La ética de Spinoza, pt. 6/14

Hoy iniciamos el segundo libro viendo con detalle cómo Spinoza entiendo la noción de idea. La comparamos con Descartes, vemos su carácter intencional, y la manera en que éste distingue al pensamiento de los demás atributos.

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Guión

Una pareja está de vacaciones en una isla en el Pacífico. Están sentados en la playa debajo de unas palmeras y viene el mesero con sus bebidas. Le comentan al joven lo perfecto que es todo, el atardecer, el agua turquesa y esa refrescante bruma que sienten. El mesero dice, “Ah, eso no es bruma. Es que en las palmeras vive una especie de mosca y eso es su piss”. De repente se levantan los dos frenéticamente limpiando el piss de sus cuerpos. Si te das cuenta, el disgusto que sienten esas personas al final del cuento no tiene nada que ver con algún cambio en el mundo – allá fuera todo sigue exactamente igual que antes. Lo que ha cambiado es su estado mental, con eso que les contó el mesero, un cambio en el orden de las ideas, no de las cosas, y ese cambio es lo que condujo a su disgusto.
¿Qué tiene que ver eso con Spinoza? El segundo libro de La ética se titula “De la naturaleza y origen del alma”, lo cual inicia diciendo que ahora con la naturaleza de la infinita substancia planteada, va a pasar a considerar aquellas cosas que se siguen necesariamente de ella. Obviamente, no todas porque son infinitas, sino sólo, dice Spinoza, “las que pueden llevarnos al conocimiento del alma humana y de su suprema felicidad”. Recuerda que la felicidad humana es la finalidad de toda esta reflexión que hace, y para ello hace falta, como dice, un conocimiento del alma humana. ¿Por qué el alma? Porque, como nos señala el cuento sobre la pareja y los moscos, la felicidad y la tristeza son estados mentales, tienen que ver con las ideas que tenemos. Como veremos, la principal causa de nuestra infelicidad son ideas erróneos que sostenemos. Si esto es así, hay que entender la naturaleza del conocimiento, del error, y de cómo en general la mente humana funciona.
Antes de seguir, en el latín original del texto, el título del segundo libro es “De Natura Et Origine Mentis”. En la traducción que estamos usando, han traducido “mentis” o “mens” como “alma”, lo cual no me parece correcto ya que a veces Spinoza, en vez de “mens”, dice “anima” lo cual se traduce más propiamente como “alma”. Además, “alma” trae connotaciones religiosas que Spinoza critica, por lo que “mente” será el término que utilizaré en el resto del libro, salvo en esas partes donde Spinoza habla del “anima”.
Bien, empecemos con un bosquejo del libro y sus temas. Las primeras 13 proposiciones tratan de la relación entre la extensión y el pensamiento, es decir, entre los cuerpos y las ideas. En la proposición 13, dice algo medio extraño. Dice que la mente es la idea del cuerpo. Vamos a ver qué quiere decir con eso, pero sí es así, hay que saber más sobre el cuerpo por lo que, en una serie de lemmas entre las proposiciones 13 y 14, nos da un bosquejo de la física. El resto del libro, de la 14 a la 49, trata de la imaginación y la razón y sus respectivas ideas falsas y verdaderas, y también de la voluntad humana.
Este primer grupo de proposiciones constituye una respuesta novedosa e muy interesante a un viejo debate, el de la naturaleza de la mente, el cuerpo, y su relación. Para poder ubicar la propuesta de Spinoza en ese debate, veamos algunas de las posturas principales. Primero, está el dualismo, como él de Descartes, para el cual el mundo puede dividirse en dos sustancias básicas: cosas o eventos mentales y cosas o eventos físicos, los dos siendo igualmente reales. El problema, como sabemos, es cómo entender la relación causal entre los dos, ¿cómo es que un evento físico, como cortar el dedo con una navaja, puede causar un evento mental – la sensación de dolor. O algo mental, cómo el deseo por un café, conduce a algo físico, la taza de café delante mío? Descartes, como sabemos, postulaba la glándula pineal como el punto de enlace entre mente y cuerpo. Luego está el materialismo que, en sus diferentes versiones, toma lo físico como fundamentalmente real, lo mental siendo producto de la actividad de la materia, un mero epifenómeno. Y como final, el idealismo que es al revés – lo mental es lo real y la materia o el cuerpo no es algo del todo distinto sino de carácter fundamentalmente mental. Por ejemplo, Peirce, que es idealista, describe la materia como mente “débil” o “desvirtuada”, es decir, algo que ha perdido su plasticidad y volatilidad y que ahora es sumamente regular en sus hábitos.
Bueno, entre estas opciones es difícil ubicar a Spinoza. No es ni materialista ni idealista porque lo mental y lo material o físico son igualmente reales; uno no es producto del otro. Sin embargo, tampoco es dualista porque hay una sola substancia. Spinoza, efectivamente, distingue entre mente y cuerpo, o entre pensamiento y extensión, pero no a nivel de la substancia sino a nivel de los atributos. En vez de llamar su posición “dualismo” podemos llamarla “paralelismo”. Ésta es una de su doctrinas más extrañas y contraintuitivas, sin embargo, como veremos, resuelve toda una serie de problemas epistemológicos que Descartes legó a la filosofía moderna.
Pero nos estamos adelantando. Lo primero es lo primero, y en el caso de Spinoza lo primero son definiciones. Ya sabemos que cada libro empieza con definiciones y axiomas en los que el argumento posterior se apoya. Para arrancar el argumento del segundo libro vamos a leer de momento sólo dos definiciones: la de cuerpo y la de idea. La definición 1 dice: “Entiendo por cuerpo un modo que expresa de cierta y determinada manera la esencia de Dios, en cuanto se la considera como una cosa extensa”. Esto no debe causarnos ningún problema. Dios, la infinita substancia, visto o tomado bajo el atributo de la extensión, se expresa en los modos que son cuerpos finitos. La definición 3 define “idea” y aquí las cosas se tornan interesantes. Dice: “Entiendo por idea un concepto de la mente, que la mente forma por ser una cosa pensante”. En su explicación de la definición dice: “Digo concepto, más bien que percepción, porque la palabra «percepción» parece indicar que la mente padece por obra del objeto; en cambio, «concepto» parece expresar una acción de la mente”.
Hay tres cosas interesantes aquí. Primero, tras toda nuestra discusión de la relación mente – cuerpo, esperaríamos razonablemente que Spinoza definiera esos dos términos. “Cuerpo” sí lo define, y tal como esperaríamos, como un modo finito que expresa la infinita substancia bajo el atributo de la extensión. Si tomas un paseo por la ciudad, toda persona, árbol, bicicleta y edificio que ves es una parte de Dios, uno de la infinitud de modos finitos a través de los cuales Dios se expresa bajo el atributo de la extensión. Hasta ahí bien, pero a continuación, vemos que lo que define no es “mente”, como esperábamos, sino “idea”. En términos muy generals, idea y mente son sinónimos, sin embargo, hay una diferencia y una buena razón por la que usa idea aquí en vez de mente, pero vamos a esperar tantito para tratarlo. Dije que hay tres cosas interesantes. Ésta es la primera, que define idea en vez de mente.
La segunda cosa es cómo define “idea”. Por un lado, la idea es el correlato del cuerpo, es decir, la idea es en el mundo del pensamiento lo que el cuerpo es en el mundo de la extensión, a saber, el modo finito a través del cual Dios se expresa. Bueno, como sabemos, Dios se expresa de infinitas maneras, a través de infinitos atributos, pero como humanos los únicos atributos que captamos son el pensamiento y la extensión, y lo que concretamente captamos son ideas y cuerpos. Lo interesante de la definición es que no define “idea” como un modo finito, tal como define cuerpo. Volvamos a la definición de cuerpo. Dice “Entiendo por cuerpo un modo que expresa . . . la esencia de Dios . . . en tanto [Dios] sea una cosa extensa”. La idea en cambio no lo define como un modo, no dice “Entiendo por idea un modo que expresa la esencia de Dios en tanto sea una cosa pensante”. Lo que dice es: “Entiendo por idea un concepto de la mente, que la mente forma por ser una cosa pensante”. ¿Por qué lo define así?
Seguramente, has leído esa definición como un cartesiano. Piensas en ti, en tu mente, y la capacidad que tienes de formar ideas. Estamos ahora discutiendo La ética y formando muchas ideas al respecto, ¿no? En sentido estricto, no. Spinoza no hace referencia aquí a tu mente o la mía. Dice que la mente forma un idea “porque es una cosa pensante”. En la definición de cuerpo, se refiere a Dios como una cosa extensa. Los cuerpos son simplemente modos o modificaciones de Dios como cosa extensa. Y aquí habla de Dios como una cosa pensante, por lo que las ideas serían modos o modificaciones de Dios como pensante. En pocas palabras, lo que está formando la idea no somos tú ni yo, sino Dios. ¿Extraño, no, que tus ideas realmente sean las de Dios? No tanto. Imagínate que un granito saliera en tu nariz. ¿Lo habrás producido tú intencionalmente? No; salió como proceso natural del cuerpo, y, ampliando un poco la escala, nuestro propio cuerpo ha emergido, como el del árbol y otros cuerpos, como una modulación o modo particular del infinito continuo material que es Dios bajo el aspecto de la extensión. Nosotros no producimos intencionalmente nuestro cuerpo, por lo que nos resulta más fácil entender y aceptar lo que dice Spinoza al respecto. Pero nos parece que sí producimos nuestras ideas, sin embargo, el argumento en su contra es todo lo que vimos la vez pasada sobre el determinismo, que cada modo finito, sea cuerpo o idea, tiene causas eficiente anteriores extendiéndose en una infinita cadena que comprende, a fin de cuentas, a Dios mismo. Al final de este segundo libro, vamos a volver a la cuestión del libre albedrío, así que dejamos este tema de momento.
Había dicho que hay tres cosas interesantes sobre su definición de idea. Primero, que defina idea en vez de mente y, segundo, que las ideas son conceptos formados por la mente de Dios o por Dios como cosa pensante. La tercera cosa es lo que comenta en la explicación, que la idea es una concepción, no una percepción. Para entender y apreciar lo que dice aquí, me gustaría hacer una paréntesis y hablar un poco de Descartes. Ya hemos hablado mucho de las diferencias entre Descartes y Spinoza, sin embargo, me parece que la noción de “idea” que Spinoza maneja debe mucho a una gran innovación que Descartes introdujo que transformó profundamente la manera en que la larga tradición aristotélico-escolástica entendía la esfera mental.
En la segunda de sus Meditaciones Metafísicas, Descartes pregunta: “¿Qué soy, entonces? Una cosa que piensa. Y ¿qué es una cosa que piensa? Es una cosa que duda, que entiende, que afirma, que niega, que quiere, que no quiere, que imagina también, y que siente”. Esto es bastante radical si lo comparamos con lo que se pensaba antes. Para la tradición aristotélico-escolástica, la esfera mental es funcionalmente diferenciada. Hasta abajo está el aspecto vegetativo o nutritivo, luego lo sensitivo, y luego por ahí la imaginación, y como final el aspecto netamente racional que corresponde a lo propiamente mental. Este aspecto tiene que ver con actos de comprehensión y de juicio, actos concernientes a la captación de universales. Jamás hubieran pensado que un dolor de muela fuera clasificable como un pensamiento. Sin embargo, esto es lo que hace Descartes; amplía lo mental para abarcar todo aquello del que estamos conscientes, incluso los sentimientos, la sensación, y la imaginación.
En la sexta meditación, emplea una metáfora que resalta esta innovación. Dice: “Me enseña también la naturaleza, mediante esas sensaciones de dolor, hambre, sed, etcétera, que yo no sólo estoy en mi cuerpo como un piloto en su navío, sino que estoy tan íntimamente unido y como mezclado con él, que es como si formásemos una sola cosa. Pues si ello no fuera así, no sentiría yo dolor cuando mi cuerpo está herido, pues no soy sino una cosa que piensa, y percibiría esa herida con el solo entendimiento, como un piloto percibe, por medio de la vista, que algo se rompe en su nave. . . Pues, en efecto, tales sentimientos de hambre, sed, dolor, etcétera, no son sino ciertos modos confusos de pensar”.
Spinoza adopta esta innovación cartesiana. En diferentes partes del libro identifica fenómenos como el amor, el deseo, la volición y los afectos en general como modos de pensar. Imagínate el dolor que percibes cuando te cortas el dedo con una navaja. Ese dolor no es algo físico y extendido que podrías señalar y distinguir de otros objetos extendidos. Más bien, es un evento mental, una idea pues. En lo que no está de acuerdo con Descartes es el origen de las ideas. Salvo unas ideas innatas como la que tenemos de Dios y algunas cosas más, para Descartes, como vemos en la metáfora del piloto en su navío, el origen de las ideas en general es la percepción de cosas extendidas. Incluso cuando el piloto tiene una comprensión sólo intelectual de lo que está pasando en el barco, las ideas que constituyen su comprensión dependen de la vista, de la percepción de lo que está sucediendo.
Spinoza rechaza este modelo por completo. Volviendo a la definición de idea, recuerda que dice: “Entiendo por idea un concepto de la mente, que la mente forma por ser una cosa pensante”. La idea no está producida pasivamente por la acción de una cosa extendida, como en Descartes, sino directamente por la actividad de la mente. Y como comentamos antes, se trata a fin de cuentas de la mente de Dios. Este último nos resulta bastante extraño, pero también que las ideas se produzcan sin relación con los objetos de los que son ideas, sino sólo a través de la pura concepción. Nuestra experiencia nos dice que cortarse el dedo con una navaja es la causa del evento mental de la sensación de dolor y, vice versa, que el evento mental de desear una taza de café, por ejemplo, es la causa del evento físico de hacer una taza de café. Spinoza rechaza este tipo de explicación. Lo que vemos aquí es una primera indicación de su doctrina del paralelismo, que las causas eficientes anteriores de las ideas son otras ideas, no cosas físicas, y las de los cuerpos son otros cuerpos. Pero pronto llegaremos a ello.
Uyy, ¡veo que llevamos la mitad del vídeo hablando de sólo dos definiciones! Ya es hora de pasar a las proposiciones. Las primeras dos las vamos a saltar. En ellas, Spinoza demuestra la realidad de los atributos del pensamiento y de la extensión, y aun cuando sean importantes e interesantes, no quiero detenernos en más detalle de lo que sea necesario. Prefiero pasar a la 3 donde seguimos con el tema de las ideas.
Pues dice: “Hay en Dios necesariamente una idea, tanto de su esencia, como de todo lo que se sigue necesariamente de esa esencia”. Antes que nada, vaya idea ésa, un concepto que tiene como su objeto la totalidad, absolutamente todo. Cuando se habla de la mente de Dios, pues ésta sería la versión de Spinoza. De hecho, creo que ahora sería buen momento para responder esa cuestión de por qué define “idea” y no “mente”. Tiene que ver con esa pequeña preposición “de” que encontramos en la proposición. Las ideas son ideas de algo; tienen lo que hoy en día llamamos intencionalidad; señalan o se relacionan con algo más allá de sí mismas. De hecho, hablar de una idea como tal, una idea en sí misma sin algo del que es la idea no tiene sentido. Ésa es la sensación que da el término “mente”, como si fuera una cosa en sí misma. El problema es que no hace explícita la relación intencional. Entonces, para Spinoza, la unidad básica del pensamiento es la idea, y la mente, como veremos más adelante, no será más que una idea con cierto tipo de objeto.
Pero bueno, volvamos a la proposición 3. Dice primero que hay en Dios una idea de su esencia. Sabemos que la esencia de Dios son sus atributos. ¿Qué es Dios? Dios es una cosa pensante, una cosa extendida, etc, etc, una larga etc, porque tiene infinitos atributos. Entonces, hay una infinita cantidad de ideas que corresponden a esos infinitos atributos. Y luego dice que hay ideas de todo lo que se sigue de esa esencia. Ahora, para entender las implicaciones de este último, creo que ayudaría volver a la proposición 16 del primer libro. Ahí dice que de la naturaleza divina se siguen “infinitas cosas de infinitos modos”. Es muy importante que entendamos esto bien. Hay una sola infinita substancia, pero nosotros no vemos esa substancia, en ningún momento de ninguna manera la captamos como tal, como substancia. Lo que captamos son las afecciones de la substancia, las maneras en que se configura. Si volvemos al ejemplo de la cara que usamos en otro vídeo, no captamos la cara como tal sino como configurada de cierta forma, por ejemplo, como sonriente, enojada, con una mirada de susto, etc. Entonces, cuando vemos a nuestro alrededor, y vemos árboles, casas, personas, etc., estamos viendo o captando sólo algunas de las infinitas configuraciones de la substancia.
Ahora, cuando Spinoza dice que de la naturaleza divina se siguen infinitas cosas, se refiere a esas configuraciones o afecciones. Pero dice que se siguen infinitas cosas de infinitos modos. ¿Qué quiere decir con eso? Una de las cosas o configuraciones de la infinita substancia es lo que llamamos “árbol”, pero tenemos que referirnos a él por medio de uno de los atributos. El más común es el de la extensión. Nos referimos al árbol tratándolo o captándolo como esa cosa extendida de la experiencia común. Pero ésa no es la única manera de tratarlo. Puede tratarse también bajo el atributo del pensamiento. Esa cosa que llamamos “árbol” es, a la vez una cosa extendida y una cosa pensada o conceptual. Una sola cosa tomada de dos formas. Recuerda el dibujo que puede verse como una viejita y una joven. Hay una sola cosa aquí, el dibujo, que se ve de dos formas distintas. Pero ahora tenemos que agregar el hecho de que hay infinitos atributos, infinitos modos en los que una y la misma cosa o configuración puede tomarse. De la naturaleza divina se siguen infinitas cosas, y cada una de esas cosas se da de infinitos modos, aun cuando sólo podemos captar dos de ellos – la extensión y el pensamiento.
Bien, con todo eso bien planteado, podemos volver nuevamente a la proposición 3 del segundo libro. Dice que hay en Dios una idea de todo lo que se sigue de su esencia. Ya habiendo visto todo lo que se sigue de Dios, ¿qué significa que hay una idea de todo eso? Si representáramos esas infinitas cosas con los números 1, 2, 3, 4, pareciera que significa que hay una idea de 1, de 2, de 3, y de 4. Esas cuatro ideas serían los modos de Dios, de la infinita substancia, bajo el atributo del Pensamiento. Pero además, bajo el atributo de la Extensión, habría cuatro cuerpos. Recuerda, cada número en nuestro ejemplo es una y la misma cosa manifestándose como idea y como cuerpo extendido. Y, sabiendo que hay infinitos atributos, esas cuatro cosas tendrían sus respectivos modos bajo cada uno de esos atributos.
Parece que eso es lo que Spinoza dice, pero no es así; es de hecho mucho más complicado. Para simplificar las cosas, tomemos sólo una de esas cosas, la que corresponde al número 1. En nuestra interpretación anterior, dijimos que hay una idea de cosa 1, pero eso no puede ser. La cosa no nos aparece como tal sino siempre bajo algún atributo. Entonces, lo que quiere decir Spinoza cuando habla de una idea de todo lo que se sigue de Dios es que hay una idea de cosa uno bajo el atributo de la extensión, o sea, una idea del cuerpo 1, pero también ideas correspondientes a los modos de 1 bajo todos los demás atributos.
Los que vemos aquí es que el carácter intencional de la idea hace que el atributo de Pensamiento se distinga marcadamente de los demás atributos. Con respecto a cualquiera de las infinitas cosas que se siguen de la naturaleza divina, le corresponde un solo modo bajo cada uno de los atributos. Pero el atributo del pensamiento cuenta con infinitamente más modos que cualquier otro atributo dado que todos los modos de los demás atributos se replican en el pensamiento. Y si eso fuera poco, también hay ideas de ideas. Si tomamos la idea del cuerpo (1), hay una idea de la idea del cuerpo (1), y así sucesivamente en una dinámica recursiva bastante alocada.
Bueno, no hemos avanzado mucho en este segundo libro, sin embargo, haber visto con detenimiento la noción de idea en Spinoza, sus relaciones con el mismo concepto en Descartes, y sus características básicas, creo que ha valido la pena porque va a formar la base de todo lo que viene. En el próximo vídeo, veremos cómo Spinoza desarrolla lo que vimos hoy en la proposición 3 en su famosa doctrina del paralelismo y luego su concepción de la mente humana como una idea cuyo objeto es el cuerpo.

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Música de la intro: La canción se llama “Ambience Musettienne” del album Simply Musette de Alexa Sage.

Música de la outro:  ZAPATEADITO OAXAQUEÑO II . Arodi Martinez S.  https://www.youtube.com/watch?v=qIcnUTBSOfw

25 Comments

  1. Miguel · 09/10/2021 Responder

    Simplemente sensacional

  2. Claudio · 09/10/2021 Responder

    Gracias Darin, me resulta muy interesante como abordas este segundo libro de la Etica, por favor no demores en seguir con los videos!!!

  3. Mario · 09/10/2021 Responder

    El docente y ex-rector de la Universidad de Buenos Aires -Jaim Etcheverry- dice que un GRAN DOCENTE es el que se apasiona por la disciplina que enseña. Y agrega que la gente inmediatamente se interesa por algo (Spinoza) que puede apasionar tanto a alguien (Darin McNabb). Tu pasión y la alegría que transmitís al enseñar es la fuente de tu atrapante carisma Darín ¡Gracias!

  4. Mario · 09/10/2021 Responder

    NOTA: Creo que Spinoza tuvo un gran impacto histórico al declararse panteísta frente a la autoridad del cristianismo dominante. Pero visto desde el momento actual, me parece que muchas veces termina enredado en galimatías y por momentos (las “ideas de las ideas” por ejemplo) llega al límite de la estupidez intelectualizada (Dios y la Academia me perdonen ja!)

    • Darin · 09/10/2021 Responder

      No, cómo crees, la recursividad es un tema bien estudiado hoy en día. El famoso Douglas Hofstadter tiene un libro que se llama “Soy un bucle extraño” basado en ello.

      • Mario · 10/10/2021 Responder

        Douglas Hofstadter.. lo acabo de mirar iré Wikipedia y me quedé paralizado con este físico teórico. Creo que acá tengo la oportunidad de aprender algo Darin. Muy buen dato, gracias!!!

  5. Ernesto · 11/10/2021 Responder

    ¡Excelente Darin! Felicidades!

  6. Eugenio Ugarte Díaz · 12/10/2021 Responder

    Estimado profesor y maestro Darín, su trabajo sobre Espinoza y en particular, esta segunda parte, nos introduce a aquellas ideas que están en la base de pensadores, no sólo de Hofstadter sino de Nietzsche, Freud, Deleuze y Guattari que están en la base del pensamiento contemporáneo. De modo que, muchas gracias por iluminar nuestras mentes con se gran atributo pedagógico.

    Infinitas gracias.
    Eugenio

  7. Emilio Flores · 16/10/2021 Responder

    Hola Darín, aunque siempre estoy a la espera del próximo avance de esta obra, en esta oportunidad he demorado un poco en revisarlo, sin embargo, ya nuevamente en activo, te doy las gracias por esta continuidad y esta oportunidad de seguir avanzando en este camino infinito. Un cordial saludo

  8. GERMAN · 18/10/2021 Responder

    MAGISTRAL !!!!!!!! MUY BUENO !!!!!!!

  9. Félix · 19/10/2021 Responder

    No es en esta vieja Europa, sino en la América Latina de hoy donde se entiende mejor a Spinoza y se hace el más vibrante y militante spinozismo (Tatián, Chauí…). Pero quien lo enseña del mejor modo es Darin

    • Darin · 19/10/2021 Responder

      Vaya, muchas gracias Félix 😊

    • Mario · 20/10/2021 Responder

      Hola Félix. En tu comentario hablas de “spinozismo vibrante y militante”. Con todo respeto ¿qué significa ser un spinozista militante? (escucho la palabra “militante” y me pongo en guardia contra la plaga del dogmatismo). A ver si puedo explicarme: ¿se puede hablar de “militancia” entre libre-pensadores como nosotros? Mis saludos

    • Mario · 20/10/2021 Responder

      Para ser “militante” hay que subordinarse al pensamiento de otro. Y esto es, en mi parecer, uno de los actos más indignos de la condición humana. Saludos

      Mario Balzarini en Linkedin

    • Mario · 20/10/2021 Responder

      Ser “militante” significa militarizar el pensamiento, marchar todos al mismo paso y no salirse jamás de la fila. En última instancia, ser militante es subordinar el pensamiento crítico al pensamiento de un líder (hitler, stalin, spinoza o el que sea). Esto es lo perfectamente contrario a filosofar

      • Félix · 21/10/2021 Responder

        No me seas tan tremendista, amigo Mario. Con la utilización del vocablo “militante” para spinozistas rigurosos como los que pueblan hoy día América Latina, pretendía destacar su actitud valiente, guerrera, combativa, activista, irreverente, comprometida, resuelta, entregada y por tanto libre; expresiva de una firmeza de ánimo y de una generosidad intelectual que en la Europa academizada ya no se suele prodigar. En cualquier caso, tomo nota de que la separación de la política de la filosofía es tan urgente en los dos continentes como la que obligó a Spinoza en su tiempo a distinguir política de teología

  10. Mario · 21/10/2021 Responder

    Muy claro, Félix. Un gusto de poder celebrar juntos la libertad del pensar y la pasión por conocer. Y de poder compartir un lugar tan magnífico para hacerlo, como lo es la Fonda. Te mando un abrazo

    PD: No “soy” tremendista / en todo caso lo soy en tu interpretación, que es una de las tantas posibles / el peligro del dogmatismo incluye, en mi opinión, el de creerse dueño de la verdad / gracias!

  11. Jose Antonio González Solórzano · 31/10/2021 Responder

    Buenas tardes, Darin.

    Cuando podremos ver y escuchar los videos que faltan de Espinoza.

    Saludos.

    Jose Antonio González Solórzano.

    • Darin · 31/10/2021 Responder

      Hola Jose Antonio. Estoy trabajando en la séptima parte, espero dentro de unos días subirla 🙂

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