La ética de Spinoza, pt. 3/14

Empezamos nuestro ascenso hoy con las primeras 11 proposiciones.

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El Monte Everest mide 8,848 metros. La ética de Spinoza, que podría verse como un Everest filosófico, no se mide con metros, sino con proposiciones, 259 para ser exacto. Ascender el Monte Everest no es como subir un pirámide maya, un paso tras el otro en un trayecto recto hasta llegar hasta arriba, sino una cuestión de negociar una serie de diferentes niveles con sus características geográficas que traza una ruta medio zigzagueante. Haremos lo mismo en La ética, tomando pequeños grupos de proposiciones que en su conjunto nos llevan a concluir cierta verdad importante, como si fuera un promontorio, a partir del cual podemos ascender al siguiente promontorio, y así sucesivamente.
Hoy, espero recorrer las primeras 11 proposiciones, y la conclusión principal a la que vamos a llegar es que Dios es una substancia que es eterna, infinita, y que existe necesariamente. Pero antes de iniciar nuestro viaje, dos comentarios.
Primero, veremos que la proposición 11 y todas las demás van a recibir una demostración. En la lógica, las proposiciones son lo que se llaman “portadores de verdad”. Eso quiere decir que cuestiones de verdad o falsedad atañen únicamente a las proposiciones. Un simple término, como “gato”, no es ni verdadero ni falso porque no afirma nada. Y un argumento con sus premisas y conclusión es más bien válido o inválido. Sólo las proposiciones, que afirman una cosa de otra cosa, son verdaderas o falsas, por lo que Spinoza, al enunciar una proposición, procede inmediatamente a justificar o demostrar su verdad.
Segundo, en las proposiciones que vamos a ver el día de hoy, Spinoza habla de substancias y atributos, de substancias que no comparten ningún atributo, y las que sí, y también la cuestión de la causalidad, si una substancia puede ser la causa de otra. Puede parecer una discusión medio bizantina si no entendemos su razón de ser, por qué Spinoza hace todas esas distinciones conceptuales. Tendrá mucho más sentido si tenemos en cuenta la conclusión a la que se dirige, a saber, que hay una sola substancia eterna, infinita, o sea, sin limitaciones, por lo que tiene infinitos atributos, y que existe necesariamente como causa de sí. Para que Spinoza pueda llegar ahí, tiene que eliminar otras posibilidades de substancias y sus atributos que podrían darse. ¿Cuáles son? La más obvia es que haya dos o más substancias, pero dentro de esta posibilidad de múltiples substancias, hay dos escenarios posibles: primero, múltiples substancias donde cada una tiene un atributo distinto, es decir, no compartido con otra substancia; y segundo, múltiples substancias donde al menos dos comparten un atributo en común. Si Spinoza puede mostrar que esas posibilidades no son posibles, entonces sólo queda la suya.
Pasemos entonces a la proposición 1. Dice: “Una substancia es anterior, por naturaleza, a sus afecciones”. Recuerda que afecciones y modos son sinónimos. Y recuerda también que a veces las preposiciones que Spinoza usa no tienen una referencia espacio-temporal, sino lógica – por ejemplo, la definición de modo como aquello que es en otra cosa. En esta primera proposición, al decir que una substancia es anterior a sus afecciones, el sentido de “anterior” no es temporal, sino lógico y ontológico también. Demuestra la verdad de esta proposición acudiendo a las definiciones 3 y 5 sobre la substancia y el modo. El modo es posterior a la substancia de la misma manera que la sonrisa lo es de la cara.
Proposición 2: “Dos substancias que tienen atributos distintos no tienen nada en común entre sí”. Spinoza sigue hablando de la substancia aquí, pero no desarrolla nada de lo visto en la primera proposición, sino que trata otro tema. Esto lo veremos a lo largo de La ética, una serie de proposiciones planteadas sin aparentemente mucha relación entre sí, pero que luego en una proposición posterior Spinoza las agarra como premisas para demostrar una conclusión importante.
Bien, dice que dos substancias con diferentes atributos no tienen nada en común. Recuerda que el atributo es la manera en que la substancia se manifiesta o se expresa. Ayuda pensarlo en términos de clase o de género, como cuando decimos “¿Qué clase de cosa es eso?” y respondemos, “Ah, es un perro”. Hay chihuahua, golden, doberman, salchicha. ¿Qué tienen en común todos ellos? El género canino, de ser perro. ¿Y qué tienen en común los perros y los gatos? Pues ser mamíferos. ¿Y los mamíferos y los reptiles? – tienen en común ser animales, y así se va sucesivamente hacia arriba, hacia géneros cada vez más amplios. ¿Termina esta progresión en algún punto? ¿Hay géneros máximos que no hacen referencia a géneros incluso más amplios? Sí. Para Spinoza, esos géneros son los atributos de la substancia, son los géneros más amplios posibles. Ahora, piensa en todos los gatos, perros, rocas, casas y demás cosas que puedes visualizar. Todos son cosas extendidas; lo que tienen en común es el atributo de la extensión. Pero no todo son cosas extendidas. Está también la idea de “atributo” que estamos tratando de entender, o la idea de “sujeto” en Kant, e incluso la idea que estás contemplando de estudiar una licenciatura en filosofía. Hay muchas diferencias entre estas ideas, pero lo que todas tienen en común es ser pensamientos, son del atributo del pensamiento.
Ahora debe ser claro porque dos substancias con diferentes atributos no tienen nada en común, como afirma Spinoza en la segunda proposición. Para que una cosa extendida y un pensamiento tuvieran algo en común, necesitarían acudir, como vimos en nuestros ejemplos, a un género superior que los contuviera, como el género de mamífero contiene a los gatos y los perros. Pero eso no es posible porque la extensión y el pensamiento son los géneros máximos, al menos que el intelecto humano puede percibir.
Tenemos, entonces, esta proposición dos: “Dos substancias que tienen atributos distintos no tienen nada en común entre sí”. Pasando directamente a la tres encontramos que: “No puede una cosa ser causa de otra, si entre sí nada tienen en común”. Veremos más adelante la importancia de la causalidad, pero de momento hay que entender cómo Spinoza la concibe. Acude aquí a algunos de los axiomas que planteó al principio, que todavía no hemos considerado. El Axioma 3 dice: “De una determinada causa dada se sigue necesariamente un efecto, y, por el contrario, si no se da causa alguna determinada, es imposible que un efecto se siga”. Uno de los aspectos más inquietantes de la filosofía de Spinoza es su determinismo; no hay libre albedrío. Eso lo vamos a discutir con mucho detenimiento en un vídeo posterior. De momento, hay que simplemente aceptar que todo efecto, todo lo que sucede, tiene una causa anterior de la que se sigue necesariamente. Hay que aceptarlo porque es un axioma, y si te acuerdas, los axiomas se plantean como auto-evidentes e incuestionables. El Axioma 4 dice: “El conocimiento del efecto depende del conocimiento de la causa, y lo implica”. Para Spinoza, entendemos algo, lo conocemos, cuando conocemos su causa. ¿Por qué? Vamos a plantear un ejemplo – un arcoíris. De niño, recuerdo una vez que vi un arcoíris y le dije a mi papá que fuéramos en el coche a donde estaba para encontrar el oro que los duendes ponen a su base (había leído un cuento al respecto). Mi papá, siendo buen papá, dijo orale vamos! Pues íbamos manejando como media hora pero nunca llegamos al arcoíris. Mi papá sabía que nunca llegaríamos porque él sí entendía su causa, yo no. Como final, el axioma 5 dice: “Las cosas que no tienen nada en común una con otra, tampoco pueden entenderse una por otra, esto es, el concepto de una de ellas no implica el concepto de la otra.” ¿Te acuerdas en el último vídeo cuando hablamos de la relación entre sonrisas y caras? El concepto de sonrisa implica o involucra el de cara. Para saber qué es una sonrisa tenemos que saber qué es una cara. Lo que dice este axioma es que para cosas que no tienen nada en común, no es posible entender la una en términos del concepto de la otra.
Bien, recuerda que estamos hablando de la proposición 3 que dice “No puede una cosa ser causa de otra, si entre sí nada tienen en común”. Si no tienen nada en común entonces, como acabamos de ver, una no puede entenderse en términos de la otra. Y si esta relación epistémica no puede darse, tampoco una relación causal – recuerda el ejemplo del arcoíris. Lo que el argumento hasta aquí asegura es que si hay diversas substancias cada cual con un atributo distinto, no es posible que cualquiera de ellas haya sido causada por cualquier otra. Guardemos esa conclusión y sigamos con el argumento.
La siguiente proposición es la 4 pero vamos a saltarla de momento para considerar la 5. Dice: “En el orden natural no pueden darse dos o más substancias de la misma naturaleza, o sea, con el mismo atributo”. Ésta es una proposición muy importante porque rompe con el esquema aristotélico-cartesiano. Hasta ahora, cualquier lector de la época de Spinoza no habría encontrado en sus palabras nada que chocara con lo que dice Descartes sobre la substancia. Para éste, todo ser humano es una substancia pensante. En su época había 500 millones de personas en el planeta. ¡Son bastantes substancias! todas con el mismo atributo – el pensamiento. Y ahora Spinoza nos dice que no puede haber ni siquiera dos substancias con el mismo atributo. ¿Por qué? Veamos la demostración. Si hubiera dos substancias tal, tendrían que poder distinguirse la una de la otra de alguna manera porque son dos y no una. Si no pueden distinguirse, entonces no hay dos substancias sino sólo una. Ahora, la proposición 4 dice que las cosas pueden distinguirse o bien por sus atributos o por sus modos, lo cual es bastante evidente ya que hay sólo dos cosas en el mundo – substancias y modos (recuerda que los atributos no son una clase de cosas, sino que son la esencia de la substancia, es decir, es la forma en que una substancia existe).
Antes de ver estas dos posibilidades, de distinguir por atributos o por modos, ¿no será que Spinoza haya dejado por fuera una tercera posibilidad? Intuitivamente, pensamos en distinguir dos cosas por sus modos: una es más grande que la otra, de un color distinto, una figura distinta, etc. Pero al margen de eso, y más fundamental, ¿no podríamos distinguir una cosa de otra por su ubicación en el espacio? Veo una cosa aquí y otra por allá. Para Spinoza, ésta no es una tercera opción. El espacio no es alguna dimensión neutra en la que substancias se ubican. Si el espacio es real, entonces, ontológicamente, hay dos posibilidades: o bien es algo en sí, por lo que sería una substancia, o es en algún otro, es decir, un modo. Si es una substancia, entonces no puede usarse para distinguir substancias, porque es una substancia más y eso es lo que está en cuestión – cómo distinguir las substancias. De hecho, como veremos con claridad más adelante, el espacio no puede ser otro que un modo de la substancia.
Pero bueno, volvamos a la demostración de Spinoza. Como comenté, nos parece muy intuitivo distinguir las cosas por sus modos o afecciones, pero dado que lo que estamos distinguiendo son substancias, distinguirlas por los modos es problemático ya que, como Spinoza nos recuerda, las substancias son anteriores a sus modos tanto ontológico como epistémicamente. Un modo determinado puede concebirse o entenderse únicamente por medio del atributo que expresa. Si es un modo físico, como una manzana, entonces expresa el atributo de la extensión. Si es una idea, entonces el atributo del pensamiento. El punto es que esta dependencia del modo en el atributo (o substancia) implica que cualquier distinción que se haga en el nivel de los modos se deriva o depende de una distinción anterior en el nivel del atributo. Por eso, Spinoza dice en su demostración que hay que dejar de lado los modos como posibilidad.
De esta forma, sólo queda distinguir las substancias por los atributos. Dice: “Si se distinguiesen por la diversidad de sus atributos, tendrá que concederse que no hay sino una con el mismo atributo”. O sea, si se distinguen únicamente por sus atributos (ya que hemos descartado hacerlo con los modos) entonces con respecto a substancias con el mismo atributo, digamos el de la extensión, sólo puede haber una. ¿Por qué? Pues consideremos primero dos substancias cada una con un atributo distinto, una existiendo o manifestándose como extendida y la otra como pensante. La diferencia en los atributos sirve claramente como base para distinguir las dos substancias. Pero si hubiera dos substancias con el mismo atributo, no existiría esa base. Si no hacemos ninguna referencia a los modos sino sólo a los atributos, como él de la extensión por ejemplo, entonces dos substancias consideradas únicamente como extendidas son indeterminadas. La pura extensión no implica ninguna forma determinada, como circular, ni ninguna extensión determinada, como un metro cúbico. Es la simple y pura extensión, por lo que dos substancias extendidas, consideradas únicamente en términos del atributo de la extensión, no tienen nada que las distinga, ni siquiera su ubicación espacial como vimos antes. Lo que Spinoza expresa aquí puede entenderse en términos del principio ontológico de “la identidad de indiscernibles”, comúnmente asociado con Leibniz. Este principio dice que si ninguna diferencia entre las propiedades de dos cosas puede discernirse, entonces las cosas son idénticas, es decir, es una sola cosa, no dos. Por cierto, yo siempre he pensado que la versión lingüística de este principio está detrás de la máxima pragmática de Peirce, pero bueno, ése es tema de otro vídeo.
Resumiendo, con la quinta proposición Spinoza ha demostrado que puede haber una sola substancia del mismo atributo, o sea, que no puede haber diversas substancias que comparten en común el atributo de la extensión, o el del pensamiento. ¿Te acuerdas de las 500 millones de substancias pensantes que planteaba Descartes? La conclusión de Spinoza excluye muy claramente esa posibilidad, pero lo que aún no excluye es que haya diversas substancias, cada una con un atributo distinto, una extendida, otra pensante, y quizá muchas más con otros atributos que, por los limitantes de nuestro intelecto, no podemos percibir.
Pero vamos a suponer que están esas dos substancias, una extendida y la otra pensante. La proposición 6 nos dice: “Una substancia no puede ser producida por otra substancia”. Ya sabemos por la 2 que dos substancias con diferentes atributos no tienen nada en común, y por la 3 que esta falta de algo en común implica que una no puede ser causa de la otra. Lo interesante aquí es lo que Spinoza dice en el corolario. Un corolario es simplemente una proposición que se sigue a partir de otra. Entonces, si una substancia no puede ser producida por otra substancia, se sigue como corolario que no puede ser producida por ninguna otra cosa. ¿Por qué? Porque en la naturaleza sólo hay substancias y sus afecciones, y está claro que las afecciones o modos no pueden producir substancias (eso sería como decir que una sonrisa fuera la causa de una cara). La conclusión es que las substancias no son producidas. Si las fueran, Spinoza comenta que, de acuerdo con el axioma 4, nuestro conocimiento de la substancia dependería de nuestro conocimiento de su causa. Pero ya sabemos por la propia definición de substancia que una substancia es en sí y concebida por sí. Si tuviera que concebirse por otra cosa, su causa, entonces no sería una substancia.
Como consecuencia de todo esto, tenemos la proposición 7: “A la naturaleza de una substancia pertenece el existir”. Si una substancia no es producida por ninguna otra cosa, como acabamos de ver, entonces debe ser causa de sí. Dice Spinoza que “su esencia implica necesariamente la existencia”. Ahora, si esto te suena al clásico argumento ontológico de Anselmo o Descartes, tienes razón, hay algo parecido en el argumento de Spinoza, sin embargo no es lo mismo. En todo caso, esperemos hasta la proposición 11 para tratarlo.
¿Qué tenemos hasta ahora? Bueno, hemos eliminado el esquema cartesiano que postula la existencia de múltiples substancias todas con el mismo atributo. Spinoza ha demostrado que eso es imposible. Sin embargo, todavía es posible, al menos hasta ahora en el argumento, que haya diversas substancias únicas, es decir, substancias que no comparten atributos con ninguna otra: una substancia pensante, una extendida, etc. Además, tenemos que si existen esas substancias, existen de forma necesaria, es decir, es imposible concebir su inexistencia.
En la proposición 8, agrega un detalle más. Dice que “Toda substancia es necesariamente infinita”. Esto implica, obviamente, que ninguna substancia puede ser finita. ¿Por qué? Pensemos un momento en esos términos – finito e infinito. Algo infinito es ilimitado, no tiene ninguna limitación, ningún hasta aquí. Algo finito, en cambio, sí está limitado, lo cual implica que hay otra cosa que lo limite. Tomemos como ejemplo esta taza de café. Obviamente es finito, o sea, es limitado. ¿Qué lo limita? Mi mano, la mesa sobre la que descansa, etc. Si la taza, mi mano y la mesa son substancias, son substancias todas del mismo atributo, a saber, la extensión. Pero ya hemos demostrado que no puede haber diversas substancias del mismo atributo. Ése fue el esquema de Descartes. Además, si una substancia fuera finita y por tanto limitada por otra cosa, entonces la razón de ser de esa substancia, la razón de por qué tiene cierta extensión, sólo hasta ahí y no más, tendría que explicarse en parte en términos de la cosa que la limita. Y si eso fuera el caso, esa substancia no sería una substancia porque no sería en sí ni concebido por sí. La única otra alternativa es que las substancias sean infinitas, necesariamente.
Si te das cuenta, con esta proposición cualquier cosa que puedes percibir con los sentidos está eliminado como candidato de substancia, precisamente porque es finita. Esto, definitivamente, deja de un lado la concepción aristotélica de substancia.
En la discusión hasta ahora sobre substancias compartiendo o no atributos, se ha tratado substancias con un solo atributo. La proposición 9 dice “Cuanto más realidad o ser tiene una cosa, tantos más atributos le competen”. Y en el scolio de la siguiente proposición, la 10, dice que si hubiera un ser absolutamente infinito, tendría infinitos atributos. De hecho, esa es la definición de Dios que da en la definición 6: “Por Dios entiendo un ser absolutamente infinito, esto es, una substancia que consta de infinitos atributos, cada uno de los cuales expresa una esencia eterna e infinita”. Si Dios existe, sería tal como esta definición lo describe. Dado que Dios es el tema de la siguiente proposición, pasemos a verla.
La proposición 11: “Dios, o sea, una substancia que consta de infinitos atributos, cada uno de los cuales expresa una esencia eterna e infinita, existe necesariamente”. Esta proposición, obviamente, es de gran peso e importancia. Si Spinoza puede demostrar su verdad, estará a unos pasos de haber efectuado una revolución ontológica, sobre la cual depende el resto del libro y, a fin de cuentas, la beatitud del ser humano. Estableciendo esta proposición, sólo restará mostrar que ninguna otra substancia puede existir, y también tratar con más detalle la naturaleza de Dios y su relación con lo que nosotros tomamos como el mundo, es decir, sus modos.
Ahorita vamos a ver la demostración de esta importante proposición, pero a lo mejor te confunda por qué de repente Spinoza habla de Dios. Hasta ahora ha sido pura discusión de substancia y atributos, y ahora Dios. Bueno, “Dios” es simplemente el nombre que da a esa substancia infinita y eterna cuya naturaleza va quedando más clara. Pudo haber escogido otro nombre, pero “Dios” para Spinoza es el indicado, por dos razones. Primero, en la tradición escolástica y en la religión judeo-cristiana, Dios es lo que llamaban el ens realissimum, aquello dotado de todas las perfecciones. Entonces, tiene sentido llamar una substancia infinita y eterna de la misma manera. La segunda y más importante razón es que Spinoza no está de acuerdo con ese Dios tradicional; lo ve como una fuente de esclavitud en vez de libertad. Llamar Dios a la substancia que va desarrollando en su argumento tiene su razón filosófica, pero más que nada es un acto político.
Pues dije al principio que íbamos a llegar hasta la proposición 11 el día de hoy y efectivamente ese promontorio está a la vista, pero creo que sería mejor descansar un momento, mirar hacia atrás para ver que hemos recorrido y cobrar fuerzas para subir a la proposición 11 en el próximo vídeo. La conclusión más importante a la que hemos llegado es que no puede haber dos substancias con el mismo atributo. Sin duda, hay muchísimas cosas de la misma naturaleza, del mismo atributo, pero no pueden ser substancias, y eso por una razón que vimos al tratar el tema de la finitud y la infinitud. Si hay dos o más cosas del mismo tipo, digamos cosas extendidas, es obvio que ninguno puede ser infinito en su extensión porque hay otras cosas que lo limitan. Si yo fuera una substancia y también el árbol que veo y también el espacio entre nosotros, todo seríamos finitos y limitados por la substancia al lado. Y si fuera así, entonces lo que yo soy, por ejemplo, mi razón de ser, iría en función en parte de aquello que me limita. Para entenderme a mí tendría que usar el concepto de la cosa que me limita, y eso no va con la definición de substancia. La substancia es en sí y se concibe por sí. Es ontológicamente independiente, y para concebirla no hace falta la concepción de ninguna otra cosa. Pero eso es lo que pasaría en el mundo aristotélico-cartesiano de múltiples substancias del mismo atributo.
Para ir terminando, podríamos preguntar ¿por qué hace falta esa noción de substancia tal y como la define Spinoza? ¿Por qué no puede haber simplemente múltiples cosas como árboles, personas y rocas, o sea, puros modos? Eso, de hecho, de acuerdo con Gilles Deleuze, es la posición de Nietzsche, su concepto del eterno retorno como un puro devenir de modos sin substancia alguna. Pero Spinoza no es Nietzsche. Para Spinoza, si no hay más que puros modos, entonces cada cosa depende de otra en una cadena infinita que a fin de cuentas impide que lleguemos a una razón final. ¿Te acuerdas del Principio de Razón Suficiente? Todo tiene su razón de ser tal y como es; es decir, todo, en el fondo, es inteligible. Para que esa inteligibilidad sea efectiva, la cadena de dependencia ontológica tiene que llegar a un fin, a una base, en referencia a lo cual todo lo demás cobra su razón. Eso no lo dice Spinoza explícitamente pero está implícito en su forma de abordar toda esta cuestión de la realidad del mundo. En el próximo vídeo veremos la demostración explícita de esta muy peculiar y fascinante noción de substancia, de eso que llama Dios.

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15 Comments

  1. Antonio · 24/06/2021 Responder

    Estamos agradecidos por su dedicación y esfuerzo

  2. Miguel korenko · 24/06/2021 Responder

    Estimado Darín
    Cómo siempre tan pedagógico y generoso.
    Un gran abrazo
    Miguel

  3. srcualquiera · 24/06/2021 Responder

    Empiezo a preocuparme por mis entendederas porque creo que voy a tener que ver dos o tres veces el vídeo para pillar algo. Y aunque me parezcan sus ideas algo rocambolescas, hasta la muerte con Spinoza. Gracias por el video.

  4. Mario · 24/06/2021 Responder

    En la proposición once, si no me equivoco Darin, Spinoza muestra lo que es: un panteísta. Una persona que considera sagrada a la Naturaleza (como los incas) y que no cree en un Dios antropomórfico, barbudo y recostado en una nube como el de la Sixtina, pero que cree en Dios con tanta fe como cualquier creyente de cualquier religión. Y la espiritualidad y el ecumenismo y la tolerancia y el humanismo y el amor universal que se desprenden de esa creencia, son maravillosas. Y la relación con el mundo que genera esa creencia es maravillosa. De un plumazo desaparece la iglesia aburguesada que tanto combatió Kierkegaard y renace la fe genuina de aquellos pastores analfabetos que siguieron a Jesús.

  5. Emilio Flores · 26/06/2021 Responder

    Hola Darin, gracias como siempre por la clase. Seguimos avanzando. Cordiales saludos

  6. Ernesto · 28/06/2021 Responder

    Excelente, muchas gracias Darin, muchas felicidades!

  7. Aníbal · 27/01/2023 Responder

    Extraordinario. Estaba escuchando Rilosofía a la gorra de Diego Singer. Que es muy bueno. Pero encuentro que lo tuyo es también excelente. Hombres como ustedes acercan la filosofia a los profanos y le dan una vitalidad que no habíamos sentido que tuviera.
    Gracias Darin!!!

  8. Nuria · 06/11/2023 Responder

    Muchísimas gracias por tu buen hacer y tu buen pensar. Es muy valioso.

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