sentido físico. En el segundo sentido, la fuerza convierte a uno en una cosa, pero una cosa viva. Dice Weil: “Un hombre se encuentra desarmado y desnudo frente a un arma que le apunta; esta persona se transforma en un cadáver antes que nadie o nada lo toque”. En condiciones no tan extremas, cada persona ejerce cierto poder sobre los demás. Imagínate tú solo en tu cuarto sentado, luego te levantas, caminas por aquí y por allá, vuelves a sentarte, etc. Si tuvieras una persona de visita no te comportarías de la misma manera. Harías cosas quizá similares pero siempre consciente de la consciencia del otro, de su estado de ánimo, sus expectativas, su estatus social, etc. Todo ese poder sutil que ejerce uno desvanece al verse sujeto a la fuerza, a ese x que puede borrar su existencia en un instante. Antes, sus deseos y esperanzas la animaban. Ahora la fuerza le convierte en una cosa inanimada, le petrifica, es una piedra viva.
Hay dos posibilidades aquí – no, tres. O le matan, y la cosa viva se convierte simplemente en una cosa, o por algún capricho le dejan a uno vivir, y así la cosa viva deja de ser una cosa y vuelve a ser un ser humano. Dice Weil: “Si acaso se escucha el ruego de un suplicante, éste vuelve a ser otra vez un ser humano, como cualquier otro. Pero hay otras criaturas, más desafortunadas, quienes han sido convertidas en cosas por el resto de sus vidas”. Ésta es la tercera posibilidad, que uno se convierte en esclavo. Sigue diciendo: “La idea de que una persona sea una cosa es una contradicción lógica. Sin embargo, lo imposible en lógica se hace realidad en la vida y la contradicción, alojada dentro del alma la desgarra. Esta cosa está aspirando constantemente a ser un hombre o una mujer, sin lograrlo nunca —en esto, con seguridad está la muerte, pero una muerte prolongada a lo largo de toda la duración de la vida; aquí, con seguridad hay vida, pero una vida que la muerte ha congelado antes de abolir”. La autora nos da ejemplos del texto de la Ilíada, ejemplos que nos resultan familiares por su parecido con otros texto antiguos como la Biblia donde vemos que gente conquistada, pueblos enteros, se convierten en esclavos. Asociamos la esclavitud con épocas antiguas pero sabemos que existía todavía de forma institucional hasta el siglo XIX y que existe todavía hoy en día en el tráfico de personas: trabajadores sexuales y también obreros en construcción y de servicio doméstico.
Ahora bien, muchos han escrito sobre la Ilíada – críticos literarios, estetas, historiadores, etc., pero este ensayo de Weil no es meramente académico. Lo escribe en 1939, en el inicio de la Segunda Guerra Mundial y con la experiencia en 1936 de haber participado en la resistencia y lucha republicana contra los nacionalistas en la Guerra Civil Española. Weil estaba rodeada del fenómeno que describe en su texto. Lo que buscaba en la Ilíada es una comprensión de su presente, cosa que yo también busco en el escrito de Weil.
Hasta ahora vemos que la fuerza produce cadáveres y esclavos, y dirás quizá que en el último siglo ha habido mucho de eso, pero la fuerza tal como la plantea Weil no es abarcadora; la mayoría logra evitar una muerte violenta y vivir de forma no esclavizada. Es cierto. Mi vida aquí en Xalapa, Veracruz no es como la vida de gente en Siria, Ucrania, o Gaza. Sin embargo, esos conflictos y muchos más que están dándose en el mundo en este momento nos afectan a todos – crean grandes migraciones de personas buscando refugio, trastornos en la economía mundial, escasez en ciertos cultivos importantes como en el caso del trigo de Ucrania y, si eso fuera poco, la amenaza de una guerra nuclear. Los tentáculos de la fuerza llegan lejos. Aunque no lo comente en su escrito, no puedo imaginar que no tuviera en mente las condiciones laborales en las fábricas en que laboró durante un par de años. Su descripción de los obreros ahí se parece mucho a una condición de esclavitud.
Pero dejando todo eso de un lado, Weil sí reconoce que la fuerza que mata y que esclaviza es sólo una posible expresión de fuerza. Dice que los que detentan poder “no ven que la fuerza que poseen está limitada en cantidad; ni consideran sus relaciones con los demás seres humanos como una especie de balance entre cantidades desiguales de fuerza”. La fuerza no se distribuye de forma igual entre todos sino que algunos ejercen más fuerza que otros, sea esa fuerza física o social. Sin embargo, hay cierto balance o equilibrio. En el mundo natural hay diferencias en temperatura atmosférica que impulsa la creación de nubes y lluvia pero globalmente el sistema del clima guarda un balance estable. En el mar encontramos corrientes y olas que impulsan el movimiento y la dinámica del mar, pero globalmente es estable. Lo mismo con los seres humanos. Sin embargo, llegamos a extremos de violencia como en la guerra y la dominación social que rompe ese balance. ¿Por qué? Según Simone Weil, se trata de una equivocación por parte de quien ejerce la fuerza. Como ya dijo, no se da cuenta de que su fuerza es limitada. ¿Por qué está limitada? Porque su fuerza no es intrínseca sino relacional. El destrozo que una bala crea depende del material del que está hecho, la velocidad con la que se dispara, y el tipo de material que impacta. La materialidad y la velocidad son propiedades físicas intrínsecas de las cosas en cuestión. La fuerza de un guerrero no es intrínseca a sí mismo ya que, como vimos, puede convertir a uno en una cosa nada más levantando su espada, con la amenaza. Esta fuerza varía dependiendo de los actores en cuestión y por esa es relativa o limitada como dice Weil. Pero no se da cuenta de eso. Hablando de él que ejerce fuerza dice: “Puesto que la demás gente no impone a sus movimientos ese alto, esa pausa de vacilación, en donde se encuentra toda nuestra consideración hacia nuestros hermanos en humanidad, concluyen que a ellos el destino les ha concedido una licencia total y ninguna a sus inferiores”.
Además, no se da cuenta que la fuerza es tan despiadada hacia él como hacia su víctima. Dice Weil: “La fuerza es tan implacable para el que la posee, o cree poseerla, como lo es para sus víctimas; a éstas las aplasta, a aquél lo intoxica. La verdad es que nadie en realidad la posee”. Recordemos su definición de fuerza: “es esa x que transforma a todo el que se ve sujeto a ella en una cosa”. Si nadie posee la fuerza, entonces quien se ve sujeto a ella no es sólo quien la sufre sino también quien la usa. Vimos que cuando la fuerza convierte a uno en una cosa viva o en un esclavo, le quita toda facultad del espíritu, la capacidad de juzgar, de resistir, de esperar e incluso de desear. Este extremo lo encontramos en la batalla, pero encontramos también que algo parecido pasa al que ejerce la fuerza. Dice: “No es el designio del hombre, no es la estrategia, no es la acción subsecuente a la resolución tomada, lo que gana o pierde una batalla; las batallas se dan y se deciden por hombres desprovistos de estas facultades, hombres que han sufrido una transformación, que han caído ya sea al nivel de la materia inerte, que es pasividad pura, o al nivel de la fuerza ciega, que es impulso puro”. Quien gana la batalla no es un sujeto en control de sí mismo sino un frenesí, una fuerza de la naturaleza como el fuego, la inundación, o el viento. En este sentido, quien ejerce la fuerza se convierte también en una cosa. Por un lado la inercia bruta y por el otro el puro impulso. En los dos casos, la facultades humanas del espíritu desvanecen; la fuerza, en pocas palabras, deshumaniza. Por eso, comenta Weil, Homero no presenta en la Ilíada los esclavos y los conquistados por un lado y los conquistadores por el otro, sino que todos están en el mismo plano. Como dice: “En este poema no hay un solo hombre que alguna vez u otra no haya tenido que doblar el cuello ante la fuerza”.
Si fuera posible poseer la fuerza, el héroe verdadero de la Ilíada sería quizá Aquiles, pero no puede poseerse. Ése es el error o la ilusión y es lo que hace que la fuerza sea el protagonista principal del libro. Sin duda, casi siempre un lado en un conflicto tiene más armamentos que el otro, a veces mucho más, entonces se podría decir que posee más fuerzas (digo fuerzas en plural y con f minúscula). Lo que no se puede poseer es la Fuerza con F mayúscula ya que tarde o temprano todos estarán en una posición de debilidad, doblando su cuello ante la fuerza. La historia bélica de Estado Unidos desde Vietnam incluyendo el 11 de septiembre y su derrota en Afganistan es prueba de ello.
En el primer párrafo de su texto Weil dice: “Para aquellos ilusos que consideran que la fuerza, gracias al progreso, pronto será cosa del pasado, La Ilíada puede aparecer tan sólo como un documento histórico; para otros, cuyas facultades de identificación son más agudas y que perciben a la fuerza, hoy como ayer, en el centro verdadero de la historia humana, La Ilíada es el más fiel y bello de los espejos”. Me intriga que lo llame un espejo bello. Leemos la obra de Homero y no vemos más que despiadada destrucción. ¿Cómo puede ser bello eso? Es bello para Weil porque la descripción en el texto es fiel, porque nos muestra las cosas tal como son. Espejos no fieles serían quizá ideologías que ensalzan algún ideal, algún pueblo elegido, alguna dispensación histórica que justifica la dominación violenta de un grupo sobre otro. Si hiciéramos una lista de todos los conflictos bélicos de la historia humana y todos los discursos y razonamientos que cada lado ofrecía para justificar su uso de fuerza, tendríamos una lista tan abigarrada y contradictoria que de poco le serviría a uno. En el contexto muy estrecho de un pueblo y momento histórico dado, puede que tenga sentido. Si sólo podemos acabar con los judíos o los musulmanes, o con los capitalistas o los comunistas, los problemas de la humanidad se habrán resuelto. Esto para Weil es un espejo parcial que distorsiona la naturaleza de la fuerza. Valora la Ilíada porque su vista es más amplia; representa la fuerza de forma fiel mostrando que al final es el único que permanece parado.
La apreciación de Homero está informada sin duda por el antiguo concepto de “ananke” que significa fuerza, coacción o necesidad – en pocas palabras, el destino. Dice Weil: “Las relaciones entre la fatalidad y el alma humana, el grado hasta el cual cada alma crea su propio destino, la cuestión de cuáles elementos en el alma sufren transformación por la implacable necesidad a medida que se ajusta el alma a los requerimientos del cambiante hado, y por otro lado, cuáles elementos son los que se pueden preservar a través del ejercicio de la virtud y por efecto de la gracia, toda esta cuestión está cargada de tentaciones de falsedad, tentaciones positivamente reforzadas por la soberbia, la vergüenza, el odio, el desprecio, la indiferencia, por la voluntad de olvidar o por la ignorancia. Aún más, nada es tan poco frecuente como ver la desventura retratada con equidad; la tendencia es tratar al desventurado como si la catástrofe fuera su vocación natural”. Por muy dispares que sean las diferentes ideologías que pelean en el escenario histórico, quizá una cosa que une a todas o casi todas es su rechazo del destino. Rechazar esa realidad y también el hecho de que todos somos víctimas de ella y en esa medida, por tanto, hermanos es una de las cosas que enciende la sed por el poder, por una fuerza que nos llevará a ser amos del destino. Me viene a la mente una cita del escritor Charles Bukowski. Dice: “Todos vamos a morir, todos, ¡qué circo! Ese sólo hecho debería llevarnos a amarnos, pero no lo hace. Somos aterrorizados y aplastados por trivialidades, se nos come la nada”.
¿Qué puedo decir? Cuando vi la noticia sobre el ataque de Hamás y pensé en lo que sería el contraataque incluso más brutal de Israel, me sobrevino una profunda tristeza, porque vi la misma dinámica repitiéndose, los mismos gritos y las mismas lamentaciones que leemos en la Ilíada. Lo que vi era esa fuerza de la que habla Weil surgiendo nuevamente con la misma implacable necesidad con la que las olas del mar se bajan y se suben, y los actores, los israelíes y los palestinos, como juguetes tirados por aquí y por allá por las olas. En una sección de El mundo como voluntad y representación, Schopenhauer habla del velo de Maya que engaña al ser humano. El hombre ve los placeres de la vida y también la miseria y la maldad de la vida, pero, dice Schopenhauer, “lejos de saber que ambos no son más que aspectos diferentes del fenómeno de la voluntad de vivir única, los toma por muy distintos y hasta opuestos; y con frecuencia intenta con la maldad, es decir, causando el sufrimiento ajeno, sustraerse al mal, esto es, al sufrimiento de la propia individualidad, sumido en el principium individuationis y engañado por el velo de Maya. — Pues como en el mar furioso que, por todas partes ilimitado, levanta y baja aullando enormes olas, un marino se sienta en su barco confiando en su débil vehículo, igualmente se sienta tranquilo en medio de un mundo lleno de tormentos el hombre aislado, apoyado y confiado en el principium individuationis o la forma en que el individuo conoce las cosas en cuanto fenómenos. El mundo ilimitado, por todas partes lleno de sufrimiento, en un infinito pasado y un infinito futuro, le resulta ajeno y hasta es para él una fábula: su diminuta persona, su presente sin extensión, su momentáneo placer: solo eso tiene realidad para él; y hace cualquier cosa para conservar eso mientras un mejor conocimiento no le abra los ojos”. Abrirle los ojos es lo que Schopenhauer intenta hacer en este libro, y también Simone Weil en su ensayo sobre la Ilíada – quitar el velo de Maya que ilusoriamente nos hace creer que podemos vencer al cosmos y caminar sobre el agua. Para Schopenhauer, somos esclavos de la Voluntad, de esa fuerza metafísica que como las olas del furioso mar nos tira por un lado y otro. La única forma de liberarnos de ella es mediante el ascetismo, al dejar de responder emocionalmente a sus provocaciones. Concretamente, aconseja la contemplación estética.
¿Y la recomendación de Weil? Termina su ensayo con lo siguiente. Dice que alguna liberación del vaivén de la fuerza llegará para los hombres “cuando hayan aprendido que no hay refugio que proteja del destino, cuando hayan aprendido a no admirar la fuerza, a no odiar al enemigo, a no burlarse del desafortunado”. Aunque no lo trate en este ensayo, el camino hacia ello consiste en desmantelar ese principium individuationis, el ego individual, un proceso que llama decreación, lo cual permitirá lo que llama la atención, la capacidad de atender al otro en su unicidad y particularidad. Es muy interesante lo que plantea y pienso tratarlo en un vídeo próximo. Mientras tanto, sugiero que leas La Ilíada. Si no tienes tiempo, su historia, al menos su esencia, la puedes ver esta noche en las noticias.

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Música de la intro: La canción se llama “Ambience Musettienne” del album Simply Musette de Alexa Sage.

Música de la outro:  ZAPATEADITO OAXAQUEÑO II . Arodi Martinez S.  https://www.youtube.com/watch?v=qIcnUTBSOfw

24 Comments

  1. Alminar · 16/10/2023 Responder

    Los noticiarios son fábricas de la opinión (incluyendo a Homero, que hizo propaganda aquea). En nuestra época, peor aún, pues la caverna es mediática. A lo que voy. No tengo dudas a propósito de la metafísica. Pertenece a la filosofía. Tampoco en lo relativo a la lógica. Sin embargo, tengo mis reservas a propósito del discurso ético. No sé si alguien comparte mis suspicacias. ¿Por qué tengo la impresión de que el discurso ético, aunque muy significativo, es sustancialmente falaz?

    • Patricia · 17/10/2023 Responder

      No se en qué medida comparto tus suspicacias…pero sí que tengo la impresión de que en el discurso etico aunque muy significativo como tu dices siempre hay algo que se escapa, como que no se llega a decir o algo así…no sé si decir que es “sustancialmente falaz” define lo que quiero decir…Creo que es más bien como decía Wittgenstein “inefable” ni veraz ni falaz ni todo lo contrario…
      La metafisica también entra en el terreno de lo “inefable” pata mi forma de ver, lo que pasa es que a mi en el fondo la metafisica me da mayormente igual y la ética no me da igual ….

  2. Ciro Vicente Annicchiarico · 16/10/2023 Responder

    Profundo análisis Darin. Me llevó a leer el trabajo de Simone Weil sobre La Ilíada. Dijiste que querías abordar el tema del actual enfrentamiento Palestino/Israelí sin detenerte en tus consideraciones personales, que las tenías, pero no era tu objetivo. No obstante, lo subjetivo de alguna manera siempre aflora: comenzaste diciendo: “hace una semana Hamas atacó Israel y produjo 1300 víctimas, esto produjo la reacción de Israel, que declaró la guerra”. Pero en ningún momento hablaste, para equilibrar el discurso como “bello espejo” de la cantidad de víctimas palestinas, no solo desde el ataque reciente, sino desde hace más de 70 años. Es muy profundo el análisis que hace Weil, pero creo -solo creo, puedo estar equivocado- que la fuerza forma parte del género animal del que formamos parte como especie. Basta ver la espontánea actitud de un bebé, de un niño, buscando apoderarse del juguete de otro niño, que el no posee. La eliminación de la fuerza, como ese X que señala Weil, creo es un objetivo de larguísimo empeño a proponerse por la humanidad, cuyo camino aun ni siquiera avizoramos dónde comienza.

    • Mario Balzarini · 16/10/2023 Responder

      Hola Ciro, muy interesante tu comentario / Creo que, como decía Carl Rogers, cada uno debe dar su pelea por convertirse en persona enfrentando básicamente las emociones paleolíticas que todavía nos dominan y que nos impulsan a apoderarnos del juguete primero y a bombardear ciudades después / Unámonos todos contra el uso de la fuerza que, como dicen Darin y Simone Weil en este magnífico video, reduce el “ser persona” a “ser una cosa” / Saludos!

    • Alminar · 16/10/2023 Responder

      No es sólo apoderarse de un juguete y el refuerzo cuenta. No nos pasemos de otakus y hagamos amnesia de la conducta de las mamás cuando un niño casca a otro. La mamá del niño que pega se levanta con poca prisa, se acerca a su retoño y le dice como enfadada “eso no se hace” y trata de aplacar a la otra mamá con un “sólo son cosas de niños” y hasta aprovecha para echar una sonrisita satisfecha de gallina clueca a su angelito. Ahora bien, cuando es el otro el que zurra a su niño ella se incorpora como escopetada por un resorte y espeta furibunda a la otra “su furro es un bolchevique y deberían castigarle o algo”. En ese “algo” indefinido entra desde una orden de alejamiento hasta la solución final. Hay escenas en la guardería que anticipan el caos adulto. Básicamente no superamos la fase anal. Hace un par de semanas me topé sin querer con una escena chunga cuando un tropel de charos (karens para los gringos) trajeron a sus hijos de 5 años a practicar judo (!?) al gimnasio. El gimnasio, hasta entonces una institución acogedora y respetable, casi un segundo hogar, se convirtió primero en un casting de “Karate Kid” y, después, en una anticipación del séptimo círculo del infierno. Recuerdo a una de las charos diciéndole a la otra con una risita de complicidad: “Deben saber defenderse, que si no terminan gays o, peor aún, vegetarianos”. Aparte de que vengamos al mundo sin desborricar ocurre que los pequeño-burgueses no vacilan en echar uranio empobrecido a la papilla de sus bebés si con eso logran lo que creen una ventaja adaptativa. Ese es el mundo en el que nos ha tocado vivir.

      • Ciro Annicchiarico · 17/10/2023 Responder

        Alminar: excelente complemento de mi humulde observación. Nuestras madres (y padres también) son quienes nos reproducen desde niños la cultura de la fuerza, el “ser superior”, lo “varonil” y ser “vencedores” en cualquier contienda. Muchas veces hoy cuestionamos el machismo, a partir de la importante lucha de las mujeres en un movimiento feminista que está haciendo historia en el mundo, no solo en Argentina, pero ese machismo (por lo menos los de mi generación, que vivió los gloriosos sesentas y setentas del Siglo pasado) nos lo insuflaron nuestros padres, y muchas, pero muchas veces, nuestras madres. “Vos tenés que ser hombre”, “tenés que hacerte valer”, “no te dejes pisar”, jugar un partido de fútbol es un “enfrentamiento” no una competencia deportiva, “tender la mesa y lavar los platos es cosa de las mujeres”, “el hombre es el que lleva la última palabra”, “para los varones verdaderos defender el honor es primordial”, “tener una relación sexual pasatista, bueno, solo cuidate”, “si lo hace una joven, es inaceptable, vergonzos o es cosa de prostitutas”, etc. Todos son mandatos que nos fueron construyendo desde la cuna como seres que piensan en primer lugar en la fuerza como medio para la resolución de conflictos, y en último lugar en la razón, en el diálogo con el otro, en considerar al otro u otra como un igual que tiene distintos intereses y creencias, distintos puntos de vista o distintas necesidades.

  3. Mario Balzarini · 16/10/2023 Responder

    Me encantó Simone Weil / Gracias Darin por acercarnos una humanista de este calibre / Hablando del poder de la palabra y de la fuerza como recurso, Simone Weil dice que, “impulsados por palabras huecas y vacías de significado (discursos ideológicos o discursos de fanáticos religiosos) los hombres derramarán ríos de sangre y amontonarán ruina sobre ruina repitiendo esas palabras” / ¡Qué bien describe Weil con esta reflexión el conflicto que estamos viendo con tanto horror! / ¡Y como me ayuda verlo también “desde lejos”, desde la perspectiva filosófica de “la fuerza” que nos explicás en tu video / Te necesitamos Darin! / Abrazo!

  4. Patricia · 17/10/2023 Responder

    Mi querido maestro y queridos comensales de la fonda. Justo ayer lo hablaba con una buena amiga. Llevo unos días muy triste por el tema de la guerra. No puedo evitar que me surja una y otra vez la pregunta que no tiene respuesta ¿para qué? ¿Cual es el sentido de todo este dolor? No pregunto por la causa, que causa la hay, es obvio que hay actos que engendran consecuencias que engendran otros actos que engendran otras consecuencias y así…lo puedes llamar destino o hado, lo puedes llamar carma o lo puedes llamar causalidad o lo puedes llamar determinismo en el fondo son nombres para una obviedad
    Pero no es el porqué sino el para qué de tanto sufrimiento y dolor pregunta que a mi me interesa
    Nunca obtengo respuesta porque no la hay y si la hay traspasa los límites de mi comprensión, que le vamos a hacer. Si fuera religiosa me quedaría el consuelo de Dios o de que realmente esto es solo una vida pasajera una especie de pasaje para la auténtica vida “más allá”
    No tengo fe y no puedo (no es que no quiera es que no puedo) hacer como kierkegard y dar “el salto”
    Lo único que me queda es contemplar los eventos desde una perspectiva cósmica, por decirlo de algún modo
    Hay dolor y sufrimiento y es muy real (hoy mismo estaba viendo en la calle un gatito pequeño delgado como un cadáver con pinta de hambriento al que casi pilla un coche; no creo que dure mucho y la vida que le queda tiene pinta de ir a ser una vida de mierda). También hay disfrute y alegria y todo esta dándose de manera simultánea y cambiando constantemente y algún día todos moriremos y hasta el sol o la tierra morirán y a otra cosa mariposa y aquí no pasa nada y el universo seguirá a lo suyo…
    Más allá del velo de maya esta el juego creo que se llama así de lilah que no es otra cosa que la perspectiva cósmica que dice también el pesimista (¿realista?) Schopenhauer …Las cosas son como son, la “voluntad de vivir” es feroz y es ciega y dese luego no se somete a nuestros deseos o intentos de “control”. No poseeemos la fuerza sino que la fuerza nos posee….
    En fin…no sé explicarme mejor..Al final solo queda aceptación de que lo que es, es y es como es y no puede no ser 🤷
    Gracias por todo maestro. El hecho de que nos afecte a muchos de nosotros y nos ponga tristes el sufrimiento del projimo Al menos dice otras cosas de nuestra naturaleza humana. Hay sombras y luces también

    • Alminar · 17/10/2023 Responder

      Te contesto a lo de arriba aquí. La ética me parece falaz (a diferencia de la metafísica), porque la moral se parece a la gente que va a dar el pésame cuando alguien estira la pata. No acuden por el muerto, que ya no es. Están ahí por sí mismos, porque temen morir. Se ponen en el lugar del fiambre y querrían estar acompañados. Análogamente lamentamos el conflicto actual, porque nos ponemos en la piel de las víctimas (los secuestrados y los bombardeados) y nos parece injusto, pero no sentimos su suerte. Nos afecta la inseguridad que algo así crea en nosotros. Nuestra ética arraiga en el deseo de un mundo mejor… para nosotros mismos, en el anhelo de una realidad en la que no podamos ser víctimas futuras. Tengo la impresión de que el altruismo y el egoísmo son primos hermanos.
      Y hablando de primos hermanos, analicemos el conflicto de oriente medio. Por un lado, tenemos a un montón de fascistas árabes semitas teocráticos anticomunistas antifeministas. Por el otro, está un conjunto de nazis sionistas semitas teocráticos anticomunistas antifeministas. Parece que les asemejan muchas más cosas de las que les diferencian, ¿no? Por una parte, la población palestina votó por mayoría a los fascistas en las elecciones del 2006, pero, por la otra, la población judía votó en el 2022 por mayoría a los nazis. Conclusión: ser de izquierdas, pacifista, ateo o feminista es un insulto en Israel o Palestina. Allí la población prioriza la preeminencia militar sobre cualquier otra cosa. Teniendo en cuenta lo indistinguible de sus políticas y la masa ingente que las apoya, si se unieran llegarían desde el Bósforo hasta Tanger y desde Tánger a Ciudad del Cabo. Probablemente sea una suerte que sólo se aticen entre ellos.
      [Yo al gatito me lo hubiera llevado a casa y al veterinario, aunque no necesariamente en ese orden.]

      • Patricia · 18/10/2023 Responder

        Si. Creo que comprendo ahora bastante bien adonde quieres apuntar con lo de falaz, Alminar. La verdad es que siento que hay algo muy verdadero en lo que dices. Por mucho que yo este triste, y aunque mi tristeza pueda ser real, no hay manera de que yo me ponga en la piel de las victimas desde mi vida y mi contexto cómodo y confortable, vamos, que ni de coña me hago a la idea de lo que puede estar pasando la persona que vive una guerra, no tengo ni la más remota idea…En ese sentido si entiendo lo falaz o hipócrita de los argumentos morales.

        Y lo del gatito pues tienes más razón que un santo. Si realmente me angustia la suerte del animalito hasta el punto de hacerla mía, me lo hubiera llevado a mi casa, cosa que no hice. A mi el gatito me dio pena, sí, pero a pesar de que lo pensé (llevármelo a casa), la verdad no lo hice: mi marido no quiere animales, vivo en un piso pequeño, que voy a hacer con el gato los fines de semana que salimos fuera, no puedo recoger a todos los gatos del mundo etc….

        Así que sí. Tienes toda la razón Alminar. Altruismo y egoísmo son parte de la naturaleza humana, no nos vamos engañar. Yo desde luego no soy ni mucho menos una “santa”. Si me daba tanta pena el gato podía haberlo cogido y hacer algo por ese gato, pero mi parte comodona y egoísta se la pasó diciéndome las excusas mientras el gato se iba a correr su suerte

        Un saludo Alminar. Me has hecho pensar. Me quedo aquí cavilando.

        • Alminar · 11/11/2023 Responder

          Hay un libro que me gusta particularmente, a pesar de que no me agrade demasiado el discurso religioso. Es “Enten-Eller” de S. Kierkegaard (“O lo uno o lo Otro”). Lo que más me interesa es que en él se plantea, de una manera absolutamente novedosa (que hemos ido olvidando), que la elección personal jamás se plantea en términos de bien y mal, sino si escogemos o no elegir en términos de bien o mal o de otra manera. Me explico: yo siento preocupación en estos momentos por los pardales. Es noviembre y en España, particularmente en Castilla, ha entrado el frío. Los gorriones comienzan a tener muchos problemas. Cada mañana bajo con dos tazas de arroz en una bolsa y en un supermercado, compro una barra de pan que troceo en pedazos menudos. Voy a una plaza con arbolillos y junto a un sendero por el que apenas pasa nadie, voy sembrando el césped de arroz y migas de pan. Después me alejo unos pasos y miro hacia a donde he dejado su avituallamiento y veo descender de los arbolillos a una bandada de ruidosos gorriones que al poco vuelven a sus nidos revoloteando con pedazos de pan o arroz en el pico. ¿Es mi conducta ética? Pues no. Puede que para ti lo sea, pero yo lo hago por la fascinación estética de ver a los pajarillos dando saltitos, batiendo sus pequeñas alas y por poder escuchar su bullicioso y alegre gorjeo. Cuando me acerco está chillando alarmados, porque un tarugo esta invadiendo su territorio. Cuando me alejo pían de contento (cambian por completo los sonidos que emiten) avisando a sus congéneres de que hay comida. Asisto a un espectáculo que me fascina. La idea del bien y el mal está alejada por completo de mí. Favorezco su vida no por el bien, sino por que me resulta gratificantemente estético. Por lo mismo, si topo con un gatito abandonado sé que lo acogeré y, sin embargo, no haría lo mismo con una rata o una cucaracha. ¿Por qué? Por esteticismo. Elijo lo que elijo por fascinación estética.
          Tú estás en otra onda. Piensas moralmente acerca de tus acciones. De ahí tus comeduras de tarro. Es mucho más fascinante la violinista que soñaba en ti que la psicóloga que se despierta cada mañana contigo. Cuando analizas algo, pierde su embrujo. La ética es hostil a la estética.

          • Patricia · 11/11/2023

            No deja de ser interesante lo que dices Alminar. Eso de que en las elecciones personales y en el curso de acción que elegimos no nos guían los conceptos de “bien” y “mal” sino que entran en juego otros parámetros más por así decir terrenales o encarnados: cómo nos hace sentir la acción escogida, si nos genera disfrute o deleite o algun tipo de bienestar (algo que tiene mas que ver con la estética que con la ética) Puede ser. No te digo que no. Incluso me parece si me apuras que puede ser un buen criterio: esto es bueno porque me hace sentir bien (siempre y cuando no me haga sentir bien que se yo…matar bebes. Ahí si que ya la tenemos liada)
            Lo que no llego a entender es que quieres decir cuando dices que la ética es hostil a la estética
            ¿A que te refieres? ¿No puede ser algo al mismo tiempo bueno y bello? ¿Acaso son términos excluyentes?

          • Alminar · 11/11/2023

            Contesto más abajo. Aquí no me deja.

  5. Ciro Annicchiarico · 17/10/2023 Responder

    Toda guerra es puro ejercicio de fuerza productor de dolor. Ahora bien, no puedo dejar de advertir que estas manifestaciones de tristeza ante la guerra, y sin cuestionar su autenticidad por supuesto, siempre aparecen fuertemente en escena y se expanden geométricamente en las primeras planas escritas o digitales, cuando las víctimas son occidentales, blancos, rubios y de ojos celestes. Pero no se han visto y escuchado en equivalente intensidad cuando desde hace 70 años el pueblo Palestino no solo fue privado, a la fuerza, de su territorio, sino sistemáticamente perseguido, torturado y asesinado en enormes ghettos a cielo abierto como lo es Gaza. Toda violencia es condenable, pero la más condenable es la primera injustificada que genera la otra como reacción.

    • Patricia · 18/10/2023 Responder

      Es verdad Ciro. Tienes toda la razón. Hay violencia sistemática y guerras en muchos lugares del mundo, a veces cronificadas durante muchísimo tiempo y como si no existieran, por no hablar de otras desgracias humanitarias como las muertes de los inmigrantes en el mar y claro, como no son hombres blancos occidentales lo muertos pues es como si fueran muertes de segunda…Otra manifestación de LA FUERZA….

  6. Eduardo Coli · 17/10/2023 Responder

    La historia que no sabe morir, no sabe vivir, solo sabe de la parasitación, la dominación y explotación existencial de lo viviente, por medio y a través del empleo el saqueo, la explotación y el dominio, de una lengua simbólica imaginaria acumulativa existencial, que no sabe morir, porque no sabe vivir.

    De una lengua que prospera a través de la dominación y explotación, continua y acumulativa, de la vida y de la muerte.

    Hay que saber diferenciar entre existir, funcionar y valer mentalmente y vivir mentalmente.

    Son estados totalmente antagónicos, totalmente contradictorios como posibles, así como una silla de madera, una casa de madera, que existe funciona vale opera mentalmente económicamente en el mercado. Aunque mentalmente ya no viva, no brote, no escandalice el espacio el tiempo de lo sensible.

    Así existen funciona valen los hombres, formados educados en las mejores escuelas, valen, existe, funcionan, económica y socialmente, como ingenieros , como soldados, como judíos , árabes, cristianos, Indios , esclavos, como hombres que existen, figuran y justifican la existencia social. En lo social y económico. Funcionalmente, tan firmes como muertos, tan graciosamente como objetos muertos, animados y movidos , llevados a la acción por la acción y realización social del dinero. Como una mercancía, que se crea y se destruye, se usa y emplea, como un tanque de guerra, un submarino nuclear, en función de las demandas y necesidades políticas del mercado, personas como objetos aferrados a la existencia social y económica, sin vivir mentalmente.

    Lo viviente si sabe de la dialéctica, por medio de la fluctuación dialéctica entre la existencia y la no existencia, entre la vida y la muerte, continua permanente, de la cual los seres vivos que la practican son un evento.

    Pero nunca los conceptos históricos, que nos rigen, nos dominan y parasitan, habitan y explotan, nos condenan y encadenan mentalmente, como indio , como negro , como mujer , como pobre, como subdesarrollado etc. etc.,

    Imperativos categóricos inmortales inmorales, las de las palabra y los conceptos, como los instrumentos, las herramienta de la fuerza y poder del espíritu absoluto, escindió liberado de la vida y la muerte.

    Espíritu absoluto, existencial, Inmortal, inmortal, que no respira, ni sangra, que no abraza, ni muerde, que no se apasiona ni ama, que no se embaraza de cielos y océanos, espíritu absoluto, inmoral, inmortal, que flota y próspera sin hundirse, como toda civilización fundamentada, en el domino y la fuerza, en la violencia y la parasitación, sobre la manifestación de la acción y realización de las selvas, los océanos de la vida a la muerte, como lo plantea del amigo Hegel.

  7. María Monares Salazar · 18/10/2023 Responder

    Muy acertada la elección, recientemente escuchando a Melenchon apareció la palabra fuerza y recientemente escuché a un jurista internacional insertando la palabra y con el mismo sentido interpretado por el maestro.

    Ahora bien son desiguales las relaciones y mas lo serán si los objetivos de las partes no se concilian con justicia, no con miedo como parece ser lo dominante

  8. Mario Balzarini · 20/10/2023 Responder

    27000 visualizaciones en 4 días… muy buen resultado Darin!

    • Alminar · 22/10/2023 Responder

      Hasta cierto punto. Los comentarios de youtube son tan laudatorios como planos. Manifiestan adhesión absoluta sin apenas razonamiento. Yo entro en youtube para los videos de manualidades y cosas parecidas. Pero para la filosofía y las noticias leo los guiones y prescindo de los vídeos. Lo que leo, lo analizo. Lo que me cuenta alguien en un vídeo lo narra la TV y somos acríticos con las puestas en escena de la caja boba (de ahí que la mayoría de l@s presentador@s se ajusten al paradigma de la piburria rubia de bote y el “latin lover”). Lo que te cuenta alguien atractivo en la TV ya parece cierto, porque deseas inconscientemente aceptación por parte del encantador descerebrado que lee la noticias. Esa “aura” se extiende a los demás presentadores. Cuando lees las noticias esa dramaturgia no existe y, además, puedes releer al pie de la letra el texto. Lo mismo acontece en la filosofía. Hay aspectos de los comentarios narrados en la fonda que se ajustan a las fuentes, pero hay aspectos que entran dentro del ámbito de la opinión o la especulación. Cada vez que Darin hace entrar en juego un ejemplo o un párrafo que él recuerda, malo. Es un refuerzo que facilita probablemente la comprensión, pero que introduce cuerpos extraños en el razonamiento. El café mejor sólo o terminas tomando azúcar con café. Aristóteles empleaba bastante el recurso de la inducción, aunque desconfiaba de él (“Top.” I, 12). Decía que la inducción se plantea para convencer a personas faltas de experiencia o deliberación; es un recurso eficaz capaz de generar mucho asentimiento (como muestra la ristra de comentarios en youtube), pero conviene que no vaya a más. Puede terminar sugestionando al que la emplea convenciéndole de que razonó en donde sólo empalmó mediante ejemplos.

  9. Alminar · 11/11/2023 Responder

    @Patricia.
    No lo son, pero desde Platón hasta Wittgenstein esa conjunción marcha al paso. Se trata de una amalgama convertida en aleación bajo el término “axiología”. Parece como si ética y estética fueran de la mano porque ambas caen dentro de la esfera del “valor”. Nos decimos: “Si hay “valores” éticos y estéticos, entonces algo en común tendrán, ¿no?” Pues no. “Valor” sólo es un modo de hablar (sí, Bachtin de nuevo). En Homero el valor alude a la hombría, cualidad que se da en los guerreros. Se supone que no tienen miedo y que a su carácter no les impresiona nada. Están alejadísimos de lo ético y, sin embargo, se encuentran en el epicentro de lo estético. Ellos constituyeron el objeto estético de representación no sólo de Homero, sino para la mayoría de los artistas de su época. Y cuando se apartaban de ese objeto fue para elegir algún otro poco relacionado con lo moral. Así, Praxiteles esculpe una y otra vez a Friné, que no se caracterizó por su ética, sino por su hermosura.
    Muy pocas voces disonantes ha habido a propósito de que lo ético y lo estético sea lo mismo (cosa que está en contra de nuestra inmediata experiencia). Pascal a su manera lo intentó. Diderot también lo hace anecdóticamente en “El Sobrino de Rameau”. Sin embargo, sólo “Enter-Eller” rechaza la ecuación. No escogemos en términos de bien y mal, sino entre hacerlo en tales términos o no hacerlo. Kierkegaard lo expresa oponiendo el matrimonio (un contrato lleno de epígrafes éticos) a la pasión del romance (en el que cualquier atadura lo liquida). Cuando tratas de buscar un fundamento para elegir entre lo uno y lo otro, de manera ingenua has decidido por lo ético, porque plantearás la elección entre términos de lo bueno y lo malo: “¿Qué es mejor?” = “¿Que es más ‘bueno’?” Si vives en la otra parte de la ecuación, la pregunta por el fundamento es un sinsentido.
    Me resultó llamativo tu pesar moral por abandonar el gatito, al pensar que hiciste algo “malo”. Yo hubiera cogido al gatito sin pensar, sin razón alguna, por lo irresistible que un gatito es. Y tampoco pienso que hayas olvidado el violín, pero parece claro que has perdido la pasión que te condujo a él.
    No me agrada el discurso religioso, pero Kierkegaard me parece un autor más del futuro que del pasado. Wittgenstein, no. Es un areopagita. Tiene más telarañas que Platón. Al menos éste era auténtico (que le den a Adorno).

  10. Patricia · 12/11/2023 Responder

    Si. Ahora he entendido mejor lo que querías decir.
    Tengo que añadir que eres bastante perceptivo Alminar. Al menos lo has sido con respecto a mi persona. En efecto si experimente cierto pesar moral por no haber recogido al gatito, proveniente de un juicio moral hacia mi, ya sabes: si fueras buena persona habrías recogido al gatito
    También has dado bastante en el clavo con el tema del violin. En efecto perdí la pasión en el momento en que me desvíe (o el conservatorio me desvio) desde gozar a tope de hacer música a “hacerlo bien”….
    Lo siento pero te lo tengo que decir: aunque a veces tu discurso a mi me suena un poco “provocador” la verdad es muestra ser bastante sensible
    Al menos esta vez me has calado ja ja

    • Alminar · 13/11/2023 Responder

      Estaba esta mañana echando pan a los gorriones en el jardín cuando una Charo me interpeló: “Debería dar ese pan a los pobres”. “¡Que aprendan a volar!”, le contesté. “Oh” exclamó arrugándose. Supongo que aguardaba una respuesta moral. Evita analizar lo que te entusiasme. La ética es tratar de correr con botas de cemento.

  11. Alminar · 13/11/2023 Responder

    @Patricia.
    La realidad supera a mis exageraciones.
    Hoy he topado con un vídeo que me ha llevado a reconocer que he sido completamente injusto con los teóricos de la eugenesia. Es éste:
    https://twitter.com/JuanmiGG_News/status/1723741912719360430
    Tengo la impresión de que no existe nadie apegado a una bandera que no sea un imbécil. Estas personas no pueden ser enjuiciadas desde parámetros morales, sino estéticamente, recordando ya sea a “El Planeta de los Simios” o “The Walking Dead”.
    Otro momento acojonante:
    https://www.youtube.com/clip/Ugkxf8D4cYq3or5tyybuYSeAXGIyknjsD7Ff
    Mono-teístas, sin duda.

  12. Patricia · 18/11/2023 Responder

    Si si Alminar. Cuando veo esta especie de ceremoniales en nuestras plazas como el rezo del rosario o los brazos levantados haciendo el salud9 hitleriano o coreando arriba España la manera en que me sale valorarlo no es como “perverso” sino más bien como “grotesco”.
    Ya no son las dos Españas Alminar, estamos asistiendo en vivo al espectáculo porque tienes razón, es que no se puede calificar de otra manera, de la España cañi y que viva el toro de Osborne.
    Perpleja me hallo

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