De pulgas y magia

Hoy, lo que un cuento de niños puede decirnos sobre la transformación humana.

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Guión

El año pasado, en Armenia, Colombia, fui a una presentación de libro de un reconocido autor colombiano, Evelio Rosero. No recuerdo el nombre del libro que presentaba ese día, pero sí recuerdo muy bien el tema de otro libro suyo, un libro para niños, sobre el que habló un poco en su charla. En él, un hombre va caminando con una pulga sentada en su hombro, aunque no lo sabe. En cierto momento, la pulga brinca del hombro y de repente, muy ligeramente, el hombre empieza a levantarse, flotando serenamente unos centímetros del suelo. Mientras el autor hablaba de esta escena, se me vino a la mente las pinturas de Marc Chagall. En varias de ellas, vemos una pareja enamorada flotando arriba del suelo, y aunque el entorno que les rodea sea el mundo cotidiano de casas y árboles, se le nota transformado, mágico.
Me quedé impactado por esta historia, por la idea de que algo tan pequeño, como el peso de una pulga, nos separa de una realidad tan distinta. Pues el evento terminó, y saliendo a la calle mi amigo German y yo volvimos a la misma realidad cuyas acostumbradas calles y ruidos nos habían entregado al evento hace un par de horas. Caminando de vuelta a casa, eché un vistazo esperanzador a mi hombro . . . y nada, seguía tan firmemente sobre el suelo como antes.
Obviamente, no esperaba encontrar una pulga real sobre mi hombro, (bueno, sí, un poco), pero al menos me di cuenta de que no era una simple ficción inventada para entretener a un niño. La pulga ésa es un ejemplo de una de las metáforas más importantes de la cultura humana, la del cambio y de la transformación. Un sinnúmero de mitologías y novelas, poemas y películas representan a su protagonista pasando de una condición de vida a otra nueva más honda y significativa. Y aun cuando la filosofía sea teórica y se trate de la comprensión, muchas veces esa comprensión está al servicio de la transformación: piensa en Platón, los Estoicos, Spinoza, Marx, Nietzsche; hay muchos ejemplos. Sin embargo, en esas novelas y sistemas filosóficos casi siempre se trata de un gran viaje, una gran aventura, sea en el mundo físico o en el mundo de las ideas – mucho esfuerzo para encontrar esa tierra prometida.
Lo que me llamó la atención del cuento de la pulga es que la transformación resultó de un acto minúsculo, ese brincar de la pulga. Y también llamativo es el hecho de que no resultó de ningún esfuerzo por parte del hombre. Le llegó como un don, de algo ajeno a su voluntad y capacidad. El acto pequeño me intriga; el hecho de que el hombre no tuvo nada que ver con su nueva condición de vida, no tanto. Me hace pensar en esa famosa entrevista en la que Heidegger, hablando de la creciente tecnificación del mundo, dice que el hombre y su pensamiento no pueden sacarnos del problema. Dice “Sólo un Dios nos puede salvar”. Sea una pulga o el mismo Dios, espero que el ser humano tenga alguna agencia y autonomía para determinar su futuro.
Cuando se me ocurre una idea para un poema, no sé, una frase o una imagen, escribo de inmediato unas palabras, una estrofa, pero luego, como casi siempre sucede, no puedo seguir, no veo en ese momento cómo desarrollarlo. Entonces lo pongo en un cajón, dejo que pasen unas semanas o un mes, y luego lo saco. Con la mente fresca y con cosas que he leído y pensado desde entonces, se me ocurre cómo seguirle. Eso lo hice con el cuento de la pulga. Me pareció una metáfora maravillosa, pero simplemente no sabía como pensarla.
Tiempo después, estaba leyendo la Dialéctica negativa de Adorno cuando me topé con un pasaje que me hizo pensar de inmediato en el cuento de la pulga. Adorno dice: “En el estado verdadero de cosas . . . todo sería sólo un poco distinto de lo que es; pero ni la mas mínima realidad es imaginable como sería entonces” (p. 295). Es muy llamativo lo que dice. Para apreciar su radicalidad, consideremos el contrario de lo que dice. Primero, que en el estado verdadero de cosas todo sería muy distinto de lo que es. Así tendemos a concebir los fuertes cambios de vida. Cuando queremos mejor las cosas imaginamos una casa grande en vez del departamento chiquito donde vivimos, un coche de lujo en vez de nuestra bicicleta. A diferencia de la afirmación de Adorno, esas cosas son fácilmente imaginables a partir de las condiciones existentes, sólo una cuestión de extrapolación. La transformación a la que se refiere Adorno, en cambio, es muy distinta. No es cuantitativa, es decir, no se trata de un reacomodo de cosas físicas, de los objetos que, con nuestra mentalidad consumista, medimos nuestro bienestar. En ese escenario, siendo todo calculable, todo es imaginable. Pero el verdadero bien humano no está sujeto al cálculo – es inimaginable. De alguna manera, todo el pensamiento de Adorno es una reflexión sobre el estado falso de las cosas y la posibilidad de su transformación en una condición donde el ser humano puede vivir bien, libre de sufrimientos innecesarios.
Se me hace muy llamativo e importante su pensamiento, pero ese binomio de verdadero/falso no es el que me interesa explorar. En el cuento de la pulga, el binomio apropiado parece ser más bien ordinario/extraordinario. Lo que le pasa al hombre no es algo verdadero sino extraordinario, mágico. En la experiencia humana hay algo que se parece a eso, una experiencia que nos resulta mágica. Me refiero al enamoramiento. Algo que muchos comentan sobre esta experiencia es que uno no puede planear enamorarse. Puede ser un deseo, pero no una meta, no un objetivo que uno alcanza al llevar a cabo cierto procedimiento. Más bien, le llega a uno desde afuera; se le cae como un tonelada de ladrillos, quiéralo o no. A diferencia de lo que dije antes sobre la agencia y la libertad humana, al menos en el caso del amor parece que uno no tiene mucha agencia. Si fuera producto de su esfuerzo libre, a lo mejor no tendría esa cualidad mágica.
No sé si en el español, pero en el inglés, cuando alguien está muy feliz, como cuando está enamorado, se dice que está “caminando en el aire” como el hombre del cuento que flota. En el caso del amor, ¿qué es lo que produce esa sensación? En su libro Estudios sobre el amor, Ortega y Gasset dice: “El enamorado tiene la impresión de que su vida de conciencia es más rica. Al reducirse su mundo se concentra más. Todas sus fuerzas psíquicas convergen para actuar en un solo punto, y esto da a su existencia un falso aspecto de superlativa intensidad”. Esta superlativa intensidad es lo mágico, pero dice Ortega que tiene algo de falso. ¿A qué se refiere? Pues dice que el enamoramiento es un fenómeno de la atención, que en el proceso de enamorarse lo que sucede es que la atención se fija intensamente sobre otra persona. En esta fijación, es como si la conciencia estuviera paralizada; no presta su atención a las cosas meramente mundanas y así el mundo habitual y cotidiano pasa a un segundo plano. Las cosas que antes fastidiaban o preocupaban se vuelven perceptualmente borrosas, indistintas, y por tanto cobran otra cualidad más positiva, como cuando una piedra se saca del zapato.
No es muy romántica su explicación, sin embargo, lo que dice sobre la atención me parece muy sugerente ya que nos da una forma de entender otros aspectos de la experiencia humana. Dice Ortega: “dime lo que atiendes y te diré quién eres”. ¡Bastante llamativo eso! Pues lo que afirma, como dice, es que nuestra personalidad se define en términos del espacio iluminado por la atención. Obviamente, no es sólo en el caso de enamorarse que prestamos atención. En casi todo momento estamos atendiendo algo: una lectura, el cuchillo al picar una papa, la calle cuando manejamos un coche. Está claro que esas experiencias no son como la de enamorarse; en vez de ser extraordinarias, son de lo más ordinario que hay. Lo que distingue estos dos casos ha de ser la intensidad con la que se fija la atención. Esto, me parece, es parte de la explicación, pero hay otros detalles que hay que desmenuzar.
Hace unos días, me topé con un dato muy interesante, a saber, la primera comprar que se hizo en línea. Al parecer, fue en 1994. Alguien compró un CD de Sting, lo cual ha de haber costado unos $15. 27 años después, el comercio en línea ha alcanzado cerca de 6 billones de dólares, y su economía se ha llamado la “economía de la atención”. Otros han caracterizado nuestra época como la sociedad de la información, lo cual también es correcto. La información y la atención van de la mano, una implicando a la otra en una relación inversa. Al incrementarse la información, o sea, el contenido o los productos que pueden verse, comprarse y consumirse, la atención se convierte en un recurso escaso. En 1994, cuando el internet estaba en ciernes, uno tenía que ir a un edificio para comprar algo. Yo recuerdo antiguamente yendo a Blockbuster para rentar una película en ese formato de antaño – el VHS. Pasaba por los pasillos, para arriba y abajo, viendo las portadas de las cajas hasta encontrar una, o varias, que me interesaba. A lo sumo había, supongo, como unos dos mil películas en la tienda. Simplemente, no cabían más, y dedicando algo de tiempo, uno podría echar un ojo a la mayoría. Ahora con el internet, Netflix y el streaming, no hay límite físico a lo que puede presentarse ante el consumidor. Con millones de películas, millones de libros, millones de canciones y otros productos a la vista en nuestros aparatos digitales, es decir, con el aumento exponencial de la información, la atención del consumidor se ha vuelto muy escasa, convirtiéndose así en una mercancía muy valiosa.
En la medida en que el entorno digital vaya penetrando cada vez más espacios de la vida cotidiana, lo que somos va cobrando un aspecto novedoso y preocupante. Recuerda que, para Ortega y Gasset, nuestra personalidad es una función de aquello que atendemos. En la economía digital, los que controlan acceso a la atención son los Google, Facebook y Amazon. Cuanto más productos y servicios sus clientes vendan, más ganancia tendrán ellos. El punto es que todo tiene que ser muy fríamente calculado. La información que llega a tu pantalla, es decir, a tu atención, sean libros, música, películas, o productos de cualquier tipo, será resultado de un cálculo algorítmico basado en tus compras, likes, y otros datos que esas compañías han acumulado sobre el tiempo.
Me doy cuenta que estoy repitiendo información que traté en otro vídeo reciente, pero en ese vídeo lo que me interesaba era el efecto social de este sistema y aquí me interesa el efecto psicológico. Antes de seguir, quiero plantear unos binomios que creo que caracterizan bien la experiencia del hombre en el cuento. El primero, que ya hemos comentado, es “ordinario/extraordinario”. Hemos comparado la experiencia de enamorarse con la del hombre que flota y la hemos descrito como mágica, pero en términos sencillos lo que queremos decir es que la experiencia va más allá de lo común, de lo ordinario – es extraordinaria. Hay dos binomios más que quiero plantear. Para ver de qué se tratan, volvamos al tema de la atención y su manejo en el entorno digital.
Encontré esta llamativa imagen de una escultura de tres personas sentadas en una banca en el parque de noche, las tres viendo la pantalla de algún dispositivo electrónico y sus caras iluminadas por la luz de la misma. Me llamó la atención por eso que dice Ortega y Gasset sobre la personalidad, que es forjada por el espacio iluminado por la atención. Hoy en día es al revés. En vez de prestar atención, la atención más bien es dirigida y fijada por Google Y Facebook, centrada en un objeto que ponen delante de nuestro ojos. Ese objeto es, en gran mayor parte, predecible, algo que un algoritmo puede derivar de nuestro historial de búsquedas y likes, etc. Nuestra experiencia ordinaria, entonces, se caracteriza por ser predecible. Vivimos en burbujas mediáticas que filtran todo aquello que no sea pertinente o relevante a nuestro perfil como consumidor. Si permitieran que algo extraño o sui generis apareciera en esa zona de iluminación, o lo mejor, por tu reacción a esa cosa, podrían aprender algo nuevo de ti, algo que fuera rentable para los que quieren vender productos en su plataforma. Pero lo más seguro es que no. Se trata de una optimización estadística de tu conducta, y aquello que sea sorprendente va en contra de eso. Esto es nuestro siguiente binomio – “predecible/sorprendente”.
A mí me gusta mucho vivir aquí en México, pero una de las cosas que más extraño de los EEUU son las librerías, con libros obviamente en inglés. Lo que extraño es estar horas en ese entorno, leyendo, paseando y, sobre todo, topándome con libros que no estaba buscando, libros con temáticas que desconocían o que no eran habituales para mí. A veces me topaba con libros así porque algún cliente lo había devuelto al lugar equivocado, el lugar donde yo estaba buscando otra cosa, o por una conversación con alguien en el pasillo donde ese tema novedoso surgió. El punto es que una librería es un entorno muy propicio para esta experiencia serendípica. En ese otro vídeo que comenté, hablamos también de la serendipia, de toparte o estar en posesión de algo bueno o benéfico sin que lo buscaras. Nunca he tenido esa experiencia en amazon.com.
El carácter predecible de nuestra experiencia ordinaria en el mundo digital tiene una consecuencia muy curiosa para la economía de la atención. Si todo es bastante predecible, la intensidad de la atención se diluye a tal grado que tenemos esas caras con look de zombie. Esto de hecho es algo que Claude Shannon, el padre de la teoría de la información, notó en 1948. Entre más predecible sea un mensaje, menos información contiene, y entre más impredecible, mayor información contiene. Por ejemplo, si un mensaje empezara con el número “1” y luego llegara otro 1, y luego otro 1, y otro, y otro, sería muy fácil predecir el siguiente número – 1! El nuevo número no sería nada sorprendente y por tanto muy poco informativo. Si el mensaje consistiera en números aleatorios, sería muy difícil predecir el siguiente número, y por tanto cada nuevo número sería sorprendente y muy informativo. Traducido esto a nuestra experiencia en línea, tu conducta es muy informativa para un algoritmo, o sea aprende algo nuevo, si le resulta difícil predecirla. Pero dado que los algoritmos predicen muy bien nuestra conducta, lo curioso entonces es que, lejos de vivir en la era de la información, vivimos en su contrario (no sé cómo se llamaría la ausencia de información).
Bueno, ya tenemos dos binomios: ordinario/extraordinario, y predecible/sorprendente. El último tiene que ver con el carácter ontológico de los objetos que atendemos. Los objetos de nuestra experiencia ordinaria, los que consumimos en línea e incluso los que compramos en el supermercado, son fungibles o reemplazables. El PDF de mi libro Hombre, signo y cosmos, que descargas del sitio del Fondo de Cultura Económica o, lo que es más común, del sitio Library Genesis, es el mismo que descarga cualquier otra persona. Mi PDF del libro puede reemplazarse totalmente sin perdida alguna con la copia de ese PDF que tienes tú. Igual para la música que escuchas en Spotify, la película que ves en Netflix y el jabón que compras en el super. En cambio, el objeto sorprendente que provoca la experiencia extraordinaria no es fungible, sino singular.
Para apreciar la diferencia entre estos dos términos, consideremos no un objeto, sea físico o digital, sino un acto. La ética de Emanuel Kant establece que para que un acto tenga valor moral tiene que llevarse a cabo de acuerdo con un imperativo que él llama categórico. La más conocida formulación de ese imperativo reza: “Obra sólo según aquella máxima por la cual puedas querer que al mismo tiempo se convierta en ley universal”. Lo más importante en la consideración moral no es tu intención, sino si tu acto concuerda con lo que demanda la razón, si sería el mismo acto que, bajo las mismas circunstancias, cualquier haría. Un acto universalizable es, en la terminología de nuestra reflexión, fungible. El contrario de un acto de este tipo es un acto singular. Encontramos un buen ejemplo en Temor y temblor de Kierkegaard. Ahí, leemos el relato bíblico de Abraham y su hijo Isaac. Como sabemos, Dios le pide a Abraham que sacrifique a su hijo. Estando Kant en los zapatos de Abraham, hubiera razonado que el asesinato no es una máxima que puede universalizarse, por lo que sería inmoral hacerlo. Sin embargo, al levantar la navaja Abraham no razona éticamente, sino que, asentado en su singularidad, obedece el llamado de su fe. La conducta de Abraham se distingue a la de Kant al no ser equivalente o semejante a otra, ya que no es mediada por una ley. Lo que la rige no es la generalidad de la ley, sino la singularidad de su relación con Dios.
Esto quizá sea un ejemplo extremo, pero no es para nada una experiencia exótica. Si te has enamorado de alguien, el acto de atender a esa persona fue singular, ya que te enamoraste de esa persona, un individuo que no puede ser simplemente reemplazado con otro, sin que la experiencia se cambie. Esto me recuerda de la cita que leímos de Adorno: “En el estado verdadero de cosas . . . todo sería sólo un poco distinto de lo que es; pero ni la mas mínima realidad es imaginable como sería entonces”. Todos hemos pensado sobre enamorarnos, que el amor perfecto para uno sería una persona con tales y cuales características, y que viviríamos juntos de tal o cual manera, en tal lugar, etc., etc., todo imaginado y planeado. Y cuando por fin nos toca, nos damos cuenta de que lo que se ha dado pues no lo imaginábamos así, de hecho, era inimaginable a partir del contexto y los gustos que teníamos. Si hubiera sido imaginable, no habría sido sorprendente, y cuando se da el amor, se carácter sorpresivo es una de sus maravillosas cualidades.
Volvamos aquí al final a donde partimos, a ese cuento de la pulga que brinca y el hombre que flota. Como habíamos comentado, lo fascinante del cuento es que algo tan pequeño e insignificante como el peso de la pulga nos separa de una realidad extraordinaria. Lo que espero haber mostrado en esta reflexión es que no es sólo un cuento, sino una metáfora potente. Habíamos comentado al principio que muchas filosofías tratan del tema de la transformación – ah, una que se me fue mencionar es el budismo, su concepto de nirvana. Si uno logra alcanzarla, pues es un cambio muy profundo que afecta a la vida entera. Lo que veo aquí en el cuento de la pulga es algo más humilde. No se trata de cambiar el chip, como en la película Matrix (ahí hay otro ejemplo), sino hacer frente con las fuerzas de homogeneización que apagan la experiencia al simplemente abrirse a pequeñas trascendencias.
Hemos visto tres binomios en esta reflexión: ordinario/extraordinario, predecible/sorprendente, y fungible/singular. Está claro que lo sorprendente no puede planearse, uno no puede esforzarse para tener una experiencia sorprendente, ya que si así fuera, ¡el resultado obviamente ya no sería sorprendente! Sin embargo, creo que podemos cultivar hábitos para propiciarlo, hábitos, por un lado, que impidan y frustren los mecanismos que encauzan lo predecible y lo fungible en la vida, como por ejemplo una vez a la semana desconectarte durante todo el día de tus aparatos. Y por el lado positivo, no sé, pasear sin rumbo en la librería de tu ciudad bajando aleatoriamente libros del estante. Escribir una carta física a un viejo amigo que tiene tiempo que no lo ves (en la época de email, eso sí es un acto singular – tu amigo, al recibirla, tendrá algo que no puede reemplazar por ninguna otra cosa). Estar en un lugar con mucha gente, como en una sala de espera donde todos tienen su cara en su aparato y tú sin aparato alguno, serenamente absorbiendo el entorno, los sonidos, los olores, las caras de los individuos, tramando en tu cabeza la historia de uno de ellos con base en lo que ves. A mí me gusta mucho hacer eso, que me vean como el único sin aparato, lo cual a veces tiene el efecto contagioso de un bostezo (cuando tu bostezas y luego otros empiezan a bostezar). En el caso del aparato, no todos lo guardan, pero uno o dos sí, pues mi propia presencia sin aparato ha sido un acto no predecible, no esperado, lo cual para ellos ha sido precisamente una experiencia sorprendente que les sacude un poco de su ritmo zombie, y me acompañan unos momentos al otro lado en ese mundo extraordinario de estar momentáneamente vivos. Estos son algunos ejemplos sencillos, pero el punto es que no son hábitos extraordinarios, sino tan pequeños y sencillos como el brincar de una pulga.

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49 Comments

  1. Luis Pardo · 08/07/2021 Responder

    Un saludo especial desde Bogotá, Colombia, mi querido profesor Narin, muchas gracias por compartir su conocimiento. Excelente presentación.

    • Maribel Narvaez Mora · 17/07/2021 Responder

      Excelentes reflexiones. La capacidad del modelo de ventas para captar la atención es tan sofisticada que vea este spot publicitario de creativos chinos para la marca Hojiblanca de aceite:
      https://youtu.be/liuC5_aU_Cw

      Muy agradecida por todo su trabajo compartido.

  2. srcualquiera · 08/07/2021 Responder

    Me ha gustado tanto el vídeo que me han dado ganas hasta de ovolar (si tuviera) pero lo comparto, y está bien que nos lo recuerdes. La atención es el fenómeno del que estamos hechos, y en la medida que puedas centrar tu atención en algo que sea impredecible o que implique una mayor profundidad de mirada como base de una verdadera curiosidad, podrás hacer que tu vida, o la vida de tu mente, se transforme en otra cosa, te haga evolucionar, la vida del predecible es la monotonía del cerebro que se va haciendo insustancial a base de costumbre, las sombras del samsara se hicieron su inevitable hueco dentro del siglo xxi con la aparición de internet.

  3. Ruben Gonzalez Arapiles · 08/07/2021 Responder

    Muchas Gracias Profesor

  4. Juan Carlos Arcangelo · 08/07/2021 Responder

    Que lastima que la página esté en Inglés, yo vivo en la República Argentina y hablo español.
    Creo que es una falta de respeto porque esto muestra que hay una selección a quien viva dirigido el mensaje.

  5. Fred · 08/07/2021 Responder

    Gracias maestro.

  6. Sandra · 09/07/2021 Responder

    Excelente reflexión. Me gustó mucho que la hicieras a partir de un cuento para niños. Los niños son grandes maestros del asombro y del aprecio por las cosas pequeñas ¡Gracias, Darin!

  7. Mario · 09/07/2021 Responder

    De manera totalmente inesperada me encuentro con este video que para mi -con todo respeto- da inicio a una nueva etapa de tu madurez personal y profesional profesor Darin. Y que también da inicio, por supuesto, a una nueva etapa de La Fonda. Estoy felizmente abrumado con este video. En un momento de su charla se me hizo presente la definición de “hombre culto” que hizo el escritor Alejo Carpentier en uno de sus ensayos (que no puedo recordar cuál es). Carpentier decía que una PERSONA CULTA es aquella que cuando ve algo inmediatamente lo conecta y ve otra cosa. Por ejemplo: ve un jarrón etrusco y lo conecta con una frase musical del claro de luna de Chopin y esto a su vez esto lo lleva a la evocación de un párrafo de Marcel Proust en busca del tiempo perdido y ésta evocación a un nuevo descubrimiento que acaba de producir la neurociencia… y así hasta el infinito. LA FONDA HA DEJADO DE SER UN ESPACIO Y SE HA CONVERTIDO EN UN LUGAR DONDE TRANSCURRE EL DEVENIR DE LA CULTURA VIVA, TODO SUTILMENTE GUIADO POR LA MANO Y LAS INTUICIONES DE UNA PERSONA VERDADERAMENTE CULTA. Como si alguien (una pulga o un mensajero de Dios) hubiera dicho: “Ahora olvídense de todo lo que han aprendido durante estos años en estos videos, corten las amarras que los mantienen unidos al puerto y láncense a navegar por los mares de la vida”. Esta es la fuerza de tu enseñanza querido Darin. Este es el formidable carisma que nos mantiene atrapados en usted, maestro: su humildad y ese su tremendo coraje de mostrarse tal como es, dejándonos ver como va creciendo una persona culta que busca la verdad.

    Abrazo fuerte

    • Darin · 09/07/2021 Responder

      Vaya palabras Mario, la verdad me halagas y estoy muy agradecido que me comuniques esto, no por mi ego sino por que me haces ver que sí marca un punto de transición en mi vida intelectual y vital. Gracias nuevamente, te mando un fuerte abrazo!

  8. Mario · 09/07/2021 Responder

    Errata: LA FONDA HA DEJADO DE SER UN ESPACIO ACADÉMICO Y SE HA CONVERTIDO…

  9. srcualquiera · 09/07/2021 Responder

    Creo que soltar cierto lastre, si quiera el que se tenía mental, desde luego nunca puede ser perjudicial para el espíritu. No sé si es un punto de inflexión (porque no conozco tanto al profesor ni conozco sus estados de ánimo), pero si lo es, un paso evolutivo, pues supongo que sólo es eso, un pequeño paso, no le presionemos. Me siento un poco tonto haciendo estos juicios hacia los demás, pero debo aceptarme como soy, y creo que si Darín elegía algo con su salida de la academia era su futura transformación de profesor de filosofía hacia ese camino mucho más libre (y necesariamente libre) del filósofo, un alma despierta.

    La verdad es que entré aquí después de ver un vídeo por casualidad en internet, no sé qué iba buscando, alguna charla filosófica que me ayudara a desgrasar neuronas, pero la verdad es que hasta hacer esos descubrimientos en la red ya me resultan difíciles, hay cosas interesantes, conocimiento, pero muy poca inspiración. No sé de qué iba el primer vídeo que vi de la fonda, pero sin duda me pareció apreciar a un intelectual honesto y que buscaba comunicar con claridad. Aparte me gustó su imagen, la calvorota, el acento yanqui, su falta de afectación, esa extraña mezcolanza con lo mexicano, la musiquilla, y una sobriedad que no descartaba lo lírico ni lo íntimo y tampoco el humor. Una vez entré en la fonda y vi todos los vídeos que había, me dije: otia, aquí hay material para aburrir.

    Y aunque aún no he hecho una buena profundización en tantos de los contenidos que hay, me consuela en una parte de mi ser saber que están ahí, y, me uno con mi teclado a esta comunidad, en espíritu con el profesor, en alma con los otros lectores y participantes, porque en corazón, lo hago conmigo mismo, escuchar buenas ideas, un alma que la piensa, leer bonitos comentarios, recibir inspiración, gracias.

  10. Rubén Ribáñez · 09/07/2021 Responder

    Gouryella – ‘Surga’

  11. Blanca · 09/07/2021 Responder

    Gracias Darin por potenciar nuestras vidas con sus enseñanzas

  12. srcualquiera · 09/07/2021 Responder

    Perdonen que insista por aquí. Una de las cosas que me parece limitar a la técnica como conocimiento que pueda ayudarnos a sobrevivir intelectualmente es que se trata de un conocimiento, dígolo así: de bucle cerrado. La ciencia, aunque el mismo procedimiento científico tiene algo de arte, en realidad es un trabajo de negros, y acaba por ser un poco aburrido cuando se dan por sentadas ciertas cosas que son así porque lo dicen los expertos, y porque así están comprobadas, o porque ese punto de vista de la ciencia es el único que vale. Materialismo feroz. Las enormes y desde luego confortables aportaciones de la técnica nos ayudan a estar mejor en nuestra vida, pero su imposición como pantallita y como práctica más íntima del hábito hace que tengamos ese chip incorporado, y que nuestra atención se disperse, por una especie de magia negra, atendiendo a ese tipo de magia que alguien definía como ilusión científica, en algo que tiende ser siempre veleidoso y cambiante. La noticia, la necesidad de respuesta inmediata, la inversiones anímicas que suscita la apariencia virtual. Internet, aparte de abrir una era, también trajo su juguete, y es un juguete el de la información muy peligroso en función de las manos en las que caiga. Como los jóvenes y los adolescentes ya se encuentran ese juguete prácticamente desde que empiezan a ser conscientes, podemos inferir en su cabeza los muy diversos líos que pueden tener montados.

    Creo que si la vida no te aporta alguna novedad te acaba matando, pero vivir de la novedad se acaba pareciendo demasiado a la moda, que es el llevarse por lo peor que viene de fuera, por eso, si hay alguna forma de novedad que es definitivamente la que vale, es la que surge de la propia creatividad y de la mirada de cada uno, aplicada sobre ciertos objetos, por huir del ensimismamiento, que ayudan a observar en lo mismo sus riquísimas asociaciones. Mitad de la atención está dentro, mitad en un objeto de afuera, y aparecen las asociaciones, de ese diálogo se hace la concentración y penetración que necesita el individuo feliz, lo que ayuda a abrir el alma de la gente, aunque no me estoy refiriendo exclusivamente al arte como proyecto, también al arte como vida, tener capacidad de observar en tu vida las riquísimas asociaciones es una forma no sólo de mantenerte despierto, también de una forma directa o indirecta, es lo que te acaba uniendo más con los demás.

    • Mario · 10/07/2021 Responder

      Hace muchos años había una serie inglesa llamada “Relaciones” o “Conexiones”, no me acuerdo bien, donde el narrador-locutor (siempre mirando a la cámara y hablándole a los televidentes con una complicidad-intimidad que te cautivaba por completo) se apasionaba al mostrar imágenes de todos los lugares y épocas que ilustraban las reflexiones sobre la historia de la cultura humana. Creo que los ingleses son maestros en este estilo de la comunicación, donde espontáneamente mezclan su natural recato y timidez (Borges decía que cada inglés era -como el archipiélago en que vivían- una isla) con una pasión silenciosa que hace arder los corazones bajo el manto del recato. Voy a intentar rastrear aquella serie con los buscadores de la red

      • Darin · 10/07/2021 Responder

        Siii, yo veía ese programa, y tmb su primer programa que se llamaba “The Day the Universe Changed”. Por ahí va la misma idea. Gracias Mario!

  13. José · 10/07/2021 Responder

    Hola Darin. Muy buen video.
    Te hago dos comentarios desde Buenos Aires. 1) ¿en qué edición de Dialéctica negativa se encuentra la frase que citas? 2) ¿Hasta qué punto la propuesta de una experiencia impredecible (estar sin dispositivo) se acerca a lo que propone Han en Sociedad del cansancio, me refiero a que del aburrimiento surja algo singular?
    Saludos y muchas gracias.

    José.

    • Darin · 10/07/2021 Responder

      Hola José. La cita se encuentra en la p. 295 de la edición de Taurus traducida por Jose María Ripalda. No había pensado este tema desde lo que dice Han en ese libro. Pero en la medida en que el aburrimiento surja de una falta de distracción y estímulo como aquello que nos llegan desde los dispositivos, podría muy posiblemente dar paso a una experiencia única, o al menos ser propicio para ello. Lo voy a investigar más 😊

  14. Mario · 10/07/2021 Responder

    “… tener capacidad de observar en tu vida las riquísimas asociaciones es una forma no sólo de mantenerte despierto, también de una forma directa o indirecta, es lo que te acaba uniendo más con los demás”

    ¡EXCELENTE REFLEXIÓN!

  15. srcualquiera · 10/07/2021 Responder

    Eso me lo ha dicho a mí profesor, gracias Mario por partida doble!

  16. PATRICIA SADOVSKY · 12/07/2021 Responder

    HOLA PROFE, LE ESCRIBO DESDE ISRAEL. VI AYER EL VIDEO Y LA HISTORIA DE LA PULGA Y EL HOMBRE ME CONMOVIO. UD ES UN HOMBRE MUY INTELIGENTE Y SABE CONFORMAR UN MUNDO DE IDEAS Y EJEMPLOS QUE HIZO QUE YO AMARA LA FILOSOFIA DESDE EL PRIMER VIDEO QUE VI HACE YA MAS DE MEDIA DECADA….CADA LIBRO QUE RECOMIENDA, Y CADA TEORIA, APORTAN ALGO A MI MUNDO INTERIOR.
    EN ESPECIAL, ESTA PULGUITA, QUE SUPONGO CADA UNO LLEVA CONSIGO, PUEDE TENER DISTINTO PESO,NO? IMAGINE SI LA PULGA Y EL HOMBRE Y HABIAN ENTABLADO ALGUNA RELACION? O SI EL HOMBRE FUE EL QUE DECIDIO SEGUIR SU CAMINO SOLO?

    • Darin · 14/07/2021 Responder

      Hola Patricia. Me da mucho gusto que te haya gustado. Te mando un fuerte abrazo desde México!

  17. Francisco Pamplona · 13/07/2021 Responder

    Estimado Darin, muy esclarecedor y profundo tu video, sobre todo el que desmenuces una metáfora que en cierto sentido puede ser/es más simple: al saltar, la pulga quita un peso al hombre que camina y entonces él puede flotar. Un diminuto peso nos impide flotar y ver más allá de nuestros hombros y cabeza. Pero hay una aporía o eso creo detectar en tu explicación: Enamorarnos nos hace flotar pero al mismo tiempo cargamos con ello pues tenemos que responsabilizarnos de ese sentimiento súbito y profundo que nos invade y no queremos que termine y que al ser amado no le pase nada malo; eso se convierte en una carga: flotamos llevando un lastre que amamos y que por nada quisieramos soltar.

    • Darin · 14/07/2021 Responder

      Gracias por tus palabras Francisco. ¡Ahí está la insoportable levedad del ser de Kundera!

  18. Emilio Flores · 13/07/2021 Responder

    Hola Darín, gracias por tus reflexiones. En la impronta instantánea que me deja la lectura, creí entender en un momento de ella, como que había una falta de información y me hizo contrastar con la percepción de la mucha información que se recibe en la actualidad y lo poco de novedad conceptual y profundidad, aspecto que no critico porque entiendo que allí está la oportunidad de hacer algún aporte y entiendo que intentas hacer el tuyo y te felicito.
    Un cordial saludo,

  19. Emilio Flores · 13/07/2021 Responder

    Hola Darín, gracias por tus reflexiones. En la impronta instantánea que me deja el vídeo, creí entender en un momento de ella, como que había una falta de información y me hizo contrastar con la percepción de la mucha información que se recibe en la actualidad y lo poco de novedad conceptual y profundidad, aspecto que no critico porque entiendo que allí está la oportunidad de hacer algún aporte y entiendo que intentas hacer el tuyo y te felicito.
    Un cordial saludo,

  20. Sonia Martín Rodríguez Rodríguez · 14/07/2021 Responder

    !Muchísimas gracias por este video y por el resto!!!!! !Me has abierto los ojos hacia un sorprendente mundo nuevo!. !Un saludo!!

  21. Efrén Sandoval · 15/07/2021 Responder

    Hola, últimamente he estado haciendo algunas lecturas y he visto videos relacionados con la meditación. Desde el budismo (varios budismos) se promueve la idea de la atención como una manera de estar aquí y ahora. Se hace referencia a la “mente”, como algo que no nos deja estar aquí. La mente piensa en unas cosas mientras hacemos otras, y eso no es star aquí. La meditación, se supone, es la práctica de estar aquí y ahora, muy en el sentido de no estar ni en el pasado, que ya pasó, ni en el futuro, que no existe, ni en un presente que no está aquí y ahora. Aunque muchos “budistas” o seguidores de estas ideas o creencias tienden a referirse al estrés de la vida urbana en general, creo que muy pocos hacen referencia a la inatención que cada vez es mayor gracias a la digitalización de la experiencia cotidiana, a la abrumadora presencia de estímulos inmediatos que no nos permiten tener atención o estar con atención. Esto me hace pensar en la antropología existencial de Albert Piette, y en la idea de lateralidad, es decir, la capacidad humana de hacer cosas sabiendo que muchas otras cosas y personas están ahí, en algún lugar. Su ejemplo clásico es el chimpancé, que puede utilizar una “herramienta” para alimentarse, pero cuando deja de comer, deja la “herramienta” y se olvida de que ella existe, y así continúa con su existencia. En su proceso evolutivo, los homínidos llegaron al punto de conservar cosas, de almacenarlas, de guardar una herramienta, continuar con su vida pero sabiendo que la herramienta ahí seguía, y después volver por ella para volverla a usar. A eso Piette le llama lateralidad. Esa capacidad de saber que las cosas siguen ahí, es la que nos permite no responder a los estímulos como si fuéramos un cachorro inquieto ante cualquier cosa, persona, movimiento, sonido u olor que aparece ante él. El cachorro está inquieto todo el tiempo respondiendo a cada estímulo como si éste fuera algo nuevo, desconocido. El hombre, con la lateralidad, tiene la capacidad de saber que las cosas están ahí, existen además de él, y no son nuevas. Entonces puede hacer sus cosas sin alterarse ante cualquier estímulo (no me voy detrás de cualquier alimento como si no supiera que hay otros alimentos esperándome más adelante, por ejemplo). Con la digitalización de la experiencia cotidiana, con la abundancia de estímulos, pareciera que vamos pareciéndonos más a ese cachorro, y no podemos dejar de responder a los estímulos inmediatos y constantes de las imágenes en un celular, un breve video de tik tok (es tremendo) o la infinita información e imágenes que podemos encontrar en internet. Nos perdemos en ello, y dejamos de estar aquí.

    • Darin · 15/07/2021 Responder

      Muy interesante tu reflexión Efrén, especialmente la comparación entre la vida digital y esa conducta del cachorro. Gracias!

    • Mario · 16/07/2021 Responder

      Hola Efrén. Tu interesantísimo post me hizo acordar lo que me pasó hace un par de semanas cuando estando muy estresado volví a intentar la “respiración consciente” que aprendí de joven. LA COSA ES SÍ: al inspirar se hincha la “panza” porque el músculo llamado diafragma baja y hace un efecto de pistón que crea un vacío en el abdomen que hace ingresar aire a los pulmones (como el inflador de la bicicleta que “inspira y expira” al inflar la rueda). Es la respiración natural, que en forma consciente también la practican los cantantes y los ejecutantes de instrumentos de viento (¡recuerdo mi época de respiración diafragmática mientras estudiaba flauta traversa!)

      El asunto es que al sentir de manera consciente la respiración, al “estar presente” mientras respiramos (como decís en tu post Efrén) NO HAY MANERA DE PENSAR, NO SE PUEDE PENSAR!!! / Yo traté de hacer las dos cosas a la vez, pero NO SE PUEDE PENSAR Y SENTIR LA RESPIRACIÓN A LA VEZ / Si te desconcentrás un instante y pensás algo, en ese mismo momento dejás de sentir el abdomen hinchándose y a la inversa, si te concentrás en sentir el abdomem hinchándose en ese mismo momento es imposible pensar … es algo de verdad sorprendente que (siendo yo una persona bastante informada) nunca me había dado cuenta / ¿tendrá que ver con el hemisferio derecho o izquierdo del cerebro? / no lo sé / por supuesto lo empecé a usar para cortar mi stress / y debo decirles que no es fácil mantenerse en “respiración consciente”, pero es posible hacerlo / esto abre, por lo menos para mí, enormes posibilidades psico-físicas y con ellas grandes posibilidades al desarrollo de aptitudes de mindfullnes y espirituales en general / Increíble!

      ¿Alguien practica o practicó respiración consciente? ¿Qué resultados obtuvo?

      • Mario · 16/07/2021 Responder

        Pensar es algo antinatural que “narcotiza” la percepción de funciones naturales como el respirar). “Pensar es algo antinatural” (no debería decirlo en un lugar donde se ama la Filosofía y el pensamiento, pero es así) ¡Cuánta razón tenía Rousseau al decir -en contra de la autoridad Aristotélica- que el atributo más distintivo del ser humano, NO ERA LA RACIONALIDAD SINO LA LIBERTAD! / A ver, entre sentir que estoy vivo y respirando y “pensar”, yo elijo lo primero

        • Mario · 16/07/2021 Responder

          ¿Será posible “pensar” sin palabras?

          • Mario · 16/07/2021

            Si, en efecto, fuera posible llegar a “pensar sin palabras”, se podría dar inicio a un nuevo tipo de pensamiento que bien podría llamarse “pensamiento natural” / ¿Qué tipo conocimientos se podrían adquirir utilizando el “pensamiento natural” / ¿Qué nuevos mundos se harían visibles a nuestra percepción en ese momento? / ¿Qué nuevos significados nos sorprenderán cuando se corra el telón de la “simbolización verbalizada” que nos separa de la realidad misma y podamos verla y pensarla tal cual es, sin la intermediación deformante de las palabras?

          • Mario · 16/07/2021

            Nuestra inteligencia basada en palabras no es más que una INTELIGENCIA ARTIFICIAL / Esa voz que escucho dentro mío (el parloteo incesante de mis pensamientos) NO SOY YO / Yo soy el que la escucha

    • Mario · 18/07/2021 Responder

      “La música es significado sin palabras”, decía una religiosa española explicando el rol de la música en las misas católicas / “Significado sin palabras” .. ¡qué hermosa definición! / Quizás en el futuro de la comunicación (y del pensamiento) humano esté más presente en nuestras vidas ese intercambio de “significado sin palabras”, es decir, una comunicación menos mediada por símbolos como las palabras, una comunicación más natural y directa entre tu experiencia y la mía ¡Alta especulación, jaja! Pero ¿qué otra cosa nos queda para hacer en esta fría mañana de Julio? ¡Abrazo a todos!

  22. srcualquiera · 18/07/2021 Responder

    Mario, en caso de que esa comunicación sin palabras pudiera darse entre personas, lo que es seguro es que no sería por internet : )

  23. Mario · 19/07/2021 Responder

    No no, claro. Alguien dijo que el Diálogo es “intercambio de sentido” más allá de las palabras pero internet, en el otro extremo, es palabrerío con poco sentido ja!

  24. srcualquiera · 19/07/2021 Responder

    Pero aquí sí nos comunicamos con sentido y eso es lo importante. Porque también en el mar de internet, si sabes elegir una serie selecta de islas, puedes comunicarte con sentido y ajeno al oleaje sin forma de ese otro mar de fondo.

  25. julián · 31/07/2021 Responder

    Darin, muchas gracias por tus videos, da mucho gusto verlos tienes una forma muy serena y humilde de transmitir conocimientos, los platos de la fonda son exquisitos y muy nutritivos. te envió una viñeta de humor gráfico que se me ha ocurrido hace tiempo, en relación a este secuestrador portátil de nuestros sentidos.
    un abrazo.

    https://www.facebook.com/Juli%C3%A1n-Cerasuolo-Arte-1545168262367621/photos/1796382220579556

  26. Alminar · 29/08/2021 Responder

    Un par de cosas. Por un lado, cuando San Mateo hablaba de cómo Jesús enseñaba a orar, puso un ejemplo que terminó convertido en la fórmula del padrenuestro (Mt 6:7-13). Cuando indicas cómo singularizarse, consigues lo contrario: fabricar “lemmings”. Jesús no parece que lo advirtiera; los chinos sí: “cuando el sabio apunta a la Luna el necio mira al dedo”. Por otro lado, sólo aprecio un binomio. No consigo ver más, salvo una aplicación al sujeto o al objeto. Por una parte, ordinario-predecible-fungible y, por otra, extraordinario-impredecible-singular. Lo mismo soy yo, que todo lo que veo probablemente lo vea mal.

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