La palabra y el silencio: el logos de Luis Villoro, pt. 2/2

Hoy terminamos nuestra análisis del silencio, y descubrimos su significación. Además, hablo un poco de una inquietud mía que este ensayo de Villoro, apoyado con algunas ideas de Adorno, me ayuda pensar.

Poema citado: Octavio Paz, “Himno entre ruinas”, en Libertad bajo palabra, FCE, México, 1949.

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En su escrito, El ensayador, Galileo dice famosamente: “La filosofía está escrita en este grandísimo libro que continuamente está abierto delante de nuestros ojos, es decir, el Universo; pero no puede entenderse si antes no estudiamos el lenguaje en que está escrito. Ese lenguaje es la matemática”. En su ensayo, “La significación del silencio”, Luis Villoro hace referencia a ese lenguaje; lo llama el lenguaje discursivo. Como vimos la vez pasada, se caracteriza por ser simbólico, abstracto y constituido de significados invariables y objetivas. Gracias a estas características, puede encerrar la estructura del cosmos “en unas cuantas fórmulas, en una breve estructura simbólica que la figura adecuadamente. Esos símbolos encerrarían todo lo que del mundo pudiera predicarse objetivamente”, y de esta manera constituiría el lenguaje del universo.
Sin embargo, el mundo que el ser humano experimenta no es sólo ese mundo que se conoce abstractamente, sino uno que se vive. Hay mucho en la experiencia humana que se percibe, que se siente, que no puede expresarse o comunicarse de forma abstracta. Dice Villoro: “Supongamos ahora que queremos expresar y comunicar a los demás esa presencia vivida del mundo”. ¿Cómo se podría hacer? Desde luego, tendría que hacerse con un lenguaje distinto del discursivo que emplea la racionalidad científica. Podría ser algo como la danza, el canto, la pintura – estos lenguajes del arte sin duda logran comunicar algo del aspecto afectivo de lo que vivimos. Villoro no se centra en estas posibilidades, sino en otra, la que constituye el tema de su ensayo – el silencio. Donde un lenguaje como el que podría ser la danza o la pintura constituye un lenguaje más, la vía del silencio guarda una relación íntima con el lenguaje discursivo, siendo digamos parasítica de él. Como dice Villoro: el silencio“intentará utilizar el lenguaje discursivo a modo de negar justamente su carácter discursivo. Significará por un rodeo: mostrando cómo las palabras reducidas a significaciones objetivas son incapaces de significar cabalmente lo vivido”.
Nos da un ejemplo interesante. Es mediodía y el sol está en el cenit. Si empleáramos el lenguaje discursivo para describir eso, ¿qué diríamos? Pues algo así como “el sol es visible en el cenit a tal hora del M. G. y en tal lugar preciso”, o “en el centro de la semiesfera celeste se ve un disco luminoso de color amarillo claro”. Cualquier persona que se pusiera en ese lugar y que viera lo mismo podría decir precisamente eso, lo cual significa que está comunicando algo objetivo.
El poeta, en cambio, alguien como Octavio Paz por ejemplo, diría lo siguiente:

Coronado de sí el día extiende sus plumas.
¡Alto grito amarillo,
caliente surtidor en el centro de un cielo
imparcial y benéfico!…

Aquí tenemos el mismo fenómeno, el sol, expresado en dos lenguajes, un lenguaje discursivo y el otro poético. La diferencia entre las dos expresiones es que una hace abstracción de los elementos subjetivos, las cualidades vividas, mientras que la otra las incluye. Al depurarse de las cualidades subjetivas, el lenguaje discursivo se queda con lo esencial del fenómeno, aquello que es inteligible y que puede expresarse con conceptos. Los conceptos suplen la presencia del fenómeno y hacen que cualquiera que los capte entienda la misma cosa. En esto consiste el carácter objetivo del lenguaje discursivo.
La expresión poética, en cambio, es subjetiva. El poeta, al ver el sol en el cielo, siente emociones e intensidades, varias cualidades vivas, y son estas cualidades lo que quiere expresar y comunicar en el poema. El detalle es que los sentimientos no se conocen sino que se viven, y por tanto no pueden encerrarse en conceptos. Es por eso que el científico hace abstracción de ellas. Entonces, ¿cómo puede comunicarse algo subjetivo? Villoro dice: “la palabra poética suple una presencia para tratar de revivirla de inmediato en la imaginación y emoción de otra persona. Sólo sirve de fugaz intermediario entre dos experiencias”. A diferencia de la palabra discursiva, la poética provoca en el lector la experiencia de las mismas cualidades que se dan en la presencia del sol.
Pero ¿cómo lo hace? En el poema, encontramos palabras como plumas, caliente, cielo e imparcial, palabras normales que pueden emplearse como conceptos, como en el lenguaje discursivo. La diferencia estriba no en las palabras, ni en su sintaxis, sino en la semántica. Para que el poema suscite en uno las cualidades vivas y no un conocimiento abstracto, el poeta, nos dice Villoro, tiene que “emplear las palabras a modo de negar sus significaciones invariables y objetivas: “Alto grito amarillo” ha llamado al sol. Más que decir lo que es, alude a lo que no es”. El sustantivo aquí es “grito”. ¿Tú has visto alguna vez un sonido que que fuera amarillo, o que estuviera colocado en alguna parte del cielo? ¿O un color que pudiera emitir un sonido? No. “Así, “amarillo” y “alto” niegan la significación objetiva de “grito” y viceversa; por esta negación, las palabras usuales del lenguaje discursivo adquieren un nuevo significado en el contexto poético”. Además, y esto es muy importante, este nuevo significado no puede definirse, es decir, no puede fijarse o vincularse con palabras determinadas para que sea objetivo e invariable, de modo que estas palabras suplieran el poema mismo y pudieras enunciarlas a un amigo y decir “Esto es lo que el poema significa”. ¿Por qué no se puede hacer esto? Porque lo que el poema significa son las emociones u otras vivencias que provoca. El sentido poético, como dice Villoro, “brota precisamente de la contraposición de significaciones que se rechazan recíprocamente y queda constituido por esa negación recíproca”. El sentido poético se constituye no por la fijación de significados objetivos sino precisamente por su distorsión, y gracias a ello sus significaciones son insólitas. No pueden repetirse en otros contextos porque el objeto al que se refieren es singular, es esa experiencia vivida. Y aquí vemos desde otro ángulo la diferencia entre el lenguaje discursivo-objetivo y el poético-subjetivo. El objeto del primero son abstracciones comunes, mientras que él del segundo es algo singular. Dice Villoro: “Designa lo extraordinario y dice a la vez que la presencia insólita de las cosas es indecible para el lenguaje discursivo”.
La palabra poética depende por su ser de la distorsión o negación de la palabra discursiva. Sin embargo, tiene que haber un límite a esta distorsión ya que si no la palabra dejaría de existir, y esto sería el silencio, la total negación del discurso. Villoro ubica la palabra poética entre el lenguaje discursivo, por un extremo, y la negación del discurso, el silencio, por el otro. Tiende hacia el silencio, pero no lo puede tocar ya que si lo hiciera el habla como tal, tanto discursiva como poética, desaparecería. Bueno, eso parece ser el caso, pero ¿realmente es así? Villoro pregunta si no habría un habla del silencio, algo que el silencio como tal es capaz de indicar. Con esto llegamos al tema central del ensayo.
La primera cosa que podemos hacer notar es que el silencio es una condición estructural o funcional del lenguaje, formando lo que Villoro describe como su trasfondo o trama. Está muy claro lo que quiere decir. Las palabras, como éstas que digo ahora, emergen de la ausencia de habla, del silencio, y se distinguen una de otra gracias a ello. Si no fuera así, el habla sería una continua cacofonía que no comunicara nada. Es el mismo fenómeno que encontramos en las artes, como la pintura, donde el fondo sin color ni forma permite el matiz del claroscuro, o en la arquitectura, los vanos y el vacío que separan y enlazan las masas tectónicas. Incluso, en la notación musical están precisamente los silencios, los cuales forjan las pausas y los ritmos que dan forma a lo que se expresa. Sin embargo, los silencios en la música y el fondo sin color en la pintura son signos, nos dice Villoro, “que no se refieren a nada, sino que sólo permiten la organización de los otros elementos del lenguaje. Ellos mismos no significan aún nada”. Nuestra pregunta es si el silencio, además de simplemente ser el trasfondo de la palabra o de la nota musical, puede sí mismo hacer referencia a algo.
Sabemos que las palabras significan. Si el silencio tomara el lugar de la palabra, ¿podría hacer lo mismo? En inglés tenemos una frase, “to give someone the silent treatment”, lo cual quiere decir tratarle a uno con silencio, cosa que pasa con frecuencia en las relaciones íntimas. Uno de los dos está molesto con el otro y en vez de decir algo, de verbalizar su molestia, guarda silencio. Dice Villoro: “La palabra está “implícita”, “sobreentendida” en él y el interlocutor comprende con el silencio lo mismo que comprendería si la palabra se expresase”. Hay muchos ejemplos de este tipo, donde el silencio reprueba, consiente, otorga incluso. Quien calla otorga, como quien dice.
Por interesante que sea esto, lo que el silencio dice o significa en estos casos no es más que lo que la palabra hubiera significado al pronunciarse. Eso está bien, pero lo que le interesa a Villoro es algo que sólo el silencio puede significar. Nos da un ejemplo interesante. Él y un amigo están contemplando una obra de arte. Imagínate que sea “El jardín de las delicias” de El Bosco. Comento esto porque hace unos años estuve en Madrid y fui al Prado donde lo vi en persona y la verdad, wow, me dejó estupefacto, mudo! Entonces, viendo esta obra Villoro y su amigo, dice que su amigo “desea mostrar sus conocimientos y profiere alguna observación que, al querer ser profunda, sólo acierta a ser pedante o cursi. Me mira buscando mi respuesta; yo guardo silencio. El silencio reemplaza una palabra de reprobación cortés”. Obviamente, a Villoro no le gusta nada que su amigo haya dicho eso; es una impertinencia total que rompe con lo mágico de la experiencia. ¿Cómo responde Villoro? Tiene dos opciones: 1) puede decir algo como “Cállate, no seas payaso” o puede guardar silencio. Como nos comenta, guarda el silencio. Aquí, este silencio toma el lugar de las palabras que pudo haber dicho. Y nuestra pregunta es si el silencio significa la misma cosa que las palabras que sustituye. Si es así, entonces no significa nada por cuenta propio sino sólo las palabras que están implícitas en él. Pero Villoro afirma que no es así. Dice: “Con todo, sentimos que si lo sustituyéramos por esa palabra, algo de la significación quedaría perdido. Pues no sólo significa que las palabras de mi amigo son impertinentes, esto es, que no están adecuadas al objeto presente a que se refieren; también significa que ante esa situación lo mejor es callarse, esto es, que mis propias palabras tampoco serían adecuadas”. Pues quizá en vez de decir “Cállate, no seas payaso” podría decir “Lo que has dicho no es pertinente. Pero si te lo dijera, yo mismo diría otra impertinencia. Ante eso, lo mejor es callarse”. Este último es básicamente lo que quiere comunicar el silencio que Villoro guarda, entonces ¿por qué no decir eso en vez de guardar silencio? “Porque estas palabras, que intentan traducir lo que dice el silencio, no dicen lo mismo que éste. Decir que ante algo más vale callarse, es decir algo, algo que a su vez es improcedente; quien lo diga no dirá lo mismo que quien calle”.
Si no hay palabras para expresar lo que uno siente ante algún fenómeno asombroso, entonces decir “no hay palabras para expresar eso” patentemente no expresaría lo mismo que guardar silencio. Como dice Villoro: “lo único capaz de significarlo cabalmente es la negación de toda palabra. Así, el silencio significa, además de la palabra que reemplaza, la circunstancia de que esa palabra no es adecuada para figurar la situación objetiva en cuestión”. Esto a fin de cuentas es la significación del silencio, a saber, que la palabra discursiva no es adecuada para captar cómo el mundo se nos presenta. El silencio sustituye a la palabra, pero al decir más que ésta, en efecto la cancela, y esta cancelación o negación es lo que revela la brecha entre la realidad vivida y el lenguaje que intenta representarla. El silencio, nos dice Villoro, “es la significatividad negativa en cuanto tal: dice lo que no son las cosas vividas; dice que no son cabalmente reducibles a lenguaje. Mas esto tiene que decirlo desde el seno mismo del lenguaje”.
Todo esto me hace pensar nuevamente en Galileo, en el universo cuyo lenguaje descifraba en el carácter simbólico y discursivo de las matemáticas. ¿Será que Villoro y Galileo vean diferentes universos? No exactamente; es sólo que Villoro hace referencia a un aspecto del cosmos que las matemáticas no capta – su singularidad. Dice Villoro: “El silencio indica entonces una presencia o una situación vivida que, por esencia, no puede traducirse en palabras; algo incapaz de ser proyectado en cualquier lenguaje”. Ese algo es “lo singular, lo portentoso, lo “otro” por excelencia”. Lo que el silencio logra comunicar, o más bien provocar, es el asombro ante el mundo. Nos dice: “Todo lo inusitado y singular, lo sorprendente y extraño rebasa la palabra discursiva: sólo el silencio puede “nombrarlo”. La muerte y el sufrimiento exigen silencio, y la actitud callada de quienes los presencian no sólo señala respeto o simpatía, también significa el misterio injustificable y la vanidad de toda palabra. También el amor, y la gratitud colmada, precisan del silencio”.
El objeto del silencio es lo absolutamente otro, la pura presencia de las cosas; no da conocimiento alguno acerca de como sean, sino sólo que sean. Y logra significar esa presencia al mostrar los límites de la palabra. Es importante entender que el silencio no es algún fenómeno místico en sí mismo, sino que puede funcionar, puede significar, sólo en el contexto del lenguaje. En sí mismo, el silencio no dice nada. Por eso, dice Villoro, dado que “el hombre es un “animal provisto de la palabra”, puede guardar un silencio significativo. En la medida en que el silencio signifique es, pues, un elemento del lenguaje”.
Ahora bien, dado que el silencio funciona al cancelar o negar la palabra, es decir, al mostrar sus límites, y dado que, como acabamos de comentar, el silencio sea intrínseco al lenguaje, esto nos indica “una capacidad inherente a la misma palabra: la del lenguaje negativo”. El silencio, como nos dice Villoro, “sería el caso extremo de una posibilidad significativa más general, y a ella nos remitiría: la negación. Pero ¿cómo es posible que la negación, en general, signifique?”. Con esta nueva pregunta, Villoro termina su ensayo.
Les había comentado en el primer vídeo que quería compartirles este ensayo por dos razones. Primero, porque es muy interesante y quería darlo a conocer a un público más amplio que a lo mejor no conocía a Luis Villoro. Y segundo, por una inquietud mía, un interés que de hecho otro escrito de Villoro había suscitado en mí. En su libro Tres retos de la sociedad por venir habla en una parte de la justicia. Su reflexión parte de una consideración de la famosa propuesta de John Rawls, la cual rescata la vieja noción del contrato social. Rawls se apoyo en la posibilidad de un consenso racional entre sujetos iguales para determinar los principios que deberían regir la relación de los sujetos en la sociedad, llevándola así a una condición de justicia.
El ángulo del que Villoro critica Rawls es interesante. Dice: “Para bien o para mal, hay quienes tenemos que reflexionar sobre los mismos problemas en medios muy diferentes: sociedades donde aún no se funda sólidamente la democracia, donde reina una desigualdad inconcebible para unos países desarrollados, donde el índice de los expulsados de los beneficios sociales y políticos de la asociación a la que teóricamente pertenecen es elevado. Nuestro punto de vista no puede ser el mismo. En nuestra realidad social no son comunes comportamientos consensuados que tengan por norma principios de justicia incluyentes de todos los sujetos; se hace patente su ausencia. Lo que más nos impacta, al contemplar la realidad a la mano, es la marginalidad y la injusticia. Si queremos partir de nuestro conocimiento personal del mundo en torno —punto de partida, en mi opinión, de toda reflexión ética auténtica— no podemos menos que considerar desde una perspectiva distinta los mismos problemas que ocupan a los filósofos de países occidentales desarrollados. Podríamos entonces ensayar una vía de reflexión igualmente válida. En lugar de partir del consenso para fundar la justicia, partir de su ausencia; en vez de pasar de la determinación de principios universales de justicia a su realización en una sociedad específica, partir de la percepción de la injusticia real para proyectar lo que podría remediarla”.
Hay tres cosas que me llaman la atención de su forma de concebir el tema de la justicia. Primero, llama su forma de abordarlo un vía negativa. Una vía positiva sería, obviamente, la de Rawls, la cual trata la justicia y sus principios partiendo de la racionalidad, de cómo sujetos libres e iguales razonarían para llegar a un consenso. Siendo una vía negativa el fenómeno al que la reflexión de Villoro se dirige es la ausencia de la justicia y, concretamente, las consecuencias de esa ausencia. Habla de “contraponer a la vía del consenso racional su diseño en negativo”.
La segunda cosa que me llama la atención es el fenómeno fundamental que indica la ausencia de la justicia. Dice: “Partamos por lo pronto de una realidad: la vivencia del sufrimiento causado por la injusticia”. Al diseñar en negativo la vía de Rawls, la primera cosa que se manifiesta es el sufrimiento del otro, cosa que no constituye para Villoro un elemento para ser sopesado en un razonamiento sino para ser sentido, lo cual iluminará sus condiciones y la posibilidad de remediarlas.
La tercera cosa que me llama la atención es su reflexión sobre el poder y su ejercicio como condición del sufrimiento. Lo llamativo no es tanto lo que dice sobre el poder, lo cual entiende en términos hobbesianos como “un perpetuo e incesante afán de poder que sólo cesa con la muerte”, sino la forma que proponer para enfrentar ese tipo de poder. Dice: “Frente al afán universal de poder sólo hay una alternativa: la búsqueda del no–poder”.
Así que, tenemos una vía negativa, que parte del sufrimiento y trata de escapar del poder al buscar un no-poder. Con estas bases, Villoro procede en el resto de su reflexión sobre la justicia a alcanzar principios de la justicia que, como dice, “se fundan en una conversión de la voluntad del sujeto, que pasa, de obedecer a intereses particulares ajenos, a determinarse a sí mismo, por su conciencia de la injusticia real”. Aunque en general esté de acuerdo con sus conclusiones, no me convence mucho el argumento que las apoya, ya que encierra lo que parece ser una dinámica como la que se encuentra en la dialéctica del amo y el esclavo de Hegel. No es que esté equivocado en su argumento, sin embargo me parece que el ensayo sobre el silencio que hemos analizado puede ser una vía más interesante y verdaderamente negativa.
Ese ensayo terminó, como vimos, viendo el silencio como un caso extremo de una posibilidad significativa que Villoro llama la negación. Si te acuerdas, Villoro dice: “Todo lo inusitado y singular, lo sorprendente y extraño rebasa la palabra discursiva: sólo el silencio puede “nombrarlo”. Entre los fenómenos que exigen semejante abordaje están la muerte y el sufrimiento. Siendo el sufrimiento el punto de partida en su reflexión sobre la justicia, mi pregunta entonces sería, ¿cómo significar el sufrimiento de forma no discursiva? Sería con el silencio, o con algún habla poético? Esto es lo que no está claro en su ensayo sobre la justicia.
Alguien que me acompaña en estas reflexiones es el pensamiento de Adorno. El tema del sufrimiento del otro, el otro en su singularidad que queda fuera de la red conceptual de los esquemas del sujeto – este fenómeno forma la base directriz de su pensamiento en general. Famosamente, dice: “Dar una voz al sufrimiento es la condición de toda verdad”. Por un lado, trata de dar esa voz en su forma de lectura que llama dialéctica negativa, precisamente. Y por el otro, por medio de su noción de “mimesis” tal como lo trata en su última obra, Teoría estética. Se me hace que esta idea de la mimesis se empareja muy bien con lo que entiendo por la idea del no-poder en Villoro, ya que se trata de aflojar los contornos rígidos de la subjetividad para que su encuentro con el otro sea uno en el que escucha y siente lo que escapa del molde conceptual.
En fin, son muchas ideas que estoy tocando muy por encima, pero la idea de mi investigación es tratar las ideas de una vía negativa, el sufrimiento y el no-poder, desde el ensayo de Villoro sobre el silencio apoyándome en las ideas correlativas adornianas de la dialéctica negativa, su preocupación por el sufrimiento y la experiencia que proporciona la mimesis. Cuando lo tenga terminada, la compartiré aquí en la Fonda.

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Música de la intro: La canción se llama “Ambience Musettienne” del album Simply Musette de Alexa Sage.

Música de la outro:  ZAPATEADITO OAXAQUEÑO II . Arodi Martinez S.  https://www.youtube.com/watch?v=qIcnUTBSOfw

11 Comments

  1. Mario · 27/10/2021 Responder

    Todo está tan bien explicado, Darin, que por momentos no sé si soy yo mismo que está razonando o si estoy escuchando el razonamiento de otro (o sea tu razonamiento) No sé si puedo explicarme pero es algo notable. Dicho de otro modo, mi “silencio interior” optimiza la comunicación contigo. No sé si yo estoy expresando algo cuando hago “silencio interior” pero sí sé que logro que tu expresividad se maximice en mí. Entre los dos creamos COMUNIÓN Y COMUNICACIÓN. Uno a través del lenguaje y el otro a través del silencio. Creo que el “lenguaje del silencio” de Villoro necesita de la existencia de dos personas como mínimo: una expresando y la otra produciendo ese silencio

    Me encantó

  2. Mario · 27/10/2021 Responder

    Todo lo que dijiste en este maravilloso video impactó de lleno en una de las (poquísimas!) creencias que he podido construir en mi vida, que es esta: “Dios no es un concepto que se razona sino experiencia que se vive. Cuando logres vivir la experiencia de Dios comprenderás, quizás, por qué creen los que creen”

    Siempre me ha dolido mucho cuando declaras tu ateísmo. Quizás la lectura de Villoro y su maravillosa descripción del silencio te acerque, mejor dicho, NOS ACERQUE, a aquel Absoluto hegeliano

    Abrazo fuerte

  3. Emilio Flores · 30/10/2021 Responder

    Hola Darin, como siempre a mi juicio, muy interesante el tema, me deja varias llamadas, una relativa a que el silencio es difícil de sustituir por palabras porque no solo pudiera significar cosas distintas sino que además bajo el supuesto de significar lo mismo, el tema de las consecuencias en nuestro interlocutor considero que serían totalmente diferentes, aun cuando el haya interpretado muy bien el silencio de ViIlloro, si Villoro lo hubiese expresado en palabras, muy posiblemente, este señor se hubiese molestado seguramente más. Entiendo que este último no es el planteamiento, pero se me ocurrió en la lectura y también me parece un punto importante a favor del lenguaje del silencio. En este caso, diría lo mismo, pero como tu dices en alguna otra parte que el silencio al que se refiere villoro alude a un significado distinto del de las palabras, lo cual no logro entender en el ejemplo del cuadro, ya que parece asumir que está enviando el mismo mensaje que las supuestas palabras a las que entiendo sustituye, esto me hace un poco de ruido. La última parte también me causa mucho ruido, sobre todo desde el punto de vista del ejercicio del poder, ya que este es un tema complejo y como bien señalas al principio, depende de la situación de la sociedad en que te encuentres a efectos de construir maneras de alcanzar mejores niveles de justicia. Ya que si un lenguaje negativo no te permite avanzar para lograra los objetivos, hay que diseñar las formas más adecuadas en ese momento a efectos de seguir avanzando por aportar algo de más de bienestar . Afectuosos saludos

    • Darin · 31/10/2021 Responder

      Hola Emilio. Gracias por tu comentario. Mi comentario al final del vídeo fue muy somero, no tuve tiempo para explicar bien mis inquietudes, pero sí reconozco lo que dices.

  4. Eduardo Coli · 31/10/2021 Responder

    Me pregunto si se puede postular la nada y el vacío, conceptos contrapuesto a la existencia y a la realidad, la existencia y la realidad contrapuesta, a la nada y el vacío.

    Más precisamente para mí, es más crucial reflexionar sobre la acción y manifestación de la constante continuidad, supuesta, de la nada y el vacío, del supuesto silencio inicial. Contrapuesto u opuesto, a la existencia objetiva, concreta y opuesta, vibratoria contradictoria, que viene a romper interrumpir perturbar el silencio el vacío y la nada, por medio y a través de una peculiar forma de manifestación, de negación y de resistencia.

    Es decir, que pretendo la postulación, el hacer mención a la acción de la nada y el vacío, o a la del silencio, el silencio como metáfora, de una acción continua perpetua del vacío la nada, como una cuerda tensa, o un superficie inmóvil, que se opone, contrapone o se resiste, supuestamente objetivamente a toda forma de manifestación, golpe, sonido, partícula material, que impacte o estalle sobre su sustancialidad.

    Paradójicamente, el que se manifiesta, el que vibra , el que suena, el que responde el que irradia y propaga la perturbación, es la acción del silencio, el vacío y la nada, como una cuerda tensa.

    Manifestándose e interactuando, indirectamente, por medio y a través de lo opuesto, de lo contrario, de lo discontinuó, de lo discreto, de lo parcial y limitado, de lo negativo, de la estructura de la materia, que se manifiesta con su negatividad, sobre la acción del silencio y el vacío, como un golpe un estruendo, en su forma y estructura, en oposición y contraposición a lo que el vacío y la nada no es y no puede ser.

    Si este estado de vacío o de nada o de silencio, es continuo permanente como acción, es claro que escapa a la observación, a la escucha, a la visón, a la experiencia, aunque se infiera, su sustancialidad, totalmente contraria, opuesta a lo que se ve, se siente, se escucha y observa, porque jústame acontece algo, que afecta perturba altera lo que no se ve, no se siente, no se escucha.

    Un abrazo.

  5. Mario · 01/11/2021 Responder

    Creo que hay dos tipos de “silencio”. Uno es el que surge como ausencia de ruidos externos y otro como ausencia de palabras (externas o internas, es decir, pensamientos). Un pájaro solo puede experimentar el silencio como ausencia de ruido. Pero una persona puede experimentarlo también como ausencia de palabras y pensamientos. Las palabras no son la realidad sino que la representan. La palabra nieve no es la nieve. Y el silencio que trae el vivir una experiencia interior sin la presencia de palabras (o lenguaje simbólico) es una experiencia maravillosa (como la de aquel pájaro que no se da cuenta pero que vive la plenitud del vuelo, el golpe del viento y el calor del sol en su cuerpo ). Suspender el pensamiento y hacer silencio interior se puede aprender. Y el resultado de ese SILENCIO aprendido (se puede leer “El poder del ahora” de Eckhart Tolle) abre las puertas a un mundo pleno de espiritualidad. Entre nosotros y en el mundo de las organizaciones, el “mindfulness” es una disciplina (en fuerte crecimiento) que ayuda a lograr el SILENCIO del que habla Villordo. Pero debemos recordar que mucho antes, filosófos y religiosos ya hacían silencio interior al “orar” y “contemplar”, acallando a voluntad el pensamiento hecho con palabras. En este sentido el SILENCIO es totalmente real, es parte de la experiencia vívida de los seres humanos, y no es -como creo que es en Villordo- un concepto, una generalización abstracta. “Un caballo”, ese que ahora mismo estoy viendo en al campo a través de mi ventana, es real. Pero “los caballos” no son reales, son “universales”, son conceptos, no tienen entidad más allá que como una especulación del pensamiento. Y creo que el LENGUAJE DEL SILENCIO de Villordo es más un concepto abstracto que una realidad de la comunicación. Abrazo

  6. Mariano · 07/11/2021 Responder

    Ningún comentario (silencio) respecto al contenido del vídeo. Sólo en cuanto al guion que al descargar el pdf nos muestra el contenido del primer vídeo, el anterior. Para corregirlo por favor. Y aprovecho para darte las gracias (donativo inmaterial) por dedicarnos tu tiempo.

  7. Víctor Nadal · 09/11/2021 Responder

    “Más cumple para ganar crédito delirar con valentía que reflexionar con perplejidad” sentenció con amargura el padre Feijoo, uno de los primeros “ilustrados” españoles. Usted hace lo segundo sin dejar de ganar créditos una y otra vez.
    Descubrí La Fonda Filosófica por casualidad, hace ya algún tiempo. Pinché al azar sobre unos de sus videos, El Nacimiento de la Tragedia de Nietzsche. Ese primer chute me enganchó y, desde entonces, todas las dosis de heroína filosófica que me suministra el “camello” que es usted me parecen insuficientes: Calman, satisfacen, producen placer intelectual, pero nunca colman. Siempre quiero más.
    Aunque no es la primera vez que le escribo en términos parecidos siempre he procurado huir de la adulación y de la obsequiosidad como si de la misma peste se tratara. Sin embargo el “silencio digital” quedaría fuera, creo, del ámbito de las luminosas significaciones que Luis Villoro apunta y sobre las cuales usted reflexiona y explica. La admiración sincera, el arrobo y el desvelamiento que sus videos me suscitan serían mejor expresadas a través del . . . silencio sentido. Hoy por hoy, mientras ya acecha esperanzada y ominosamente el metaverso, eso no es posible. Sirvan pues estas menesterosas palabras como el iceberg que esconde un témpano mucho mayor inexpresable, indecible.

  8. Patricia · 11/07/2022 Responder

    Muy interesante Darin. Me vienen a la cabeza las últimas palabras del tractatus de Wittgenstein “de lo que no se puede hablar es mejor callar”. O como dijo un maestro zen, si un dedo señala la luna no mires el dedo…Supongo que el lenguaje es como ese dedo señala la luna pero no es la luna…pero con todo la señala que no es poco…En fin. Fascinante

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