La jerga de la autenticidad, pt. 1/3

Hoy empiezo a cuestionar algunos aspectos de mi idea de una filosofía artesanal a partir de un análisis del concepto de autenticidad en Heidegger, para lo cual me apoyo en el texto “La jerga de la autenticidad” de Teodoro Adorno.

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En su Discurso sobre el origen de la desigualdad, Jean Jacques Rousseau dice algo muy interesante. Habla de cómo factores como la socialización y la introducción de la propiedad privada crea desigualdad entre las personas. En alguna parte menciona “el deseo ardiente [de la gente] de aumentar su relativa fortuna, no tanto por verdadera necesidad cuanto por colocarse encima de los otros”. La frase interesante aquí es “relativa fortuna”. Leí hace tiempo un estudio que ilustra muy bien lo que Rousseau quiere decir. Unos sociólogos preguntaron a mucha gente lo siguiente. “¿Preferiría usted ganar $50,000 al mes en una sociedad donde la media gana $30,000 al mes, o $75,000 al mes donde la media gana $100,000? ¿Tú por cual optarías? En este estudio la mayoría de la gente optó por la primera opción, la de ganar $50,000 al mes, y no la segunda, donde habrían ganado más. ¿Por qué? Porque la fortuna absoluta no es lo importante sino la relativa, la fortuna relativa a otras personas. Mejor ganar más de la media que menos, aun cuando en este último caso estarías ganando más en términos absolutos. Como dice Rousseau, la gente busca “aumentar su relativa fortuna, no tanto por verdadera necesidad cuanto por colocarse encima de los otros”.
Nosotros somos seres sociales. Nos medimos siempre en relación con los demás. En la sociedad del consumo, la forma más fácil y habitual de hacerlo es mediante la compra, poseer más y mejores cosas que el prójimo, así colocándose encima de él. Sería muy fácil criticar las hordas que van de shopping como ratones en un laberinto buscando su premio. Mucho más interesante sería dirigir la vista crítica a nosotros mismos, a los que desde la filosofía harían esa crítica. Si estás viendo este vídeo, obviamente te interesa la filosofía. No sé cómo llegaste a sentirte atraído por la filosofía, pero un motivo, uno muy común a mi juicio, tiene que ver con ese escenario que acabo de describir. Uno ve la media de la humanidad como superficial y vano, fácilmente manipulado, pasivo en su consumo de entretenimiento, en pocas palabras, ve la humanidad como un rebaño despreciable, lejos de ejemplificar la inteligencia y sabiduría que indica su clasificación biológica: homo sapiens. En la filosofía uno encuentra la forma de elevarse por encima de esos viles deseos y baja forma de vida, la manera de salirse pues de la caverna tan oscura que Platón describió hace tanto tiempo. ¿Será que de esta manera uno esté repitiendo la misma dinámica que filosóficamente repudia, colocándose por encima de los otros, sólo de forma más elegante? A lo mejor el problema no sea querer ser superior al otro sino la forma en que lo hace; hay una forma baja y vil, y otra más sofisticada.
Hace poco me di cuenta que yo estaba haciendo esto que describo. Llevo un par de años reflexionando sobre mi trabajo intelectual fuera de la academia, un trabajo o actividad que estoy llamando artesanal a diferencia del trabajo que llamo industrial característico de la academia. La palabra artesanal tiene ciertas connotaciones que no me gustan, pero una cosa que sí me gusta es que contiene la palabra ‘arte’. En el juicio estético, la belleza de un objeto no es algo que otra persona puede demostrarle a uno. Uno mismo tiene que hacerlo, tiene que experimentarlo. Entonces, estaba armando una concepción del pensamiento que acentuaba la experiencia del individuo en contradistinción o abstracción de todo lo que puede tratarse en una comunidad, lo que puede comunicarse o procesarse de forma universal y objetiva. Este último, como los productos de un proceso industrial, tiende a reducirse a un denominador bajo y común, hasta vulgar, lo cual no hace más que repetir con cierta variación lugares comunes, aquello que es cómodamente familiar. Entre otras cosas, un pensamiento artesanal, en la medida en que hace énfasis en la experiencia estética, tendría que disminuir lo objetivo y comunicable en el proceso reflexivo. Bueno, al menos he estado dando vueltas sobre esa idea.
Hace un par de semanas leí el artículo de un amigo en el que habló de diferentes males sociales y intelectuales. Como remedio propuso, entre otras cosas, el concepto de la autenticidad del Dasein que Heidegger plantea en El ser y el tiempo. Es muy famoso y llamativo lo que plantea y ha influido mucho en autores posteriores, especialmente los de corte existencialista. Sin embargo, algo olía mal en el argumento de mi amigo; sentía un profundo rechazo a lo que decía sobre la autenticidad de Heidegger, al menos como respuesta a ciertos males sociales, y para ayudarme a esclarecer mis ideas acudí a un libro que critica este concepto, a saber, La jerga de la autenticidad de Teodoro Adorno. Leerlo fue fascinante pero al mismo tiempo un poco triste porque, si estaba de acuerdo con Adorno, era obvio que iba a tener que dejar de lado ciertas cosas que estaba planteando sobre la filosofía artesanal. Pero bueno, así es la vida intelectual; uno tiene que estar dispuesto a abandonar ciertas ideas y cambiar de opinión. Bueno, en lo sucesivo quiero exponer el argumento de Adorno, pero primero tenemos que ver en qué consiste el concepto de autenticidad en Heidegger.
El tema de El ser y el tiempo es la pregunta ontológica por el ser, específicamente por el sentido del ser. Heidegger propone responder la pregunta mediante una interrogación, un análisis, del tipo de ser que caracteriza al ser humano, fenómeno que llama Dasein o estar-ahí. El ser del Dasein se caracteriza, entre otras cosas, por la temporalidad, es decir, su presente se entiende en términos de un pasado que ha vivido y un futuro al que se proyecta; también por la facticidad, o sea, Dasein existe no de forma general sino de forma concreta y históricamente situada. Si la vida fuera un juego de cartas, las que la vida le reparte a Dasein constituyen su facticidad (el hecho de que nació con cierto sexo, en cierto lugar, en cierta familia, con cierto lenguaje y cultura, etc). Sin embargo, eso no lo determina – la pregunta es cómo juega sus cartas, cómo, a partir de ellas, proyecta diferentes posibilidades hacia el futuro. Aunque su vida hacia el futuro no está determinada, el futuro está cerrado con una certeza – la inevitable muerte de Dasein. En todo momento, la existencia de Dasein es acechado por la conciencia de la muerte, por la nada que estriba en la base de su ser. Esta consciencia es angustiante, y básicamente hay dos formas de tratarlo: Uno puede evadirlo al sumergirse en el anonimato de las costumbres sociales. Ahí uno no tiene que decir “yo” sino el pronombre impersonal “se” – no “Yo voy a morir” sino “Uno se muere”. Por el otro lado, uno puede afrontar su muerte, dejando de ser simplemente un ser que morirá a ser un ser-para-la-muerte, es decir, vivir de forma auténtica. Lo que se traduce como autenticidad es “Eigentlichkeit”, una sustantivización del pronombre “eigen” que significa “propio” o “de uno mismo”. Uno es auténtico cuando reconoce y se responsabiliza por la existencia como suya propia. Elegir vivir de forma resuelta y libre hacia la muerte es vivir sin pretexto y excusa, y por tanto de forma auténtica. Uno vive de forma no auténtica cuando huye de esta conciencia de la muerte, buscando refugio en lo que llama en alemán das Man, o el Uno, es decir, las normas y expectativas de la vida pública y común, dejando que dicten lo que uno hace y piensa. Todo hoy en día está calculado para ocultar nuestra existencia, para distraernos de la libertad y la responsabilidad que atañe a cada quien.
Bueno, todo eso suena muy bien. Como había comentado al principio, la consciencia de muchos de los que adoptan una actitud filosófica en la vida tiene que ver con ese distinguirse de la muchedumbre, alejarse de los banales y superficiales criterios del rebaño. Por ello, el discurso de Heidegger en su famoso libro viene como el anillo al dedo; explica y justifica una profunda postura muchos tienen ante el mundo, una postura que yo compartía pero que ahora veo muy problemático. Lo que me hizo cambiar de opinión fue ese libro de Adorno que les comenté. Vamos a revisar su argumento.
En el alemán original el título es La jerga de la autenticidad: sobre la ideología alemana. Por alguna razón, este subtítulo no se ha incluido en la traducción del texto al español ni tampoco al inglés, lo cual me extraña porque comunica dos cosas importantes. Primero, el texto es conocido como una crítica a Heidegger, y es cierto, Heidegger es el blanco principal, pero más ampliamente le interesa a Adorno tratar el pensamiento de moda en Alemania en su tiempo, lo que él llama la ideología alemana, a saber, el existencialismo. Las ideas de Heidegger posibilitaron el pensamiento de gente como Martin Buber y Karl Jaspers, filósofos que Adorno también trata en su texto.
Segundo, Adorno pudo haber puesto como subtítulo “sobre el existencialismo” pero eligió “sobre la ideología alemana”. Esa frase hace referencia obviamente al famoso texto de Marx y Engels y lo elige porque hace algo similar a sus compatriotas. En el texto de Marx y Engels, la ideología alemana no es, desde luego, el existencialismo, sino la filosofía hegeliana tal y como está representada en el pensamiento de los jóvenes hegelianos como Feuerbach. Feuerbach era el héroe del joven Marx; se había formado y guiado en el intento de Feuerbach de dar un giro progresivo y liberatorio al idealismo conservador del viejo Hegel. Sin embargo, a las alturas de escribir La ideología alemana, había llegado a ver los problemas y limitaciones del idealismo. En este texto, empieza a plantear su visión madura del materialismo. En su famosa undécima tesis sobre Feuerbach, dice que los filósofos hasta ahora, incluyendo los de la tradición idealista, sólo han hecho interpretaciones del mundo. El punto es cambiarlo.
¿Por qué cambiarlo? Porque está mal; porque la gente, al menos la gran mayoría, vive sometida a un sistema socioeconómico de dominación que les priva de su libertad y autonomía. En El ser y el tiempo, Heidegger también identifica un grave problema que hace que el ser humano viva mal, de forma enajenada y desarraigada. No es precisamente el capitalismo sino algo mucho más general, a saber, el olvido del ser. La metafísica occidental ha dejado por atrás la pregunta ontológica por el ser a seguir más bien un camino epistemológico centrado en el sujeto cartesiano. Como resultado, una racionalidad científica instrumental ha llegado a imperar en la que la existencia concreta del ser humano no figura y no influye. Para Heidegger, no se trata de cambiar el mundo, como en Marx, sino de recordar la pregunta por el ser, de recuperarla, lo cual se hace al volverse auténtico.
Ahora, menciono todo esto en el contexto de nuestra discusión del subtítulo del libro: la ideología alemana. Para Marx, la ideología es la de los jóvenes hegelianos como Feuerbach. Su pensamiento es ideológico porque a fin de cuentas no cambia nada por lo que tiene el efecto de favorecer los intereses de las estructuras reinantes de poder. A mediados del siglo XX, la ideología alemana es para Adorno el existencialismo tal y como se deriva de las ideas de Heidegger. Es ideológico porque en vez de desmitificar las condiciones de la dominación y el malestar del ser humano, las encubre, invisibilizándolas tras un esquema ontológico que pretende ser la salvación del hombre. La palabra ‘salvación’ no es gratuita. Como la religión, la ontología fundamental de Heidegger es como un opio que oculta a la conciencia de uno las fuentes reales de su miseria. En vez de buscar las fuentes de la enajenación, la angustia, y la servidumbre en causas sociales estructurales, institucionales y sistémicas, es decir, en vez de buscarlas en el mundo exterior sociohistórico, nos dice que las busquemos en el interior. En vez de actuar de forma colectiva para cambiar el mundo, nos dice que cada quien es responsable de su propio bien. Claro está, Heidegger, a diferencia de los curas, no busca trascender los problemas de este mundo al postular un mundo posterior y trascendente. Su salvación es de este mundo. En vez de la fe en un mundo después de la muerte, una existencia auténtica aquí y ahora frente a la muerte.
Aun cuando sea una filosofía arraigada en esta vida, en este mundo, la trascendencia que pretende efectuar es ilusoria, y no sólo eso sino un tanto perversa. Dice Adorno en el texto: “No es la objeción contra el lenguaje de Heidegger que, como todo lenguaje filosófico, esté plagado de figuras de una empiria por encima de la cual le gustaría elevarse, sino que de la mala empiria haga trascendencia.” Lo que está diciendo es que el conjunto de existenciarios que articulan la estructura ontológica de Dasein, conceptos como angustia, el Uno (o das Man), el cuidado, ser-para-la-muerte, y la autenticidad, entre otros, que esto conceptos son calcos de la mala realidad empírica. En otras palabras, Heidegger ha ontologizado la realidad sociohistórica existente. Es como si hubiera leído Los manuscritos económicos y filosóficos en los que Marx detalla la situación del hombre, su enajenación, la falta de libertad, etc. Lo que Marx identifica como un antagonismo social que tiene que resolverse, Heidegger convierte en una virtud, en un camino hacia la plenitud existencial de Dasein. Esa plenitud, la existencia auténtica, consiste en retirarse de la sociedad, de la habladuría y heteronomía del público anónimo, a reposarse en sí mismo, enfrentando de forma resuelta y heroica la inminencia de la muerte de uno. Esto sin embargo, no es otro que un reflejo de las condiciones sociales que se dieron con el desarrollo de una economía de mercado, a saber, la privatización de la vida familiar, la despolitiziación de la clase media, y la conversión del ciudadano miembro de una colectividad en un individuo que consume. En pocas palabras, el error de Heidegger es que capta el mundo social de forma ontológica y no histórica, lo cual le permite ver la subjetividad, lo que llama Dasein, como algo puro, un en-sí con su propia naturaleza cuando, según Adorno, Marx y muchos más, son las relaciones sociales lo que producen y determinan la subjetividad.
Hoy en día, el existencialismo, sea el de Heidegger o de otros, ya no es una fuerza ni en la academia ni en la imaginación popular (al menos no como lo era en la época de Sartre). No obstante, en la actualidad sus vestigios, su énfasis en la interioridad del individuo, son bastante patentes. Vivimos en una cultura que rinde culto al yo. Infinidad de libros hablan de cómo cultivarlo, cómo crearlo como obra de arte, a través de la espiritualidad, la sabiduría de las religiones orientales, prácticas como la meditación, el yoga, y sin duda la compra de cosas: ropa, dispositivos electrónicos, joyas, hasta tatuajes, etc. Mucha gente hoy en día dice que no son religiosos pero sí espirituales. Esta distinción es muy reveladora. Mira lo que dice Adorno: “La irracionalidad de la sociedad racional estimula a elegir la religión como fin en sí mismo sin tener en cuenta su contenido, como mera mentalidad, en último término como disposición de los sujetos, a costa de la religión misma. Uno no debe ser más que un hombre creyente, tanto da en qué crea”. Las religiones monoteístas tradicionales se formaron en momentos históricos cuando la gente enfrentaba un mundo muy duro donde la escasez requería de mucho trabajo con pocos frutos. Así que desarrollaron sistemas morales que requerían la cooperación social y hospitalidad hacia el otro para la supervivencia. Hoy en día con Amazon Prime y una cornucopia de productos que se entregan al día siguiente para nuestra gratificación instantánea, no extraña que la religión va quedándose atrás. La espiritualidad New Age no exige obediencia ni tampoco fe, ni mucho menos la sensación de culpa. Como dice Adorno, no importa lo que crees, el chiste es ser tú mismo, realizarte, ser auténticamente tú. Como dice Simon Critchley: “En un mundo sin sentido e inauténtico, lleno de reportajes mediáticos sobre guerra, violencia, y desigualdad, cerramos los ojos y nos convertimos en islas. Puede que hagamos una pequeña oración a una oscura pero benigna diosa oriental y así sentir una tenue energía espiritual conectando todo mientras escuchamos una bonita música ambiental en Spotify. La autenticidad, que no requiere de referencia alguna a nada fuera de sí mismo, es una evacuación de la historia”.
Si el individuo de los 60 y los 70 era el hippie, hoy es el hipster. El hipster que va a su clase de yoga con su Apple Watch puesto para medir su ritmo cardiaco – ése es el modelo de la individuación de hoy en día. Semejante modelo es factible y de hecho razonable porque problemas que son el resultado de antagonismos sociales se han convertido en problemas que parecen tener una base en el individuo. O sea, si no encuentras sentido en la vida, si todo lo sólido, como dice Marx, ha desvanecido en el aire, si te sientes desarraigado y enajenado, el problema eres tú, y no la sociedad que te rodea. Pero no te preocupes. La sociedad que es en mayor parte la fuente de tus problemas te ofrece una manera de superarlos. Primero, seguir X y Y celebridad en Instagram, fijarte en los productos que les rodean (para lo cual las compañías pagan una buena cantidad de dinero), luego comprar esos productos, incorporándolos en tu vida, en tu yo, de una manera única y auténtica de la que luego tú puedes presumir en tus redes. De esta manera, la jerga de la autenticidad va de la mano con la mercadotecnia contemporánea y perpetúa el sistema que a fin de cuentas es, como hemos comentado varias veces, la fuente de tus problemas.
Pero, ¡momento! Eso no suena nada a Heidegger. Ese hipster en Instagram es precisamente el objeto de la vituperación de Heidegger, es el Uno del público anónimo del que Dasein debe alejarse si quisiera existir de forma auténtica. Desde luego, eso del hipster y de Instagram no está en los textos de Heidegger ni de Adorno. De hecho, la vida auténtica Heidegger la describe en términos bastante bucólicos, una vida simple, auto-suficiente y artesanal. Sin embargo, el culto del yo, su cultivación consumista, es el punto hoy en día al que la jerga de la autenticidad ha llegado, lo cual podemos discernir muy fácilmente a partir de la dinámica que el mismo Heidegger ha planteado. Dice que, inicialmente y en mayor parte, Dasein no es sí mismo, sino que está perdido en el uno‐mismo, en esa dimensión anónima que caracteriza la vida social. Al sentir la angustia que provoca su mortalidad, si responde al apropiarse de sí mismo, de la propia posibilidad que su muerte define, se vuelve auténtico y así se distingue del Uno, del das Man – no, es más, se salva de ello. O se salva o se pierde; la salvación o la perdición.
La dinámica que este binomio pone en marcha refleja o repite la misma dinámica que Adorno y Horkheimer identificaron en su obra La dialéctica de la Ilustración. Ahí, vemos que la idea de la Ilustración es emancipar al ser humano de su sujeción a la naturaleza, la cual causa terror e incertidumbre. Lo hace al dominar a la naturaleza, pero dado que el ser humano también es parte de la naturaleza, termina dominando a sí mismo también. La auto-determinación es al mismo tiempo la auto-dominación; la salvación es la perdición. De esta manera la ilustración se convierte dialécticamente en lo mítico, en aquello del cual quería escapar. En el caso de Dasein, para emanciparse del anónimo das Man Dasein tiene que dominarlo, o sea, tiene que excluirlo, rechazarlo. Sin embargo, y aquí es donde se da el giro dialéctico, dado que el ser humano es social y que al menos inicialmente se encuentra inmerso en un entorno social, al rechazar das Man, rechaza o excluye a sí mismo de la misma manera que el hombre ilustrado terminaba dominando a sí mismo. Lo que queda de Dasein, lo que le es propio, es una mera efímera formalidad, ser dueño de sí mismo, simplemente ser sí mismo. Así es auténtico, pero poco más. El punto de todo esto es que, conceptualmente, no hay nada que restrinja a Dasein a ser una persona simple con virtudes bucólicas, como quisiera Heidegger. Como dice Adorno: “En nombre de la autenticidad contemporánea, sin embargo, incluso un torturador podría presentar toda clase de reclamaciones ontológicas de indemnización en la medida en que él no ha sido sino un buen torturador”. Obviamente, Adorno tenía en mente aquí los Nazis. Si un Nazi, un esclavista, o incluso un hipster hace lo que hace de forma propia, ¿qué impide que sea auténtico, qué impide que tenga la existencia que tanto ensalza Heidegger? Buena pregunta.
A lo mejor digas que todo lo visto hasta ahora es una exageración, que aun cuando tuviéramos una sociedad más justa y armoniosa, los problemas del ser humano, de Dasein, no por ello desaparecerían, que su existencia seguiría siendo una cuestión abierta sobre la que tendría que tomar decisiones. Y que por tanto mucho de lo que Heidegger dice en su texto – sobre la temporalidad, la facticidad, el estar en el mundo, etc. – seguiría vigente y valioso. Yo no digo que no. Y no es que Adorno descalifique sin más todo lo que dice Heidegger; de hecho lo defiende antes las burdas críticas de los positivistas como Carnap. En este texto en específico, Adorno se limita al concepto de autenticidad. En la medida en que este último sea la piedra angular de la ontología de Heidegger, conduce a una mistificación ideológica, ocultando y fortaleciendo, como hace la religión, las estructuras de dominación existentes.
Pero eso es sólo la mitad del análisis de Adorno. Su texto se llama La jerga de la autenticidad. Hemos hablado de este último en el contexto de la ontología, pero aún no del lenguaje que Heidegger utiliza para expresarlo. Ese lenguaje para Adorno es una jerga y se podría decir que es el tema fundamental de su análisis. Dice: “Sin excepción, la lógica de la jerga introduce de contrabando como positividad lo limitado, en último término las situaciones de carencia material, y promueve su eternización en el instante en que, según el estado de las fuerzas humanas, tal limitación ya no debería realmente existir. Un espíritu que hace causa de ellas encuentra acomodo como lacayo del mal”. Los conceptos de Heidegger, como los de cualquier filósofo, pueden discutirse filosóficamente. Sin embargo, cuando el lenguaje se abusa, cuando el discurso de uno se convierte en una jerga, eso sí es peligroso porque puede servir fácilmente como lacayo del mal. Dice Adorno: “El fascismo no fue meramente la conjuración que también fue, sino que surgió dentro de una poderosa tendencia de evolución social. El lenguaje le da asilo; en él la creciente catástrofe se expresa como si fuera la salvación”. Hoy vimos la autenticidad. En el próximo vídeo veremos la jerga que lo expresa.

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Música de la intro: La canción se llama “Ambience Musettienne” del album Simply Musette de Alexa Sage.

Música de la outro:  ZAPATEADITO OAXAQUEÑO II . Arodi Martinez S.  https://www.youtube.com/watch?v=qIcnUTBSOfw

28 Comments

  1. Jonás · 18/09/2023 Responder

    Hola, muy buenas tardes -en Canarias-
    Mi nombre es Jonás y soy trabajador social en España y estudiante de filosofía a distancia.
    Tengo 40 años y llevo, más o menos, desde los 7 años “trabajando”, unos 33 años, sobre diferentes cuestiones pero cuya base ha estado en el mundo psicológico a morir, según Kierkegaard, “la angustia existencial”.
    Creo que he llegado a unas cuestiones que pueden ser muy interesantes y querría compartir con usted. Dada mi admiración a su trayectoria y trabajo, y aprovechando el uso de las nuevas tecnologías. Como tengo poco espacio y mi forma de pensar se basa mucho en la obtención de aforismos, que después, con lenguaje matemático, geométrico, simbólico, etc. o sea, el uso de palabras e imágenes intento traducir. Mis conocimientos matemáticos, sobre física son muy básicos. En todo caso, me gustaría presentarle una batería de ideas un tanto abstractas a fin de poder captar su atención. Creo que lo esencial podría estar recogido en este texto.
    Ideas:

    – La persona inmadura y/o de la sociedad inmadura. nota: Kierkegaard. Temor y temblor. 1 Cor., 3-19.
    – La intuición.
    – La inspiración.
    – La creatividad.

    Materialismo espiritual-físico

    – Teoría de la información. (Mecánica cuántica). (I=ec2)

    La fórmula de la madurez. Madurar: aceptar y entender los diferentes ciclos-etapas de la vida. Equilibrio.
    Revolución cognitiva.
    La conciencia 3/4 dimensional.
    La persona uni-multi dimensional.

    Dimensiones del ser humano: Física, biológica, cognitiva, social-cultural.

    Herramienta clave: La educación. Noam Chomsky. Estructuras sintácticas.

    – Pensamiento introspectivo.

    – Teoría unificadora:

    Espacio-tiempo cuadridimensional sin fronteras.

    Imaginación=inteligencia
    Fe= conocimiento; esperanza: intuición; amor: moralidad.
    Nueva moralidad ya existente

    – Experiencia oceánica. Pierre Hadot. La filosofía como forma de vida.
    – (pienso ergo existo-existo ergo pienso)

    La fórmula física de la mente/psíque (alma)

    0=1

    – El nacimiento de la tragedia. Nietzsche.
    Obras: Ética (Spinoza), En busca de Spinoza (A. Damasio).
    Heidegger (el concepto de tiempo), Tratado de 1924.

    Reciba un cordial saludo. Sería un honor tener algún tipo de feedback con usted. Un abrazo.

    Jonás R. R. jonas.rguez.rocha@gmail.com

    “El hereje y el Cortesano”

  2. Joseph M. · 18/09/2023 Responder

    Buscas sin encontrar. Te respeto, aunque eso no te importa mucho. Estas cerca, muy cerca y a la vez muy lejos…
    Pavel Florensky Columna de la Verdad.
    O,
    La obediencia como ética de la verdad: la relación sujeto-verdad a la luz del pensamiento de Joseph Ratzinger y de Michel Foucault de Rafael Gómez Miranda.

  3. Mario Balzarini · 18/09/2023 Responder

    Buen día! / Pensaba darle una miradita al video pero sos un imán para mi jaja! / Qué interesantes estos primeros cinco minutos sobre la “riqueza comparativa” y sobre la trampa de vivir en constante comparación con los demás (horrible pero muy cierto). Pero no me parece que con los filósofos o con los que colocan su vida espiritual en el centro pase lo mismo / NO CREO QUE VOS HAYAS ELEGIDO EL CAMINO DE LA FILOSOFÍA PORQUE ASÍ TE SENTÍS “SUPERIOR” A LOS QUE VIVEN EN LA VULGARIDAD Y EN LOS LUGARES COMUNES / VOS NO SOS ASÍ DARIN!!! (bueno, por lo menos es lo que yo infiero)

    Al poner en el centro la experiencia personal (la filosofía “artesanal” en tu caso) te liberas de la opinión de los demás y de la presión social que produce la “riqueza comparativa”, que te obliga a vivir aparentando lo que nos sos

    Todavía me quedan veinticinco minutos de video! / Qué suerte que volviste Darin! / abzo!

  4. Víctor Nadal · 18/09/2023 Responder

    Comunidad, individuo, alienación, autenticidad, historia, sociedad, trascendencia . . . . . me gustaría que reflexionara, con su habitual maestría, integrando El Ensayo sobre la Naturaleza Humana de David Hume y la darwiniana versión (puntodos) de Richard Dawquins en su interesantísima aportación y ver a dónde le lleva, a dónde nos lleva. Y se lo pido a usted porque yo no me siento capaz siquiera de esbozar una conjetura que contemple las patas de este intrincado taburete. Pero usted sí que puede, aunque quizá no quiera. Gracias en cualquier caso por sus proteicas meditaciones.

  5. Patricia · 19/09/2023 Responder

    Que grande eres maestro Darin
    No sé si meter a Camú en la etiqueta del existencialismo, él no estaría de acuerdo, aunque algunos insistieron en meterle en ese cajón. En cualquier caso él tiene una frase que siempre me ha fascinado. Dice Camú:
    “Sigo suponiendo que el mundo no alberga un sentido superior, pero sé que en él hay algo que sí tiene sentido, y es el hombre ante su prójimo”
    Para mi el problema no es la búsqueda de autenticidad, la conciencia de la propia mortalidad y la toma de la responsabilidad de la vida propia. Para mi el problema es el énfasis que ha puesto el existencialismo (y también las corrientes espirituales de oriente, no nos vamos a engañar…) en el individuo, en hacer ese camino y esa toma de conciencia “solos”. Al final conduce al aislamiento, a la torre de marfil, a sentirte fuera de un rebaño que, lo quieras o no es tu rebaño, es mi rebaño, es el rebaño humano, es la especie humana “Nuestra” especie.
    El otro día veía el telediario y se me calló el corazón al suelo. Pusieron una noticia sore que había vuelto el hambre a regiones de África. Dijeron que 8000 niños morían al día por causas relacionadas con la desnutrición. Salireron en pantalla madres devastadas porque no tenía para dar de comer a sus hijos. Era escalofriante.
    Pero lo realmente escalofriante para mí, lo que me impactó de verdad fue que justo después, sin ninguna transición, dieron una noticia tremendamente frívola y banal sobre si era mejor cocinar la tortilla de patata con cebolla o sin cebolla.
    Me quede impactada por el contraste entre el hambre atroz de unos niños y la desesperación de unas madres e inmediatamente después pasar a una notica frívola ablando de comida…
    Pensé
    ¿adonde quedó nuestro sentido de especie? ¿adonde quedó nuestro sentido de comunidad?
    Los problemas a los que nos enfrentamos, como el cambio climático demandan que tengamos un sentido de “nosotros”
    Si no recuperamos ese sentido, lo llevamos clarinete

    Quizá si va de ser auténticos y genuinos, quizá si va de ser conscientes del ser para la muerte con su libertad y responsabilidad, pero de lo que no va, desde luego es de individuos en su torre de marfíl.

    Ojala recuperemos el sentido de especie y nos demos cuenta colectivamente de que lo que si que tiene sentido es el hombre ante su prójimo

    Muchas gracias por tanto maestro Darín

    • Darin · 19/09/2023 Responder

      Gracias a ti Patricia por tu fina y sentida reflexión, como de costumbre. Estoy cada vez más consciente de nuestro poder de autoengaño, de declamar y justificar lo que, como un ardid, caricia nuestro ego. La lectura de ese escrito de Adorno me hizo ver que en cierta medida estaba haciendo eso con eso de la filosofía artesanal. El tema del primer vídeo fue importante, como hiciste ver en tu ejemplo. Pero el del próximo vídeo me resulta más importante aun. Hasta entonces, y un fuerte abrazo 😊

    • Alminar · 20/09/2023 Responder

      Iba a comentar que “La Jerga de la Autenticidad” me parece uno de los peores libros de Adorno junto con “Terminología Filosófica”, pues en ellos trata de “matar al padre”… cuando me dejas de piedra al hablar de frivolidad a propósito de uno de los temas más transcendentales (probablemente el más) que hay en España: el debate entre concebollistas y sincebollistas. Hasta el centro de investigaciones sociológicas se ha hecho eco del tema. Ha dicho que la mayoría es concebollista, lo que significa que o bien Tezanos es concebollista o la mayoría es gilipollas y no porque lo dijeran Rousseau o Marx, sino porque la cebolla está bien para espantar a las serpientes, pero no en la tortilla de patata. [Sí, soy sincebollista. Y a mucha honra].
      Este tema no es baladí. Viene siendo la gota que colma el vaso antes de un buen divorcio. El marido concebollista que está harto de ser un incel de la cebolla o la esposa sincebollista que sabe que seguir tragando tortilla con cebolla no es mejor que comerle la polla a un albañil un día dicen: “¡Se acabó!”. O puede que ambos sean sincebollistas y picar bien de cebolla es como ponerle al otro un ojo morado sin mover un dedo.
      La alteración en el hábito de la tortilla de patata es la antesala del asesinato. La violencia la suele ejercer alguien que está muy próximo a ti. La probabilidad de que te liquide la pareja o un pariente es altísima. Casi un 90%. La policía no son los más listos del pueblo, pero se adhieren al sistema y lo primero que preguntan a los vecinos es: “¿Notó usted algún cambio?”. Quieren saber es si percibieron algún tufo a cebolla en el ambiente días antes del suceso. Como sea el caso, la policía lo tendrá claro: “No fue el mayordomo”.
      Si tu esposa o marido o lo que sea de pronto prepara una tortilla de patata con cebolla sabiendo que eres sincebollista o lo contrario… amig@, vete de vacaciones bien lejos. Está cerca de hacerte una traqueotomía “amateur”.
      Sólo hay un tema que tenga parecida y transcendencia, si no mayor, en España: los churros.. ¿con o sin azúcar?
      Que disgustos nos das, Patricia 😉

      • Patricia · 20/09/2023 Responder

        Ja ja ja….yo: sincebollista a muerte…Y no me valen argumentos como la jugosidad ¡anda ya! La tortilla puede estar perfectamente jugosa sin necesidad de cebolla señores y señoras. No traten de imponer el concebollismo dejemn9s ser soberanos de nuestro paladar. Mi marido es concebollista y si no fuera porque nos unen muchas pero muchas otras cosas el matrimonio se hubiera venido abajo…
        Hay que reírse un poquito Alminar. No porque este mundo nuestro sea cosa de risa precisamente sino porque siempre es mejor reír que llorar y la risa y el humor nos Dan perspectiva….Sin ánimo de frivolizar y siempre con corazón (en serio, lo de la tortilla me impacto tela….).
        Un abrazote Alminar

  6. Cesar · 20/09/2023 Responder

    Es evidente que las verdades que nos conciernen profundamente como la existencia, la muerte, la realidad, la vida, el más allá etc y como el diagnóstico al día de hoy comprueba que en la generalidad la gente no puede tolerar, esa fisura que implican esas verdades, tienen que ser vedadas en un relato en el cual todas esas verdades están ausentes o cobran un nuevo sentido que es el que uno decida darle (lo cual es falso) en el cual la existencia se vuelva tolerable.

    En la simbólica del mal nos explica Paul Ricoeur. El “si mismo” se convierte en un otro cuando no puede transparentar el propio mal que es connatural a la existencia. El mal aparece bajo su forma activa y patética. La forma activa del mal es la culpa la forma patética es el dolor, el dolor el sufrimiento es el mal que hemos padecido, la culpa es la reacción patológica por el mal que hemos hecho.

    El el sufrimiento y la culpa se despliegan en la estructura ontologica del ser, esa conciencia que está fisurada por el dolor y la culpa tiende a tratar de evitar enfrentarse todo el tiempo con el dolor y la culpa porque el dolor le muestra el ser humano que el padece la existencia, qué es un objeto de la existencia y la culpa demuestra que él es sujeto de la existencia pero que es sujeto totalmente desbordado, totalmente incapaz de impregnar su existencia con un modo de vivir que le sea sano y bueno a él y a los demás.

    Es decir, como yo necesito trasladar la hegemonía de mi pensamiento y hago hipóstasis a la realidad en sí y flexiono en el pensamiento, para convertirme en el amo del discurso del esclavo.
    Entregó mi soberanía en el “on dit”, en el “se dice”, en las habladurías, en lo ugno, en la vida inautentica, el Dasein inautentico. No poder enfrentarse con esa verdad trágica, con Dionisos, con esa verdad pulsiónal qué fisura la existencia que la Llaga, que la fracciona, que la rompe, que la parte en dos.. el hombre, como Dasein no está hecho para enfrentarse con esa verdad dura, y lo que va a pasar es que el sujeto va a tener que habitar en otro relato, en un relato que no esté fisurado, que él no sea culpable.

    A menudo el Dasein débil, el hombre que suprime el poder de la vida en pos de la moral de los esclavos, va a verse a sí mismo como la victima que necesita resarcirse en la Etica del resentimiento, el ya muy conocido ¿Porque me pasa ami? o mejor aún, yo soy la victima que sufre por el mal de los otros, “L’enfer c’est les autres” el infierno son los otros dirá Sartre.

    Cuando yo pongo la culpa en el centro del relato porque sé que desde esa culpa yo me estoy mintiendo a mi mismo, entonces puedo empezar a dejar de mentirme, y ese es dejar de mentirme implica el quitarme el prosofon, mi personaje en la vida, ese personaje que soy, al final, no es la víctima de una trama violenta de un Dios macabro. Sino que yo puedo hacerme cargo de mi existencia, porque “cada hombre es lo que hace con lo que hicieron de el”

    Lo primero que tengo que borrar de mi vida entonces son esas mentiras y el autoengaño porque lo que marca la vida filosófica es la valentía, y no cualquier valentía, sino estar preparado para enfrentarse con cualquier verdad de la existencia.

  7. Alminar · 20/09/2023 Responder

    He tratado muchas veces de tomarme en serio a Adorno, pero no lo consigo del todo. Me atraen los filósofos marxistas y encuentro la prosa de Adorno muy brillante (particularmente la de la “Dialéctica Negativa”), pero tiene demasiada inquina a Heidegger, realiza casi una “damnatio memoriae” y, sin embargo, en lo más original del pensamiento de Adorno siempre encuentras ecos heideggerianos.
    En la época en que releí a Adorno emitieron “Seinfeld” y lo asocié con George Costanza. Hasta se le parecía.
    Si Heidegger y Adorno hubieran entablado un diálogo platónico tengo la impresión de que las cosas hubieran ido así:

  8. María Monares Salazar · 21/09/2023 Responder

    Muy extraordinario lo que nos proporciona. Es un gran trabajo que anima al intelecto.

  9. Alminar · 21/09/2023 Responder

    No comprendo muy bien en qué consiste tu enfoque artesanal. De la orientación profesional y académica creo que no tengo duda. Cuando leíste a Wittgenstein, Kant o Spinoza realizaste una hermenéutica académica. Entraste en el papel del profesor, aunque sin aula. Tengo la impresión de que con lo “artesanal” tratas de evitar la pérdida del aura que implica la docencia, pero eso siempre queda en manos del lector. El estudiante que pase por acá buscando un atajo para cortar y pegar o el lector que nunca se acercará al autor original convertirán tu discurso en experiencia de segunda mano. Es claro. Pero el aura se incrementará siempre en quien tenga experiencia acerca de lo que hablas o quien tenga interés por aquél a quien leas (pues aparte de estar en conformidad o no con lo expresado por el filósofo de turno, estará de acuerdo o no con la lectura que haces y eso no era algo previsto por el autor). [Gadamer] La interposición de un narrador crea un mundo nuevo, para nada evidente, que depende de la manera como el hablante hace suyos términos que fueron acuñados por otros. [Bachtin]. Identificar la orientación académica o profesional con “industrial” es simplificar. El profesor que imparte enseñanza se ajusta a un plan del que él realmente no es responsable, pues viene dado por la política de turno. Eso es cierto. Sin embargo, la enseñanza no se parece demasiado a comprar una botella de champú en el supermercado. El estudiante (en particular el de filosofía) no realiza un canje, sino que lo que halle dependerá no sólo del profesor que le caiga, sino sobre todo de la actitud que él tenga no sólo ante el autor leído, sino ante la propia existencia. [Heidegger]. Por mucho que trates de que tu enfoque sea profesional jamás lo será (salvo para el estudiante de “corta y pega”). El caso de un profesor de física o matemáticas es otro, pues los teoremas no tienen vuelta de hoja (aunque sí las demostraciones). Pero la filosofía está condenada a mantener un enfoque artesanal, tanto si lo pretende como si no. [Sartre]. Sólo podré leer como tú y viceversa en caso de que pudiéramos disolver nuestra “haecceitas”. Pero cuando eso suceda, ocurrirá que ninguno de los dos podrá leer nada, pues ni siquiera seremos.
    O no te entiendo o le das demasiadas vueltas a algo que no tiene vuelta de hoja.

    • Darin · 23/09/2023 Responder

      Hola Alminar. No hay nada aún por entender porque aún no lo tengo claro yo. Lo artesanal me pareció una metáfora interesante para pensar mi vida fuera de la academia (mi vida investigadora, no docente). A lo mejor no lo sea.

      • Alminar · 06/10/2023 Responder

        Imagina que eres un director de orquesta. Pasaste por un conservatorio y, probablemente, realizaste estudios de piano. Aprendiste armonía, orquestación, etc. Como instrumentista y director habrá compositores y piezas que te habrá realizado interpretar o dirigir. Lo mires por donde lo mires, eres un músico profesional. Tu comprensión de la tercera de Beethoven o el sexto concierto del Brandenburgo no será la del concejal, ni la del mecánico, ni la del estudiante de matemáticas, ni la del niño que acuden al concierto. Un director de orquesta estará más cerca de componer que el concejal. Quizás no componga, pero no por ello dejará de ser un profesional de la música clásica… y a mucha honra.
        Hoy en día (según aumenta el fascismo por todo el mundo y vamos de cabeza hacia la medievalización de la sociedad) los programas de estudios están siendo despojados de las humanidades en general y de la filosofía en particular. Como no se puede proscribir la protesta del pensamiento, ni el marxismo de la filosofía se proscriben directamente el pensamiento y la filosofía. Ser un filósofo profesional es ser una especie amenazada en peligro crítico. Un paso más allá y quedará extinta en estado silvestre. Otro paso más y hará compañía a los dodos.

      • Alminar · 07/10/2023 Responder

        Sartre escribió que estamos condenados a ser libres, lo que no significa que podamos revertir las elecciones realizadas. Las decisiones no tienen enmienda y suelen son excluyentes. El que hace algo no hace muchas otras cosas. Somos organismos vivos. El tiempo nos es consustancial. Cada día que amanece tus posibilidades decrecen. Tu eres un filósofo profesional. Darin salió de la academia, pero la academia no salió de Darin. Aunque separas la vida investigadora de la docente en tus sueños habrán más rastros de la segunda, por mercenaria que haya sido, que de la primera. Hay una entrevista de Sartre, que ahora no localizo, en donde compara a las personas con el cemento. En un inicio somos maleable, pero nos vamos petrificando sin solución (porque estamos condenados a elegir y no hacerlo es una elección). Hacer un “reset” no está en el menú.

        • Darin · 08/10/2023 Responder

          Hola Alminar. No veo bien cómo tu comentario del 6 de octubre y éste tienen que ver con el vídeo sobre la jerga, pero me dio mucha risa eso de que Darin salió de la academia, pero la academia no salió de Darin. Darin también salió de EU, pero mucho de lo gringo (espero que lo mejor) sigue en Darin. Tengo muchos prejuicios, lo reconozco, pero creo que reconocerlo es un paso importante para cambiarlos, aun cuando sólo un poco. No acepto la metáfora del reset porque implica todo o nada. No sé cual sea más adecuada, lo voy a pensar.

          • Alminar · 10/10/2023

            Te contesto por extenso más abajo para evitar que leas en columna.

  10. Jose · 23/09/2023 Responder

    Me ha gustado, aunque para mi complicado, el tema de la autenticidad.
    Me produjo sorpresa la analogía que `presenta entre la idea de Rousseau (riqueza o abaundancia relativa es lo que importa) y la justificación o paralelismo con un estudio sociológico del que no da la referencia adecuada
    “Unos sociólogos preguntaron a mucha gente lo siguiente. “¿Preferiría usted ganar $50,000 al mes en una sociedad donde la media gana $30,000 al mes, o $75,000 al mes donde la media gana $100,000? ¿Tú por cual optarías? ” y responde mpsé si Usted o los autores del trabajo “En este estudio la mayoría de la gente optó por la primera opción, la de ganar $50,000 al mes, y no la segunda, donde habrían ganado más. ¿Por qué? Porque la fortuna absoluta no es lo importante sino la relativa, la fortuna relativa a otras personas. Mejor ganar más de la media que menos, aun cuando en este último caso estarías ganando más en términos absolutos.

    En mi opinión la gente acierta en su elección. porque parece mejor. Todo depende del coste de vida en cada una de las dos sociedades que se plantean, información qie se oculta al que se le formula la pregunta. Y sería mejor haber suministrado la mediana y la desviación estándar, demasiado pedir.
    Si asumimos que el coste de vida es apropiado para que vivan decentemente los individuos de esa sociedad con la media de salarios de esa sociedad, no cabe ninguna duda de que vivirá peor con un 25% de salario inferior a la media de $1000000 de esa sociedad que en una sociedad de media $30000 en la que un individuo gana un 66.6% más que la media. Lo que indica que la gente sabe hacer “cuentas” . Digamos que han usado el sistema 2 de Kahneman. Y eso que falta información para constestar la pregunta, como ya he indicado. Nosé cuántos de los encuestados pusieron ” no se puede contestar, falta información del coste de vida en cada una de las dos sociedades”. Falacia de la información incimpleta,
    Salud, José

  11. Ezequiel · 24/09/2023 Responder

    Gran admirador de tus contenidos, Darin, pero en cuanto al estudio ese de la preferencia de salarios, me parece que no se trata solamente de un tema de prevalecer sobre otros, sino en gran parte de mera intuición económica terrenal: en una sociedad donde todos ganaren 100k los precios serían mucho mayores a una en la que el sueldo promedio fuera 30k, por lo tanto serías más pobre en términos reales con el sueldo nominal mayor. Por tanto cualquier persona racional debería elegir la primera opción, sea competitiva y envidiosa o no.

  12. José · 09/10/2023 Responder

    Curioso el argumento de Ezequiel está mal formulado, no se compara una sociedad donde todos ganan 100.000, sino de media 100,000 y él lo compara con una media de 30.000. Lo cual es un error.
    Aunque parece que no se ha entendido, lo siento, el argumento más correcto , sin intuiciones, sino por mero cálculo “racional”, es el que puse en mi post anterior.

  13. Alminar · 10/10/2023 Responder

    Me descoloca la dualidad entre filosofía profesional y artesanal. La caracterización negativa de la primera me deja, además, perplejo. Este viene siendo un tema recurrente en la fonda.

    – “La filosofía artesanal”.
    Todo el artículo. Por ejemplo:
    “A fin de cuentas, mi salida de la academia, mi desprofesionalización, me devuelve, tras un recorrido muy largo, a lo que a muchos les parece las poco genuinas y tan trilladas palabras de Sócrates: Sólo sé que no sé nada. No tomamos en serio a Sócrates cuando las dice. Pensamos que es un juego retórico, una estrategia pedagógica. Yo creo que no. Yo creo que en eso consistía la sabiduría de Sócrates.”
    * Sócrates sí que sabía al menos algo: sabía griego.

    – “¿Existe la filosofía?”, primera parte.
    Todo el artículo. Por ejemplo:
    “Fue en el momento de leer esa frase – profesional de la filosofía – que por primera vez se volvió problemática mi identidad como filósofo.”

    – “Rousseau: de la esclavitud a la libertad”, segunda parte.
    “Algo que tengo muy claro es que soy un filósofo profesional, académico. El fenómeno socio-cultural de la academia dicta en buena parte mi quehacer cómo intelectual y muchas veces me doy cuenta de las mil y una maneras en que traiciono el espíritu de la filosofía al encajarla en este sistema, a menudo muy falso, de la academia. Decía Nietzsche que la mejor forma de producir filósofos de verdad es dejar de darles empleo. Los que quedan son los verdaderos.”
    * La cita de Nietzsche probablemente fuera sardónica. Nietzsche es muy facha. El sentido de esa exageración probablemente se aclara comparándola con la cita del genocida Custer a propósito del indio bueno o la de Hanns Johst acerca de la cultura.

    – “El Tractatus de Wittgenstein” novena parte.
    “En las manos de filósofos profesionales la ética se plantea como si fuera una técnica, que al seguir estos principios o aquel código uno puede vivir bien y de forma impecable. Al convertir a la ética en un asunto epistémico, es decir, en una cuestión de saber aplicar principios, por ejemplo, vivir se vuelve más fácil, menos exigente.”
    * Esto no. Ocurre que la realidad es muy compleja. Que la ética sea epistémica evita que prejuzguemos o que nos dejemos llevar por la caverna mediática.

    – “Anotando ando”, primera parte.
    “Como he argumentado en otro vídeo por ahí, no creo que el filósofo maneje un conocimiento con base en el cual podría profesionalizarse.”
    * Mira a ver los tags de la fonda.

    – “Hic sunt dogmatismus”.
    “En una ocasión, me pidieron que hablara sobre mi experiencia como filósofo profesional, sobre la vida académica, y consejos que podría dar a los alumnos… Hay una parte de mí que a veces cree eso, pero hay otro lado que dice que la mejor manera de explicar todo esto es que los filósofos, tanto en su vida personal como en su vida profesional, llegan a tener las creencias básicas que tienen no por razonamiento lógico, sino por cuestiones estéticas y afectivas. Cómo dice Gottlob Fichte: “La clase de filosofía que uno elige depende del tipo de hombre que uno es”. ”
    * Todos los músicos tienen un repertorio. Cada instrumentista se acerca a los compositores cuya música le gusta más. Eso no significa que el arte de la música no esté profesionalizado.

  14. Patricia · 10/10/2023 Responder

    Hola Alminar buenos días 🤗.
    Perdona que me meta donde no me llaman pero es que me he sentido interpelada con tu ejemplo del músico profesional.
    Yo terminé mi carrera de violin en el conservatorio y durante varios años me dediqué al ejercicio profesional de la música. Aún hoy sigo compatibilizando mi actividad profesional como Psicóloga con la docencia de la música.
    Obviamente tienes toda la razón en que yo tengo conocimiento técnico de mi instrumento (el violin) y también de armonía, composición, lectura de partituras, orquestacion…que un concejal o un fontanero no tienen. La manera en que yo escucho y aprecio una sinfonia de Beethoven (por ejemplo) es diferente cualitativamente al fontanero y a mis alumnos que acaban de empezar.
    Sin embargo yo afirmo que “no soy músico profesional” ¿a qué me refiero?
    A que hay aspectos de la profesionalizacion de la música con los que, no solamente no me identifico sino que directamente rechazo.
    El no ser músico profesional es una decisión que tomé pir una cuestión que tiene que ver con ser honesta conmigo misma.
    No tiene nada de malo ser un músico profesional solo que yo “no quiero”
    Obviamente no puedo “resetear” mi formación de muchos años en el conservatorio pero puedo (y de hecho lo hago) rechazar explícitamente aspectos de la profesionalizacion de la música que no me gustan, no vamos conmigo y que si soy honesta conmigo misma no van con mi persona
    Puedo decidir utilizar la música en una dirección diametralmente opuesta (o diferente) a la profesional
    Por ejemplo puedo decidir tocar el violin para divertirme o incluso no volverlo a tocar porque no me apetece por ejemplo
    ¿Borra eso mi formación profesional? Pues no, ahí tienes razón, mi formación está ahí y forma parte de mi.
    Pero mi decisión de no ser un músico profesional (con las connotaciones que yo le doy a eso y que tienen que ver con mi experiencia) también está ahí y también forma parte de mi.

    • Alminar · 10/10/2023 Responder

      Conocí a un aprendiz de músico llamado Lisardo. Hizo que sus padres le compraran una trompeta y hacía unos ruidos terribles. Se tiró seis meses en la academia estudiando solfeo y poniéndose colorado como un tomate soplando aquel cachivache. Tenía alborotado al vecindario. Sus padres se preguntaban si estaba ensayando para ser contratado como reclamo de un ballenero. Tras aquel semestre de cornetazos me contó la razón de su pasión filarmónica: a las mismas clases del conservatorio asistía Cristina, una pelirroja tremenda de la que me dijo que era “el amor de su vida” y “la futura madre de sus hijos”. Yo sospeché en aquel momento que a Lisardo le atraía menos la música que las formas de la del pelo bermejo. Una tarde vino casi en éxtasis a narrar que se había atrevido a hablar con la pelirroja y que ella le había dado una cita para casi un mes después. A mí el tema no me cuadró, pues conocía a la citada Cristina. Así que para celebrar su alborozo le invité a tomar algo en un tugurio local que él no conocía, pues Lisardo era más de iglesias. Era un antro obscuro y para sorpresa de Lisardo allí encontró tantos tíos como para echar un partido de fútbol y sólo dos tetas, las de “el amor de su vida” y “la futura madre de sus hijos”. Res ipsa loquitur. Tras unas semanas de bajón por mal de amores, Lisardo abandonó sus estudios musicales para júbilo del vecindario y gozo de su madre, que me regaló un bote surtido de perrunillas. ¡Qué artista perdió el mundo!
      Aparte de que no me sienta inclinado hacia las mujeres honestas, sino más bien hacia las entretenidas, acontece que Darin es una personalidad otoñal. Es un profesional curtido y exitoso que ha pasado en la universidad un cuarto de siglo predicando a Platón a toda criatura. Sus afirmaciones son peculiares sobre todo por lo recurrentes. No se trata de una “boutade” accidental. Supón que dijera algo parecido Joshua Bell en su propio contexto.
      Raro, ¿no?

  15. Patricia · 10/10/2023 Responder

    Ja ja simpática historia la de Lisardo me he reído con ganas. Me quedé cavilando con tu preferencia sobre las chicas entretenidas versus las honestas….¿acaso son términos excluyentes?
    Yo disfruto y aprendo con los videos de Darin y con eso me quedo. Me interesa y aprecio mucho su labor. Por supuesto a ti te puede chirriar o parecer raro su posicionamiento o sus afirmaciones…Ahi cada cual tenemos nuestro propio criterio.
    Un abrazo 🤗

    • Alminar · 11/10/2023 Responder

      Dicen las monjas que hay dos clases de mujeres: aquellas con las que se casan los hombres y aquellas con las que se divierten. De ahí que las colegialas católicas hagan cuanto puedan para encontrarse entre las segundas. El cielo lo prefieres por el clima; el infierno, por la compañía.

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