La ética de Spinoza, pt. 7/14

Hoy discutimos la famosa doctrina del paralelismo, la noción de la mente humana como la idea del cuerpo, y la naturaleza de los cuerpos.

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Guión

Imagínate el siguiente escenario. Ando manejando el coche y de repente me doy cuenta de que la tienda a la que voy va a cerrar pronto entonces acelero el coche. Momentos después, un perro se mete en la calle tratando de cruzarla y freno para no atropellarlo. Un escenario de lo más común, lo cual explicamos con nuestro acostumbrado esquema de causa y efecto. En la primera parte, algo de orden mental, a saber, mi deseo de ir más rápido, tuvo un efecto en el orden de los objetos físicos – la aceleración del coche. Y en la segunda parte, vice versa, un objeto físico, el perro, fue la causa de la idea que se formó en mi mente de frenar el coche, y nuevamente esa idea es la causa de un efecto físico, el coche frenándose. Ya vimos en el último vídeo que Spinoza no entiende la causalidad de esa manera. Sí, la causa del coche acelerándose y frenándose es mi pie, pero la causa del movimiento de mi pie no es una idea mía, el deseo de frenar, sino una causa material anterior, y esta causa con su causa material anterior, y así sucesivamente en una infinita cadena hacia atrás. La razón suficiente de cualquier modo bajo el atributo de la extensión es otro modo bajo ese atributo, y lo mismo para los modos bajo el atributo del pensamiento. La causa de una idea dada es una idea anterior.
En otras palabras, no hay relaciones causales entre los atributos. Ideas no causan cosas físicas, y cosas físicas no causan ideas, sino que cada atributo tiene su propia cadena de causalidad. Si no hay relaciones causales entre los atributos, entonces ¿cómo puede Spinoza dar cuenta de la asombrosa correspondencia que experimentamos entre lo que pensamos y lo que hacemos, entre el deseo de frenar el coche y el coche frenándose? La respuesta está en la proposición 7, a saber: “El orden y conexión de las ideas es el mismo que el orden y conexión de las cosas”. Aquí tenemos la enunciación de su famosa doctrina del paralelismo. Debo aclarar que Spinoza mismo no utiliza ese término, sino que es lo que los estudiosos llama esta doctrina. Y es entendible porque, como comentamos, los modos bajo cada atributo se relacionan en una cadena de causa y efecto que es propia de ese atributo, por lo que es como si las cadenas de cada atributo corrieran en paralelo entre sí.
La demostración que Spinoza proporciona para esta proposición es muy breve y no del todo clara a primera vista. Dice: “Es evidente por el Axioma 4 de la Parte I. Pues la idea de cualquier cosa causada depende del conocimiento de la causa cuyo efecto es”. El axioma al que hace referencia dice: “El conocimiento del efecto depende del conocimiento de la causa, y lo implica”. ¿Qué quiere decir esto? Bueno, ¿qué es lo que sabemos? Sabemos que hay ideas y que hay cosas; sabemos que las ideas son ideas de algo, de alguna cosa; y sabemos que las ideas y las cosas son causadas por otras ideas y por otras cosas anteriores, respectivamente. Bien, en la demostración, Spinoza parte de eso que sabemos, ya que habla de la “idea de una cosa causada”. Eso no es controvertido. Lo que sí está en duda es sí el orden y conexión de las demás ideas en la cadena causal del atributo del pensamiento es el mismo, es decir, es isomórfico, con la cadena causal de las cosas bajo el atributo de la extensión. Spinoza afirma que sí porque la idea de cualquier cosa causada, como dice, “depende del conocimiento de la causa cuyo efecto es”. Recuerda que, para Spinoza, conocer algo es conocer su causa; conozco o entiendo el arcoíris al entender su causa, a saber, la luz del sol interactuando con gotitas de agua en la atmósfera. Volviendo a las ideas y las cosas, para que la idea que se tenga de una cosa, digamos cosa A, constituya conocimiento de esa cosa, hay que tener conocimiento de su causa, digamos cosa B, o sea, hay que tener una idea de cosa B, y así sucesivamente. Es esta relación epistémica la que garantiza que el orden y conexión de las ideas sea el mismo que el de las cosas.
Además de esta demostración epistemológica, hay una demostración que podría llamarse ontológica. Se encuentra en el escolio de la proposición 7. En una parte de éste dice: “Un círculo existente en la naturaleza, y la idea de ese círculo existente, que también es en Dios, son una sola y misma cosa, que se explica por medio de atributos distintos”. El término “paralelismo” que se usa para caracterizar esta doctrina es un tanto engañoso porque, ontológicamente, parece implicar que hay dos fenómenos distintos – ideas y cosas – que corren uno al lado del otro. Pero no es así. El círculo y la idea del círculo, en el ejemplo de Spinoza, son una y la misma cosa, la cual se expresa de diferentes maneras de acuerdo con los atributos. Es como una proposición que puede expresarse en diferentes idiomas. En español se dice “El gato es negro” – en inglés “The cat is black”. Los idiomas aquí son como los atributos. Estas dos frases no hacen referencia a dos cosas distintas sino a una y la misma, la proposición que expresan.
Bien, Spinoza comenta esto del círculo y la idea del círculo para ayudarnos a entender por qué el orden y conexión de las ideas es el mismo que el orden y conexión de las cosas. No sé si lo captas. Es que, ontológicamente, como acabamos de comentar, las ideas y las cosas son expresiones de una y la misma realidad. El coche como una cosa extendida y la idea del coche no pueden estar desordenadamente desprendidas la una de la otra porque expresan la misma cosa a la que están vinculadas.
Ya hemos hablado mucho de las ideas, las cosas, y su relación, todo como preparación para introducir la mente humana, tema de esta segunda parte de La ética. La proposición 11 dice: “Lo primero que constituye el ser actual de la mente humana no es más que la idea de una cosa singular existente en acto”. En la proposición 13 dice que esa cosa existente es el cuerpo. La mente humana es la idea del cuerpo. Como muchas cosas en Spinoza, eso suena extraño. ¿Por qué entiende la mente como una idea, y por qué es el cuerpo el objeto de esa idea? ¿No es la mente algo aparte de cualquiera de las ideas determinadas que puede tener? y ¿No puede la mente tener ideas de cosas que no sean el cuerpo?
Éstas son algunas de las preguntas que nos surgen al leer esa proposición, sin embargo, revelan un prejuicio cartesiano, la tendencia de ver mente y cuerpo como dos cosas distintas. Con Spinoza, sabemos que no son dos cosas distintas, sino dos expresiones de una y la misma cosa. Spinoza distingue mente y cuerpo no a nivel de substancia, como Descartes, sino a nivel de los atributos. El individuo que eres tú no es una combinación de dos sustancias, mente y cuerpo, sino una modificación o afección del único e infinito substancia que es Dios. Es difícil no dejar de un lado nuestros prejuicios cartesianos al leer la frase “la mente humana”. Es decir, no es algo en sí mismo, un receptáculo en el que caben ideas, ni tampoco una facultad como Kant la concebía. Es simplemente el nombre que da a la idea cuyo objeto es el cuerpo humano, parecida a como “Dios” es el nombre que da a la infinita substancia.
Como sabemos, las ideas son de algo, requieren de un objeto. En el caso de la idea que es la mente humana, ¿por qué su objeto es el cuerpo humano y no ningún otro objeto? La respuesta ya la vimos en la demostración ontológica de la proposición 7. Cada individuo se expresa como un cuerpo extendido y como una idea. Cuando dice que la mente humana es la idea del cuerpo, la idea y el cuerpo en cuestión son expresiones del mismo individuo. La idea que es tu mente no podría tener como objeto a otro cuerpo. Pero dirás que tenemos ideas de muchas cosas, de esos cuerpos que son un árbol, un coche, un libro. ¿Cómo se distingue la idea de nuestro cuerpo de las ideas que tenemos de esos otros cuerpos? Spinoza obviamente reconoce que tenemos ideas de muchas cosas más, sólo que tenemos ideas de esos cuerpos, conocimiento de ellos, en la medida en que nuestro cuerpo es afectado por ellos. Entonces, se podría decir que la idea de nuestro cuerpo es la principal, en función de la cual se derivan las demás.
¡Ojo! Al hablar de la mente humana y las ideas que puede tener de objetos como árboles o libros, es muy fácil que veamos eso a través de ojos cartesianos. Pero sería un error. Ya hemos establecido que la mente es una idea con cierto objeto, pero hay que recordar que esa idea es, en realidad, la idea que Dios tiene de cierto modo finito extendido, o sea, tu cuerpo. Eso lo discutimos en el último vídeo. Si tenemos eso en cuenta, entonces todo eso de ideas y cuerpos que hemos discutido encierra una consecuencia muy sorprendente y bastante anti-cartesiana que hasta ahora ha permanecido implícita pero que en el escolio de la proposición 13 Spinoza ahora hace explícita. Dice Spinoza: “Lo que hasta aquí hemos mostrado es del todo común, y no se refiere más a los hombres que a los otros individuos, todos los cuales, aunque en diversos grados, están animados. De cada cosa hay en Dios necesariamente una idea, de la cual Dios es causa del mismo modo que lo es de la idea del cuerpo humano, y, por ello, todo cuanto hemos dicho acerca de la idea del cuerpo humano debe decirse necesariamente acerca de la idea de cualquier cosa”. No sólo tú y yo, sino todo modo finito tiene una mente – árboles, coches, libros, rocas incluso. Esto no debe extrañar, ya que si los modos dependen de la substancia y, si entre los infinitos atributos están el pensamiento y la extensión, entonces cada cosa física, cada cosa extendida, tiene su lado mental, tiene una realidad bajo el atributo del pensamiento, en pocas palabras – tiene una mente. En el dualismo cartesiano, ésa es una conclusión imposible. En el mundo natural, sólo el ser humano está dotado de mentalidad y eso lo pone en una posición de controlar y hasta dominar a la naturaleza. Spinoza nos muestra que no habitamos un dominio propio dentro de la naturaleza, sino que, junto con lo demás, somos plenamente parte de ella.
Pero bueno, aunque todo tenga su lado mental, no toda mente es igual. Si la mente es la idea del cuerpo, entonces las diferencia entre diferentes mentes no puede sino ser una diferencia en los cuerpos, en su complejidad. El cuerpo humano es más complejo, puede hacer más que el cuerpo de la roca el cual en mayor parte es pasivo. Y dado que una idea corresponde punto por punto a su objeto, cuanto más activo y capaz de hacer cosas sea el cuerpo, más activo y capaz la mente.
Sobre esta novedosa forma de ver la unión de la mente y el cuerpo Spinoza dice “nadie podrá entenderla adecuadamente, o sea, distintamente, si no conoce primero adecuadamente la naturaleza de nuestro cuerpo”. Tiene mucho sentido. Si la mente es la idea del cuerpo, hay que conocer mejor a este último. Entre las proposiciones 13 y 14 hay una serie de lo que se llaman lemas, que técnicamente son proposiciones auxiliares. En ellas, junto con algunos axiomas, Spinoza versa sobre la naturaleza de los cuerpos físicos.
Afortunadamente, lo que plantea en esta sección no es cosa de otro mundo. Básicamente, se trata de la filosofía mecanicista del siglo XVII, la cual entendía la naturaleza como resultado de las interacciones de cuerpos en movimiento, como libros de texto suelen ilustrar con bolas de billar.
El primer axioma de esta sección dice: “Todo cuerpo, o se mueve, o está en reposo”. Eso lo vemos en las bolas de billar. Obviamente, las bolas no se mueven por naturaleza propia, sino que están determinadas a moverse o a pararse por la acción de otros cuerpos, sea otra bola, la superficie de la mesa, o por el palito ese que se usa para pegarlas, que por cierto acabo de aprender que se llama un taco – ¡curioso! Y ese cuerpo a su vez está determinado a moverse o a pararse por otro y así hasta el infinito. Ahora, los cuerpos de nuestra experiencia en gran parte no son sencillos sino compuestos, es decir, una combinación o unión de diversos cuerpos, como nuestro propio cuerpo, por ejemplo. Spinoza define este tipo de cuerpo de la siguiente manera: “Cuando ciertos cuerpos, de igual o distinta magnitud, son compelidos por los demás cuerpos de tal modo que se aplican unos contra otros, o bien —si es que se mueven con igual o distinto grado de velocidad— de modo tal que se comuniquen unos a otros sus movimientos según una cierta relación, diremos que esos cuerpos están unidos entre sí y que todos juntos componen un solo cuerpo, o sea, un individuo que se distingue de los demás por medio de dicha unión de cuerpos”.
Algo que Spinoza quiere entender es qué es lo que hace que un cuerpo sea un individuo, que se distinga de otros cuerpos. Si te acuerdas, en el primer libro o capítulo de La ética, vimos que la substancia no se expresa inmediatamente en los modos finitos, o sea, los cuerpos físicos, sino primero en lo que Spinoza en una carta llamó la faz de todo el universo, es decir, un infinito continuo de fisicalidad o materialidad. La primera expresión de la infinita substancia, bajo el atributo de la extensión, es como un infinito continuo material. Ayuda pensarlo como el mar. El mar no es simplemente un conjunto de olas sino un continuo material de agua del que surgen olas individuales. Y de ahí la pregunta ¿cómo se distingue una ola de otra, es decir, un cuerpo de otro?
En la cita que vimos, Spinoza habla de los cuerpos comunicando “unos a otros sus movimientos según una cierta relación”. Pues esa relación es el criterio. Lo que distingue a un cuerpo de otro, constituyéndolo como individuo, es cierta relación o proporción de movimiento y reposo que lo caracteriza. ¿Qué quiere decir con eso? Aun cuando todo cuerpo haya sido determinado a moverse o pararse por otros cuerpos, eso no hace que todos sean iguales. En este momento, estoy en reposo sentado en mi escritorio, y mi copia de La ética de Spinoza que tengo abierto delante mío también está en reposo. Si de repente sintiera yo un temblor, iría corriendo para salir de la casa mientras que el libro se quedaría allí. Lo que distingue a mi cuerpo del del libro es el grado o proporción de movimiento y reposo característicos de los dos. Es decir, mi cuerpo tiene diferentes capacidades de moverse y de ser movido que el libro. Aunque no parezca, una montaña sí se mueve, pero muuuy lentamente. El grado o proporción de movimiento y reposo que lo caracteriza es distinto del de una mariposa y por eso se distinguen.
Volvamos a los cuerpos compuestos. Tendemos a identificar semejantes cuerpos de forma aristotélica, es decir, como cosas o sustancias que son o naturales (como el cuerpo humano o un árbol) o artificiales (una mesa o un zapato). El zapato, por ejemplo, es una cosa individual distinta de mi cuerpo. Sin embargo, para Spinoza, lo que distingue estos dos cuerpos no es que sean natural o artificial, sino sus respectivas relaciones de movimiento y reposo. ¿Alguna vez te has puesto uno de estos zapatos? Es una aleta para el buceo. Si pones la aleta en el agua, flotará por ahí interactuando con el agua de acuerdo con la relación de movimiento y reposo que le es característico; e igual tu cuerpo – si te metes en el agua, interactuará con él aunque con mayor rango de movimiento que la aleta. Pero al meterte en el agua con las aletas puestas, la interacción es muy distinta. Las aletas comunican su movimiento característico a tu cuerpo y también tu cuerpo lo suyo a las aletas, como vimos en la cita de Spinoza, y así empiezan a moverse juntos en la misma proporción, constituyendo así un solo individuo.
Sin duda, el individuo así formado no es muy duradero, al menos que pases mucho tiempo en el agua. La individualidad de tu cuerpo en cambio sí es más duradera. Sin embargo, eso no se debe a la naturaleza de sus partes, los órganos por ejemplo, que sean naturales o algo así, sino a que la comunicación de movimiento entre las partes es constante. Quitar las aletas de tus pies no cambia tu identidad, y de la misma manera amputar una pierna o remover el apéndice no te convierte en un individuo distinto. Dentro de 10 años, todas las células que componen tu cuerpo en este momento habrán sido sustituidas por células totalmente nuevas. Tu identidad como individuo es una función no de las partes sino de la relación de las mismas, de la comunicación de movimiento entre sí. Se trata no tanto de la materia sino de la forma de su relación. Todo esto Spinoza lo expresa en la Lema 7. Dice: “Un individuo así compuesto conserva, además, su naturaleza, ya se mueva todo él, ya esté en reposo, ya se mueva en un sentido, ya en otro, con tal que cada parte conserve su movimiento y lo comunique a las demás como antes”.
Esta forma de entender la individualidad tiene una consecuencia muy interesante. Imagínate que las células de nuestro cuerpo tuvieran conciencia y que cada una pudiera verse como un individuo frente a las demás células del cuerpo. Desde nuestro punto de vista, no la veríamos como un individuo sino como una de las partes del individuo que somos nosotros. Pues, lo mismo puede decirse de nosotros mismos desde un punto de visto más amplio. Es decir, nosotros somos partes de un individuo más grande. Tomando cada individuo como parte de un individuo superior, dice Spinoza que “si continuamos así hasta el infinito, concebiremos fácilmente que toda la naturaleza es un solo individuo, cuyas partes —esto es, todos los cuerpos— varían de infinitas maneras, sin cambio alguno del individuo total”. Los cuerpos más sencillos son los átomos. De ahí vamos a los individuos compuestos que son moléculas, luego a las células, órganos, organismos, poblaciones, comunidades, ecosistemas, bioesfera, el sistema solar, la galaxia. Llegamos así a toda la realidad física como un solo individuo infinitamente complejo, que no es otro que la faz de todo el universo, el infinito continuo de materialidad que anteriormente ilustramos con el mar. Eso por eso que Spinoza es el santo patrono de los ecologistas. El mundo natural no es una cosa distinta de nosotros de la que podemos disponer como queramos, sino que, como las células que forman parte de nuestro cuerpo, cada uno de nosotros es parte íntegra de ese gran individuo cósmico. Pero hay que tener en cuenta que la misma lógica se da por el lado del atributo del pensamiento. De la misma manera que todos los cuerpos constituyen el infinito individuo que es la naturaleza en su totalidad, todas las ideas o mentes individuales son partes de la expresión de ese individuo cósmico bajo el atributo del pensamiento – es decir, mi mente y la tuya y las de los árboles y las demás cosas, son partes de lo que podríamos llamar “la mente de Dios”, la serie infinita de ideas. El tema principal de este vídeo ha sido que el orden y conexión de esas ideas es el mismo que el orden y conexión de los cuerpos.
Bueno, por fascinante que sea todo eso, hay que volver a nuestra discusión de los cuerpos. Spinoza está discutiendo los cuerpos y su naturaleza en aras de entender la naturaleza de la mente. Siendo la mente humana la idea del cuerpo, entenderemos mejor aquella al entender éste. ¿Y qué es lo que hemos aprendido? Qué el cuerpo humano es complejo; está compuesto de muchos cuerpos relativamente más sencillos que, aun cuando tengan cada uno su propia relación de movimiento y reposo, al comunicar ese movimiento a los demás en una relación constante, crean un individuo con capacidades mayores, el individuo que es nuestro cuerpo. El punto es que la idea de ese cuerpo complejo, la idea que constituye la mente humana, es correspondientemente compleja, su capacidad de percepción reflejando las capacidades del cuerpo humano. Si te acuerdas, dijimos que todos los modos, sea una roca, un gato o un libro, tiene su propia expresión bajo el atributo del pensamiento, por lo que incluso la roca tiene una especia de mente o de expresión mental. Lo que distingue a la mente humana de la de la roca o del gato es la complejidad de nuestro cuerpo. El cuerpo humano es capaz de mucho más que el de la roca por lo que la mente humana, la idea que la constituye, es más compleja.
Para ir cerrando, a estas alturas podemos entender claramente por qué tenemos conocimiento de sólo dos de los infinitos atributos de la infinita substancia: los del pensamiento y de la extensión. El conocimiento es propio de la mente, y hemos visto que la mente tiene como objeto el cuerpo humano – es la idea del cuerpo y no de ninguna otra cosa. Siendo el cuerpo humano la expresión del atributo de la extensión, la mente humana tiene conocimiento sólo de ese atributo, además obviamente de las ideas del atributo del pensamiento.
En el vídeo anterior, comentamos que la felicidad y la tristeza son estados mentales, que tienen que ver con las ideas que tenemos. La causa principal de nuestra infelicidad son ideas erróneas que sostenemos. Si esto es así, hay que entender la naturaleza del conocimiento, del error, y de cómo en general la mente humana funciona. Apenas hemos empezado a entender eso en las proposiciones analizadas en este vídeo. Ahora que sabemos qué es la mente humana, hay que pasar a ver cómo opera más concretamente y las condiciones bajo las cuales las ideas pueden ser verdaderas y falsas. En pocas palabras, tenemos que adentrarnos en la epistemología de Spinoza. Esto empieza con los fenómenos de la percepción, la memoria, y la imaginación – temas del próximo vídeo.

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Música de la intro: La canción se llama “Ambience Musettienne” del album Simply Musette de Alexa Sage.

Música de la outro:  ZAPATEADITO OAXAQUEÑO II . Arodi Martinez S.  https://www.youtube.com/watch?v=qIcnUTBSOfw

10 Comments

  1. Mario · 16/11/2021 Responder

    Hola Darin. Veo que el insight más impresionante que tuvo Spinoza es haberse dado cuenta de que SOMOS PARTE DE ALGO MÁS GRANDE QUE NOSOTROS MISMOS / Y por si fuera poco, completa su idea afirmando de hecho que la espiritualidad humana abarca tanto a LOS ATEOS (que -en la Naturaleza- se sienten parte de algo más grande que ellos mismos) como a LOS CREYENTES (que -en Dios- también se sienten parte de algo mas grande que ellos mismos) / Spinoza es inmenso Darin / Gracias por traernos tanto conocimiento y por acercarnos tanto a la plenitud espiritual / Abrazo fuerte

  2. Mario · 18/11/2021 Responder

    Sentir que somos trascendentes provoca una maravillosa sensación de paz interior / Y sentirlo en el contexto de La Fonda Filosófica habla de un gran logro tuyo Darin / Mira todo lo que has logrado construir a tu alrededor, maestro / ¡Gracias!

    • Darin · 19/11/2021 Responder

      Gracias por tus palabras Mario. Siempre leer a Spinoza me da una profunda tranquilidad.

  3. Emilio Flores · 20/11/2021 Responder

    Hola Darin, como siempre agradecido de que estés realizando este trabajo que compartes con nosotros y que nos ayuda a seguir avanzando juntos en el mundo del conocimiento. Te quería comentar dos cosas para tu consideración, 1) Hay un libro de Delauze: Filosofía practica que dice que el termino paralelismo alude a que no hay una relación de causalidad ni del cuerpo sobre la mente, ni de la mente sobre el cuerpo, en ese sentido entendí el paralelismo. En tu exposición señalas que el nombre de paralelismo que se usa en esta doctrina es un tanto engañoso ya que ontológicamente parece indicar que hay dos fenómenos distintos…… y 2) Dices: para que la idea que se tenga de una cosa A, constituya conocimiento de esa cosa, hay que tener conocimiento de su causa, digamos cosa B y entonces lo dibujas con un circulo a la derecha de A. Me causa un poco de ruido porque si B es la causa, entonces no deberíamos dibujarla antes que A? El comentario es estético ya que el concepto a mi juicio está bastante bien elaborado. Bueno estimado Profesor Darin, cordiales saludos y gracias.

    • Darin · 20/11/2021 Responder

      Hola Emilio. Gracias por tu pregunta, me da gusto que estés siguiendo de cerca el argumento. Lo que dice Deleuze es correcto, no hay causalidad entre atributos. Cuando dije que el término paralelismo es un tanto engañoso no quería decir que Spinoza estaba mal en su planteamiento, sino sólo que el propio término da a entender, si no tenemos cuidado, que hay dos cosas que están en paralelo, pero no es así. Es una sola cosa que se expresa de dos maneras. Esas expresiones es lo que está en paralelo. En cuanto a tu segunda pregunta, a lo mejor hubiera sido mejor usar “Z” – “Y” – “X” en vez de “A” – “B” – “C” para comunicar mejor la idea de ser una causa antecedente. Tienes razón. Gracias y un abrazo!

  4. Emilio Flores · 21/11/2021 Responder

    Gracias Darin, Afectuosos saludos.

  5. Marco MC · 27/11/2021 Responder

    A mi me interesan los ensayos de metafísica contemporánea, pero no encuentro ninguna editorial que se dedique específicamente al tema. Editoras de novelas, a patadas. De libros de “espiritualidad” y “auto-ayuda”, más de lo mismo. Pero en este momento no sé de ningún sello que publique específicamente nada de metafísica. Cuando se celebra un certamen a bombo y platillo, como los que organiza Anagrama, puedes estar seguro que el ensayo elegido tiene relación con algún tema mundano. De manera, que para perder el dinero, mejor no comprarlo. Total, que vuelvo a la metafísica tradicional, porque tampoco encuentro otra cosa. Es un oficio olvidado o no lo suficientemente rentable como para interesar a editor alguno.

  6. Mario · 04/12/2021 Responder

    Hola Darin ¿Has escuchado o leído algo de Yuval Harari? Sus libros se venden como pan caliente y son un híbrido entre filosofía y la ciencia ficción. Sería muy interesante que alguna vez comentaras a esta “estrella” del pensamiento ¿posmoderno?. Te mando un abrazo

    • Darin · 05/12/2021 Responder

      Hola Mario. Sí, sé de ese célebre escritor pero confieso que no lo he leído. ¡Tantas cosas que leer en esta vida! Sin embargo, tendré muy en cuenta tu sugerencia. Un abrazo 😊

  7. Mario · 05/12/2021 Responder

    Jajaja! Yo tampoco lo he leído y solo he visto un par de videos donde lo entrevistan. Para muchos de nosotros vos ya sos un superman que se ha leído todo ¡Abrazo fuerte!

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